Álvaro Mata Guillé en la Plaza Mayor de Salamanca (Foto de jacqueline Alencar, 2016)
Crear en Salamanca tiene el privilegio de difundir un fragmento del último poemario de Álvaro Mata Guillé (Costa Rica, 1965). Poeta, director de teatro-danza, ensayista, investigador y dramaturgo. Es coordinador del Corredor Cultural Transpoesía (México, Costa Rica, Argentina); coordinador internacional del Festival Internacional de poesía Abbapalabra (México); director de Aire en el agua editores (México, Costa Rica); director de Baco teatro-danza (Costa Rica), editor de la Revista K (México); director del proyecto Chimalhuacán A la orilla del lago (Estado de México). Entre sus libros, destacan: Sobre los fragmentos (Madrid-Huelva); Un lugar sin nombre (Colombia); Más allá de la bruma (México); La niebla y lo ausente (Argentina); Separata. Breve Antología (México); Debajo del Viento (1º edición, Venezuela; 2ª edición, Argentina); Intemperies (México); Escenas de una tarde (Costa Rica).
Mata Guillé ha estado invitado a varias ediciones del Encuentro de Poetas Iberoamericanos de Salamanca.
JORGE ARTURO,
EUNICE
(Fragmento)
Las mariposas
se asomaban con las sombras,
como un centelleo entre las nubes que bajaban,
como espectros. Quisimos ir con ellas,
pero un relámpago,
que iluminaba los falos de la luna,
el ulular de los búhos y el arrastrar de cadenas,
nos detuvo. No había a dónde ir,
no corría el sol, ni el agua,
no llegaba todavía la niebla. Nos sentamos,
bajo el árbol de las orejas,
a esperar,
hurgando los huesos de los libros,
sus voces. Los ojos,
tomados por la baba,
desollaban el sueño y la sombra,
las manos aferradas a las púas,
las cuencas negras y las ojeras,
los dientes tirados en las fosas, contaba Jorge,
diciendo que nuestros enojos venían de lejos,
de un tiempo sin tiempo,
de otra parte,
del monólogo en el espejo de Arvo,
del brillor en el sótano,
en el desierto,
en el adobe,
en la otra orilla,
de un lugar sin lugar
Mundo de Sofía (Costa Rica 25 abril)
En ese entonces,
se veía sin mirar,
ni el viento,
ni el miedo,
sólo lo indiferente. Fue
un antes de antes de llegar el umbrío,
de que las hojas se ampararan en las sombras,
y las mariposas
La oscuridad
relampagueaba en el ulular de las antorchas,
palidecía la luna,
la niebla se filtraba junto al frío,
con las voces y el murmullo de los cerros. Las mariposas,
colgadas del árbol,
flotaban junto a las orejas, los escritos, los libros,
leían la luz de los muertos entre los cedros,
en los almendros,
en los vanos de las gradas,
en la ceniza
:
hablaban del origen del origen
del vacío,
de la tristeza y el desaliento,
de violaciones, de golpes,
del tránsito de fuego y los elementos terrestres,
de un lugar sin nombre,
de fragmentos. En
ese antes del antes,
los hijos nacían de sí mismos,
eran lo otro,
se ataba y desataba lo venido. Todo
estaba escrito, todo dicho,
los rostros se asemejaban a los días,
mutaban en las cosas
:
Bogotá, 2 de mayo
en la sombra de la flor en el árbol,
en las ramas,
en las nubes. Se sabía
del polvo,
del vuelo de los pájaros en las fosas,
que escondidos en la nieve,
entre los pétalos de piedra, aleteaban junto a una serpiente sin alas,
junto a la flor meciéndose en el árbol. Jorge murió,
una de sus tantas veces,
en un mes de mayo, en marzo, en octubre,
en abril,
tirado en una tina, convertido en ceniza,
yéndose con las hojas en el fuego en el aire. Desde entonces,
el murmullo del río baja hacia la penumbra,
se une a un pájaro de plumas verdes,
a una tortuga verde
que corretea por la selva
encendiendo una hoguera
también verde
.
En los escombros,
como un centelleo,
quedó el llanto en el cerco,
en la viga en las paredes,
en el mar,
en el valle
,
en la lejanía
.
Presentación en Bogotá
El miedo
vuelve sin volver,
aplasta el grito del horror en el ladrillo,
permanece en la sombra
en el pasadizo, en el monte,
con la bruja,
en el sepulcro. El horror
se transfigura,
es el eco,
es el árbol,
el viento. El regreso
no es regreso,
es vaho adormecido en el espejo,
en las nubes,
en la boca,
en el beso,
la sombra. Las respuestas
no son respuestas,
son escamas, son ópalos,
colores que encubren el vacío,
el no saber del abismo en el entorno,
en el vos,
lo otro. Hay
flores negras en la penumbra,
se dice,
un verdor de ojos opacos,
un ruido incesante,
el sol oscurecido en la nube,
en el umbrío
.
El sueño de una sombra,
un halo en lo ausente
Cubrí su piel,
sus manos,
su mirada
,
las hojas
entraban por las puertas,
se metían por las ventanas. El brillor
acosaba a las sombras y las mariposas intentaban dormir.
Las caracolas,
reflejadas en los falos de la luna,
junto a la niebla y las farolas,
a la hierba azul y a la brisa blanca,
reverberaban,
palidecían. Sentí su cuerpo,
sus labios,
el hervor. Su piel
balanceándose en el viento,
su lengua sumida en el murmullo
.
Mar del Plata, 7 de mayo
Adormiladas, todavía en el árbol,
las mariposas buscaban una imagen,
un pensamiento,
un sueño en el sueño,
querían irse,
retomar el regreso
Estuvo aquí,
les dije, junto al crisol
y el espejo en el espejo,
en el río,
junto al murmullo en el cerco,
en el llanto,
en la penumbra,
les dije
,
Otra imagen del acto en Mar del Plata
junto al búho,
y el pájaro del pico roto
,
pero las mariposas,
sólo revolotearon con las sombras,
sólo miraban
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Álvaro Mata Guillé, Pilar Fernández Labrador y Salvador Madrid (Salamanca, 2015. Foto de Jacqueline Alencar)
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