El poeta Dennis Ávila (foto de Julia Henríquez)
Crear en Salamanca se complace en publicar un poema inédito de Dennis Ávila (Tegucigalpa, 1981). Sus primeros libros de poesía se concentran en la antología Geometría elemental (Casa de Poesía, Costa Rica, 2014). En el año 2016, aparece La infancia es una película de culto (Ediciones Perro Azul, Costa Rica), reeditado en el Proyecto Editorial La Chifurnia (El Salvador, 2016), en Trabalis Editores (Puerto Rico, 2017), en Amargord Ediciones (España, 2018) y en New York Poetry Press (2019); Ropa Americana (Amargord Ediciones, España, 2017), reeditado por Puertabierta Editores (México, 2018); e Historia de la sed (Amargord Ediciones, España, 2019). Ha participado en eventos literarios en Centroamérica, Puerto Rico, Cuba, Bolivia, México, Estados Unidos y España. Su poesía se encuentra seleccionada en diversas antologías y ha sido traducida al portugués, inglés, rumano, árabe e italiano.
Dennis Ávila participó en las dos antologías del XXII Encuentro de Poetas Iberoamericanos, celebrado en Salamanca el pasado mes de octubre.
Pintura de Miguel Elías
LUCES INDEFENSAS
“Es fácil dejar a un niño
a merced de los pájaros.
Mirarle sin asombro
los ojos de luces indefensas.
Dejarle dando voces entre una multitud.”
Roberto Sosa
1
Un niño
que podría ser mi hijo
me habla de dinosaurios.
Me dice sus nombres,
describe los tamaños;
en su relato
los veo por aire, tierra y mar.
Hace bien: estudia la vida
desde el principio.
Tiene cuatro años
y algo en su mirada
lamenta su extinción.
Dentro de mí
transcurre
un largo minuto de silencio.
Pintura de Miguel Elías
2
Quiero hablarle a su generación.
Decirle que la vida
es una máquina del tiempo.
A su lado
habrá pasajeros
dispuestos a hacer daño:
humanos poco humanos,
piezas que se sueltan
para ocasionar los accidentes.
La vida puede ser una estación,
donde trascienden
voces o dinosaurios.
Y mientras no caiga
el meteorito
sobre nosotros,
todavía es posible
tomar
la justicia en nuestras manos.
3
Me encantaría llevarlo al mar.
Al agua donde mis padres
me entregaron el sol y la espuma.
Olas que rompí
sin saber que aquel animal grande
podía ser cálido y juguetón,
peligroso y traicionero.
Sería bonito construir
castillos de arena.
No importa que el mar se los lleve.
Pintura de Miguel Elías
4
Junto a Paola,
podríamos pintarle un cuarto
con los colores que dicte
su imaginación.
Subirlo a un avión
y conocer, juntos, la nieve.
Abrazar su alegría
en un museo,
frente a los huesos
de un Tiranosaurio Rex.
Hacer lo mismo
por la niña que escala muebles
como si fueran edificios.
Por los hermanitos rescatados
del fondo de la basura.
Por el bebé de ojos pequeños
y lágrimas grandes.
5
Veo a estos niños
y pienso en el muchacho
que me extendió su mano
en Ciudad Juárez;
en una voz
bajo los escombros de Siria;
en un latido
que pierde las luces
en el Mediterráneo.
Pintura de Miguel Elías
6
Un niño me abre sus brazos
y me sopla al oído
las alas de un Pterodáctilo.
Me gustaría contarle
que a su edad
quise ser un astronauta
y llegué a la poesía.
No estamos lejos.
Se dice que venimos
de las estrellas
y volveremos a ellas.
Sería hermoso despejar el mar,
la tierra y el aire
para sus dinosaurios.
7
Antes que el tiempo fuera el tiempo,
existieron los niños
y sus manos en la tierra.
Antes que el día llegara a la noche
ya había un sol
que prometía amanecer
Pintura de Miguel Elías
Ulloa, Kattan , Cálix, Alencart, Ordóñez, Madrid y Ávila en Granada, Nicaragua (Foto de Jacqueline Alencar)
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