OCHO POETAS NORTEAMERICANAS TRADUCIDAS POR LA ARGENTINA DIANA BELLESSI

 

 

 

 

 

Crear en Salamanca tiene la satisfacción de difundir veros de ocho poetas norteamericanas traducidas por la destacada poeta argentina Diana Bellessi y publicadas en la antología ‘Contéstame, baila mi danza’, que acaba de aparecer en Argentina bajo el sello editorial de Salta el Pez. Aquí dejamos una muestra de ocho de las trece poetas antologadas.

 

  la poeta y traductora Diana Bellessi

 

 

Diana Bellessi nació en 1946 en Zavalla, Santa Fe.Valorada como referente y maestra de nuevas generaciones de poetas, su obra hizo escuela. Apenas licenciada en Filosofía, dio vuelta al continente en un viaje que duró seis años y realizó a pie. Pero fue el entorno de Tigre, donde vivió durante años, el marco de gran parte de su obra. Gran poeta y ensayista, Diana Bellessi es una de las más importantes voces de la poesía argentina. Su Poesía reunida, publicada con el título «Tener lo que se tiene» (Adriana Hidalgo, 2009), fue galardonada con la máxima distinción que otorga la Feria del Libro de Buenos Aires.

 

 

 

 

 

LA EXTRANJERA

(Adrienne Rich)

 

Mirando como antes he mirado, directamente al corazón

de la calle hacia el río

caminando por los ríos de avenidas

sintiendo el temblor de las cuevas bajo el asfalto

contemplando las luces encendidas de las torres

caminando como he caminado antes

un hombre, una mujer en la ciudad

la ira visionaria despejando mi visión

y las detalladas percepciones de merced

floreciendo de esa ira

Si entro a un cuarto fuera de la luz áspera y brumosa

los oigo hablar un lenguaje muerto

si me preguntan la identidad

qué puedo decir sino que

soy el andrógino

la mente viva que no logras describir

con tu lenguaje muerto

el nombre perdido, el verbo sobreviviendo

sólo en infinitivo

las letras de mi nombre están escritas bajo los párpados

del niño recién nacido

 

 

 

 

SINGAPUR

(Mary Oliver)

 

 

En el aeropuerto de Singapur,

una oscuridad fue barrida de mis ojos.

En el baño de mujeres, un compartimento permanecía abierto.

Una mujer estaba de rodillas allí, lavando algo

en la pileta blanca.

 

El disgusto argüía en mi estómago

y palpé, en mi bolsillo, mi pasaje.

Un poema debería tener siempre pájaros en él.

Alciones, dije, con sus ojos temerarios y sus alas llamativas.

Los ríos son agradables, y por supuesto árboles.

Una cascada, y si eso no es posible, una fuente

que se alce y caiga.

Una persona quiere estar en un lugar feliz, en un poema.

 

Cuando la mujer se dio vuelta no pude resolver su cara.

Su belleza y su molestia peleaban entre sí, y ninguna ganaba.

Ella sonrió y yo sonreí. ¿Qué sinsentido es éste?

Todo el mundo necesita un trabajo.

 

Sí, una persona quiere estar en un lugar feliz, en un poema.

Pero primero debemos observarla del mismo modo en que ella

está absorta en su trabajo,

lo que es bastante monótono.

Está lavando las tazas de los ceniceros del aeropuerto,

tan grandes como llantas, con un trapo azul.

 

Sus pequeñas manos hacen girar el metal, frotan y lavan.

No trabaja despacio ni rápido, sino como un río.

Su cabello oscuro es como el ala de un pájaro.

No dudo por un momento de que ama su vida.

Y deseo que se levante del sarro y el cieno

Y vuele sobre el río.

Esto probablemente no sucederá.

Pero quizá suceda.

Si el mundo fuera sólo dolor y lógica, ¿quién lo querría?

 

Por supuesto, no lo es.

Ni tampoco quiero decir nada milagroso, sino sólo

la luz que puede irradiar vida. Quiero decir

el modo en que ella plegaba y desplegaba el trapo azul,

el modo en que su sonrisa fue sólo para mí; quiero decir

el modo en que este poema se llenó de árboles, y de pájaros.

 

 

 

 

 

ESTA MAÑANA

(Muriel Rukeyser)

 

Despierto esta mañana,

una mujer violenta en el violento día

riendo.

Tras la línea de la memoria

a lo largo del largo del cuerpo de tu vida

donde se mueven infancia, juventud, la vida del tacto,

ojos, labios, pecho, vientre, sexo, piernas, con las olas de la sábana.

Miro a través de la plantita

sobre el alféizar de la ciudad

hacia las altas torres como libros, entrechocándose voraces,

el río centellea, fluye corroído,

el intrincado puerto y el mar, las guerras, la luna, los planetas, todo lo que puebla el espacio

en el sol visible invisible.

Violetas africanas en la luz

palpitando en un universo palpitante. Quiero una paz arraigada,

y deleite, las riquezas salvajes.

Quiero hacer mis poemas sensitivos:

encontrar mi mañana, encontrarte entero y

vivo moviéndote entre la gente anestesiada.

Te digo en las ráfagas del aire:

hoy una vez más

intentaré ser no violenta

un día más

esta mañana, despertando sin cesar al mundo

en el día violento.

 

 

 

 

NOTA A PIE DE PÁGINA

(Ursula K. Le Guin)

No solamente tengo halcones

en mi familia, y torres

sobre las colinas doradas, sino también

cangrejos:       sobre la orilla chata y ruidosa

bajo los negros acantilados, cangrejos

pavoneándose en la sombra

de impetuosas algas encalladas.

Y hay muchos murciélagos

en mi herencia; el murciélago

quiebra la copa del crepúsculo junto a la casa

de búhos y acacias, escribe

mi nombre en el Almanaque

de Gotha: Ostrogotha.

Y la polilla

es una especie de prima, y algunas noches

de otoño la lluvia es mi hermano mayor.

 

 

 

 

 

 

UNA OBSERVACIÓN

(May Sarton)

 

Los jardineros auténticos no usan guantes

Entre el roce gentil y la raíz tierna,

Deben dejar sus manos anudarse mientras se mueven

Con áspera sensibilidad

Bajo la tierra, entre la roca y el retoño.

Nunca magullar o herir la fruta oculta.

Vi así las manos de mi madre cubrirse de cicatrices.

Ella, que podía sanar al amigo o a la planta herida

Con el mismo vulnerable pero riguroso amor;

Una vez me inquietó ver su rugosa belleza,

Pero ahora me es dada su verdad para vivir,

Mientras aprendo a solas que debemos ser firmes

Si queremos movernos entre lo tierno con una mano abierta,

Y seguir sensitivas hasta el fin

Pagar con algo de dureza por un mundo gentil.

 

 

 

NO OBSTANTE…

(Lucille Clifton)

 

No obstante

era bonito

cuando el afilador llegaba

deslizando su rueda

girando su rueda

y las chispas saltaban

en la oscuridad

cruzando el terreno

hacia el sector de los blancos

 

no obstante

era bonito

en la luz del almacén de maizie

mirar la rueda

y atrapar la rueda–

fuego girando en el aire

y nuestras hojas

y nuestras puntas

tan afilables como las de cualquiera

 

 

 

NOVEDADES

(Denise Levertov)

 

  1. América la Dadivosa

Después que el hotel de beneficencia

se derrumbó repentinamente (luego de reiterados avisos)

sobre la calle,

los adventistas del Séptimo Día trajeron

ropa a los sobrevivientes.

“‘Mira esto’, exclamó

Loretta Rollock, 48 años,

mientras sostenía un vestido verde

y ropa interior. ‘Nunca tuve

cosas tan lindas. Me siento como

cuando era pequeña y mamita

me traía algo’. Entonces
empezó a llorar”.

  1. En los escombros

Para algunos el colapso del hotel significó

que la vida tendría que empezar

de nuevo.

El sexagenario Charles, bajo beneficencia

como tantos otros, el que dijo,

‘Somos la gente sin raíces’, y

‘No tengo hogar, ni lugar en el que pueda decir

que realmente vivo’, y

‘Me había acostumbrado a esto’,

También dijo:

‘Perdí

todo lo que tenía

en los escombros.

Perdí mi ropa,

perdí la foto de mis padres

y perdí el televisor.’

 

SOY LA PARED EN EL FILO DEL AGUA…

(Judy Grahn)

 

Soy la pared en el filo del agua

Soy la roca que se niega a ser golpeada

Soy la maricona en la materia, la otra

Soy la pared que se balancea femenina

Soy el dragón, soy la daga dañina

Soy la machona y el machete

y fui muchas veces una abuela malvada

y seré muchas veces una hija malvada.

 

 

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