La Tumba Negra

 


Homenaje a Johann Sebastian Bach

 

Lina Tur Bonet (violín)

Partita en re menor BWV 1004, de J.S. Bach

 

Antonio Colinas (poeta)

Recitado de La tumba Negra

Fotos. Elena Díaz

 

 

“La poesía es el lenguaje de todos los tiempos”

 

Por encima del paso del tiempo Antonio Colinas es  un escritor comprometido con el tiempo que le ha tocado vivir.  La tumba negra,  es un poema sobre nuestro tiempo. Fue escrito en Alemania, a raíz de su visita a la tumba de Bach. En él –son sus palabras- hablo sobre las dos Alemanias, sobre los totalitarismos y otros temas de nuestros tiempos.

 

La palabra Tumba parece aludir a la idea de semilla vivificadora. A decir de Rilke, de cuyos versos se sirve el epígrafe del poema, las tumbas no callan. Son más bien elocuentes. Y si ella es la de Juan Sebastián Bach, muchísimo más.

 

Este poema está estructurado bajo un hilo narrativo que se matiza con atmósferas espaciales. Leipzig habla desde los ecos que rememoran al músico alemán. Pero ese espacio es un círculo abierto al vasto mundo. Y nos encontramos de nuevo con la idea del libro místico como aposento de toda la plenitud vital: «Otra vez a empezar, pues vivir/es un libro que se abre y se lee y se padece».

 

El libro en cuestión no lo escribe el poeta; más bien lo lee en esas huellas, cuyos signos revelan la descomposición de un mundo más hollado que vivido. La tumba del mencionado músico es el pivote para la reflexión sobre la Europa contemporánea; la misma que intenta levantarse desde sus propias cenizas. El «Huracán de pasados y presentes» se cierne sobre las huellas más cruciales del hombre; es decir, sobre el arte. Por ello la pregunta angustiosa: ¿Hasta cuándo tendrá que rodar la cabeza del Orfeo/sobre los pedregales de la Historia? La respuesta no se deja oír, ante el ruido de «grúas y bulldozer que taponan la armonía guardada en la tumba del músico.

 

La conclusión después de asistir a esta puesta en escena es el poema habla de la ética de un poeta que reflexiona sobre el abismo Sacrificial que la sociedad contemporánea ha creado, en aras de una materialidad grotesca, negadora del sentido auroral de la mística de las cosas. La modernidad ha enmudecido los objetos”. Los ha vuelto brutal mercancía. Y la ciudad, objeto irracional de los mercaderes, comete el crimen de apagar la armonía que duerme en ese cementerio de Leipzig donde reposa Bach. Y de nuevo estamos ante una reinversión de los signos en Colinas: lo negro no es la negación de la luz. Es, más bien, el refugio de ella; el espacio donde están las páginas de libro místico. Por ello el poeta, ojo avizor, ve esa luz y dice; “quedar aquí o allá detrás de la frontera/pero donde se siempre la armonía quedar aquí o allí/mientras nos consumimos en el centro/de esta esfera sin límite y en llamas:/la del amor que es tuyo y mío, de todos”.

 

Para el poeta este texto es, prioritariamente, un homenaje a Bach y a su música, pero también a la música en general, además de ser su reflexión personal sobre las dos alemanias, sobre Oriente y Occidente, sobre el Muro, los problemas medioambientales, los totalitarismos del siglo XX. También es un poema cargado de simbología que alude a temas universales como la frontera, el viaje o el amor. “Es un poema duro en algunos momentos también, y la música de Bach, como siempre, consigue humanizar el texto, a la vez que el texto le pone realismo y vida a la música”

 

Antonio Colinas es un poeta que celebra la condición del ser habitante, cuya territorialidad es infinita, siempre factible de buscar, aunque no se encuentre definitivamente. En él podemos hallarnos con una dialéctica: la de la raíz y la del pájaro, cuya síntesis se expresa en 1a necesidad de escribir a partir de apuntes que se copian del gran libro místico; un único libro, cuyas páginas están hechas de una simbiosis labrada, cincelada a imagen de la armonía entre el cuerpo y la naturaleza. El poeta vive su poesía porque la poesía lo vive a él.

 

Idea feliz de la violinista Lina Tur Bonet fue poner a dialogar la música de J.S. Bach- por ella interpretada- y muy concretamente a través de una de las obras más ricas y emblemática de este músico, la Partita en re menor BWV 1004 para violín solo, con los versos del poema. El último de los tiempos de esta Partita- la famosa ciaccona- es una de las cimas de la música del compositor alemán, por su belleza y la complejidad de su interpretación, que Lina interpretó rozando la perfección

 

Una magnífica fusión poesía-música, música-poesía en la dualidad intérprete-poeta, poeta intérprete y un espectáculo cargado de belleza.

Un comentario
  • Elena Diaz Santana
    abril 8, 2013

    Enhorabuena Amador por este artículo ¡ Tan bien escrito !
    En donde das en la clave de lo que es el poema complejo , por extenso de Antonio Colinas.
    Celebro este artículo.
    Un beso ysigue adelante con tu magnífica revista, que creo se está haciendo imprescindible para los que amamos la poesía y la literatura, la belleza en general.
    Elena.

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