El poeta y narrador José Luis Najenson
Poeta madrileño Manuel Quiroga Clérigo(Madrid, 1945), licenciado en Psicología Social y Doctor en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Complutense. Crítico literario, prosista, poeta, dramaturgo y antólogo. Fundador del grupo poético “Enero” y actualmente Consejero de la Asociación Colegial de Escritores de España.
Portada del poemario, con pintura de Miguel Elías
TRILCE PUBLICA “TÉTRADA SALMANTINA Y OTROS POEMAS FANTÁSTICOS” DEL AUTOR ARGENTINO-ISRAELÍ
Conocí a José Luis Najenson en Maghar (Galilea), exactamente junto al Lago de Tiberíades en que una comunidad drusa organizó varios interesantes encuentros con el lema “Paz y literatura” y donde tuvimos ocasión de escuchar de sus labios el célebre poema “Con eñe (Contribución a la guerra por la eñe)”, esa noble letra desterrada de ordenadores, Internet y hasta de ciertas redes sociales gracias a la infamia del mundo anglosajón fundamentalmente, como ya lo fue anteriormente de la escena de los diccionarios.
Desde entonces, como de otro argentino-israelí llamado José Pivín, he seguido su intensa trayectoria poética pues asiste a congresos literarios, a encuentros poéticos y a reuniones donde la literatura, el mundo sefardí y la ambición del idioma español se suelen dar la mano. Con mi amigo, el poeta y profesor de francés, el valenciano Jaime B. Rosa y con la israelí Margalit Matitahu ha coincidido en importantes eventos en Buenos Aires y otras importantes ciudades del mundo. En esta ocasión sus versos, comenzados a escribir en Salamanca finiquitan en Jerusalén y Ashdod, donde vive, aunque él nació en 1938 en la argentina Córdoba, tienen su inicio o idea en la participación de Najenson en el XIX Encuentro de Poetas Iberoamericanos que para la Fundación Salamanca Ciudad de Saberes y Culturas coordinó Alencart en el mes octubre de 2016.
Su libro en esta ocasión lo componen 18 hermosos poemas agrupados en cinco temáticas diversas. El ejemplar cuenta, como suele ser en las ediciones salmantinas en que aparece alguna colaboración del peruano-salmantino Alfredo Pérez Alencart, con interesantes dibujos del pintor Miguel Elías. Por ejemplo la portada refleja el “Puente Romano y Salamanca”. Alencart escribe el Pórtico para esta colección de versos y termina aconsejando “Leer, sin más, estas ofrendas de un destacado escritor que no mezquina sus clasificadoras visiones y que ha hecho suya la afirmación de Quevedo: “Nada me desengaña, el mundo me ha hechizado”.
Najenson, con su hija Ruth, a quien dedica el poemario (Foto de Daniel Najenson)
Los cinco poemas de “Tétrada salmantina”, dedicada a su “mujer, Noemí, compañera de viajes y ensueños” ocupan la primera parte del libro elegimos el denominado “Elogio del Licenciado Vidriera”, grácil retablo del personaje cervantino que el autor dibuja con los más elegantes trazos líricos:”Rondando por Salamanca/ va el Licenciado Vidriera,/el ojo vítreo y agudo,/transparente la quimera./La gente le hace preguntas/que el responde con certeza/amparando en locura/que más parece sapiencia”. El mundo se inclina ante un ser limpio, casi perfecto pero que quebradizo y, acaso, dubitativo. Es el poeta de hoy quien sabe mostrar la figura de ese personaje que, pese a que lejanía del mundo real, se nos antoja cercano, vital, enérgico.
Ya advierte Najenson que “Llamar fantasía a un poema podría parecer redundancia porque, en cierto modo, toda poesía lo es, ya no hay versos sin alguna metáfora, explícita o implícita, y la metáfora, en última instancia es fantasía”. El comienzo de su delicado poema dedicado a la eñe, con el final exabrupto que podemos suponer, dice así: “Si no he de escribir sueño ni cariño/ni mañana, ni antaño, ni retoño;/si no puedo nombrar a todo niño ni restaurar las tardes del otoño,/si ni siquiera he de añadir España/donde el mapa de Europa se despeña/en colombino mar, ninguna hazaña/podré contar con la debida saña./Si algún tacaño oidor, de puro ñoño/ha querido ensañarse con la eñe/ceñuda y señorial, de cinta y moño/le diré que es al ñudo que se empeñe/pues nadie que escriba en español, ¡coño!/puede abjurar de la pequeña eñe”.
De todas formas los suyos son poemas para la paz, para la concordia, para el amor como si, tal vez, quisiera dar una lección a los dos pueblos que comparten la tierra bíblica, cuyas religiones tienen la misma base, y algunos de cuyos gobernantes, y súbditos, se empeñan en hacer la guerra por su cuenta, en no tender puentes de entendimiento y en
masacrar a sus propios hermanos. A ello contribuyen los colosos mundiales, los millonarios yanquis, los islamistas perversos, los sátrapas criminales. En fin, la poesía de Najenson nos transporta los espacios abiertos de la concordia y la serenidad, como ya pregonaba el druso Naïm Araydi, profesor en la Universidad de Haifa, organizador de los encuentros de Maghar que fue Embajador de Israel en Oslo y visitó Valencia y León, creando con sus versos y su ministerio un oasis de bello lirismo que Najenson aviva con estos poemas.
Interior de la mezquita de Córdoba (de Miguel Elías)
En el “Díptico cordobés” leemos que “No hay mezquita más bella/ni bajo la Medialuna/ni el Edén de la Tierra”, con la grafía de Miguel Elías como frontispicio, donde aparece la religiosidad del autor aunque sea loando a ese “Al Gafiqui, maestro de Maimónides” demostrando que la poesía puede unir a los seres humanos por encima de otras diferencias, sencillamente, irracionales cuando no perversas.
Los recuerdos de los sucesos de Praga, en plena vorágine criminal de los nazis, regresan en la “Tétrada del Golem”, dedicada “Al Rabí Loëw de Praga, a Borges, su sueño sureño, y al Golem”, nos deja versos repletos de musicalidad y ritmo:”Para dar vida al Golem, el Rabino/sólo usó diez letras del alfabeto/de alef a iod, sellando su destino/de niño grande, vengador secreto”.
Lógicamente al imagen de Cristóbal Colon preside la “Péntada colombina”, esos versos que alguien nacido en un lugar de la América hispana, que seguramente no necesitaba ser descubierta y menos aún colonizada con la cruz y la espada, dan una idea del valor de la historia y del recorrido de sus héroes tantas veces vilipendiados, incluso por reyes y otros gobernantes, o sea, como siempre. José Luis Najenson que dedica todo el poemario a su hija Ruth, “quien aprendió el castellano en la cuna,/arropada por mis cuentos fantásticos/de cada noche en Cambridge,/México y Jerusalén”. En esta ocasión, además, el poeta nacido en Córdoba y residente en Jerusalén desde 1983, quiere hacer justicia al genovés que se empeñaba en buscar una ruta fácil a las Indias:” Y el Nuevo Mundo/Atlántida encantada/debió nombrarse/solamente en su nombre,/ese homenaje hurtado” cuando fue la identidad de un cosmógrafo y navegante florentino la que se anotó para denominar las nuevas tierras, por obra y gracia del alemán Waldsememuller que dio el nombre de Américo Vespuci al primer mapa del Nuevo Mundo.
Monumento a Colón, en Salamanca (de miguel Elías)
“Bajo la cruz del Sur”, con tres poemas de diferente factura, cierra el libro , siendo “En el fondo del jardín”, un conmovedor relato lírico, al parecer basado en un hecho real, propio del mundo cruel que persiste siglo tras siglo en el ámbito de un planeta pretendidamente habitado por seres humanos, y donde guerras, violencias, usurpaciones y todo tipo de desgracias son el pan nuestro de cada día, eso sin contar con la irrupción de políticos locos, de militares sanguinarios y de dictadores permanentes, algo que, seguramente, no estaba previsto en los planes de la Creación. Describe Najenson ese triángulo infantil de amores tempranos y ese universo de fantasía en el que viven Uriel, Lucía y Pablo, con al infeliz final que supone la desaparición de la niña sin que el mundo cercano, salvo el padre de Lucía, llegue a sorprenderse. Sólo tristeza nos queda tras tan líricas escenas:”Al abrirse despacio una compuerta,/la luz de niebla barrió el horizonte/y flameando llegó donde Lucía/la esperaba ya sin ningún reproche”.
Bien está que las reuniones de poetas, los encuentros literarios, el mundo de la amistad y los libros propicien hechos como éste donde se nos permite tener cerca los inspirados itinerarios de un poeta que, entre otras cosas, defiende el idioma español o castellano allí donde se encuentre.
Manuel Quiroga Clérigo,
San Vicente de la Barquera, 18 de julio de 2017
El poeta y ensayista Manuel Quiroga Clérigo
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