MONSEÑOR ROMERO Y EL MURAL A ÉL DEDICADO EN ZAMORA, OBRA DE MIGUEL ELÍAS. TEXTO DE JESÚS CAMPOS-SANTIAGO

 

 

1 Miguel Elías en el acto inaugural del mural

 Miguel Elías en el acto inaugural del mural

 

 

Crear en Salamanca se complace en publicar el texto leído por el párroco de la Iglesia de San Lorenzo, en el acto de inauguración del mural dedicado al mártir cristiano Óscar Arnulfo  Romero. Jesús Campos-Santiago (Zamora, 1969), es licenciado en Teología por la Universidad Pontificia de Salamanca. Desde 1999 es profesor de Historia de las Religiones  en la Escuela de Magisterio de Zamora (Usal) y director del Secretariado Diocesano de Pastoral Universitaria. Entre sus ensayos publicados están “Ambiente socio-cultural del Libro de Ester”, “El tercer Isaías”, “La formación de la Biblia a la luz del análisis de las secciones textuales ‘abiertas’ y/o ‘cerradas: El ejemplo de los libros de Reyes y Crónicas”, “El influjo del zoroastrismo persa en la Biblia” o “Los estudios veterotestamentarios en España: visión panorámica desde el Concilio Vaticano II hasta el presente”, entre otros.

 

2 Parte de los asistentes al acto

 Parte de los asistentes al acto

 

“Ayer, como hoy, aparecen las tinieblas del rechazo de la vida, pero brilla más fuerte aún la luz del amor,que vence el odio e inaugura un mundo nuevo”. Con estas palabras el papa Francisco se hacía eco en la fiesta de S. Esteban protomártir, del hecho de que aún hoy la muerte violenta de cristianos, consagrados y laicos, sigue siendo una triste realidad. Desde el año 2000 han muerto más de 418 cristianos consagrados. El número de cristianos laicos  es todavía mucho más escalofriante, puesto que son miles. Hoy tienen nuevas máscaras: Isis, BokoHaram, pero siguen siendo los mismos rostros: la injusticia y la falta de libertad.Son los mismos verdugos: intolerancias y poderes. Las mismas víctimas inocentes: la verdad y la valentía.

 

El 23 de mayo de 2015, en San Salvador, fue beatificado el Arzobispo Oscar Arnulfo Romero Galdámez, asesinado “in odiumfidei” el 24 de marzo de 1980. Mons. Romero fue asesinado porque amaba a los pobres, siguiendo el ejemplo de su Maestro, Jesús de Nazareth. A ellos, los pobres (el pueblo y las gentes del campo), prestó su voz de profeta, y a ellos dedicó su vida, renunciando a la solución cómoda de abandonar su rebaño a su suerte y huir como asalariado”.

 

Él era ante todo pastor, un obispo de la Iglesia. “San Agustín decía «El Evangelio me asusta.  Nadie más que yo quería una existencia segura y tranquila.  Nada es más dulce que disfrutar el tesoro divino.  En cambio predicar, amonestar, corregir, edificar, entregarse a todos es un gran peso, una grave responsabilidad.  Una dura tarea«.  En efecto, para Agustín, hecho obispo, la razón de su vida se vuelve la pasión por sus fieles y sus sacerdotes.  Y él pide al Señor que le de la fuerza de amarle hasta el heroísmo o con el martirio o con el afecto.  Estas palabras y estos sentimientos habría podido expresar con la misma intensidad y sinceridad el arzobispo Romero, el cual amó a sus fieles y a sus sacerdotes con el afecto y con el martirio, dando la vida como ofrenda de reconciliación y de paz”. (Card. A. Amato en la homilía de su beatificación)

 

 

 

La parroquia de San Lorenzo de Zamora que desde 1972 sigue a Jesús tras los pasos de este mártir de los primeros tiempos de la Iglesia (+258) ha querido rendir homenaje a tantos inocentes que mueren, también hoy, por ponerse del lado del Evangelio, al servicio de las personas, de la verdad, la justicia, la libertad. Para ello el artista Miguel Elías Sánchez, ha donado y creado un espacio gráfico decorado con un lienzo del beato Romero.

 

3 Otro momento de la intervención de Miguel Elías

Otro momento de la intervención de Miguel Elías

Enmarca la composición una caligrafía del mismo, donde queda presente su pensamiento y su estilo de vida. Dichas palabras se refieren a una entrevista del entonces arzobispo de San Salvador, cuando era patente su condición de amenazado de muerte, quince días antes de ser asesinado mientras celebraba la Eucaristía. También recoge parte de las últimas palabras que proclamó en aquella homilía del 24 de Marzo de 1980, instantes antes de ser abatido.

 

Es un mural muy contemporáneo y muy profundo, cuya finalidad es además de acercar la persona y la figura del ahora beato Romero, un recordatorio de que la construcción del Reino de Dios, iniciada por el mismo Señor, es más fuerte que la muerte. Quienes tengan a Monseñor Romero como amigo en la fe, quienes lo invoquen como protector e intercesor, quienes admiren su figura, encuentren en él fuerza y ánimo para este empeño.

 

En una carta escrita al Papa Francisco pocos días antes de su muerte, el dirigente radical italiano Marco Pannella confesó al Pontífice: “He tomado en mis manos la cruz que llevaba monseñor Romero y no puedo separarme de ella”. El episodio pone de manifiesto cómo la figura de Romero no deja a nadie indiferente. “No basta decir: yo soy ateo, yo no creo en Dios, yo no lo ofendo, dijo Romero en su famosa última homilía dominical. “Si no es cuestión de que tú creas, es que objetivamente tú tienes rotas tus relaciones con el principio de toda vida. Mientras no lo descubras, y no lo sigas, y no lo ames, tú eres una pieza descoyuntada de su origen”, dijo Romero, previendo el anhelo de las personas como Pannella por la búsqueda de sentido.

 

Una cruz en el pecho de un obispo es más que un símbolo. La misa pontifical refiere a la cruz pectoral en el sentido de la disposición personal al martirio: “Dígnate protegerme, Señor Jesucristo, de toda trampa de los enemigos, por la señal de tu Santísima Cruz: y dígnate conceder a este siervo indigno tuyo, que mientras tenga sobre mi pecho esta Cruz, tenga siempre presente la memoria de la Pasión y las victorias de tus Santos Mártires”.

 

4 Artista y público, ante el mural

 Artista y público, ante el mural

 

Este es Romero. Un pastor identificado con su pueblo, fiel al Evangelio y tras los pasos del Señor. Romero encarna muy bien la “conversión pastoral” a la que llama constantemente el Papa Francisco. Supo dejarse cambiar.

 

La palabra y la pincelada harán de este mural tan contemporáneo y atrevido, un memorial permanente de Romero y con él un recuerdo del reclamo apostólico de cómo un cristiano ha de dar testimonio, a tiempo y a destiempo, con la palabra, con el color, con la vida, pero sobre todo con la Verdad.

 

Permitidme concluya este acto con las palabras de monseñor Romero, que nos presiden y que nos recuerdan nuestra identidad: ser fermento del Evangelio en la masa del mundo.

 

“El reino está ya misteriosamente presente en nuestra tierra; cuando venga el Señor, se consumará. Esta es la esperanza que nos alienta a los cristianos. Sabemos que todo esfuerzo por mejorar una sociedad, es un esfuerzo que Dios bendice, que Dios quiere, que Dios nos exige”. Homilía 24/03/1980

 

“La palabra queda y ése es el gran consuelo del que predica. Mi voz desaparecerá, pero mi palabra que es Cristo, quedará en los corazones que la hayan querido recoger”.

 

“El martirio es una gracia de Dios que no creo merecer. Pero si Dios acepta el sacrificio de mi vida, que mi sangre sea la semilla de libertad y la señal de que la esperanza será pronto una realidad”.

 

5 El párroco y profesor Jesús Campos-Santiago

 El párroco y profesor Jesús Campos-Santiago

 

 

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