Crear en Salamanca tiene el agrado de presentar una reseña escrita por el poeta y juez chileno Víctor Ilich, al libro Fragmentos de Déjà Vu, del autor italiano Stefano Macrillò.
Víctor Ilich, portada del libro y su autor
El autor del libro de cuentos Fragmentos de Déjà Vu, el escritor italiano Stefano Macrillò (Macerata 1962, Italia) trabajó durante treinta años en el sector de la comunicación (Grupo Mediaset); vivió en Salerno, Versilia, Madrid, Venecia, Milán y Florencia. Fascinado por la cultura hispanoamericana, se licenció en Lenguas y Literaturas Extranjeras Modernas y Contemporáneas (española y portuguesa) en la Facultad de Letras y Filosofía de Pisa con una tesis sobre las Novelas ejemplares de Miguel de Cervantes Saavedra. Desde sus estudios universitarios ha cultivado un interés particular por las crónicas de viaje de los descubrimientos geográficos de los siglos XV y XVI. Con sus estudios universitarios llegaron las primeras publicaciones en revistas especializadas. Mantiene su rumbo con “la mirada al último horizonte”, orientado hacia un mayor conocimiento y llega a la introspección con la colección de cuentos Fragmentos de déjà vu, también traducidos al español, y aquí reseñada, y Sin equilibrio ni simetrías (poemas). Corona así su sueño de surcar los mares de la intuición para acercarse, como marinero que escucha, a los estados emocionales del viaje, al autodescubrimiento.
Por su parte, el autor de esta reseña, es el poeta, escritor, abogado y juez de garantía chileno, Víctor Ilich, autor de una amplia y destaca obra literaria.
MÁS ALLÁ DEL PLANO CARTESIANO
Nuestra percepción de la realidad es tan fragmentada, tan precaria que, a fin de tener un panorama más general, necesitamos un mapa y ciertos puntos de referencia: algún faro o persona significativa, una que otra montaña como los amigos del alma, también podría ser una roca o alguna verdad que no se transa u otro límite natural como nuestras necesidades y faltas.
Lograr situarnos en un lugar, saber dónde estamos, a dónde hemos llegado y tener claridad absoluta de hacia dónde queremos llegar o por qué nos hemos extraviado, es tan necesario como el aire que respiramos.
Luego de leer el libro Fragmentos de Déjà Vu, de Stefano Macrillò, experimenté cierta melancolía. Un tono existencialista se aprecia en sus relatos, manifiesto en varias reflexiones de sentido, propósito o despropósito. A pesar de que el protagonista de uno de sus textos siente pasión por los mapas, no hay uno que nos ayude a salir de esa sensación de tristeza, dolor y soledad que se cuela hacia nosotros y golpea alguna fibra de nuestras emociones con la amargura de la pérdida: desde el tiempo que no se salva hasta el amor que se apaga.
Como lector, no es malo experimentar de vez en cuando esas emociones, que tantas veces esquivamos, acallamos o anestesiamos, tan necesarias para vivir el amor en su ancho y longitud: dicen que experimentar la tristeza y el dolor ajenos como propios es clave para un amor más sabroso, es decir, menos inmaduro. Siempre digo que es más fácil decirlo que vivirlo.
De no ser así, nos engañamos, y el egoísmo que habita en cada uno de nosotros una vez más levanta sus muros de protección que al tiempo que nos aíslan, también nos quitan la respiración, a fin de cumplir su macabra misión: matar todo lo que esté a nuestro alcance y de paso destruirnos.
Es cierto también que el plano cartesiano nos sitúa con sus coordenadas, pero las coordenadas solo son variables a ponderar. Necesitamos salir del mapa de los necios, en el cual por propia iniciativa, ignorancia o terquedad nos adentramos, a fin de dejar de caminar en círculos por el desierto. No es fácil, se requiere la certeza de lo que se espera, otros lo llaman fe.
En fin, volviendo al texto de Macrillò, también hay algunos que contienen prosa poética, quizás el autor en su necesidad de traducir en palabras sus déjà vu, y las emociones que evocan, recurre al lenguaje poético cual salmista a fin de que intentemos comprender junto a él el espectro de emociones que experimenta. De ser así, recordé un proverbio solo a modo de coordenadas: apártate del mal, haz el bien, busca la paz y síguela, lo que inevitablemente nos vuelve a la realidad más allá de las coordenadas: que necesitamos un mapa donde los pantanos del mal sean evidentes y los oasis del bien sean seguros, y si la paz es una de las metas, seguirla es un desafío diario y como tal requiere nuestro esfuerzo permanente y como nos cansamos, también se necesita del ánimo de una comunidad. He aquí mi comunión… de lector a lector y de necesitado a necesitado.
Víctor Ilich
San Vicente, Chile, primavera 2022
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