MARTÍN COBANO Y SU ‘TIEMPO DE CRUZAR EL UMBRAL’. COMENTARIO DE JAIME GARCÍA MAFFLA

 

 

Portada del libro y J. C. Martín Cobano, en Salamanca (foto de Jacqueline Alencar)

 

 

Crear en Salamanca se complace en publicar esta reflexión que, sobre el poemario de Juan Carlos Martín Cobano (Carmona, Sevilla, 1967), ha escrito Jaime García Maffla (Cali, Colombia, 1944), poeta, filósofo y ensayista. En su obra se traslucen influencias de la tradición hispánica y del existencialismo. Hoy jubilado, fue Jefe del Departamento de Humanidades de la Universidad de los Andes y Director del Departamento de Literatura de la Pontificia Universidad Javeriana. Ha sido considerado, junto a otros destacados poetas, como perteneciente al grupo de la ‘Generación Sin Nombre’. García Maffla, experto en la obra de Cervantes, es el autor del prólogo y las notas de la primera edición colombiana del Quijote, y uno de los poetas más relevantes (y ‘ocultos’) de Colombia y Latinoamérica. Fue cofundador de la revista de poesía Golpe de Dados, que apareció en 1972, junto con Mario Rivero, Giovanni Quessep, Fernando Charry Lara, Hernando Valencia Goelkel y Aurelio Arturo. Esta revista se publicó bimestralmente y sin interrupción por más de treinta años. Coordinó talleres en la Casa de Poesía Silva y en el Instituto Caro y Cuervo, en Bogotá. En 1997 recibió el Premio Nacional de Poesía Universidad de Antioquia. Sus poemarios son: Morir lleva un nombre corriente (1969), Guirnalda entre despojos (1976), En el solar de las Gracias (1978), La caza (1984), Las voces del vigía (1986), Poemas escritos a lápiz en un viejo cuaderno (1997), Vive si puedes (1997), Al dictado (1999), Caballero en la Orden de la Desesperanza (2001), Antología mínima del doncel (2001), Poemas del no-decir (2011), Buques en la Rada–Lais (2014), De las señales (2014), Herida del juglar (2016, antología), A bordo de un bardo de una a otra orilla de la mar (2017) y Leve. Trazos hacia otra poética (2018). Su obra ensayística comprende, entre otros trabajos: En la huella de Miguel de Unamuno (1985), En otoño deberían caer todas las hojas de los libros (1987), Visión poética de don Quijote (1988), Fernando Charry Lara (1989), Estoraques de Eduardo Cote Lamus (1994), ¿Qué es la poesía? (2001), Hacia la sacritud del lenguaje: Stephane Mallarmé (2001), Poesía y poetas colombianos (2009) y La órbita poética de A. P. Alencart (2017). Como antólogo ha preparado, entre otras, dos antologías: Antología de poesía colombiana e hispanoamericana (Editorial Panamericana, 2005) y Traductores de poesía en Colombia (con Rubén Sierra Mejía, Casa de Poesía Silva, 2009).

 

Juan Carlos Martín Cobano leyendo sus versos en el Teatro Liceo de Salamanca (foto de José Amador Martín)

 

 

MARTÍN COBANO Y SU

‘TIEMPO DE CRUZAR EL UMBRAL’

 

 

«Con Juan… Con Teresa… Con Miguel… Con Lorca… Con los salmistas, Con Antonio, Con Fernando, Con Eunice…Con Simeón y Ana… Con el prójimo…”:

 

                        Reivindico al Carpintero tenaz,

                        soplos de serrín y Espíritu Santo,

                        cicatrices de astillas y clavos

                        enigmas de mi terco estrabismo.

 

 Y Con los poemas… que, para quien estas líneas firma, es estar con el poeta y con su prologuista. Y más consigo mismo -el autor- quien resulta un «nosotros» desde el extrañamiento necesario a todo crear poético.  

 

Como saber hacerse alguien, aquí es poder decirse. Todo el libro pasa por una única tensión entre la trascendencia que no se soluciona en lo inmanente, y así pasa de lo privado a lo comunitario e histórico, de la intimidad al descampado:

 

                        Con uniformes marrones

                        y gorras de sal y tierra

                        los vigilantes más tristes

                         custodian todas las puertas.

 

Cuando en los materiales de un libro de versos priman las alusiones a lo próximo humano, en aventura vital o del espíritu, las compañías de seres y de páginas, es porque su autor ha recibido esos materiales en forma anterior y exterior a la aparición de los poemas, sólo que delineando también el talante o signo del rostro del «yo» creador, cuando:

 

                           Es hora de invocar.

 

Compañía: en todo el libro se va de la mano de un «algo» que puede ser un «alguien», o de un «alguien» que puede ser un «algo». Versos por silencios y blanco por todo lo no dicho, aunque sabiéndose y preguntándose.

 

Foto de José Amador Martín

 

Tal el caso aquí de Juan Carlos Martín Cobano, al cabo de no sé cuántos, pero sí cuáles pasos ha llegado al Tiempo de cruzar el umbral (Tiberíades Ediciones, Salamanca, 2020), poemario con riguroso, exacto prólogo de David Cortés Cabán, después del cual poco hay que decir, salvo el intento de un marco de hermenéutica…:

 

                        Casa de los gorriones,

                         nido de golondrinas,

                         atrios de tu casa,

                        ¿hay sitio para vencejos?

 

Pero lo hay para los vencimientos ya en la compañía de ese prójimo, protagonista originante de toda la onomástica. Lo otro en lo uno es la seriación de tantos nombres…

 

Deslindarla es cuanto aquí quisiera en glosa al dintel de ese umbral, iniciando con la diferencia entre lírica y poesía, o entre asunto y apóstrofe, que se combinan en el lápiz de Martín Cobano. Las alusiones entonces ponen el acento lo narrativo del ver y del haber sentido, o hecho en mayor proximidad dueño como en los autores del Salterio, más que en el Salmo mismo. También se entrecruza lo dramático, lo escenificado con lo evanescente y lo evocado. 

 

Hay tradiciones que se hacen legados, y hay legados que se hacen estaciones o cruces de senderos: La mística carmelitana, el entonar hebraico, el recitar hispánico, el referir entre lo picaresco y lo lusitano, o lo atemporal y lo histórico, el mismo orar cristiano con su signo inicial e iniciático, que al lector le queda combinar, si el autor lo deja en el aire de su vuelo. 

 

Sitios por palabras y para elevaciones en la faena del arado del día, así con António Salvado:

 

                    Hubo un tiempo para todo.

                    Ahora no.

                    Hoy solo hay tiempo para cantar.

 

Que cuento y canto es la poesía lo sabemos por aquel otro poeta perezoso, como el que aquí dice, cuando en poesía las influencias son las confluencias:

 

                         Una orquesta de estrellas grises

                          te llama, poeta, despierta.

 

Toda aproximación a la esencia de lo humano alude inevitablemente al vacío, pero de éste se emprende el interior camino jacobeo…O un casi llegar a la Séptima Morada.

 

Foto de José Amador Martín

 

Pero la tradición hispánica es también islámica, como lo más reciente es milenario, si Al-Ándalus al cabo le dio forma a Castilla y a León para otra idea de la Hispanidad, enriquecida hoy con la de América con la original lengua del encuentro, la del Jaguar y la del Juglar de Medinaceli. 

 

Los poemas de Juan Carlos Martín Cobano quisieran agotar su materia en una muestra del saber de la composición dese las Jarchas hasta la última versificación silábica en combinación con la acentual, conquista americana. 

 

Y el autor es en cada palabra está encontrado en la tensión de oriente y occidente, de norte y sur con sus voces cimales, de un adentro y de un afuera en las formas del llanto y la corona, ya canónicas que le muestran la senda a su propio sentir.

 

El poeta y filólogo colombiano Jaime García Maffla

 

 

                                                     

 

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