Crear en Salamanca se complace en difundir los textos que escribiera sobre Ávila, a los 18 años, el notable poeta Federico García Lorca. El pasado 28 de julio se celebró un jornada de homenaje y recuerdo, dentro de la Ronda Poética en la Muralla de Ávila, organizada por el Ayuntamiento abulense y con la presencia se la Teniente Alcalde de Cultura, Sonsoles Sánchez Reyes. La coordinación de los 15 poetas que allí leyeron sus textos dedicados (Enrique Gracia Trinidad, Santos Jiménez, Carlos Aganzo, Araceli Sagüillo, Juan Pedro Fernández Blanco, Isidro Martín García, José María Muñoz Quirós, Alberto José Rivero Gil, Antonio Daganzo, José Pulido Navas, Daniel García-Moreno, Pilar Álvarez y José Antonio Valle Alonso), así como de los músicos y demás lectores de los escritos de Lorca estuvo a cargo del poeta José María Muñoz Quirós. Se publicó un pequeño libro, del cual extraemos estos textos lorquianos.
La familia, en torno a 1912
CARTA A SUS PADRES
Membrete:] Academia de Intendencia Militar. Profesores
(Ávila es enorme)
Ávila, 19 Octubre [1916]
Queridos padres: Estoy contentísimo, aquí la gente nos atiende una enormidad, y la ciudad es una joya del arte, es como si la edad media se hubiera levantado del suelo, palacios señoriales, las murallas están intactas y rodean toda la ciudad. Los campesinos visten como antiguamente, las mujeres con las faldas enormes de anchas y de muchos colorines con grandes pañuelos de flores y preciosos aretes, los hombres, pantalón corto, chaquetilla corta y sombrero calañé. Hablan divinamente y están enormemente educados. Como son fiestas de la Santa Madre Teresa de Jesús, aquí hay muchos de ellos y hemos hablado con muchos. Es de lo más interesante de Ávila. Los monumentos son hermosísimos, todos son grandes recuerdos históricos. Hoy ha sido el día Teresiano: acompañados del gobernador, alcalde, etc, etc… hemos recorrido los monumentos de la Santa. Donde nación, donde fue bautizada, donde fue monja, etc., etc…: y hemos leído los versos de la sublime doctora por los caminos de las murallas. Y ahora lo gordo. Con permiso especial del nuncio hemos visitado la clausura del convento de la Encarnación (este Don Martín es el demonio): a la clausura no entra nadie y hemos entrado nosotros. Es estupendo, todas las monjas estaban allí cubiertas con largos velos, nos acompañaron las monjas más viejas, una iba delante tocando la campanilla para que las monjas se retiraran y no nos vieran.
Yo estaba emocionado de ver aquellos claustros donde vivió la gloria más alta de España, la mujer más grande del universo como es Teresa de Jesús, de ver y tocar la cama donde descansó, las sandalias, la celda donde vivía y donde se la apareció Cristo atado a la columna, y el locutorio donde hablaba la Santa con e[l] sublime místico San Juan de la Cruz y San Pedro Alcántara, <<Para fablar de cosas del espíritu>>, como dice ella. Todos los autógrafos de la Santa y la escalera donde se la apareció el niño Jesús, y allí una monja de las que nos acompañaban recitó en alta voz una grandiosa poesía de la sublime doctora… y todos estábamos hincados de rodillas. La monja la recitó estupendamente bien. Después vimos el comulgatorio de la Santa y mil cosas: todas ellas de un gran valor artístico y religioso. Mamá me acordé mucho de todos vosotros porque os hubieran gustado mucho estas cosas que hacen volver la vista a otra parte más alta que la tierra. Como llevaba navaja D: Martín me hizo cortar astillas de todo lo que usó la Santa y que las llevó a Granada. Las monjas nos dieron escapularios y reliquias de la Santa y San Juan. Estoy contentísimo porque he visto un convento de clausura perpetua (como una monja estaba allí ya 48 años sin salir de allí) todo por dentro.
Parte del público asistente al homenaje a Lorca
Sacamos fotografías de las monjas a hurtadillas de ellas (no querían). Hemos puesto una pica en Flandes, eso no lo ha visto nadie más que el Rey y nosotros. Por la noche, estupenda velada en el Instituto. Mariscal me presentó y toqué [a]l piano cosas mías, que me aplaudieron y felicitaron muchísimo. Nos han invitado (el marqués de Foronda) a dar una conferencia en Madrid (academia histórica). Papá, yo estoy muy contento, como compro cosas el dinero merma. Besos a mis hermanos. Recuerdos a las mozas Paquita y Encarna. Os abraza y os besa con cariño vuestro hijo Federico (a la vuelta) las cartas tardan mucho así que nos entenderemos por telefonema.
ÁVILA
Fue una noche fría cuando llegué. En el cielo había pocas estrellas y el viento glosaba lentamente la melodía infinita de la noche… Nadie debe de hablar ni de pisar fuerte para no ahuyentar al espíritu de la sublime Teresa… Todos deben sentirse débiles en esta ciudad de formidable fuerza…
Cuando se penetra por su evocadora muralla se debe ser religioso, hay que vivir el ambiente que se respira. Estas almenas solitarias, coronadas de nidos de cigüeñas, son como realidad de un cuento infantil. De un momento a otro espérase oír un cuerno fantástico y ver sobre la ciudad un pegaso de oro entre nubes tormentosas, con una princesa cautiva que escapara sobre sus lomos, o contemplar a un grupo de caballeros con plumajes y lanzas, que embozados en capas rondaran la muralla. El río pasa casi sin agua por entre peñascos, bañando de frescura unos árboles desmirriados, que dan sombra a una evocadora ermita románica, relicario de un sepulcro blanco con un obispo frío rezando eternamente, oculto entre sombras… En las colinas doradas que cercan la ciudad la calma solar es enorme, y sin árboles que den sombra tiene allí la luz un acorde magnífico de monotonía roja… Ávila es la ciudad más castellana y más augusta de toda la meseta colosal… Nunca se siente un ruido fuerte, únicamente el aire pone en sus encrucijadas modulaciones violentas las noches de invierno…
Sus calles son estrechas y la mayoría llenas de un frío nevado. Las casas son negras con escudos llenos de orín, y las puertas tienen dovelas inmensas y clavos dorados… En los monumentos una gran sencillez arquitectónica. Columnas serias y macizas, medallones ingenuos, puertas calladas y achatadas y capiteles con cabezas toscas y pelícanos besándose. Luego en todos los sitios una cruz con los brazos rotos y caballeros antiguos enterrados en las paredes y en los dulces y húmedos claustros… ¡Una sombra de muerta grandeza por todas partes!… En algunas oscuras plazuelas revive el espíritu antiquísimo, y al penetrar en ellas se siente uno bañado en el siglo XV. Estas plazas las forman dos o tres casonas con tejados de flores amarillas y únicamente un gran balcón. Las puertas cerradas o llenas de sombra, un santo sin brazos en una hornacina, y al fondo la luz de los campos que penetra por una encrucijada miedosa o por alguna puerta de la muralla. En el centro una cruz desquiciada sobre un pedestal en ruinas y unos niños andrajosos que no desentonan con el conjunto. Todo esto bajo un cielo grisáceo y un silencio en que el agua del río suena a chocar constante de espadas.
II
La Catedral, formidable en su negrura sangrienta, cuya cabeza epopéyica tiene por cerebro al Tostado, dejó escapar la miel de sus torres y las campanas lo llenaron todo de religiosidad ideal… El interior del templo es abrumador por su sombra pasada incrustada en sus paredes y por su oscuridad tranquila, que invita a la meditación de lo supremo. El alma que crea y esté llena de fe celestial, que sueñe en esta Catedral que levantaron aquellos reyes de hierro de una edad guerrera. El alma que vea la grandeza de Jesús que se suma en estas sombras húmedas con ojos de cirios para sentir consuelo espiritual… Así, en un rincón escuchando al mago órgano y oyendo el tintineo grave de una campanilla, podrá pensar sin ser visto y gozar de una dulzura que únicamente encuentra allí. Eso es adoración a Dios, pero nunca entre luces, trompetas y ante una estatua de colorines colocada irrisoriamente sobre un promontorio de flores de trapo… Esta Catedral hace pensar aunque el alma que pasee sus galerías esté desposeída de la luz de la fe….. Esta Catedral es un pensamiento de más allá en medio de una interrogación al pasado… El incienso y la cera forman un aire marmóreo y místico que da consuelo a los sentidos… En algunos rincones hay sepulcros olvidados con estatuas mutiladas y cuadros que son una mancha indefinida por la que asoma algunas veces una cara espantada o una pierna desnuda, como un enigma.
Muchos ventanales rasgados, están cerrados a la luz y sus dibujos se recortan sobre el muro. Las lámparas de plata muestran su alma amarillenta sobre las sombras santas, y un gran crucifijo que se levanta en el crucero pone una nota de sacra albura sobre la luz cenicienta del ábside… Unas viejas con largos y gruesos rosarios suspiran y silabean tristonas junto a las pilas de agua bendita y una mujerzuca reza llorosa a una virgen que tiene un corazón de plata sobre su pecho y una fauna absurda en sus pies. Se oyen algunos pasos lejanos y después una soledad de sonidos tan angustiante, que llena de amargura dulcísima el corazón…
Al salir de la Catedral, el retablo de la portada está lleno de sol de la tarde, que hace de oro a los calados y a los santos apóstoles que en él se hallan, y dos monstruos cubiertos de escamas y con caras humanas, recuerdan al que pasa el antiguo y generoso derecho de asilo… Por calles llenas de quietud y oro de crepúsculo, se desemboca en una plaza que posee una iglesia dorada que la tarde hace un inmenso topacio… Y desde un muro viejo se contemplan a los campos solitarios bajo el preludio de la noche. En el fondo y sobre las colinas, hay una lumbrada de color rojo, y encima de los campos un polen amarillento y suave. La ciudad se tiñe de color anaranjado y las campanas dicen todas el ángelus con un aire pausado y ensoñador… Poco a poco la noche va llegando, unos pinos se mecen airosos en la umbría y las cigüeñas de las murallas vuelan sobre una espadaña… Pronto el oro será plata con la luna.
IMPRESIÓN DE VIAJE
En una noche negra y lluviosa llegué a la ciudad de los grandes recuerdos. Al cruzar sus estrechas y misteriosas calles, una honda emoción me cautivó. Todo estaba obscuro y callado. El viento modulaba fúnebres y miedosas tocatas. Las callejuelas retorcidas y extravagantes eran como los tubos de un gran órgano, que el aire hiciera sonar. La vieja población estaba dormida… Aquella noche al acostarme las campanas de la catedral hablaron tan hondas y tan melancólicas y me tapé los oídos por no sentirlas. Tenía miedo de oír la durmiente sinfonía de la ciudad convertida en órgano por el viento y a las campanas diciendo su melodía de bronce…
… Mi alma estaba como en espera de algo que la haría gozar intensamente y oraba llena de una dulce embriaguez mística…
DÍPTICO TERESIANO
En una noche toda temblores fríos llegué a la ciudad del pasado. Tienen sus calles verdosas y aplanadas una quietud y una solemnidad trágicas. Cuando se pasa por ellas en el silencio, los pasos resuenan grandiosos y otro sonido lejano parece responder a sus choques…
De noche la ciudad es miedosa y de cuento infantil. La catedral es lo único que se eleva sobre aquel gran acorde negro y el cielo es vago y opaco como continuación de la ciudad…
Aquella noche mi espíritu estaba inquiero por lo que pasó. Aquella noche las campanas de Ávila dijeron una sonata tan de miel y bronce que mi corazón fue
todo ternura…
Al ser de día salí a ver la ciudad y pisé sus rincones con amor…
Lectura de poemas dedicados a Lorca
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