El poeta y teólogo Edmundo Retana
Crear en Salamanca se complace en difundir algunos poemas de Edmundo Retana (San José, 1956). Posee una Maestría en Ciencias Teológicas con énfasis en Teología Pastoral, otorgada por la Universidad Bíblica Latinoamericana en 2006. Desde el 2009 ejerce como Pastor de la Confesión Luterana. Además, es poeta y librero. En su formación literaria fue determinante el magisterio y la amistad con el novelista costarricense Joaquín Gutiérrez. En el 2018, con un prólogo de Ana Istarú, la Editorial de la Universidad Estatal a Distancia, EUNED, publicó una antología de su obra titulada Como quien toca el silencio, que reunió 25 años de su trabajo poético. Ha publicado los siguientes poemarios: Los Bailes íntimos Editorial Oro viejo, (1991), Las Sílabas de la tierra, Editorial El Quijote, (1994), Pasajero de la lluvia Editorial Costa Rica, (2006), Reino de las cosas perdidas, publicación de autor, (2016), Las esquinas silentes, Oro Viejo editores, (2020). Los dos últimos libros fueron escritos gracias a Becas creativas otorgadas por el Ministerio de Cultura y Juventud de Costa Rica. En 2022 publicó Ángeles perdidos, Oro Viejo Editores. Poemas suyos han sido incluidos en diversas antologías en Costa Rica, Nicaragua, México, Argentina y Rumania. En este último país participó en el 2015 en el Festival Mundial de Poesía Mihail Eminescu y su libro ‘Reino de las cosas perdidas’ fue traducido al rumano. Reseñas y artículos literarios de su autoría han sido publicados por el Semanario Universidad durante varios años.
LLEGAR AQUÍ
Llegar aquí
es llegar a las casas que perdiste.
A las que cerraste bajo siete candados.
A las que miraste arder
en las madrugadas.
Llegar aquí
es abrigar las heridas.
Es no creer más
la metáfora del invencible.
Llegar aquí
Es saber que el miedo
te acompañará siempre.
Que las batallas perdidas te sostienen.
Es como llegar a casa
y encontrarla cerrada.
Y saber que no hay camino
de regreso.
Foto: José Amador Martín
VOCACIÓN
Ser viento,
ola tardía,
escarcha
de algún ramaje solitario,
ver nacer
algo
definitivo
en mí.
RECADO
Todas las cosas están como las dejaste.
El árbol en su lugar.
Los libros que no leíste.
Los trenes que ya no irán a ningún lado
y en el parque aquella banca
donde nunca más conversaremos.
Te fuiste
y a fuerza de esperar
las cosas comienzan a olvidarte.
Foto: José Amador Martín
FLORACIÓN DEL TIEMPO
Me lleno de vejez,
confundido en la memoria
de calles perdidas.
Mi horario al uso
de otro siglo.
Mis modales inoportunos,
gestos persuasivos.
Mi parsimonia a destiempo,
Mi prisa sin objeto.
Me hundo
en el torbellino
de mis días errantes.
Me lleno de vejez.
Sin previo aviso.
Sin cursillos introductorios.
Sin remedio, ni tardanza.
Casi con deleite.
Foto: José Amador Martín
LAS RAZONES DE LA LLUVIA
A mi hermana
la tristeza la rodea
como mala hierba,
crece en su pecho
devorándola,
nada puebla
sus jardines inmensos
y siente día y noche
que calan en sus huesos
solamente
las razones de la lluvia,
yo que soy simiente
de su silencio
le digo
que la vecindad del agua
no llegará a sus manos,
que octubre dejará las avenidas pronto
y una nueva claridad
la llenará de ramos,
pero mi hermana persiste
en su pecho
quiere que yo recoja algo
del camino
y se lo lleve,
algo que ella no sabe que es
pero que existe,
ambos sabemos que existe
y yo le prometo que se lo llevaré,
voy a buscarlo le digo
y salgo en ademán de hijo,
de padre que sabe y trae,
mi hermana me espera
pero en la ventana
una sombra la llama
en la madrugada de sus ojos
que ella confunde con los míos,
la tristeza
le habla en un idioma
que ambos conocemos,
pero no dice verdad le digo
porque te gustaba bailar
y esperabas a tu novio los domingos
como cualquier otra muchacha
en sus jardines inmensos,
entonces salgo
y vuelvo
una y otra vez,
hay algo que quizá nunca hallaremos
y que buscamos
en cada ramo de palabras,
como un sueño que no recordamos,
como un pozo
que riega
los más finos estambres de la noche.
PRESENCIAS
Pienso en los que se perdieron
en un sombrío recodo
del tiempo.
Los que tuvieron
solo un instante
para medir
el tamaño de la ausencia
en otros brazos.
Los que convirtieron
su cifra de silencio
en desolada esperanza.
En sus ojos
que la luz no sacia.
ANIMALES
Los hemos echado del paraíso
como si solo fuera nuestro.
Hemos destruido sus madrigueras,
asolado sus lugares de caza,
mancillado sus mares.
Hemos usurpado
sus sitios de procrear,
envenenado los ríos de su sed.
Los hemos expulsado
del ámbito de su instinto
para construir sueños de avaricia.
Como si no fuéramos nosotros
los violentos intrusos.
Los poetas Alfredo Pérez Alencart y Edmundo Retana, en la Biblioteca Nacional de Costa rica
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