Retrato Realizado por Miguel Elías
José Pulido (Caracas, 1945). Es poeta, narrador y comunicador social. Es asistente del director de la revista BCVCultural, del Banco Central de Venezuela, desde 1998. Recibió el Premio Municipal de Poesía Distrito Libertador, 2000, por el poemario Los Poseídos. Fue Sub-Director de El Diario Católico (1975), jefe de redacción del diario Última Hora (1978), jefe de redacción de la revista Imagen (1994) y asesor de prensa del Museo de Arte Contemporáneo Sofía Imber (1996). Director de las páginas de arte de El Universal (1996-98), El Diario de Caracas (1991-1995) y El Nacional (1981-1988). Miembro fundador de los suplementos culturales Bajo Palabra (Diario de Caracas) y El otro cuerpo (Suplemento del Ateneo de Caracas, encartado en El Nacional). Ha publicado los poemarios Esto (1972), Paralelo lelo (1972), Los poseídos (2000), Peregrino de vidriera (2001) y Duermevela. (2004). Sus novelas son: Pelo blanco (1987), Una mazurkita en la mayor (1989), Los mágicos (1999),
La canción del ciempiés (2004) y El bululú de las Ninfas (2007)
BARRIO DE ÁNGELES
Jorge mató a Wilmer
Pedro mató a Jorge
Leandro mató a Pedro
entre cinco acribillaron a Leandro
y también murió
con un huequito en el pecho
y el plomo rebotando
entre las costillas y los pulmones
la niña Belkis
quien jugaba íngrima
saltando compartimientos
de ilusión y de tiza
allá va la madre de alguien
gritando
que quien trajo esas pistolas
que no hay papas
que no hay frijoles
que no hay solución
que no hay felicidad
pero hay pistolas
entonces un ángel baja
seguramente que han encargado a un ángel
para que descienda
sin hacer bulla
con sus plumas y sus blancuras
a buscar el alma de Belkis
y desde un poco mas arriba
de la valla de cigarrillos
el ángel mira el cuerpo de la niña
servido en su propia salsa
ketchup Martínez
¿y donde está el alma?
no encuentra el alma de Belkis
ni un soplo, ni un halo, ni un ectoplasma
el alma inmortal
llegan la policía y el forense
¿dónde está el alma?
te lo he dicho mil veces, todos los días,
que no se juega en el callejón
ahora no hay alma
el ángel va a perder su tiempo diamantino
por esta falta de consideración
el alma debe ser una especie de vapor dorado
una nubecita perfecta,
una cédula de identidad luminosa,
búsquenla por favor
el alma de Belkis Martínez
esa niña descuidada
que ha dejado a su abuela sin más ni más
y ahora ni siquiera
el presidente de la república sabe
quien va a ver
la telenovela conmigo
todas estas largas noches
que le quedan al municipio.
MUCHACHA
El virgo de la esquina
salió a pasear
así la llaman
hombres arracimados
que estiran sus pescuezos
aunque jamás
encarnarán al cisne
hombres
que dejan caer la llave inglesa
grillos asomados
por la grieta vaginal del trópico
ojos que cortan con el parpadeo
al sentir el golpe de los muslos
galopando la seda del vacío
yegua cardíaca
muchacha en la brisa
venus transitoria
antílope de luz
que todos quieren atrapar
en una sensación
de espesura solitaria
donde se puede romper todo lo que gime.
HOMBRE COMÚN
Soy el hombre que siente y se destruye
por sentir tanto, el que se eleva y ama
El que se vuelve piedra cuando huye
Y es vilano en el centro de la llama
Soy el hombre común que nada intuye
Pero cuyo sentir urde la trama
Busco al vidente que Unamuno arguye
Porque sé que mi angustia lo reclama
Soy el que sueña despertando en furia
Soy el que pisa firme en lodazales
Y se hunde en temblores de lujuria
El hombre de los hondos arrabales
que interpreta el amor como penuria
y celebra la fecha de sus males
(Inédito)
SOÑE QUE LOS SUEÑOS NO ERAN VERDAD
(Shakespeare)
Este corazón desarropado
sin cuerpo qué ponerse
flota en las calles de los sueños
que jamás se caminan de regreso
Esos ojos rodando entre la sangre
Esos ojos que miran lo de adentro
Esos ojos de tuétano
Esos ojos que nos hemos tragado
hasta el fondo de lo agrio
Hay cocinas muertas, fogones polvorientos
Y el corazón se cree gallina perseguida sobre las cenizas
El sueño abruma con su país anónimo
aparecen familiares, amigos, novias y conflictos
que no son de uno pero que reconoces como tuyos
la abuela inventa una luna de harina
en rezar amoroso y tú espantado
sin saber quién es ella
volteas porque te dan una palmada
y eres el hombre que te está palmeando
y acaba de llegar
No te puedes quejar de los sueños
Nadie puede consolarte por un sueño
Los sueños no son legales ni ilegales
Los sueños son tuyos pero nunca podrás retenerlos
Su jaula eres tú
Su pájaro eres tú
Alma buscando espíritu en un paladar de olvidos
Los sueños giran sin destino en el carrusel de la mente
La boca intenta pronunciarlos y describirlos
El corazón aspira predios de palpitación
en la calle imaginada
Donde el sol no deslumbra
porque los sueños no tienen mediodía
El sueño todo es un pecho sin cuerpo
un corazón baldío
pero sentir es inevitable
dormidos o despiertos hay que someterse a los embates
de lo que parezca suceder
Todo está dicho sin que se conozca el por qué
Todo está ciego sin que la luz lo sepa
INDIGENTE
Termina la pared
surge el vacío, huele a mujer fugaz,
ruge una moto, ¿qué ocurrirá?
mira a la izquierda
y capta en el espacio agonizante de la esquina
el don de la basura,
una epifanía de plástico,
que en medio de aquella selva de aire,
le hace sonreír y sonreír.
Alcanza el bote
y se inclina reverencialmente,
hundiendo medio cuerpo en su interior
y mientras se zambulle
le vienen imágenes quién sabe de qué sueño,
pero van detallando claramente
a un niño desnudo cayendo de cabeza
en un río de aguas claras y piedras lisas.
Abre sus ojos y mira en el fondo
los pececitos negros y jaspeados,
las ramas podridas
y antes que se le acabe la respiración
hunde las manos y pesca algo escurridizo.
(Inédito)
DE TARDE
En un resquicio brusco la paloma casera
picotea las sombras debajo de sus alas
y en su nervioso cuello se refleja la espera
como si todas las horas fueran malas
el corazón de mi mujer se altera
con la distancia luminosa y toma
la tarde chamuscada en primavera
picotea la nostalgia y se vuelve paloma
antenas que se mecen sin asombro
pueblan el aire encima de la vida
cual osario que guarda la señal de la cruz
se retrasa un instante la partida
porque el sol se coloca sobre el hombro
el cadáver morado de la luz
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