LLAMAS EN LA MORADA. POEMAS DE ANTONIO COLINAS LEÍDOS EN LA SALA DE LA PALABRA

 

 

1 Antonio Colinas

Antonio Colinas

 

 

Crear en Salamanca tiene el privilegio de publicar algunos de los poemas que Antonio Colinas (La Bañeza, León, 1946), leyó el pasado martes 30 de abril en la Sala de la Palabra del Teatro Liceo. Los mismos forman parte de la antología poética Donde atisbé la luz (edición y prólogo de Martín Rodríguez-Gaona), recientemente editada por la madrileña Editorial Verbum. En dicho acto también se presentó el libro de entrevistas La plenitud consciente, seleccionadas por Alfredo Rodríguez, también bajo el sello de Verbum. La presentación de la antología estuvo a cargo del poeta Alfredo Pérez Alencart, profesor de la Universidad de Salamanca. Colinas es poeta, narrador, ensayista y traductor. Entre 1970 y 1974 residió en Italia, donde trabajó como Lector de Español en las Universidades de Milán y de Bérgamo.

 

 

1A

 

Posteriormente residió veintiún años en la isla de Ibiza y, desde 1998, vive en Salamanca. Entre sus muchos reconocimientos destacan el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (2016), el Premio Nacional de la Crítica (1975), el Premio Nacional de Literatura (1982), el Premio de las Letras de Castilla y León (1999), y en Italia el Premio Internacional Carlo Bettochi (1999), concedido por su labor de estudioso de la cultura italiana y el Premio Nacional de Traducción (2005). Otros galardones son la Encomienda de Número al Mérito Civil, la Creu de Sant Jordi de la Generalitat Catalana y la Medalla del Consell Insular de Ibiza. Fue reconocido como “Importante de las Islas Baleares” y es Hijo Adoptivo de la Ciudad de Salamanca. El conjunto de su poesía (Obra poética completa, 2011) ha sido editado en España por Siruela y, en México, para América, por el Fondo de Cultura Económica. Autor de novelas como «Un año en el sur» y «Larga carta a Francesca» y de cuentos, como «Días en Petavonium», «Huellas» o «Leyendo en las piedras». También de estudios biográficos sobre Vicente Aleixandre, Giacomo Leopardi y Rafael Alberti. Sus libros de aforismos han sido recogidos en el volumen «Tres tratados de armonía». Entre sus libros de ensayo están «El sentido primero de la palabra poética”, “Del pensamiento inspirado” o “Nuevos ensayos en libertad». 

 

REPORTAJE FOTOGRÁFICO DE JACQUELINE ALENCAR

 

2 Rodríguez, Colinas y Alencart, con los dos libros de Verbum

  Rodríguez, Colinas y Alencart, con los dos libros de Verbum

LLAMAS EN LA MORADA

 

I.

 

Morada, centro de mi ser

en llamas:

me has llamado y he acudido.

Aquí estoy devolviéndote

cuanto me diste.

 

Te devuelvo lo más sagrado:

mi infancia, las escasas

palabras del poema,

ese misterio transformado en música.

Te devuelvo

el pico amarillo del mirlo,

la piedra negra con su musgo verde,

las viñas adormecidas

por la helada,

el milagro de la mujer,

el vuelo en la noche de la lechuza blanca,

el ruiseñor ausente.

 

Me has llamado y he acudido

con este cuaderno negro,

con esta poca

de música,

con las palabras como brasas.

Don que me diste,

ofrenda que te entrego,

aunque mía no sea.

 

Me das este desvelo, un silencio

que sana

y que tan sólo es tuyo,

y que tan sólo es mío

en lo secreto

de esta soledad

poblada de abismos

maravillosos.

 

3 Antonio Colinas

Antonio Colinas

 

II.

 

He recorrido hasta aquí los caminos del pasado

como si nunca los hubiese recorrido.

Entro en la morada del origen,

que fue un sueño de infancia,

mas que existe, pues puedo acariciar

su adobe manso.

Siento como si se abriera un verano

en la sucesión de mis inviernos.

 

Encuentro lo que buscaba tantos años

extraviado por los laberintos de cemento

con tan sólo pegar

mi cabeza a la tuya,

con tan sólo cerrar sobre tu cuerpo

mis ojos.

Cierro los ojos y viene a mi encuentro

la luz.

En la nada

 

 

4 Rodríguez, Alencart y Colinas, por la Torre del Aire

  Rodríguez, Alencart y Colinas, por la Torre del Aire

IV.

 

Enciendo el fuego,

el pruno se llena

de gorriones y de flores moradas.

Enciendo el fuego,

llega la música

más hermosa:

el Agnus Dei de Barben

Enciendo el fuego,

escucho la noche

con su silencio que llama

a la nieve.

Enciendo el fuego

y yo soy el que arde

en noche, en nieve, en música, en silencio.

 

 

 

X.

 

Estoy hablando a solas

y me escuchas muy lejos.

Me he puesto la chaqueta gastada

y las botas viejas,

y he salido al camino.

 

He regresado vacío,

¡mas tan lleno!

He puesto la frente

sobre la piedra,

la mano en la ceniza

y he dado gracias

por la salud que concede

recibir lo más llano y humilde

sin merecerlo.

 

5 Rodríguez y Colinas, dedicando libros

Rodríguez y Colinas, dedicando libros

XXII.

 

Tu alma

es el rumor de la llama.

No existe un sonido

más dulce,

pues suavemente funde todo en ti

y todo en mí.

Al fin, nosotros somos

el rumor de la llama,

(el rumor de las almas).

 

Cómo se quiebra

la luz

en la música

que arde

en tus ojos.

 

6 Diálogo entre Colinas y Rodríguez

  Diálogo entre Colinas y Rodríguez

XXIII.

 

Esta noche (soñando)

te veía desnuda,

y no sabía dónde se encontraba

el secreto

de tu cuerpo silencioso.

 

Te veía en sueños,

mas supe, al fin,

dónde se hallaba

el secreto

desnudo

de tu cuerpo

silencioso:

en su blancura,

en su nieve que ardía sin arder.

 

 

7 Los poetas Rodríguez, Díaz Santana, Colinas, Pérez López, Velasco y Alencary

Los poetas Rodríguez, Díaz Santana, Colinas, Pérez López, Velasco y Alencart

 

XXV.

 

 

Me he dejado caer con la lentitud

de la última hoja de un árbol,

como la lluvia cae

sembrando de ternura el pinar.

 

Me he dejado caer

sobre el suelo, derrotado

no por el mundo

sino por la música.

Y, cayendo, me siento ascender

como un agnus dei o como un ángelus.

 

Abatido estoy en el vacío

de una paz sublime

mientras mi ser no cesa

de trazar círculos de silencio

sobre las lagunas serenas,

sobre el humo de los tejados,

por el espacio celeste.

 

 

8 Alfredo Rodríguez, Antonio Colinas y Alfredo Pérez Alencart, antes del acto

  Alfredo Rodríguez, Antonio Colinas y Alfredo Pérez Alencart, antes del acto

XXVI.

 

Luz perpetua:

pon en mis labios

una brizna de ti, una favila

que no se apague

de tu fuego blanco.

 

Ven como la llama

de una vela

que, serena, avanza desde el fondo

de la noche del ser.

Sé, al menos,

pavesa en mi ceniza.

 

Llega con tu tibieza, y sea yo

sólo semilla

de la luz perpetua.

 

 

XXVII.

 

Sólo quisiera

escribir mis palabras con silencios:

escribir el poema sin palabras.

 

Sólo quisiera

musitar el poema

como plegaria de silencio

en el silencio.

 

9 Alencart, Colinas y Rodríguez, en el Pasaje de Sancti Spiritus, camino al acto

  Alencart, Colinas y Rodríguez, en el Pasaje de Sancti Spiritus, camino al acto

 

 

L

 

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