La poeta María Antonieta Flores. Foto de Samir Bueno
“Crear en Salamanca” tiene el privilegio de publicar estos poemas inéditos de María Antonieta Flores (Caracas, 1960), poeta, escritora. Magister en Literatura Latinoamericana. Ha publicado los poemarios: “El señor de la muralla” (1991), “Canto de Cacería” (1995. Premio de Poesía de la I Bienal de Literatura Municipal «Augusto Padrón» 1994), “Presente que no en ausencias” (1995), “Agar” (1996), “criba de abril” (1998), “Los trabajos interminables” (1998. Mención Premio Municipal de Literatura en 1999), índigo (2001. Premio Único del Primer Concurso Transgenérico de la Fundación para la Cultura Urbana), “limaduras” (2005), “la voz de mis hermanas” (2005), “regresaba a las injurias” (2009), “madera de orilla” (2013), “temples” (2014), “deletérea” (2015), “las conductas discretas” (Bogotá, 2020). En ensayo, obtuvo el Premio Municipal de Literatura «Rafael Angel Insausti» mención Ensayo 1996 (Barinas) con Sophia y Mythos de la pasión amorosa editado en 1997 y ganó el Premio de la Mención Ensayo Literario de la IV Bienal de Literatura Mariano Picón Salas 1997 con Espiral sonora. Lectura de Ida Gramcko. Autora del monólogo Como una mariposa, estrenado en 2018. Recibió el Honor prizes (for complete work) Naji Naaman’s Literary Prizes 2016, otorgado por la Naji Naaman’s Foundation for Gratis Culture, de Líbano, por su trayectoria completa. Su poesía ha sido traducida al inglés, italiano, alemán, francés, portugués, rumano. Ha sido, también, incluida en más de veinte antologías nacionales e internacionales, entre ellas, Rasgos comunes. Antología de la poesía venezolana del siglo XX (Pre-Textos, 2019). Ha participado como poeta invitada en distintos festivales y encuentros internacionales en Colombia, Brasil, Argentina, México, Romania, Austria, Costa Rica, Nicaragua, Panamá, Perú.
Perfil de Salamanca. Foto de José Amador Martín
María Antonieta Flores quedó entre los15 finalistas de la VII edición del prestigioso Premio Internacional de Poesía Pilar Fernández Labrador. Recordar que a este premio se presentaron 1017 trabajos procedentes de 26 países. Agradecemos a la poeta venezolana por habernos enviado estos diez poemas inéditos.
LA POESÍA DE MARÍA ANTONIETA FLORES
Carmen Ruiz Barrionuevo
Una firme voluntad erige lo subjetivo de su visión de las cosas, pero sabedora de que la palabra requiere, para su eficacia, un gran cuidado formal, el poema se organiza dentro del conjunto que lo sustenta. Así se nos presenta de inicio la poesía de María Antonieta Flores. Enseguida, consciente de la fuerza de los cuerpos, las cosas se sorprenden y se diseñan abandonadas frente a ese poderío corporal, o de su metonimia, la mano. Las manos trabajadas, con cicatrices, son instrumentos para enfrentar la vida y la escritura. Y adherida a ellas, una pura sensorialidad acariciante. Acompaña también la memoria y la amenaza de la muerte junto con su contrapartida, la gozosa representación sensual del eros que emite un sujeto femenino: “regreso a los lugares donde fui amada / tiempo extraordinario ya segado”. Sin olvidar que son versos impregnados del rechazo raigal de la violencia que entraña la vida social y cotidiana.
A. P. Alencart, Carmen Ruiz Barrionuevo y Rafael Cadenas en el Centro de Estudios Brasileños (foto de Manuel Layas)
tu mano alisa la tersa historia de los años
las agujas dejan hincaduras en tus dedos laboriosos
la belleza va por la orilla con pasos desertores
arraudada por el río
los labios alucinan
hasta morir hasta morir hasta morir
larga puntada ahora corta
tu cuerpo es un punto en el silencio
fragilada la belleza
entre el punto atrás y la espiga
el manto y tu zurcido crecen hacia la noche
arqueos del porvenir
los hijos de los hombres que amé
revelan
gestos que se me escaparon
la ternura distraída
en ellos sus hijos
la lucha de sus días
sus entregas generosas
en unos
las miradas vigilantes
exigencias y silencios
enardecida la belleza
en otros
el dolor del abandono
el refugio de la madre y un reclamo
en sus rostros muestran las huellas de sus padres
podría reconocerlos en la calle de una ciudad perdida
mientras las nubes suspenden su vuelo
en unos está cierta semilla seca
una cicatriz que siempre abre
quehacer largo y descendencia
en unos los tratos con la muerte
en otros la huella constante del padre
así voy conociendo la herencia ajena
abrazada en el camino
son los hijos de los hombres que me amaron
espejos caleidoscopios errantes
sabor del amor resguardado
día de los inocentes
como un esmero
el pezón busca el roce de su boca
la mirada abierta
iluminada por su voz
con cuidadosa lentitud
para no ofenderlo
mientras el deseo aparece
y erecto
contengo
nosotros que vivimos interrumpidos
vamos lento
el ansia la boca
en el rellano de los silencios
aquel viaje
estuve en las islas
y en un pueblo entre altas montañas
de regreso me encontré con los poderosos
regateos del amor
nada traje conmigo
nada pudo ser pertenencia
huesos blancos transparentes
las voces y los cuerpos
en el miedo poca cosa
pizcas migajas
en mi acento extranjero
conservaba la extraña sonrisa serena
una copa nunca acaba
lo saben los amantes
estuve en las islas
y en un pueblo entre altas montañas
María Antonieta Flores y Armando Rojas Guardia
noticias de la misma tierra
una nota al final de la página
anuncia la tragedia de tu gente
bajo tu cielo
los cuerpos son calcinada historia
desgracia en el barrio por llamaradas
ellos y el combustible
ellos y el robo
la gasolina
la gracia perdida me ha alcanzado
en esta tierra de hambres
atada al desamparo
en algún lugar sin lágrimas
una mano cierra los ojos
la larga noche hacia la muerte
no podía ser más la equilibrista
y sostenerme en el aire
una ilusión exige mucha energía
la neblina se dibuja en el rostro
bordada sobre la piedra
el desamor es una teoría
y reposa sobre las hojas secas
no pude volver al equilibrio del aire
ni seguir la ruta de los peregrinos
los predestinados caminan sobre el agua
siguiendo el rumbo de las piedras
a lo lejos el fuego y nuestro abrazo
la vida sedentaria
las ofensas caen sobre un hueso
cansada de guerreros con espadas rotas
el vino blanco dibuja sabores foráneos
una estela mineral en la boca
el filo
se detiene en el sueño
mis manos allanadas por la pérdida
escuchan el canto de los insectos
cuánto cuidado exige el olvido
María Antonieta Flores y Rafael Cadenas
el presentimiento
los pájaros se acercaban con sus cantos
me daban las palabras apropiadas
con los ojos del futuro ardiendo
herencia tras herencia en tus tejidos
hebrada en el bagazo de tus sueños
recuerdo yo mis sueños
tijera tras tijera el camino
las plantas que atesoran mi silencio
asoman delicados brotes
la tierra y los azares se nutren de la muerte
osteofitos y extrañas formaciones
van haciéndose más hondos
escondo una caverna en mis entrañas
algo escrito en las manchas de tu piel
en sus estrías en las arrugas
herencia tras herencia sorprendida
algo de amor palpita en el presentimiento
la virgen de ta ‘pinu
gozitanos hemos sido
en pergaminos iluminados
con la dulzura de un fino trazo
índigo
nuestras huellas ancianas
nacieron en algún lugar de gozo
para encontrarnos abrazo
en esta tierra de viento cortante
piedras arrojadas a la orilla de otra playa
el destino debía dispersar a los hijos de gozo
cada quien buscó cumplir su promesa
sin olvidar el regreso
a veces las ruinas llegan a los sueños
mientras se oculta el sol en gozo
recordar es morir un poco
Pasará por allí
lacerado y hambriento,
Isaías 8: 21
su cuerpo muere un poco más que su mirada
en las horas de la tarde
llueve sin salpicaduras y enrojece el cielo
enterada de su desconcierto busca
y ha encontrado el cuerpo reposado
en ese arte de extrañar
arreboles en la memoria lacerada
la belleza regresa oscura
el andante ahora es otro nombre
María Ramírez y María Antonieta Flores
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