Piquer, Tarduchy y Rodrigáñez
Crear en Salamanca se complace en publicar esta crónica escrita por nuestro colaborador Manuel Quiroga Clérigo, poeta y ensayista madrileño.
LA POESÍA RESISTE. POETAS DEL MUNDO EN MADRID
La poesía resiste. Pese a la falta de oxígeno, quiero decir, espacios, medios que se ocupen de ella, editores que la publiquen o libreros que la propaguen, la poesía resiste. Siempre quedan grupos, personas, amigos, creadores, lectores que hagan de la poesía su objeto de trabajo, de cierta contemplación, de faro para la amistad y la creación.
Y aquí hemos tenido uno, ahora mismo. La incansable pareja formada por Pilar Sastre Tarduchy y Óscar Rodrigáñez, que llevan algunos años en poner voz a los poetas de su entorno a través de la Colección Búho Búcaro Poesía y sus continuos viajes por el mundo, desde el Territorio de La Mancha, como lo bautizó el escritor mexicano Carlos Fuentes, al Cono Sur, con cierta raigambre en el inolvidable paisito uruguayo de la Banda Oriental de Mario Benedetti y su amigo/nuestro amigo Guillermo Lopetegui. Pero también la capital de España recibe la benéfica influencia de su trabajo constante, como es el haber publicado ya veintidós plaquettes en su colección, el asistir a múltiples actos en este (casi) desamparado espacio de ilusiones liricas y reunir a los poetas/amigos que ellos consideran merecedores de su aprecio.
Y aquí estamos. El 6 de Noviembre la cita fue/ha sido en el Aula Nueva del Círculo de Bellas Artes de Madrid, gracias al apoyo y aliento de Alfredo Piquer y el Grupo de Poesía Encuentros del propio Círculo. ¿Qué decir de acto tan entrañable, luminoso, lírico, intimista, maravillado con la palabra, inusitado por la diversidad de tonos verbales y rico en expresiones poéticas? Todo lo dijeron los poetas. Tras la apertura y bienvenida proclamadas por el, digámoslo, anfitrión que facilitó el “encuentro”, es decir, Alfredo Piquer y la nerviosa, pero delicada, salutación de Pilar S. Tarduchy tuvimos ocasión de ser espectadores de un delicado y poético video, obra de Óscar Rodrigáñez.
Y a todo esto, ¿qué se celebraba? Mientras a unos metros la polución se adueña de la Gran Vía madrileña, ahogando incluso al carro con leones que conduce a la Diosa Cibeles, y los autobuses en tropel ocupaban la capital con inusitado frenesí, un grupo de los, conocidos como, “Poetas Residentes en Madrid 2019” se disponían, ellas y ellos, nerviositos a leer sus poemas contenidos en la plaquette número 17 de la susodicha Colección Búho Búcaro titulada, efectivamente, “Poetas del Mundo en Madrid”.
“Porque todo es igual y tú lo sabes,/has llegado a tu casa, y has cerrado la puerta…”, escribió Luis Rosales en “La casa encendida”. Pues lo mismo. Diecisiete poetas, no es mal número, el prologuista de la publicación (el enseñante Justo Sotelo) y un montón de amigos entusiastas, llegaron a la Sala Nueva del Círculo de Bellas Artes, quinto piso a la izquierda, se encerraron en su espacio de luminosas vivencias, cerraron la puerta y comenzaron a leer sus versos.
Lo hacían con la ilusión de siempre, con el ánimo de mantener viva la antigua luz de la poesía que diría el esforzado poeta barcelonés Santiago Montobbio, que hace unos días veía desde su casa los incendios de Urquinaona, como desprecio a la poesía, a la convivencia y al diálogo. Y de esta vieja o antigua luz, siempre rejuvenecida, fueron saliendo las estrofas de los poemas de estos creadores sencillos, apasionados, indiferentes ante la barbarie y el olvido. Ya Sotelo habría dejado escrito en el librito “Los poetas siempre me han parecido personas diferentes a los demás; ni mejores ni peores, simplemente distintos”. Gracias, amigo.
Precisamente el primer lector de sus versos fue el filósofo y profesor Alfredo Piquer (Madrid 1951) que leyó sus veinte versos, como los demás intervinientes, de su “Poema”, pues así se denomina el suyo: “Aquí sobre estos viejos fragmentos minerales/que diminutas algas tapizaron de verde/he clamado en silencio mi rebeldía impotente/contra un cielo gris y su implacable plomo….”. Los editores habían solicitado a cada uno de los participantes su colaboración con, tan solo, un poema de en torno a los veinte versos, a fin de unificar las intervenciones y dar la uniforme posibilidad de que cada participación fuera semejante a las demás, al menos en número de versos. El poeta y divulgador musical Antonio Daganzo (Madrid 1976) ofreció suspiros de su “Improvisación”: “Aunque jamás confió en su fortaleza/-bella ilusa-/siempre tenía listas para él,/únicamente para él,/-cuando llegase-/edades con sus trastos,/cajas, bolsas,/más cajas y más bolsas. Y más lágrimas”.
Asistentes al acto
Es curioso advertir como transcurren los minutos cuando el atril va siendo ocupado por las féminas y varones que llegan con su ligero equipaje de versos y sutilezas: amores, desamores, vivencias, sueños del futuro, memorias del pasado. Es una manera diferente de vivir el presente. El poeta fuenlabreño Carlos Rodrigo Cristóbal (Madrid 1980) nos llevó hacia el rock´n roll: “Somos los milicianos/que asaltan las palabras/sus palacios construidos/con silencio avaricia”. Su poema se titula “Alma de Morrison”.
Sabemos que el organizar estos encuentros, como los que vino llevando a cabo Rafael Montesinos, y ahora siguen su viuda e hijo, durante tanto tiempo en la universalmente famosa “Tertulia Literaria Hispanoamericana”, los Encuentros Iberoamericanos de Poesía que organiza con las debidas ayuda Alfredo P. Alencart en Salamanca, las tertulias de La Flor de Cristal de Majadahonda, debidas a Lola Deán y Eduardo Benitez, las sesiones de Prometeo que después del buen hacer de Juan Ruíz de Torres, continúa su viuda Ángela Reyes, las tardes de poesía del Centro Riojano de Madrid, con vino y todo, que reúne a poetas y amantes del verso cada martes Rosario o Rosaura de la Cueva, etcétera, etcétera. A todos nuestro profundo agradecimiento.
La gentil doctora (en Literatura Inglesa y Americana) Éboli de Merr, vestida de exquisito verde, leyó su “Poema”: “Un viento suave/por la piel de una amapola/de un erizo arcilloso en su diario./Fue el reclamo de ladrones en la noche”. En circunstancias como esta nos vienen a la memoria otros versos, como los nuestro amigo Celso Emilio Ferreiro, a quien conocimos en Salamanca con motivo del fallo del Premio
Álamo de Poesía en el año 1975, que escribió “…hablo porque sí, porque me gusta/y quiero estar con los míos, con mi gente…”.
Elisabetta Bagli, que nació en Roma y vive en Madrid desde 2002, dijo en “Las puertas del Universo”: “¿Dónde está el Imperio que me prometiste?/¿Dónde está la luna de la salvación?/MI cuerpo se desfigura ahora,/no se puede regresar al ayer”. Es de agradecer que existan espacios como esta Sala Nueva, el íntimo lugar de Libertad, 8, la el Café Comercial, la Taberna del Alambique o la Cacharrería del Ateneo de Madrid, el aula Fray Luis de León de Salamanca, los diversos ámbitos que sirven para que los poetas se reúnan sin más malicia que leer sus versos. Gracias. Francisco José Martínez Morán leyó sus consideraciones denominadas “De coplas y quebrantos”: “No estamos preparados, pero el miedo/al miedo nos impulsa ciegamente/hacia el futuro”.
También gusta compartir esos actos con creadores que, llegamos de cualquier parte del mundo, pueden considera que Madrid es un buen lugar para dar a conocer su obra. Así lo hizo el venezolano Javier Martínez, que vive en Madrid desde el año 2000: “Necesito que alguien me parece un poco/y que limpie mi cabeza,/que cocine guisos de mi madre/y rosquillas abuelas de postre”. Diego Jesús Jiménez dejó escrito: “Los artesanos, sobre la lejanía de la tarde, formaban/un horizonte de sonidos”. La suya es una poesía diáfana, a veces estremecedora, efervescente. Juana Vázquez, doctora en Filología dejó otro “Poema”: “Yo tenía una deuda contigo/Juana Vázquez./La verdadera./La melancólica./La triste./Nunca escribí un verso/un poema verdadero/donde dijera/que cuando se abre tu ventana/a la realidad del amanecer/tú caes del lado oscuro de las cosas”.
Parece que el otoño anima a las reuniones, el diálogo, los discursos, la vida en compañía. Eso es lo que ocurrió en la Sala Nueva del Círculo de Bellas Artes de Madrid el 6 de noviembre. Este comentarista, setentón y madrileño, leyó los versos de su poema dedicado, precisamente, a Pilar y Óscar, que se lo merecen: “Los de la periferia,/ vagabundos de paso,/apenas acatamos”.
Entre los convocados había psicólogos, educadores, tertulianos, editores, quienes ejercen la medicina, saben bailar tangos, viajeros, traductores, juristas… María Antonia Ortega es jurista, nacida en Madrid en 1954, siempre delicada y algo solemne. Leyó versos de su “Boda de luz”. “Yo son la esposa/de un rayo de luz/solamente de él/no puedo escapar./Me sigue como la luz/de una linterna en el bosque”.
Y así transcurren las tardes, la vida, los siglos. La juanrramoniana Pilar Paz Pasamar escribió en 1960: “Cada mañana abro la puerta/de la alacena y se derrama/la gran marea contenida/de sus efímeras fragancias”. El turno de Mª Luisa Morada Alameda (Yepes 1959) lo dedicó a su “Tiempo libre”. Decía “En ocasiones cojo mis poemas/y con ellos hago muchas cosas: /pájaros/as que vuelan hasta lo alto de la luna./Así entretengo el tiempo./A veces lloro./Otras escucho música moderna”.
“La plaquette -se aclara al final del librito- es una publicación de pequeño formato, utilizada principalmente para difundir obras literarias de corta extensión, tales como poemas o cuentos, o bien para proporcionar adelantos de textos literarios que, posteriormente, se publican completos”.
Poetas lectores
Óscar Rodrígañez, osteópata y editor de El Búho Búcaro Poesía, leyó sus versos de “Brisa melancólica”: “Mirando el atardecer en la arena/cada segundo a tu lado/se hace infinito”. Efectivamente, sus versos reflejan el sentir de cualquier enamorado o enamorada. Pilar S. Tarduchy, Directora de la magna empresa poética, licenciada en Psicoenergética, Terapeuta Floral y Maestra Reiki dedicó a Antonio Tarduchy sus versos de “Escucha del silencio”: “La vida es caminar/escuchar cada fracción/sentir cada paso,/y abrazar la duda de cada silencio”.
Pero la poesía también posee otras maneras de llegar al mundo sollozante, por ejemplo, a través de las nuevas tecnologías, de internet, de las revistas de la red, etcétera. Santiago Solano Grande es Director de Publicaciones de la Asociación de Escritores en Red. Su poema se titula “Noche de ondas”: “Estoy mirando por la ventana./Y es de noche también en mi sombra”. Las periferias de las grandes ciudades une, reúne, a poetas inquietos, tertulianos diversos, inventores de sueños, gratuitos trabajadores de la cultura, periodistas del aire… Sergio Pardo Delgado (Madrid 1979) forma parte de la Tertulia Poética Desván de Torrejón de Ardoz: su poema se titula “Era, fui, soy, seré”. ”Seré siempre un mal sueño/alrededor del tiempo y el espacio,/dolor del dolor de las palabras;/sesgado, hoy/sesgué mil almas”.
Finalmente parece que el mundo, como suscitan los editores, se agrupa en Madrid. Ciertamente, la búlgara Zhivka Baltadzhieva nacida en Sofia en 1947 que vive en Madrid, leyó sus versos de “Lázaro preguntas científicas”. “¿Qué hace el cerebro?¿Qué hace/el cerebro? ¿Qué hace mi cerebro/cuando tú te mueres y yo no te abrazo, no grito/a los cielos: ¡Levántate, Lázaro!”. Una sorpresa aguarda a quienes tengan en sus manos la plaquette que contiene todos estos versos, terminada de imprimir el 11 de Julio de 2019, efemérides de Luis de Góngora y Argote que nació en 1951. La sorpresa, aviso, está en la contraportada y es un estupendo poema de Pedro Salinas, el titulado “A esa, a la que yo quiero…”. Leerlo con pasión es vivir un intenso momento.
Luego la vida dispersa a los poetas hasta que alguien, por ejemplo Pilar y Óscar, los reúna en torno a un atril para que, insistentemente, sigan leyendo sus versos. Los de siempre.
Manuel Quiroga Clérigo
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