Hernando Cabarcas ofreciendo su interpretación
Foto: Alex Lorrys
Crear en Salamanca tiene el privilegio de publicar la intervención que, dentro del programa general del XXVI Encuentro de Poetas Iberoamericanos, ofreció Hernando Cabarcas Antequera, doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Salamanca y profesor e investigador. Dedicado al mundo de las lecturas, escrituras y oralidades sensitivas; con su concepto de creación de textos Arquitectura Textual, a través de la investigación creación y fundamentado en la crítica textual contemporánea, crea, pone en circulación, publica y divulga repertorios/archivos de valor patrimonial, cultural y simbólico, como los recogidos, entre otros, en las exposiciones, publicaciones digitales y libros, de los cuales ha sido investigador principal, curador, autor y gestor: Encantos Trans (https://www.encantostrans.com/), 2023; La Casa al Aire de León de Greiff (https://www.unacasaalairedeleondegreiff.com/); Romancero de San Juan Nepomuceno (Bolivar, Montes de María), romancerodesanjuan.com, 2021; Archivo de Bogotá: Del documento a la escritura pública de Bogotá construida por los ciudadanos de hoy, Bogotá, Archivo de Bogotá, 2019, Variaciones alredor de un Cuarto del Búho. Moxinifadas de Gaspar. León de Greiff 120 años, Bogotá, Uniediciones, 2017; Magnetismo espacio-temporal: León de Greiff 400. Miguel de Cervantes 40, Bogotá, Teatro R101, 2016; Viendo, Leyendo, Oyendo, Escribiendo y Diciendo: Moxinifadas de Gaspar, Bogotá, Kalamares, 2015; Registrando el Cuarto del Búho, Bogotá, Archivo de Bogotá, 2015; Impresos Bogotanos: alma de la ciudad, Bogotá, Archivo de Bogotá, 2014; La imprenta en Bogotá: 1738-1928, Bogotá, Biblioteca Nacional de Colombia, 2008-2009; El Carnero y la imprenta en Bogotá: 1859-1959. Bogotá, 2009; Libros de amores y aventuras: Amadís de Gaula 500 años. Bogotá, 2008. Don Quijote o la invención de la literatura, Bogotá, Biblioteca Nacional/Instituto Caro y Cuervo, 2005-2006; Edición crítica de la Obra Poética Completa de Aurelio Arturo, Madrid ALLCA/UNESCO, 2003; Nuestras gramáticas o artes de hablar, leer, y escribir en Castellano y lenguas indígenas, Bogotá, Biblioteca Nacional/Universidad de Salamanca, Centro Cultural en Bogotá/Fundación Santillana, 2002; El Conjuro de los Libros, Bogotá, Biblioteca Nacional/Embajada de España, 1997. Canciones a MariaLuna y La piedra y el caracol, son los dos libros de poesía que ha publicado, ilustrados con sus dibujos.
Escalera vista general
Hay escaleras de mano, de caracol, de colores o del mismo palo en la baraja, escaleras falsas o de desahogo, de escapulario que se cuelgan pegadas a las paredes de los pozos; escaleras de tijera o dobles; escaleras mecánicas o rodantes y escaleras reales, entre muchas otras.
La escalera d la Universidad de Salamanca es, sobre todo, una escalera simbólica. Es decir, al igual que los ríos en la imagen medieval del mundo no solamente comunican un puerto con otro sino que conectan con mundos diferentes, cada peldaño de esta estructura enlaza horizontes y niveles de distintos universos.
Primer tramo de la escalera
De tal manera que ahora cuando se están redefiniendo características especiales de la condición humana al entregarle a las máquinas de los negociantes de la información facultades humanas fundamentales, como el leguaje y la representación de la imagen, resulta particularmente revelador pronunciar las lecturas y escrituras esculpidas, grabadas, en estas piedras. Es decir, en un soporte material perdurable y que no perece.
Peregrino
Así, pues, vamos a hacer una peregrinación por este laberinto del que se puede entrar y salir a partir de poemas de Fray Luis de León y del poeta colombiano León de Greiff. Esta escalera está encantada y guarda un secreto cuyo descubrimiento nos puede dejar entre las manos un camino para renovar nuestras vidas y ponerlas a la altura del amor y de los deseos.
Tañedor de cornamusa
La escalera tiene una cara interna y otra externa. En algunos tramos se complementan y en otros se oponen. Sin embargo, lo predominante es el diálogo entre todos los elementos; de tal forma que se produce una constante relevación y revelación simbólica. En este caso, por ejemplo, hay una fuerte confrontación y correspondencia entre el sobrio peregrino que emprende un viaje iniciático y el tañedor de cornamusa, un instrumento rústico con evocaciones eróticas.
Monstruo
Hay una columna que separa los tramos segundo y tercero, por la cara exterior, que presenta un elemento que puede ser un soporte sensitivo y simbólico para acceder al desciframiento de alguno de los secretos que palpitan en la superficie de la escalera: ahí asecha un monstruo.
Según San Isidoro de Sevilla, el santo patrono de los filólogos y de internet, los monstruos no existen contra la naturaleza y el orden en general, sino que muestran, anuncian y predicen partes de la naturaleza que no conocemos y formas de orden también diferentes.
Eros Vencido y apresado
En la pilastra que separa los tramos segundo y tercero de la escalera, cara interior, vecina del tramo tercero, aparece un Eros cautivo y vencido. Es decir, el amor sensual está prisionero en una red, y sin poder servirse de su arco y de sus flechas. Asimismo, sus alas han caído de su espalda y están inservibles a sus pies. Sobre su cabeza se ven unas ramas del árbol al que está atado.
¿Cómo podrán recuperarse sus poderes y sensaciones que incitan o satisfacen placeres y deseos?
¿Oyendo a las sirenas o huyendo de ellas?
Sirena escondida
En donde termina el primer tramo de la escalera, por la cara externa, está escondida una sirena, que tiene por ayudante de campo a un diablo. Es, tal vez, la que oyó Fray Luis que “decía conmoviendo/el aire en dulce son:
«La vela inclina,
que, del viento huyendo,
por los mares camina,
Ulises, de los griegos luz divina;
allega y da reposo
al inmortal cuidado, y entretanto
conocerás curioso
mil historias que canto,
que todo navegante hace otro tanto;
Todos de su camino
tuercen a nuestra voz y, satisfecho
con el cantar divino
el deseoso pecho,
a sus tierras se van con más provecho.
Que todo lo sabemos
cuanto contiene el suelo, y la reñida
guerra te cantaremos
de Troya, y su caída,
por Grecia y por los dioses destruida.»
Ansí falsa cantaba
ardiendo en crueldad; mas él prudente
a la voz atajaba
el camino en su gente
con la aplicada cera suavemente.
Si a ti se presentare,
los ojos sabio cierra; firme atapa
la oreja, si llamare;
si prendiere la capa,
huye, que sólo aquel que huye escapa.
Las sirenas, efectivamente, habían hechizado a muchos viajeros con sus peines y sus espejos, esas imágenes del sol y de la luna que siempre llevaban estas irresistibles deidades de la lujuria y de la vanidad. Están incluidas en las búsquedas (experiencias) del conocimiento del mundo y de sus habitantes; siendo señas en las que se puede contemplar, ver y sentir, la revelación de un mundo más auténtico.
Sirena de doble cola
En la separación de los tramos segundo y tercero, por la cara interior y en proximidad al segundo trecho, irrumpe una sirena de doble cola que es símbolo de la duplicidad y de la profundidad.
Es, simultáneamente, un ángel alado; lleva en su mano derecha una espada y en la izquierda una flecha que apunta hacia la tierra. Es un claro emblema de la ira divina, más, también, es una réplica infernal de la actitud clásica de adoración.
Sirena de doble cola 2
La sirena de doble cola, tiene una vieja tradición iconográfica; es símbolo del conocimiento y la cultura humanista, como se anuncia en la marca de varios impresores.
Hay algo que solamente está en la escalera de Salamanca y es esa doble representación, simultánea y contradictoria, de sirena y de ángel, pues, tiene pies humanos y alas angélicas.
Los pies implican unas piernas que no se ven, por la doble cola; son símbolos de la fuerza del alma y nos permiten andar el buen o mal camino; de tal forma que este simbolismo remite a la elección entre oír o no oír a las sirenas.
FANTASÍAS DE NUBES AL VIENTO
DIECIOCHO
S)
No ya como Odiseo —al leño asido—,
¡libre del leño y al deseo uncido!;
¿hay algo como oír a las Sirenas?
—Cantar y oír cantar, y amar a las Sirenas. . .
No ya como Odiseo
—bronco mar, sordo oído, pecho duro—
sino como amoroso chichisveo
—muelles salones, burlas, devaneo,
y amor sin leyes, sensüal y puro,
y si no amor, mejor que amor, deseo—:
No ya como Odiseo, al leño asido:
¿hay algo como amar a las Sirenas?
Con los abiertos ojos, como enigmas azules y grises,
ebrios de amor, atónitos de olvido!
Con los abiertos brazos —ambiciosas antenas
ávidas de las rosas rosas y de los lirios lises,
de los nácares blondos y las dalias morenas. . .!
—Cantar y oír cantar, y amar a las Sirenas. . .
Vayámos, sí, vayámos al ledo ritmo y lento
y fácil, y al azar de la deriva:
en su cárcel caduca, rumie prisiones el pensamiento:
¡en brazos de las émulas fugitivas del viento
divague mi delicia fugitiva!
—Cantar y oír cantar y amar a las Sirenas—:
¡súyo ser el amado, y amar a las Sirenas!
¿Hay algo como amar a las Sirenas,
no ya, como Odiseo, al leño asido,
—libre del leño, y al deseo uncido?
—Cantar y oír cantar, y amar a las Sirenas. . .
No asordínes tus ímpetus ni bajes el acento,
alma mía frenética y lasciva:
en su cárcel caduca rumie prisiones mi pensamiento:
¡en brazos de las émulas fugitivas del viento
divágue hacia el olvido mi nave a la deriva!
Oigamos, pues, cantar a las sirenas para tener contacto con lugares desconocidos, alejándonos de la monotonía diaria, y procurando superar los límites impuestos por los imaginarios dominantes, para “poner al alcance de las manos” visiones más plenas del universo.
Oigamos cantar y amemos a las sirenas, irresistibles deidades de la lujuria y de la vanidad, también para establecer correspondencias entre deseos, sueños, problemas y esperanzas.
El Enamorado
Al final de la escalera, por la cara interior, está este enamorado, tal vez es también un estudiante de Salamanca buen lector de poesía erótica de cancionero, que llegó hasta aquí, a la cima del cielo, cabalgando desde la profundidad de los deseos con la hueste de los caballeros de las damas del tramo tercero.
Un elemento valiosísimo de este caballero enamorado, y acaso poeta, es que la cinta que está sobre su cabeza, así como la que aparece en la orla de su vestido, no están escritas. De esta forma se acoge el gusto medieval, renacentista y barroco por los enigmas y se deja abierta la lectura y la escritura, la composición del sentido.
Trompetero
Es así como el final del recorrido es el comienzo de la invención, del encuentro, con los acordes triunfales de un trompetero, de un ser que “tañe”, que toca, que anuncia que al cielo se accede también a través de los disonantes cantos de las sirenas
Foto: Alex Lorrys
(La participación de Hernando Cabarcas Antequera ha tenido el apoyo del Ministerio de Cultura de Colombia y del Instituto de las Artes de Bogotá IDARTES)
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