Santiago Redondo Vega leyendo en el Liceo de Salamanca (foto de Jacqueline Alencar)
Crear en Salamanca se complace en publicar esta crónica escrita por nuestro colaborador Manuel Quiroga Clérigo en torno al reciente premio concedido en San Lorenzo del Escorial al poeta vallisoletano Santiago Redondo Vega, vinculado con salamanca por sus participaciones en los Encuentros de Poetas Iberoamericanos.
Mari Cruz Llorente y Manuel Mínguez, que ya dirigían el renombrado Restaurante Charolés, crearon hacia 1981 el Cafetín Croché, al estilo de los grandes cafés románticos de Paris, Roma, Berlín, Madrid. En 1984 la propia Mari Cruz Llorente comenzó una ilusionada empresa.
Se trata del Premio de Poesía “Cafetín Croché” que en su XXXV Edición ha considerado como merecedor del premio al poeta vallisoletano Santiago Redondo Vega por su poema titulado “Heredad de la tierra”.
Concurrieron a esta convocatoria 703 trabajos procedentes de todas las comunidades españoles y 101 textos líricos llegados del extranjero. Eran las creaciones de poetas, varones y féminas, de Alemania, Argentina, Chile, Colombia, Cuba, Estados Unidos, Grecia, Israel, Italia, México, Nicaragua, Perú, Portugal, República Dominicana y Uruguay.
El 25 de abril de 2019 en la Cripta o propia sede del Cafetín Croché, Mari Cruz Llorente dio detalles en torno al galardón en presencia de un nutrido grupo de asistentes, poetas finalistas y jurado. Este ha estado compuesto en esta ocasión por Octavio Uña Juárez, catedrático de Filosofía y Sociología, Jesús Fernández Pérez, catedrático de Lengua y Literatura, José Nicas Montoto, escritor, Vanesa Pérez-Sauquillo, poeta y traductora y Pablo José Conejo Pérez, poeta y Premio de Poesía “Cafetín Croché” 2018.
M. Luque, Antonio Gutiérrez y Santiago Redondo
Tras una interesante conferencia del profesor Uña Juárez, que ha estado en prácticamente todo el recorrido de estas convocatorias líricas, José Nicas procedió a dar lectura al acta firmada por el Jurado y, acto seguido, pasaron a leer sus poemas los distintos galardonados, en orden inverso al premio obtenido aunque el relator hizo hincapié en la extraordinaria calidad de todos y cada uno de los trabajos que el jurado destacó en cada lugar. Tras la lectura de sus poemas los premiados recibieron su importe en efectivo y un artístico cuadro-diploma en el cual se menciona el galardón recibido, obra de Raphaelis Santi” M. Gómez Cia
La Mención Especial del XXXV Premio de Poesía “Cafetín Croché” 2019 recayó en el poema titulado “LOGSE”, cuyo autor es Álvaro Carbonell Cerdá de Albatera (Alicante) que no pudo asistir para leer el poema, del que incluimos algunas estrofas, y lo hizo otra persona en su lugar:
“Nos enseñaron la historia, el manual de instrucciones
Al que-aplicado- vuelve a recurrir el hombre.
Nuestro común catálogo de errores.
Un hombre es menos hombre sin memoria”
(…)
“Nos dijeron- y mentían- que para el amor se nace ya enseñado”.
Santiago Redondo, Octavio Uña y Manuel Quiroga Clérigo
Otra Mención Especial la adjudicó el jurado a “A la sombra de la higuera de mi memoria” de Manuel Luque Tapia, de Doña Mencía (Córdoba), que leyó su poema:
“Desde la atalaya de mi ocaso,
miro la casa de la infancia,
la tierra de los sueños, era joven y hermoso
“y tenía ese brillo exultante en la mirada
que da el saberse proveedor del porvenir”.
(…)
“(Y es que son ya tantos los ausentes
que sin cesar se asoman a la memoria)”
El Segundo Premio correspondió, a juicio del Jurado, a “El peso de tu alma”, cuyo autor es Antonio Gutiérrez González de Mendoza, de Ciudad Real, quien procedió a la lectura de sus versos:
“Pondré tu corazón en la balanza,
frente al peso intangible de una pluma
y así sabré si es piedra o sólo bruma,
si guarda amor o llama de venganza”.
(…)
”Tu boca pesaré con cierto empeño
por saber si está libre de pecado
o es culpable de amarme en cada sueño”.
Santiago Redondo Vega (foto de Jacquleine Alencar)
Finalmente Santiago Redondo Vega, poeta nacido en Villalón de Campos y residente en Valladolid, leyó su extenso poema “Heredad de la tierra”, que mereció el Primer Premio de esta convocatoria:
“Nacimos
sin permiso siquiera, sobre esta oronda madre
que nos parió con ansia. Sobre esta tierra virgen
preñada por milenios de humanos sin mesura.
Ocre, verde y azul como un jardín de especias
que aplacó nuestras hambres nuestro sed, nuestros miedos
con la luz de sus pechos, generosos y dulces,
cuando el mundo era solo la ancestral perspectiva
de un homo sapiens torpe, huraño y belicoso.
Llevamos
toda una eternidad compartiendo este símbolo,
ese amor por la Tierra que germina en nosotros
alba sien. Negra hartura de asumir sus exequias
de cereal y amapola en la orfandad de un duelo
que nos lesa y nos aja. Aquí dimos de bruces
con la dura verdad que endeudó a nuestros padres
cuando el tiempo de amar era nublo y violento
y la pólvora el juicio más triste y sumarísimo.
Aquí,
donde escampan los pájaros de otoño en las aceras
plenas de lluvia y muérdago. Donde nacen los hijos
al traspiés de una vida convicta del misterio
de amanecer a un tiempo que evoca nuestra esencia
con los ojos cerrados a este añil paraíso.
Simples calles de bruma convertidas en sueños
por el aura taimada de esas mentes sin nombre
que auspicia la violenta caricia del consumo.
Hemos
engarzado nuestra alma por cien mil primaveras
a sus cielos, sus valles, sus montañas, sus ríos;
degustando sus flores, embebido sus frutos,
esquilmado su fauna, pervertido su oxígeno.
Y en inviernos sin honrada desnudamos sus polos
de ese blanco satén boreal y esplendente
o allanamos sin gloria, sin boato, sin causa
sus veranos con bruma voraz e indigerible.
Acaso
hayamos de hacer todos examen de conciencia
-cada treinta segundos por lo menos-
para no herir con fuego estúpido y corsario
el silencio que emana del grito de sus bosques,
o atiborrar sus mares con eructos de plástico
con la excusa de argüir la trampa del progreso,
porque el tiempo es ahora un iris de cordura
o una lágrima luego sin corneas, ni futuro.
El amor
a esta Tierra paciente que se queja sin odio,
que se agrieta y fractura como un reseco aljibe
herida por la mano ingenua que la mece,
no es un brindis al sol, ni es un salto al vacío,
es abrazar su vientre de madre con memoria
agradeciendo-al cabo- su piel de tantos siglos
y legarla es destello de pertinente herencia
a las generaciones que nos vienen doliendo
porque aquí nada es nuestro, todo es bello y prestado”.
El Mago Hernán Maccagno ofreció en interesantes juegos de magia convertido el local en la Cripta Mágica del Croché mostrando y de-construyendo, como diría el raramente genial Woody Allen, una soga o cuerda con el concurso de algunos de los asistentes.
Acto seguido un vino de honor y generosas viandas, servidos a los galardonados y asistentes, pusieron el broche de amistad y poesía en tan significativo lugar, el denominado, Cafetín Croché de San Lorenzo del Escorial (Madrid).
San Lorenzo del Escorial
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