El poeta Washington Benavides y el político José Mujica
Crear en Salamanca tiene el privilegio de publicar otro poema inédito del destacado poeta Washington Benavides. Benavides (Tacuarembó, Uruguay, 1930) es autor de premiada obra (Nacional y Municipal de Poesía), cuyos más de veinte títulos van desde Tata Vizcacha (1955) hasta Como un comanche (2012), pasando por Las Milongas (1965), Hokusai (1975), Murciélagos (1981), El molino y el agua (1991), Canciones de Doña Venus (1998) o Los pies clavados (2000). Ha sido profesor de Literatura en la Universidad de la República, habiendo dirigido, en radio, programas musicales y literarios. Entre los cantantes que han dado voz a sus poemas están Alfredo Zitarrosa, Daniel Viglietti, Raúl Ellwanger, Pablo Estramín, Eduardo Darnauchans o Laura Canoura.
Benavides ha participado en las antologías de los Encuentros de Poetas Iberoamericanos dedicados a Miguel de Unamuno y León Felipe.
La partida de ajedrez (1508), de Lucas Van Leyden
LA SOLAPADA PRESENCIA DEL AJEDREZ
En una Oda de Ricardo Reis:
“Oí contar que otrora, cuando Persia…”
Yo no aprendí a jugar el ajedrez a tiempo,
Para trenzarme con Lenin y con Tzara
En la vereda de enfrente del “Cabaret Voltaire”.
Cargo otra impedimenta:
No conozco Praga.
Tal vez no la conozca nunca.
(Quiero decir pisar sus calles o cruzar sus puentes, etc).
Árabes jugando al ajedrez, de Eugene Delacroix
Leí a destiempo
la oda de Ricardo Reis donde absortos en su juego
los jugadores de ajedrez están ausentes
(como en otra dimensión) de los cruentos sucesos
de muerte y destrucción, que son su entorno.
Tampoco Picabia dibujó mi perfil.
Se pierden muchas cosas. Cuando se nace
En otro tiempo y en otra geografía,
Y tu memoria infantil protege al futbol
De campito del verano,
Tus horas llenas de penumbra junto al río,
Esperando las láminas de plata de los pejerreyes.
O tus interminables lecturas del otoño,
Con Amadís de Gaula o el Tigre de Malasia.
Veo el tablero solitario, los trebejos,
Blancos y negros, dispuestos a la batalla…
Pero no están los jugadores. No están los
Del poema en Persia, no están Fischer ni Karpov,
Nadie ocupa las sillas contrincantes, y los relojes,
Jueces severísimos, están parados
En un tiempo absurdo.
No queda otro recurso que un poema.
John Filiberto. 2/10/06.
Relojes blandos o la perseverancia de la memoria 1931 de Salvador Dali.
Jugando al ajedrez, de Boldriaan
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