Jesús Hilario Tundidor en el Teatro Liceo, durante el XVIII Encuentro de Poetas Iberoamericanos (foto de José Amador Martín)
Crear en Salamanca tiene ella satisfacción de publicar esta entrevista que el poeta y ensayista madrileño Manuel Quiroga Clérigo ha realizado a Jesús Hilario Tundidor, Premio Castilla y León de las Letras 2015. Tundidor (Zamora, 1935) ya en 1962 obtuvo el Premio Adonais, por ‘Junto a mi silencio’. Otros libros suyos son ‘Tetraedro’ (1978), ‘Libro de amor para Salónica’ (1981), ‘Repaso de un tiempo inmóvil’ (1982), ‘Mausoleo’ (1988), ‘Lectura de la noche’ (1993), ‘Tejedora del azar (Poemas exentos)’ (1995), ‘Las llaves del reino’ (2000), ‘Libro de amor para Salónica’ (2005), ‘Fue’ (2008) y ‘Un único día. Poesía 1960-2008’. Esta última publicación quiere ser, en palabras del autor, su obra definitiva. Las 920 páginas de los dos volúmenes que componen esta edición, recogen la selección y la reescritura de toda la obra de Tundidor como él quiere que sea leída. Cada uno de los dos volúmenes en los que está dividida la edición se corresponden con las dos etapas creativas de su autor a lo largo de su vida.
Tundidor, Ledesma, Castelo, Piedra, Molina y Romualdo en el I Encuentro de Poetas Iberoamericanos (foto de Jacqueline Alencar, Salamanca 1998)
SOBRE JESUS HILARIO TUNDIDOR
por Manuel Quiroga Clérigo
Tal vez podamos afirmar que Jesús Hilario Tundidor ha escrito dos libros de poemas que gozan del mismo espíritu indagador y reflexivo, aunque tal vez su poesía goce de idénticas carácterísticas. Pero ahora nos referimos a “Mausoleo» (Devenir. Humanes de Madrid .l988) que lleva por sugestivo subtitulo «Pájaros para la muerte de Cristo», en esa línea de poesía mística muy propia del Siglo de Oro Español y «Tejedora de azar» (Fundación Jorge Guillén/Diputación de Valladolid,1995) , también con subtítulo :»( Poemas exentos)». Últimamente con “Fue” ha inaugurado la Colección de Poesía “Cálamo” de Palencia, libro que emprende en un único poema dividido en dos partes: 1) “El ojo de la lluvia” y 2)” Cátedra de San Jorge”, un delicado viaje por el mundo de la poesía y el pensamiento. “Fue” integrará un libro en el que la inteligencia, de construcción específicamente lírica, nos habla de la incorporación historicista del mundo pero, siempre, desde la propia experiencia vital del autor, tras alguna intervención quirúrgica y una vuelta a la sosegada indagación poética.
Jesús Hilario Tundidor, nació en Zamora y reside en Madrid, después de haberle hecho en diversos lugares, siempre dedicado a la enseñanza, ha sido considerado como un verdadero Caballero Andante de la lengua, llevando en sus itinerarios la emoción poética y el amor como compañeros fundamentales.. Si hemos de confiar una no excesiva creencia en delimitar la producción de los poetas, situándoles en generaciones concretas o adscribiéndoles a grupos concretos, también es cierto que determinados críticos –Ricardo Gullón dudaba seriamente que existiera la crítica literaria- afirman que Tundidor pertenece a la Generación Poética de los Años 60. Tal vez ello se deba a que su libro “ «Junto a mi silencio» obtuvo el Premio Adonáis 1962, aunque él se apresura a afirmar que no tuvo arte ni parte en el envío de su original a las oficinas de Ediciones Rialp que, pese a todo, lo premió. También en el año 1966, en pleno franquismo, ganó el Premio «Álamo» de Salamanca con «En voz baja». Por cierto que un homenaje, hasta la fecha sólo hecho a medias, a José Ledesma Criado, que tantos años mantuvo con entusiasmo la empresa de Álamo, casi desde su despacho de abogado, es algo que si resultaría plenamente merecido; y eso prescindiendo de ideologías, gustos o escuela.
Pero volviendo al tema anterior, cabría preguntar de qué generación son los poetas de un solo poema, o los excelentes creadores que publican poco, porque ya sabemos que para las editoriales importantes la poesía sólo vale si es de Neruda o de Cavafis. También existen autores con una obra ingente no publicada o quienes publican sus versos en una edad tardía y tienen la edad de los que son, o serían, de la generación equis. De todas formas hay sagaces antólogos (¿qué es eso y qué ofrecen?), que se sacan de la manga generaciones, autores prodigiosos y escuelas sin precedentes. Lo cierto es que Tundidor es un poeta trabajador, creativo. Inspirador, perfeccionista, religioso en el sentido de observar el mundo como el espacio que hará posible eternidades y afectos. También podríamos afirmar que es un autor algo barroco (“Pudiera ser que araña que te araña…”
El primer libro indicado goza de una suerte de vigor inapreciable a primera vista; en él el poeta recrea los extremos de la memoria a fin de plasmar en versos nítidos el valor de lo permanente. Su poesía se viste de prosa musical y a partir de ella el autor nos permite recorrer aquellas estancias en que es posible el dolor y la rememoraci6n del pasado. «Erosión fuera la tarde aquella de un sábado prescrito, una ceniza, una terca lentitud húmeda allá en los funerales de la sombra. Y después, en la noche, silencio, expectativa, para componer este cántico, el caos y su quimera, los sueños que se rasgan, la apertura de un tiempo que ya nunca concluye», escribe. .Luego, cuando llegamos a»Cenáculo del sueño”, estancia segunda”, se pregunta: «¿Se habrá muerto el amor. Se habrá perdido?».
Dibujo de J. H. Tundidor (fondo Pérez-Alencar)
Tras una Jerusalén arrasada por el dolor, Cristo se entrevé patéticamente solo.»El frío de la aurora despertó los manteles exornó el bien morir su holocausto y con la coronada muerte inició en cierto bosque de castaños o hayas su cédula de lutos y maderas en triunfo”. La meditación, así, se convierte en una «Teoría de cánones», tercera estancia, donde el poeta se sumerge en los senderos de las alegorías. «Oh vieja arquitectura del retorno imposible aquí se hizo, rueda del devenir que está presente poblada y clara fue su dialéctica de martirio (sade en el corazón de la tristeza) su aparecer incólume de sexo un precipicio oscuro de espinas un dolor y otro dolor que inventado en sí mismo extraña criatura se espejuela en él y en él se goza acaso”. ”La ciudad enemiga se siembra en sal», dice en la hora de las “Lamentaciones” que nos conduce ala última estancia, al “Mausoleo”, poema intenso repleto de alusiones de vitalismo lírico, de colorido, de temblor.»Un silencio de flores que jamás han nacido,/de verdín y cosechas, de heno seco, de hoyos secos y cartones usados./Una cal o silencio de paredes sin música después de auschwitz,/ después de cristo, de antes de la liturgia, la simonía y el escándalo./Un silencio lentísimo como de temblor acuciando la aurora, como/de subterráneas humaredas de piedra en la humedad del alma,/más a11á de su lluvia».
Rezuma filosofía de la existencia, misticismo, eternidad de la palabra. Todo el libro es una puesta al día de las doctrinas que han cread en Occidente una literatura del amor y del perdón. Tundidor lo reelabora, lo acerca al lector, lo patetiza, lo hace digno. Algo parecido sucede en su «Tejedora de azar» donde explica «Este libro está formado por una colección de poemas exentos, es decir, libres, independientes. No los reúne ninguna trama argumental, sino el objetivo común de verse conjuntados en un solo volumen». Creemos, pese a las palabras del autor, que sí hay una trama: es aquella que permite que el verso se haga patente, forme parte de un espíritu inspirado y sereno, Solo así puede Tundidor acercarse a sus temas, revivir sus lecturas y transmitir sus pasiones. Toma la palabra como arma para la explicación y, a lo largo del libro, esboza un futuro de imaginaciones y de vivencias. ¡Qué sonoridad!: «Canta el mar,/ Pilar. Ya canta el mar./Pájaros de la sal,/picos de espuma/de la eternidad. Ya canta, Pilar.1Ya canta el mar/y no puede volar». Ciertamente sus temas son etéreos, variopintos, distantes incluso entre sí. Pero todos llevan la impronta de una poesía clara, sonora, río cristalino repleto de melodías y paisajes.»Vuela por los pinares la lechuza/y entre el círculo inhiesto de su antojo/persigue ensoñaciones, centra el ojo/que su sabiduría desmenuza». Es la palabra, el verbo, la vocalidad, quienes se entremezclan con los deseos, con la palpitación, con la creencia.»Duérmete, Tiempo,/ Sueña, sueña, intervalo, instante/de lo vacío a lo hecho,/de lo hecho a lo vacío,/del silencio a la palabra,/ de la palabra al silencio…” Lean el largo poema titulado: “Soledad en Valencia» y se adormecerán con tantas imágenes, con tanta inspirada concatenación. «Todas las cosas eran y no eran, estaban y no estaban. La realidad,/el tiempo, se desvanecían. El pensamiento, el sueño.».
Entre los estudios, homenajes y comentarios que se han hecho a la obra de este autor, por fin se publica el extraordinario libro de Actas del Congreso celebrado en Zamora, mereciendo una especial mención el que su edición se lleve a cabo por la Junta de Castilla y León y la Fundación Instituto Castellano y Leonés de la Lengua que lo publican en magnífica edición de José María Balcells bajo el título “Inventario de Jesús Hilario Tundidor. Las voces y los libros” (2008), cuyo director Gonzalo Santonja aprecia que Tundidor “ha enriquecido la poesía hispánica protagonizando una de las trayectorias poéticas más veraces, más hondas, y más genuinamente renovadoras de nuestro tiempo”. Un volumen de 267 páginas, al que acompaña con DVD con interesantes textos titulado “Vida y obra de Jesús Hilario Tundidor. Como si fuese niebla”, da cuenta de la visión exhaustiva del mundo lírico, considerado una referencia del mayor aprecio para la poesía contemporánea española, del autor de “Libro de amor para Salónica”, que publicara la Diputación de Zamora en 1980.
Antología ‘La tierra que más amo’ (2004), realizada por A. P. Alencart para celebrar el homenaje tributado durante el Encuentro de Poetas Iberoamericanos.
Retrato de portada de Miguel Elías
Gabriele Morelli, José Luis Puerto, Nuria Carrillo, Antonio Sánchez Zamarreño, Tomás Sánchez Santiago, Joaquín Galán, Fernando Primo, Alberto Torés García, Mª Pilar Celma, Enrique Villagrasa González, César Augusto Ayuso, Natalia Carbajosa, Carlos Aganzo, Emilio Miró, Antonio Crespo Massieu, Pedro Hilario Silva, Antonino González Monclús, Juan Manuel Rodríguez Tobal, Ángel Fernández Beneitez, Juan Antonio González Iglesias, Ana Agustín, Esperanza Ortega, Mª Ángeles Pérez López, Máximo Hernández, Mª Ángeles Maeso y Carmen Hernández Castejón llevan a cabo un”análisis en profundidad de toda su obra, acompañado de un “exhaustivo repertorio bibliográfico de la misma” y una amplia bibliografía de y sobre el autor, en definitiva, un libro para conocer, y recrearse, en la obra de Jesús Hilario Tundidor, con quien hablamos de temas variados, con la poesía y otras cuestiones, como fondo.
ENTREVISTA A JESUS HILARIO TUNDIDOR
por Manuel Quiroga Clérigo
-Larga ha sido tu trayectoria como poeta desde 1962 en que se te concedió el Premio Adonáis por “Junto a mi silencio” hasta “Toda la memoria”, libro editado por Cajasur en Los Cuadernos de Sandua y el delicado tomo de reflexiones “Metapoética poética” con el que la Federación de Asociaciones de Profesores de Español nos saludaba al inicio del año 2008. ¿Cuál es tu visión del mundo poético a estas alturas de la existencia?
-Mantengo la aproximación que escribí hace unos años: “Poesía es la inteligencia apasionada, clarificando la emoción del conocimiento desde una experiencia personal profunda, ordenada por la palabra y realizada en el espacio morfológico del poema”. Y, además, emoción. Todo arte que no emociona, como el arte que no nace de la vida, no tiene sentido; se transforma en mera artesanía. El poeta interfiere en las manifestaciones confusas y fragmentarias de lo real y afronta, organizando y unificando, el acontecimiento de la creación. Así la poesía se hace vivir y trabajo apasionado de descubrimientos, supera la mera transcripción de la realidad y se convierte en arte. Evidentemente, esta vivencia no está circunscrita a un mero acontecer del suceso, sino que en él se implica toda la experiencia (¡qué viejo es esto!) existencial, vital, intelectual, emocional, etc… trascendida a un plano específico como es el lenguaje en la expresión orgánica del poema.
Tundidor, Alencart, Miguel Elías y Luis Frayle Delgado (foto de Jacqueline Alencar)
-¿Qué diferencia puede, o podría, existir entre un poeta nacido en Zamora, o León o Salamanca, o que vive en una zona apacible, histórica, sosegada y otro poeta, éste, nacido en Madrid, por ejemplo, en la gran capital, donde la inspiración ha de luchar con las prisas, la polución o la incertidumbre a la hora de crear un espacio lírico, un mundo sorpresivo y etéreo?
-Creo que no existe ninguna diferencia en cuanto canción. Se canta lo que se vive, lo que se piensa, lo que se tiene y hasta, como dice Antonio Machado, lo que se pierde. Se canta aquello que hace el milagro de la creación, el trabajo de la construcción… La posible diferencia está en la exigencia de símbolos distintos, adecuados y connotadores de las distintas realidades sociales y geográficas en las que uno se implica.
-La memoria, el pasado, los recuerdos, la infancia, son generalmente materias para la inspiración poética: ¿Qué valor das en tus versos al presente y al futuro?
-La persona humana es una conciencia temporal. El tiempo y el espacio son fundamentos básicos de la existencia y de la experiencia reflexiva. Toda poesía transciende bajo los ámbitos generales de estos dos conceptos. Por una parte tan relativos. Si tu haces un poema de amor o un poema metafísico o un poema descriptivo, ¿cómo puedes salvar el tiempo y el espacio, tanto como argumento tanto como en el sentido de construcción?. Es imposible pensar la carencia del tiempo y la carencia de espacio. Incluso la misma nada que supone la negación espacial o el concepto de eternidad, que implica ausencia, la ausencia, del tiempo como transcurso, no pueden expresarse sin una intuición a priori de estas dos entidades propias. Si considero que se canta lo que se vive, lo que se tiene, lo que se piensa y hasta lo que se pierde, dime tú, amigo Quiroga, como pasado, presente y futuro, no van a ser valoraos en mi poes1a de la forma que les corresponde.
Tundidor y el poeta portugués António Salvado (Salamanca, 2004)
-¿Qué piensas de tanta adjetivación como se pone hoy a la Poesía?
-Sonrío. Tanta adjetivación, tanto apelativo la única función que tienen es la de confundir. La poesía es poesía, o es nada. Esta palabra de ámbito mágico, esta fisiología lingüística, este acontecer maravilloso que es la poesía cuando es verdadera, cuando tú sientes que es verdadera, y se te hace amor y gozo y hasta umbría, está en La inteligencia y en el corazón. Y nada más. Podemos, como estoy haciendo yo ahora, argumentar sobre las operaciones que la edifican, sobre los argumentos que nos la incorporan, pero si ya es en sí difícil su definición, ¿por qué hemos de complicarla con añadidos y tejados de paja que la debilitan y la entorpecen?
-¿Es la poesía a sentimiento o sólo producto de una emoci6n concreta?
-Como acercamiento presuponemos que la poesía es resultado de interacciones importantes: trabajo, experiencia (múltiple como hemos hablado), psicología e intuición, inteligencia y sentimenta1idad, conocimiento e instinto, libertad… Es todo y nada, y más. Porque, dime, cuando tú lees un poema y sientes que la poesía está al1í, que habita allí, que te contagia…Dime, dejando a un lado imprecisiones: ¿qué es la poesía?, ¿qué es aquello que te hace vivir y vivirlo, que lo lees y asientes, callas y comprendes ya el mundo de otro modo distinto, las cosas de otro modo distinto, y tú sabes que está allí, que la Poesía está allí para siempre y que jamás podrás explicarla ni reducirla. Recuerda estos versos de San Juan de la Cruz, y considera: «Y colgué en los verdes sauces/ la música que llevaba». O estos de «Oda a una urna griega» de Keats: «La Verdad es belleza, la Belleza es ‘Verdad». Leemos y dentro de nosotros, sin más explicaciones ni decires, una emoción trémula y callada nos redime de todo el aburrimiento que nos han producido kilómetros y kilómetros de versificación monótona, de realesca descripción gilipollas… No nos interesa nada más. Haber escrito aquellos versos es haber existido, es existir aún… Y tú existes en ellos, contemplándolos, sin saber exactamente lo que contemplas, lo que lees, la existencia que te renueva en las vísceras de la emoción intelectual. Lo demás, sobra. Ni te añade nada, ni nada más necesitas para conocer que la poesía existe. La poesía está ahí definiéndose , siendo para siempre.
-Vamos a temas algo materiales. En este mundo de marbellas impresionantes, de cohechos diarios, de políticos nefastos, donde muchos pensamos que los premios millonarios son un insulto a los ciudadanos y a una economía deprimida y que el resto de los premios, generalmente amañados y consentidamente parciales e injustos cuestión que debería estar incluso penalizada, lejanos de las deliciosas justas poéticas o la exaltación popular del mundo romántico, ¿crees que los premios de poesía siguen teniendo algún valor para descubrir nuevos valores, para animar o estimular la creación lírica, para instigar a los juglares de la globalización?
-Ese debiera ser su fin. Limpiamente. Merecidamente. Es lamentable, sin embargo, que el premio literario, en general, haya perdido en esencia esa función y esté tan limitado por intereses de grupo, económicos, editoriales… Esto es terrible cuando se piensa en que la Literatura debe ser el principal recurso de supervivencia y de libertad de nuestra lengua y el enriquecimiento de la misma.
Tundidor y el poeta cubano César López (foto de Jacqueline Alencar)
-Y en esa política de corrupciones y con las violencias a que se nos somete a diario, ¿queda en la poesía, todavía, un lugar para la esperanza, para el amor, para la ternura?
-En la vida hay lugar para todo, hasta para ser borrada.
-¿Qué opinas del idioma español, de nuestra lengua tan atacada y abandonada?, ¿es una lengua para la poesía?
-Yo me expreso en español, así que para mí es un idioma óptimo, sonoro, conceptual y magnífico, exacto y preciso. Pienso que un catalán o un gallego, por citar proximidades, cuando se expresan en su lengua sienten la misma intensidad creadora. Allí están sus raíces originales y toda la emoción ancestral del conocimiento de sus antepasados.
-¿Qué decir de la crítica literaria en relación con la poesía?
-Nada. ¿Para qué?
-Aparte de casos más o menos prefabricados por ciertas editoriales o gracias a la ignorancia del público lector que vive de eso que llaman glamur o fenómenos ajenos a la racionalidad, ¿se lee poesía en España?
-La pregunta debería expresarse así: ¿ qué clase de poesía se lee en España?. ¿Es suficiente la poesía que se lee en España para mantener editoriales importantes que se ocupen de ella y que verdaderamente publiquen los libros de poesía que se escriben dentro de una calidad superior intrínseca y no operativa?. Hubiese sido más preciso. Se podría contestar mejor.
Tundidor rodeado de los poetas Merlino, Martín, Quintanilla Buey, Alencart, Sagüillo, Hernández, Cilloniz y Häsler en Salamanca , 2004 (foto de Jacqueline Alencar)
-¿Cuál es tu paisaje preferido, tu musa predilecta, tu momento de inspiración?
-Mi paisaje es la Meseta en otoño y el mar. Mi musa la inteligencia. Mi momento cuando siento que necesito escribir, aunque no esté claro sobre qué materia ni con qué razones.
-En esta confusión de geografías a que nos llevan los políticos, ¿qué es para ti Zamora?
-Me siento muy orgulloso de haber nacido en Zamora, tierra de largos horizontes, profundamente hermosa y cuna de un pueblo generoso.
-Y Zamora, ¿qué crees que siente hace ti?
-No lo sé. Mis amigos y el pueblo zamorano sienten, lo mismo que yo por ellos, un inmenso amor. Pero pienso que a veces hay algo, instituciones o cuerpos sociales, que no ayudan a mi autoestima personal como poeta.
-“Mausoleo”, “Tejedora de azar”,. “Construcción de la rosa”, “Las hoces y los días”, “Pasiono”, etc. son hitos en tu labor, como lo fue el Adonáis “Junto a mi silencio”. Son libros personales, muy personales, concretos, pero ¿qué opinas de las recopilaciones o antologías que se han hecho sobre tus versos? ¿Son un vehículo de interés para conocer tu obra o, simplemente, flor de un día, adaptación de los gustos particulares de los antólogos?
-De los tiempos pasados (Renacimiento, Siglo de Oro) cuando no se editaban libros de un poeta concreto, gracias a estas recopilaciones, llámense ‘Cancioneros’,’Romanceros’,’Flores’,… ha llegado hasta nosotros 1a mayoría de la poesía importante de su tiempo. Casi nunca se publicaban libros de poetas vivos. No se podía tener una visión de conjunto de la obra del poeta. Por ejemplo, es Quevedo quién publica las poesías de Fray Luis de León. Incluso, del mismo Quevedo, sólo se publican sus versos una vez que el autor ha muerto, cuando los recoge en 1.648 y en «El Parnaso Español» Jusepe Antonio González de Salas. Por el contrario, actualmente el poeta presenta su obra en libros con entidad propia, que definen un discurso determinado, un modo de hacer consecuente. Pienso que hoy la mayoría de las antologías de conjunto, esté o no esté yo incluido, son innecesarias, injustas, excluyentes, y aberrantes. Casi siempre guardan un fin de operaciones y de montajes manipulados que muy pocas veces responden a la finalidad histórica que debieran presentar. Me parece, por lo tanto, que debe irse a la fuente, al libro del poeta, donde encontraremos su personalidad, su entidad, el verdadero valor que debe exigirse a un autor en una obra y no dar la mascarada carnavalesca de la literatura.
¿Por qué casi no se hacen antologías de novelistas? Porque una novela necesita un espacio propio, un desarrollo orgánico y una argumentación que la construya. Como es hoy, o debe de ser, un libro de poemas. Las antologías, pues, sólo son necesarias como selección de la obra de un autor, pues en ellas sí puede verse el valor lineal de su trayectoria, sus aciertos, su estilo general.
Alencart, Fernández Labrador, Tundidor, Rodríguez y González, durante el primer homenaje salmantino al zamorano, en el año 2000 (foto de Jacqueline Alencar)
-La poesía, ¿ha de tenerse como una meta o un apaciguamiento del poeta ante su mundo y su inspiración?
-La poesía se ha de considerar como una trayectoria hacia una meta inalcanzable siempre.
-¿Qué consejos podría darse a un joven poeta?
-Vive, lee, escucha, aprende, calla, calla, calla. Y espera. Y, sobre todo, rebélate ante la falacia, sé tu mismo, y que tu acción esté en coherencia con tu vocación; no engañándote a ti mismo y no engañando a los demás. Escribe, sólo, cuando tengas necesidad y te llene el entusiasmo, y piensa, como señalaba Rilke en su carta a Kappus que un poema, como una obra arte, sólo es bueno «cuando surge de la necesidad».
Otra Imagen de Jesús Hilario Tundidor durante su homenaje salmantino (foto de Jacqueline Alencar)
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