Oh, frágil Espíritu Santo,
del amor del Padre y del Hijo fruto
de aire
oculto
en puñados de risas y lágrimas.
Oh, débil Espíritu Santo,
del amor de mujeres y hombres sonido
trazado con notas en un pentagrama
vacío.
Oh, amor frágil, débil,
sustenta nuestras cítaras
y nuestras plumas
para que resulte un mar en el pecho
nuestra alabanza, la súplica
al Pastorcico
colgado de un árbol.
Ponemos nuestra miseria en tus manos.
Perdón por el atrevimiento
de pronunciar tu nombre,
estrella,
pájaro,
hoja,
niño,
tierra,
misterio
sin nombre.
Abre nuestras ventanas,
abrázanos,
rompe la muralla
en nuestra frente, que mane
tu voz,
si crees que así deba ser.
Pon tu silencio en nuestros oídos,
háblanos.
Ten piedad de estas piedras,
estrella,
ilumínanos; pájaro, llévanos
como collares en tu vuelo;
hoja, tócanos como a ti te toca el viento; niño,
juega; tierra, susténtanos.
Si quien es pobre tiene a Dios,
si la vida se alcanza por la muerte,
si la muerte se alcanza por amor,
si por amor damos lo que tenemos
para ganarlo porque si lo guardamos
lo perdemos; si tú, rey bello,
fuiste herido, desnudado y colgado,
¿cómo te entenderemos?,
¿cómo te amaremos?
¿cómo podremos subir contigo al árbol?
Tus ojos resultan un naufragio
entre olas de reticencia.
Quijadas de animales nocturnos
destrozaron tu pecho.
Estrella, pájaro, hoja, niño, tierra, misterio,
echa luz a nuestro olvido,
echa viento en las velas de nuestras barcas,
ayuda al pobre Pastorcico a poner su alma en el Paraíso.
marzo 23, 2013
La dulzura de este poema y su profunda sensibilidad iguala a la de autor. Es un privilegio poder compartir momentos poéticos con todos vosotros. Solamente puedo daros las gracias.