Crear en Salamanca se complace en publicar ocho obras de otros tantos pintores peruanos (Ana Balcázar, Daniel Rodríguez, Luis Portilla, Lucia Portocarrero, Irina Gonzales, Patricia Alor, Ginés Frayssinet y Marko Franco Domenak) que, junto con otros veintres más, expondrán en el Latino Art Museum de California. La exposición, titulada ‘Salón de Pintura Peruana en California’, tiene como curador al destacado pintor Iván Fernández-Dávila y se inaugurará este próximo 10 de septiembre.
ANA BALCAZAR – Pecado original
FRAYSSENETE – SIN TITULO –
MADERAS ENCONTRADAS EN LA PLAYA Y PEGADAS SOBRE LIENZO PINTADO
PATRICIA ALOR – Provócame
IRINA GONZALES- Autorretrato
DANIEL RODRIGUEZ – THE FACTORY
LUCIA PORTOCARRERO – Minercia- 2016
LUIS PORTILLA – Locura
FRANCO DOMENACK – WOMAN VALLEY
HECHO CON ESENCIA DE MAIZ MORADO
TEXTO DE PRESENTACIÓN
Carlos E. Luján Andrade
“Estas obras reúnen un instante del arte peruano, el pulso artístico que se expande en bifurcaciones intensas, de trazos limpios y a la vez extremos, de representaciones melancólicas, aunque no por eso menos potentes.
Son autores de estilos diversos y de pincel maduro que reposan su estética sobria y colorida en percepciones que hablan del misterio de la conciencia tan oculto como lo enterrado en el fondo del mar. Este imaginario pictórico empuja la mirada hacia teoremas acerca de irrealidades y personajes incontenibles en sus simples figuras, retratos y escenarios multidimensionales, saltando de visiones perfectamente perceptibles hasta el vacío del pensamiento neutro.
El arte peruano está en búsqueda de definición. La perfección delineada, el extravío lúdico, el turbulento expresionismo y los sueños espectrales y abstractos, son muestra de los matices de su idiosincrasia. A través de ellos hallamos las señales de las inmensas preguntas celestes –como escribía el poeta Antonio Cisneros– que los artistas peruanos de nuestro tiempo luchan por mostrar y responder.
¿Y qué reconocer de los trabajos presentados? Tal vez el reflejo de lo más propio y personal del espectador quien con su sola presencia parece deshacer el reflejo de aguas mansas de un lago, revolviendo en estas obras las tonalidades de figuras dinámicas que permitan emerger y reducir la distancia entre él y las miradas, las formas y los trazos expuestos. Cada obra representa la síntesis de la existencia estética de su creador, en la que se marca el pasado, pero también el destino no solo estético sino sobrehumano y, quizás profético, de todas las posibilidades de un país.
Vuestros ojos —de quienes deseen ver— encontrarán el proceso que determina el rumbo tomado por estos pintores, testigos de universos enteros que nos hablan no sólo del cosmos artístico del que pinta, sino del instante que ha quedado en sus colores como supernova inmóvil y eterna.
Son treinta y un cuadros en los que esta vez se sostiene el arte de un país diverso. Treinta y un radiografías del alma pictórica que pretenden encender y desviar la mirada hacia ellas, para que el intruso observador cosmopolita las escudriñe y contemple en silencio”.
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