‘LLEGAR ES OTRA HERIDA’ Y OTROS POEMAS DEL LIBRO “EN DONDE RESISTIMOS”, DE FRANCISCO CARO

 

 

Francisco Caro en Alcalá de Henares (foto de Veranika Lis)

 

Crear en Salamanca se complace en difundir siete poemas del destacado poeta Francisco Caro, seleccionados por A. P. Alencart. Caro (Piedrabuena, 1947), manchego de nacencia y convicción, se licenció en Historia Moderna y Contemporánea y ha ejercido la docencia con profesión. Reside en Madrid, en donde vive a tiempo repartido con su pueblo natal. Su primer libro de poesía fue Salvo de ti, aparecido en 2006. Desde entonces ha venido publicando con cierta periodicidad. El año 2021 aparecieron sus dos últimos libros: Aquí, en Mahalta ediciones y En donde resistimos, en Hiperión. En el trascurso ha recibido algunos reconocimientos, entiéndanse por tales los premios Juan Alcaide, Jovellanos, Ciudad de Alcalá, José Hierro, Leonor, González de Lama y Valencia (de la Institución Alfons el Magnànim), entre otros. En el año 2019 apareció una antología de su obra bajo el título Este nueve de enero. Mantiene el blog Mientras la luz.

 

 

LLEGAR ES OTRA HERIDA

 

Conoces que el presente, que el poema,

exige precisión,

que la belleza es drama

 

tus ojos en umbrías verticales,

tus pies sobre delgados y resecos

quejarse de las ramas

 

entre árbol y nieve vacilaste:

tu voz en la ladera

sin reproche y azul de Guadarrama

 

tenías que elegir, podías,

entre los dos milagros, te pedí,

entre las dos palabras

 

esto es un don, dijiste:

la claridad a punto

de pronunciarse estaba.

 

 

 

JUSTO DESPUÉS DE ABEN HAZAM (ALARCÓN)

 

Se adentra junio

en la región urgente

 

tras la paz en el ansia de los cuerpos,

el añadido goce de la tarde,

frágil el aire, me propones

con un gesto ocupar

la mesa en donde vive la luz de la terraza

 

nos sentamos,

tú vuelves a Colinas, como un feudo,

yo a la contemplación, yo al descuido

de la voz que supuse y es aún aventura

 

a nuestros ojos, calmo,

a veces como curvas que se anhelan,

en otras como línea diafragma,

el discurrir de un Júcar

que dialoga destinos con el monte y la muerte

 

está el sol

en su roja manera de apagarse,

fulge un ocre deshecho entre morados;

a mi demanda, envueltas por el frío,

alguien trae al paisaje dos cervezas

 

sobre Alarcón, dos águilas

se conjuran en vuelo hacia la crestería, hace

compás el tiempo en sus provocaciones,

y siento que

por los taludes crece

un rumor de ordenada mansedumbre,

una paz redentora

 

somos dos y este instante,

dos presas de un ocaso,

dos gargantas en mimbre primitivo;

a mi callar,

disyuntiva preguntas: ¿olvidas o averiguas?,

leo –respondo– la incerteza,

el cuaderno del cielo.

Francisco Caro leyendo el Día Mundial de la Poesía, en Alcalá de Henares (foto de Josefa Pessoa)

 

 

DE LOS CUERPOS QUE BUSCO

 

Si otros desde hoy,

si desde ahora fuéramos

dos provincias vacías

yo Teruel y tú Soria (por ejemplo),

expuestas a los cuidos y desnudas,

libres también,

y nos atravesaran gentes

sin prisas y con ganas

de quedarse y sabernos,

y no esas bárbaras, las que detienen

su automóvil en turbia diversión,

hacen fotos y escapan,

porque nos miran huérfanos

 

tal vez entonces

pudiéramos volver a lo que fuimos,

a ser tú roble

y yo haya (por ejemplo)

de sombras limpias,

de vientos encarnados, solos,

juntos, ayer y hoy,

y no este claustro, esta

ciudad de espejos y habitación sellada

en donde resistimos.

 

 

 

A QUÉ LUGAR VOLVER

 

Entiendo que algún día me dijeses:

tus poemas

hablan de finitudes

 

pasado el cruce del amor

–respondería–,

apenas si la vida

ofrece otros caminos

 

tan de la misma

materia nunca penetrada

son tiempo y poesía

que nadie aún

ha logrado saberlos, separarlos.

Francisco Caro e Elisabeta Botan (foto de Veranika Lis)

 

 

CUANDO EL MUNDO NOS DEVUELVA EL GESTO

 

Quisiste convocarnos juntos

a la noche y a mí, por caminarla entera

con nuestros dos cansancios

y dos vasos con bourbon que escucharan,

como trecho añadido, me ofreciste,

a nuestra biografía

 

me hablaste de las hoces y lo cárdeno,

de los lentos placeres

y de la cirujana angustia,

del antes y de todo lo ya escrito,

que en el rectángulo, te dije,

de los albos papeles pude haber arrojado

rastros de luz en ruinas,

las nieves y los tules,

edificios quebrándose

 

te quejaste, ¿recuerdas?

de no –qué importan ya las causas–

haber leído con provecho a Claudio,

a Blas, a Costafreda,

a Hierro, a los ingleses,

de que habías vivido

en la misma intención sin esperanza

que a la madera ofrece la deriva

 

bebíamos sin techo, tú quisiste

sellar con rojo lacre y la conversación

antiguos deterioros,

los ángeles cumplidos, nuestra metamorfosis,

pero ocurría que

tu inestable temor y mi dudar hicieron

cuna en todos los tragos

 

siquiera sé ni sabes ahora quiénes somos

–me atreví en un silencio–,

tal vez si poseyéramos la llama que antecede,

si lograse quemar todo lo escrito, todo,

¿no crees que volvería nuestra boca

a ser el extravío que soñamos,

a pronunciar soy riesgo para decir poema?

 

bebíamos los últimos pedazos, la sed de la botella,

la timidez de un hielo vergonzoso

 

no conozco palabra, respondiste,

que no abrigue y que a la vez desnude

a fin de que podamos reconocer el frío,

que nacen, sé, de algún helado viento,

que acuden, sé, fugaces a nosotros

y que las respiramos hondas

 

sé que aguardan el tranco de una voz

para volver al aire, para volver al mundo,

y aventar nuestras ansias,

este miedo.

Poetas invitados a celebrar el 21 de marzo en Alcalá de Henares (foto de Josefa Pessoa)

 

OSCURO EN LA VENTANA

 

¿Y si callar no fuera suficiente?

 

por qué no comenzar a desdecirse,

a desmontar

una a una las horas,

las palabras con que nos construimos

 

por qué no comenzar

a deshacer renglones, la ficción

con que nos hemos abrigado,

esta vieja, raída,

coartada de signos

 

cuando se atisban

los territorios del asedio último,

tiene el hombre que somos o seremos

severa obligación de no engañarse,

de quedar

libre de los poemas, de las místicas frondas

donde tanto ocultamos

 

arrumbar deberíamos

telones, vestiduras

y minuciosamente

el camuflaje denso de lo escrito

 

desnudados del hábito,

vueltos al cielo virgen

de la noche primera, será preciso hacer

de la nada palacio,

la claridad en donde guarecernos.

 

PARA HACER NECESARIO LO QUE SOMOS

 

El susurro, sus modos,

la edad del aguacero,

velar, nombrar acaso, sabernos tú en el lino

dormida, yo en lo oscuro: por el insomnio vino

la noche a recordarme cuánto quiero

 

fuera llueve y abril

se guarda azul y entero

en mi cuerpo y el tuyo, y nos llama al camino

de la entrega y la hondura: qué harán las nubes sino

arreciar, mientras somos, su aguacero

 

cesará la canción,

se dormirá la almohada

en su cansancio dulce, vendrá el alba a quedarse

porque el día y el patio querrán vernos

 

del nocturno del mundo

volveremos sin nada,

si no es con la certeza de que amar es gastarse

y que gastarnos juntos es tenernos.

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