La poeta Angélica Santa Olaya
Crear en Salamanca se complace en publicar a esta poeta mexicana invitada al II Encuentro de Poetas Iberoamericanos (sede México), que dirige la poeta hispano-mexicana Carmen Nozal. Angélica Santa Olaya (Ciudad de México, 1962). Poeta, narradora, historiadora y maestra de Creación Literaria en Minificción, Cuento y Haiku para el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBAL) e Instituto Sonorense de Cultura (ISC). Egresada de UNAM, ENAH y SOGEM. Primer lugar del Concurso de Cuento Breve del diario El Nacional 1981 y del Concurso de Cuento Infantil Alas y Raíces a los niños del Instituto Estatal de la Cultura de Guanajuato 2004. Segundo lugar del V Certamen Internacional de Poesía Victoria Siempre Argentina 2008. Mención Honorífica en el Primer Concurso de Minificción IER/UNAM En su tinta 2020. Segundo Lugar en el Concurso Semanal Crónicas de un virus sin corona UACM 2020. Mención Honorífica en el Primer Premio Internacional de Poesía Sor Juana Inés de la Cruz 2022. Publicada en numerosas antologías internacionales de minificción, cuento, poesía y teatro; así como en diarios y revistas en América, Europa, Asia y Medio Oriente. Autora de 19 publicaciones de poesía, cuento, minificción y novela. Jurado de importantes concursos nacionales e internacionales de poesía, minificción y cuento. Homenajeada en la Universidad Autónoma del Carmen (UNACAR) en 2015 Por la Grandeza de México y su Excelente Trayectoria Literaria. Recibió la Presea Letras del mundo. El eco de su voz en el XVIII Festival Internacional Palabra en el Mundo Chiapas 2024 (CICACH/Seminario de Cultura Mexicana/Círculo Internacional de Escritores) por su Trayectoria internacional y Trascendencia en Hispanoamérica. Traducida al rumano, portugués, inglés, italiano, chino, catalán, polaco y árabe.
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LA CREACIÓN
Y Dios le regaló al hombre:
dos faros para alumbrar las piedras
una nariz para encontrar el hogar del hijo
una lengua para saborear manzanas
dos pies para llegar a los otros
y diez dedos para consolarlos
Con esos dedos, el hombre
horadó el vientre de la tierra
y sembró la semilla
Fabricó el pan
lo llevó a su boca
y formó un cuenco para beber
Construyó una casa
y una silla
Un día se olvidó del surco
y comió la hogaza que
sus dedos no amasaron
Para defender la silla
afiló el metal
y otro día
con la mano que bendijo al crío
mató a su hermano
La sangre
y el brillo del oro
cegaron sus ojos
y el hombre no pudo ver
que su dios
y él mismo
estaban en aquellos huesos
Foto: José Amador Martín
BUSCANDO
Revuelvo frases de errática huella
con la esperanza de encontrar
en las entrañas de una nube
la punta del ovillo
que guíe los urgentes dedos
Orugas perdidas que se ofrecen
incrédulas
a la confirmación de la palabra
Hay que escarbar en el barro
y lamer el numen
que aluza la noche del topo
para aprender la indivisible
colectividad de los granos de arena
Hay que acariciar al ser de los oscuros tactos
que no conoce las transparencias del halcón
pero sobrevive a fuerza de ganas y tozudos andares
Hay que navegar las angulosas raíces
que se niegan a ser tragadas por la sombra
sólo para decir que alguna vez
aunque fuera con las patas para arriba
tocamos los dedos del sol
No todo es azul ni todo es negro
El cristal más claro
oscurece con el vaho
de los que no saben respirar
al compás del universo
EL POETA
El poeta tendría que estar solo
para que a nadie moleste
con su palabra espina
tendría que ser un ave
que cante de vez en cuando
y levante el vuelo
para no acosar el oído
de los árboles que erguidos
levantan la cabeza justamente
porque no pueden mover un pie
El poeta tendría que ser un árbol
una calle, alguna piedra
pero su destino es ser voz que llora
la inmovilidad del árbol
el melancólico rostro
de la calle Madero a las 3 de la mañana
huérfana incluso de borrachos
Su trabajo es parir una entintada queja
y esbozar la tibia añoranza
de la piedra que contempla el vuelo
casi inmaterial de un ave
Su función es dibujar la punta ardorosa
de una espina enamorada que se aleja del dolor
para no lastimar la mano temblorosa
sudorosa luminosa
de algún despistado sibarita
que se aferra con uñas y palabras
a ese bicho escurridizo que se llama Vida
Foto de José Amador Martín
NO ME EXPLIQUES tus letras
escríbelas, aliméntalas,
desbrózalas y suéltalas
no las retengas
como sin piedad
se retiene
lo que tiene alas
déjalas andar
por las venas
del mundo
y buscar su camino
obsérvalas
imagina como crecen
deambulan o se esconden
entre las rendijas
de los hambrientos
párpados
ámalas cuídalas
pero no me las expliques
deja que ellas me sacudan
me golpeen, me acaricien,
me develen la sonrisa
deja que ellas
con su propia lanza
-si bien la afilaste-
me horaden el corazón
CORCHEA DE ALA OSCURA
En la flor de cristal
que corta con sus pétalos
la piel del aire
en la huella que dejó
sobre la playa
la lengua de Neptuno
en el cielo que derrama
su aliento fantasmal
sobre los hombres
en las calles cansadas
que detienen su paso
frente al llanto de un niño
y en la sonrisa abierta
a la migaja de la vida
Está la mano
que abre la puerta
de todos los templos
La mano que echa a rodar
por la cuesta
las piedras del silencio
y luego las reúne
en cualquier vado
a la orilla del camino
Ahí estamos todos
tatuados en el sueño de la palabra
y en el adormecido filo
de una hoja prendida de la rama
Lecho de antiguos arsenales
donde duerme la semilla
Corchea de ala oscura
que despierta la voz de las retamas
Guerrera que apunta la flecha de su canto
hacia el ojo del molino que no cesa de girar
Foto de José Amador Martín
EXILIO
Hay algo de triste
en este ir y venir de pasos
Alguna mano que soltar
una voz querida que se aleja
Sonrisas que viajan a otro barco
sin saber con certeza a dónde irán
El exilio es una puerta
por la que se mira un rostro
y se despide a otro
Somos breves vilanos
buscando algún puñado
de hojarasca donde reposar
LA CASA
Tantos pasos
tantas huellas
tanto ir
de un lado a otro
Tanto buscar
y a veces creer
en el hallazgo
en el punto final
Y al día siguiente saber
que el único lugar
sin corteza ni astilla
es esa flor roja y necia
irrenunciable casa que es
el propio corazón
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