El poeta chileno Luis Cruz Villalobos
«Crear en Salamanca», tiene el privilegio de publicar una entrevista, en versión en castellano, inédita, publicada en Rumanía, hecha a nuestro colaborador Luis Cruz Villalobos, por VERONICA BALAJ
Revista Floare Albastră
29 junio, 2022
Versión en Castellano
Conversación con Luis Cruz-Villalobos, escritor y editor de Chile, psicólogo y psicoterapeuta, con un doctorado en Filosofía en Ámsterdam, que es profesor en la Universidad de Talca, Chile, y también participa en variadas actividades culturales y académicas en su país y el extranjero. Su obra literaria abarca trabajos académicos sobre poesía, hermenéutica aplicada y afrontamiento del trauma. La literatura es un territorio donde se ha dado a conocer en varios países, entre ellos el rumano a través de las traducciones realizadas por la Prof. Univ. Dra. Carmen Bulzan, cruzando así las barreras de varios continentes. Miembro de la Sociedad de Escritores de Chile, cuenta con una destacada trayectoria. Mencionamos sólo algunos de sus volúmenes de poemas: Dios Mendigo: Teografías, un libro traducido al inglés y portugués, prologado por el destacado filósofo norteamericano John D. Caputo; Como Abrazo Exacto, texto antologado por el Prof. Univ. Alfredo Pérez Alencart, de la Universidad de Salamanca, España y Con/Cu Cioran, en rumano-español, traducido por la Prof. Univ. Dr. Carmen Bulzan, de Rumania. También en el ámbito literario se pueden agregar muchos trabajos en «fotopoesía«, realizados junto a importantes fotógrafos de Chile, España, Francia y otros países. Como editor ha preparado publicaciones de poetas universales como Tagore, Vallejo y Dickinson, como de connotados/as escritores contemporáneos de varios países. En el ámbito académico se destacan sus ensayos de psicología Trauma y Esperanza; Key of Posttraumatic Coping y Posttraumatic Exegesis.
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V.B: ¡Le doy la bienvenida al territorio de la poesía rumana! Usted ha sido traducido al idioma rumano, ha firmado una exégesis-poética sobre Cioran, por lo tanto, ya tenemos puntos en común. Volveremos sobre eso. Para empezar, propongo que nos centremos en el territorio de sus competencias profesionales: especialista en psicología, pero también en filosofía. Dos áreas de conocimiento relacionadas con el alma, como es la poesía. Le pediría que nos revelaras cómo le influye, la conexión entre la poesía y las otras dos formas de expresar los estados humanos.
L.C.V.: Antes que nada quiero agradecer la amable invitación de poder tener estar conversación con usted, estimada Verónica, para mí es una alegría poder compartir un tiempo con una destacada periodista y poeta como usted. Respecto a su pregunta, podría contarle que históricamente la poesía llegó a mi vida casi de la mano con la capacidad de poder razonar, propia del inicio de la adolescencia, y que Piaget llamó operaciones formales. La abstracción y el pensamiento crítico, se inició en mí al terminar los estudios básicos o primarios del colegio, y ya que mi padre contaba con un número importante de textos especialmente de teología protestante, me interesé por la reflexión sobre los temas trascendentes y la Biblia se me presentó como un cofre de tesoros existenciales… Recuerdo un libro grueso de tapa oscura que incluía en el título el término “exégesis”, el cual tuve que buscar en el diccionario, pues a mis doce años de edad nunca lo había oído. Así entré al mundo de la hermenéutica… aunque en realidad había comenzado en mi niñez, pues mi abuela materna, muy creyente y asidua lectora de la Biblia, me sacaba en ocasiones de mis ensimismados juegos de hijo único y me pedía que le “ayudara a entender” lo que significaban algunos párrafos bíblicos, como parábolas de Jesús o relatos del Antiguo Testamento… a mis siete años yo prefería seguir jugando con mis legos y mis cuadernos de dibujos, pero ya que ella insistía yo esbozaba ahí mis primeros análisis exegéticos… Quién creyera que finalmente realizaría estudios doctorales donde mi rol de exégeta tendría que desplegarse con nuevos rigores. La teología, particularmente la hermenéutica, marcó mis primeros años y después de leer tratados de teología sistemática y comentarios exegéticos, me adentré en la filosofía, que desde el principio me pareció muy simpática, casi divertida… posiblemente porque mi primer profesor de esa disciplina era un hombre muy especial, con un humor muy curioso y lleno de ironía. La filosofía se me dio fácil y de ahí la psicología mucho más, era una ciencia joven que se hacía preguntas antiguas y nuevas sobre el ser humano, sus procesos “interiores” y su conducta… Me encantó… Pero la poesía, paralelamente, había nacido como un camino alternativo. No puedo negar que tal vez Nietzsche con su poético Zaratustra me marcó con su canto silencioso y arduo que unía poesía y filosofía, incluso con un estilo profético, que me resonaba de la Biblia. Pero la poesía nació en mí cumpliendo una función distinta a la del pensamiento, ya sea teológico, filosófico o psicológico. Nació como una urgencia de decir… de cantar muy bajito… de tal modo que cantara sin llamar mucho la atención, y que solo quien debía oír lograra escuchar… Recuerdo que en mi adolescencia, ya habiendo escrito varios poemarios, definí lo que para mí era la poesía de este modo: “la poesía es desvestirse detrás del biombo de la metáfora”. El poema me permitía quedar desnudo y oculto al mismo tiempo, libre y anónimo, abierto de par en par, pero no totalmente descubierto. Con el pensamiento no se puede hacer eso. Tal como dijo Heidegger al oír una obra de Schubert tocada en piano: “con la filosofía no se puede hacer eso”. Por eso el filósofo de la Selva Negra valoró tanto la poesía y a los poetas.
V.B.: En su poesía, ¿cómo sopesa estas dos coordenadas? y ¿cómo funciona en usted la inspiración?
L.C.V.: Tal como lo mencioné, la poesía y la reflexión o razonamiento, para mí son caminos distintos, complementarios, pero distintos. Años atrás escribí un artículo sobre hermenéutica y constructivismo donde me referí a esto. Allí plantee que, a mi parecer, existe una modalidad de integración de la identidad personal que va más allá de la identidad narrativa, como planteaba Ricoeur, y que podríamos llamar identidad poética, más cercana a los procesos experienciales pre-reflexivos, que no son de carácter lineal, causal, diacrónico, sino más bien circulares, sinérgicos, sincrónicos. Muy conectados con el mundo de la mitología, de los arquetipos, de la espiritualidad que no logra ser asida por la razón matematizante. Para mí la poesía está ligada a esa dimensión honda, propiamente humana, que nos conecta con la realidad más primitiva e indispensable, es decir, con la confianza y alegría fundamental, es decir, el amor. De este modo, la poesía ha surgido siempre en mí como una experiencia espontanea de conexión con la realidad, o con el fondo de la realidad, con su fundamento invisible. Y con “invisible” quiero decir, como lo decía un sabio sufí: en medio del océano un pez pequeño le pregunta a un pez grande, dónde está el océano, pues quería verlo, a lo que el pez grande le contesta, que para eso tendría que salir de él. Bueno, simplemente no podemos salir de él. No podemos salir del Ser, del Misterio, pero la poesía es una especie de malabar, un acto misterioso que nos permite el “ex–tasis”, la alegría de salir de sí mismo, de mirar desde lejos y ver. Ver el océano. Ver al Invisible y celebrarlo. Invisible que también podemos llamar Bello, Bueno, Verdadero, Uno. La poesía, para mí, es el lenguaje del corazón del corazón. Desde donde puedo ver la Realidad de la realidad. Pero también sirve para conectarnos con la realidad aparente, con la dolorosa, con la pérdida y la fealdad, pero para liberarnos de sus cadenas al nombrarlas. Todo esto no puede hacerse desde la filosofía ni la psicología, ni siquiera la teología racional sirve, sea del color que sea. La poesía está más ligada a la mística. Incluso la poesía que habla de lo cotidiano, de lo oscuro, de lo desgarrador, pues si seguimos la sombra finalmente nos lleva al cuerpo que la origina y a la luz que está detrás. En todo esto resueno mucho con Heidegger, María Zambrano y Chantal Maillard. Vale decir, sin embargo, que he realizado bastantes trabajos poético-filosóficos, es decir, abordar temas filosóficos por medio de la poesía. En la actualidad estoy preparando un libro que recoge varios de mis trabajos en esta línea que se titulará “Poemas Hermenéuticos”, espero que sea publicado el año 2023.
V.B.: Concretamente, ¿cómo ve el papel de la poesía, del arte, hoy, en la era de los inventos rápidos, de noticias tan diversas?
L.C.V.: En el mundo actual la poesía como rama de la literatura es muy delgada, frágil. No se puede posar sobre ella casi ningún nido. Las y los poetas son personas algo extrañas, es un oficio que hace mal y bien a quien lo ejecuta. He visto a poetas que escriben con fines inauténticos, con esto quiero decir, que escriben no como necesidad, no como gesto existencial, sino para un concurso, para un público específico, ese tipo de gestos a mi me parece que no hacen bien. La poesía que brota de la verdad de la vida y la muerte, se nota. Es cosa de leer unos cuantos versos de un poeta y uno ya sabe si está ante alguien que está ahí derramado o está simplemente impostando la voz. La poesía es un arte, en este sentido, difícil. Por eso no es fácil que tenga un lugar muy preponderante. Pero he observado que las nuevas generaciones están más cerca de lo poético, al parecer el mundo actual con su frialdad e indolencia satura. Deja vacío. El poema emerge entonces como un oasis. De ahí por ejemplo el gusto de tantos por el haiku japonés. Ahí, en esas tres líneas, se abre un mundo sencillo, pero a la vez profundo. Un haiku te permite detenerte, mirar de verdad, el instante de la vida, de la realidad que se nos pasa. La poesía es amiga del instante, de hecho es una de sus principales benefactoras. Y no olvidemos que, como ya han dicho tantos sabios, incluido Siddhartha, solo tenemos este breve instante, este acontecimiento elusivo, lo demás o está muerto o aún no ha nacido.
V.B.: A propósito de la relación del arte con la sociedad, ¿sería interesante saber cómo se valora exactamente la poesía en Chile?
L.C.V.: Es común que los chilenos creamos que Chile es un país de poetas. Al parecer ese discurso es algo que se da en muchos países del mundo. En nuestro caso, contar con solamente dos premios Nobel y que estos sean de literatura y, específicamente, poetas, nos deja la sensación de que es un país de poetas con buenas razones. Yo creo que es cierto. Aunque también creo que este planeta azul es una casa de poetas y poético lugar en medio del silencioso y frío espacio sideral. Pero en Chile, la paradoja es que no se valora mucho a sus poetas, no se les da espacio, no se les reconoce, pero fundamentalmente no se les lee o muy poco.
V.B.: En su país, ¿los escritores contemporáneos pueden vender sus libros para ganar lo suficiente como para ganarse la vida?
L.C.V.: Absolutamente no. Creo que en Chile los escritores, en especial los poetas normalmente son reconocidos y leídos de modo póstumo. Es triste decirlo. Hay muy pocas excepciones al respecto. Chile es un país más audio-visual, que lector. Las pruebas de comprensión lectora a nivel internacional nos dejan muy mal como país. Y la poesía, no siempre es una lectura fácil, suele estar escrita hacia dentro.
V.B.: Sus libros han sido traducidos a otros idiomas al inglés, portugués y, aquí en rumano, gracias al esfuerzo y talento de la profesora universitaria, Carmen Bulzan. Una obra traducida, adquiriendo una nueva fórmula artística, es una obra nueva. Se establece una relación creativa especial entre el autor principal y el traductor. Tal vez una amistad. ¿Puede contarnos algo sobre las amistades literarias de colaboraciones como esta?
L.C.V.: Es cierto que el acto de traducción es un modo de apropiación del poema, es una especie de dulce y amable asesinato del poeta, pero para bien (jeje). Se le quita la palabra, para que pueda compartirse con otras personas que no podría oírlo, por tanto se le quita la palabra y se le da al poema nuevas palabras, alas, que le permitan llegar más lejos. El poeta no importa. En cierto modo el poema es autónomo, tiene sus propias normas, su vida, leve y pobre, pero vida al fin, en el acto de lectura. Si no se puede leer un poema, por temas de idioma, por ejemplo, el poema no existe aún. Aún está muerto o aún no ha nacido. Quien traduce es una obstetra, una matrona del poema. Es una labor muy honorable. Por eso, me ha ocurrido en varias ocasiones, no en todas, que surge una amistad profunda con quien traduce. Pero creo que esto es más fácil, cuando el/la traductor/a es poeta. Así ha ocurrido con Carmen Bulzan, a quien admiro y estimo mucho, y de quien estoy muy agradecido, especialmente por traducir mi libro Con Cioran, que fue nuestro primer trabajo conjunto.
V.B.: Escribiste sobre Cioran. A propósito de las fronteras, aquí están, pero artísticamente, no existen. Cuéntanos, por favor, ¿qué te atrajo del filósofo-escritor Cioran de origen rumano?
L.C.V.: Como lo indiqué en la versión publicada en Chile del libro Con/Cu Cioran, a este brillante hombre lo conocí por un análisis que hizo de él el psiquiatra y psicoterapeuta italiano Vittorio Guidano. En una de sus conferencias sobre terapia post-racionalista lo usó como ejemplo de un estilo de organización de significado personal tendiente a los trastornos depresivos. Allí mencionó algunos de sus llamativos antecedentes biográficos, como por ejemplo, que aprendió a escribir en francés de modo muy tardío, lo cual me llamó la atención y me sorprendió enormemente al comenzar a leer sus textos, pues su lenguaje era impresionantemente lúcido, agudo y limpio. Cioran hizo eco en mí, en mi juventud media, tal como Nietzsche lo había hecho en mi adolescencia. Encarnaban las mismas preguntas y dudas que tantas veces me había hecho, los mismos cuestionamientos serios y radicales que hacían que la vida se hiciera difícil de sobrellevar. Me encantaba, y me sigue encantando, la forma que desplega en sus escritos su malestar, su emocionalidad negativa, que es tan universal, aunque muchas veces enmudecida. Cioran se para en la azotea y grita sus maldiciones y luego se muerde la lengua. Grita silenciosamente en las páginas y duele. Pero dice su verdad, con ironía brillante, con inteligencia. Pero perdió el hilo de Ariadna, a mi parecer. Se quedó maldiciendo al minotauro, al igual que Nietzsche, perdido, en su eterno retorno a centro del laberinto. Comparto sus preguntas, sus dolores, sus desasosiegos y su poética en prosa. Pero no sus respuestas, sus resultados, sus horizontes. Pero hay quienes comparten horizontes, e incluso intentan imponerlos a otros, sin hacerse cargo de la amargura de la vida, del sufrimiento persistente, de la muerte nuestra de cada día. Eso no me gusta. Prefiero la prosa poética a la intemperie de Cioran. O los poemas de Nietzsche, en lugar del “dictum” fanático. Pero esta valoración no me hace perder la esperanza. Aunque no me refiero a la esperanza racional o razonable de la teología, la filosofía o la psicología… sino esa “pequeña esperanza que nos da los buenos días cada mañana”, como bien describió Charles Péguy.
V.B.: ¿Considera que la moral personal de un poeta, debe influir en la apreciación de su obra?
L.C.V.: No. En mi adolescencia leí bastante a los “poetas malditos”, de hecho dediqué uno de mis primeros libros a Baudelaire. Uno de mis poemas preferidos fue escrito por otro Charles, el norteamericano, Bukowski. Aunque no comparto muchas de las cosas que hizo en su vida personal, fue un poeta excepcional, porque el oficio de poeta es algo que brota libre, indiscriminadamente, como un pájaro azul que se posa en el corazón que quiere. La capacidad de usar la palabra para llegar a lugares no dichos, no puede ser patrimonio de los que cumplen ciertos parámetros de comportamiento del tipo que sean, el poema, como dije antes, es libre, libre del poeta, libre de todo, menos del lector o la lectora, pues son quienes le dan vida al poema en acto de leerlo, y también le dan sentido, lo des-cubren, abren su verdad, lo des-ocultan (“a-letheia”). El poeta es un intermediario relativamente inocente respecto a los resultados. No tiene idea del incendio o de la inundación que puede gestarse desde el texto que donó. Como bien han dicho varios franceses (en especial Barthes, y Ricoeur, a su modo) el autor (poeta) ha muerto. El poema no pertenece al poeta sino a quien lo hace suyo, a quien se apropia de él en la lectura significativa, parafraseando a nuestro Neruda, que es otro que por estos días está siendo cuestionado en Chile por actos reprobables, que él mismo registró.
V.B.: En este punto, ¿qué tipo de poesía se prefiere en Chile? ¿Y la prosa? Tiene coordenadas especiales, ¿lo nuevo?
L.C.V.: Como lo mencioné anteriormente en Chile, lamentablemente, no se lee mucho. A mis alumnos en la universidad les causa gracia que les insista tanto que deben ser lectores compulsivos, siempre les estoy recomendando lecturas nuevas de cada tema, les digo que deben estar leyendo varios libros a la vez y que necesitan tomar apuntes de los que va emergiendo de dichas lecturas en sus mentes, que las pruebas no importan, que lo que importa es que aprendan, que sean creativos, productivos intelectual y estéticamente. Pero no mucho leen, los libros en Chile además son costosos. Cuando capacitaba a líderes solía plantearles que debían invertir al menos el precio de un automóvil en libros. Se reían, pero no era broma, de hecho creo que yo me podría haber comprado un par de buses con mi biblioteca (jeje). No hay otro modo. Pero la mayoría no entiende lo necesario que es hacerse amigo e íntimo confidente de los autores, es decir leerlos en serio. Dejar que hablen en la recámara y cuentes sus secretos. Y esto es lo magnífico de la lectura, puedes oír directamente a Aristóteles, Ibn Arabi, Lutero, Hegel, Marx, Kierkegaard, Derrida… en fin, a los pensadores ya muertos… o bien a las y los grandes poetas… o incluso a las y los novelistas de la historia. Sí podría decir que me parece que en Chile se valora más la poesía como plateó el gran Nicanor Parra (hermano de una de las cantoras-poetas más importantes de nuestra historia: Violeta Parra), es decir, la llamada “anti-poesía”, que para muchos ha sido el camino a la poética. En mi caso personal, Parra me abrió las puertas al verso libre y con su poema “Manifiesto” dejó la poesía a mi disposición como un artefacto de uso doméstico, cotidiano, sencillo y necesario. La poesía también está presente hoy en día en mi país por medio de los cantores o trovadores jóvenes, hay varios cantautores que son poetas. Destaco, por ejemplo, a Angelo Escobar, quien ha llevado su poesía a las calles y al mundo virtual de la internet gracias a sus recitales abiertos. Él es un ejemplo de cómo la poesía se encarga de buscar su espacio para llegar a la vida real. Unos años atrás publiqué un libro de Angelo con sus “poemas-canciones”, lo subtitulamos “poemas para cantar”. Por otro lado, los lectores y lectoras de novelas son más masivos en Chile. Tenemos también un hermoso caso de novelista, de los más leídos en nuestro país: Hernán Rivera Letelier, quien ha comentado que para escribir novelas se puso a escribir poemas hacia el lado…
V.B.: Personalmente, sigo en deuda con ustedes y les agradezco mucho por encargarse de editar mi volumen en rumano / español, Ochiul fantast / Ojo fantaseador, en traducción de la misma poeta reconocida y premiada, Carmen Bulzan! ¿Qué nuevos proyectos tiene como editor actualmente?
L.C.V.: Siempre estoy editando a autores noveles y a otros ya consagrados, es para mí una gran alegría cuando un nuevo libro es publicado, ya sea en Hebel Ediciones (principalmente digital) o en los sellos Independently Poetry y NoteBook Poiesis (en papel), lo cuales dirijo. En la actualidad estoy embarcado en un bello proyecto junto al destacado poeta belga Germain Droogenbroodt, quien es un afamado divulgador de la poesía contemporánea a nivel mundial, por medio de las publicaciones periódicas que hace de poemas a más de treinta idiomas. Con él comenzaremos a publicar una serie de libros en inglés y español de poesía internacional.
V.B.: Por último, ¿cuáles son sus actuales proyectos como escritor?
L.C.V.: Bueno, tengo varios libros de poesía próximos a publicar, dentro de ellos está uno de los más recientes, que ya fue publicado en Rumania, con la traducción de Carmen Bulzan, y que espero presentar el 2023 allá, junto con la nueva edición inglés-castellano, se trata del libro “Stańczyk: poema narrativo de un serio bufón”. Este libro es un trabajo que me alegró mucho su gestación. También está pronto a salir la segunda edición de mi libro “Hombre lleno de flores”, que es un trabajo también muy apreciado para mí y que ahora estará disponible en inglés. Espero también publicar pronto un poemario llamado “Fado y Existir” que hace alusiones a la música fado portuguesa y a algunas temáticas del pensamiento de Heidegger. Otro proyecto poético que está en proceso, y que me ha tomado más tiempo del habitual, es un libro titulado “La estructura del anhelo”, compuesto por poemas inspirados en epígrafes tomados de un libro de Hannah Arendt sobre el concepto de amor en San Agustín. También puedo mencionar dos proyectos de libros del campo psicológico que espero publicar pronto, me refiero a un trabajo sobre psicología de las emociones titulado “Emociones al desnudo: psicología de los procesos emocionales” y “Hermenéuticas del trauma: trauma y su afrontamiento positivo como fenómenos hermenéuticos”.
V.B: Le deseo muchos otros volúmenes firmados por usted y estoy esperando una nueva charla sobre sus nuevos volúmenes publicados.
L.C.V.: Muchas gracias, estimada Verónica. Ha sido un gran agrado poder compartir contigo.
V.B.: Muchas gracias por esta charla, le esperamos en Rumanía y le deseo que haga circular sus libros, sin fronteras, ¡en cualquier lugar en el mundo!
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VERONICA BALAJ (Târgu Mureş, 1956). Poeta, filóloga, periodista y doctora de la Universidad Neuchâtel, Suiza. Obtuvo el Trofeo de la Unión de Periodistas Profesionales en Rumania, Bucarest, en julio de 2021. Autora de 45 de libros: novelas, prosa corta, poesía. Ha obtenido premios por su obra literaria en Italia, Israel, España, Rumania, Hungría y Canada.
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