Murmullos de tinta en el librero, tantos…
pero ellos no tienen su fin en sí mismos,
carecen de alma.
Resultan solo sombras,
aunque ponen de manifiesto el camino del reencuentro
con el ser humano.
Perennes testimonios de un olvido,
cuya memoria reconstruimos letra a letra,
piedra a piedra. Regreso
a nuestro hogar.
En él podría estar la cifra del universo,
cuyo número, a su vez,
podría alumbrar el sendero hacia el patio
de quien carece de nombre
y de voz,
del único ser
(sobra decir verdadero)
–pues quienes refieren haberlo visto
dejaron escrito
un no sé qué que aun debajo de la tierra,
enterrado bajo cientos de años,
continúa vibrando,
como lo hace en el aire, hoy,
cualquier mosca o cualquier pájaro–.
febrero 15, 2013
Inmenso poema y bellísima persona.
mayo 18, 2014
Ud., querida amiga Soledad, es esa persona bellísima. Muchas gracias. Un abrazo.
mayo 18, 2014
Enhorabuena!
Bello poema…
Saludos desde Brasil!
mayo 19, 2014
Hermoso poema. Ánimo con tu tesis, es un trabajo que te recompensará siempre.