José Antonio Valle Alonso, leyendo uno de sus poemas en Toral (Fotografía de Pablo Rodríguez
Crear en Salamanca tiene la satisfacción de publicar siete poemas que José Antonio Valle Alonso (Villamor de los Escuderos, Zamora, 1950), escribió para el XIII Encuentro ‘Los poetas y Dios’, celebrado en la localidad leonesa de Toral de los Guzmanes el 16 y 17 de diciembre. Valle Alonso ha publicado, entre otros, los siguientes poemarios: Luz y tinieblas (1976); Marchito rosal (1979); La soledad (1987); Hacia la luz desnuda (1994); Primavera íntima (1997); Bajo el puente de Cronos (1999); La espiral del sueño (2006), El color de la fiebre (2011); Temblor de sombras (2011), Volcán de los deseos (2011), Templo del tiempo (2012), El color de la fiebre (2012), Y tanta luz para buscar la noche (2014), La otra orilla (2014), Y esta rosa de luz o La eternidad de la azucena (2016) y Adagio en París (2016). Ha obtenido numerosos premios y reconocimientos, entre ellos, el Premio Nacional de Poesía Jorge Manrique, el Premio Nacional de Poesía del Ateneo de Valladolid o el XXVIII Premio Internacional de Poesía “Justas Poéticas Castellanas”. Forma parte de la coordinación de “Los Viernes del Sarmiento”, reconocidos encuentros poéticos vallisoletanos patrocinados por la Obra Cultural del BBVA.
Las pinturas son de la Serie ‘Icthus’, que Miguel Elías viene haciendo anualmente para los Premios Jorge Borrow de Difusión Bíblica, que se entregan en Salamanca
HAZME BUENO
Hazme bueno, mi Dios, que no me aparte
de tu mano tendida de ternura
en esa noche interminable, oscura,
donde a la parca vi desafiarte.
Tengo miedo, mi Dios, de no encontrarte
si la vida me engancha y me tortura
y la sangre me enciende la locura
de caminar sin Ti, a cualquier parte.
Que mis ojos se cieguen y el camino
lo haga sin tu amor, y que el destino
me dé la soledad, y desamado
yerre en mis pasos sin hallar tus ojos.
…Cuando al final te lleguen los despojos,
abraza mi dolor y mi pecado.
PARA LLEGAR A TI
Hoy ha amanecido cara al viento
llenando los caminos de campanas
para llegar a Ti.
Hoy se agrandan las albas de diciembre
ya en el horizonte hasta los ojos
para llegar a Ti.
Hoy revuelan las nubes las alturas,
algodones de besos la mañana
para llegar a Ti.
Hoy he buscado yo donde mi pecho
esta cita de amor acurrucada
para llegar a Ti.
Hoy tengo ardidos los labios,
dulce hoguera,
para llegar a Ti.
REGRÉSAME HASTA MÍ CUANDO SOÑABA
He encontrado la paz deshabitada
por el lado encogido de la pena,
y he encontrado de tristeza llena
al fondo del espejo la mirada.
Y al otro lado del silencio nada.
Silencio de eslabones la cadena
sutil del corazón que me condena
a una noche total, casi olvidada.
Regrésame, dolor, hasta la fuente
hondísima de amor bajo tu puente,
que tengo sed de tiempo, tengo un velo.
Regrésame hasta mí cuando soñaba
que Dios me sonreía y despertaba
con los ojos en flor mirando al cielo.
SEÑOR
Haz que se temple mi lira
al azul de la campana
y vuélveme a la mañana
donde mi verso se inspira.
Y la noria gira y gira
subiéndome el agua pura,
manantial de mi locura
donde beben las violetas.
Nidales son de hermosura,
alma son de los poetas.
HE SOÑADO
He soñado, Señor, con un abrazo
redondez de tu abrazo al universo.
He soñado, Señor, con este verso:
El mundo entero duerme en tu regazo.
Sigo, Señor, soñando con un lazo,
que enlace tanto amor y tan disperso,
la soledad, de soledad anverso,
que sólo puede ser, Señor, tu brazo.
Voy a dormir, de nuevo abandonado
en le profundo sueño en que he bebido
amor, amor de un cielo rodeado.
Voy a quedar, Señor, en el camino
desde un atardecer, sin ti, perdido,
y de un amanecer en mi destino.
ESTA MAÑANA…
Esta mañana las calles
de mi ciudad me dijeron
por dónde se va a la puerta
que abre todos los sueños.
Alcé los ojos y supe…
La luz me daba de lleno.
Y el corazón floreció,
nevado de tanto invierno.
ORACIÓN
Este poema lo dedico a todas las
personas que se acercan a la Navidad
en estado terminal
¡Oh, Señor!
La Navidad se acerca
y siento que no llego.
El pan que Tú me das,
Señor, ¿no lo merezco?
Si soy malo, Señor,
¿Por qué te llevo dentro?
¿Por qué tu mano tiendes?
¿Por qué si soy infierno?
¿Por qué, Dios, si no valgo
la gloria de tu cielo?
Si mis caminos todos
han sido lodo y cieno;
oscuras mis ideas.
¡Señor! ¿por qué te quiero?
Si no puedo avanzar,
si agonizo, si quedo,
no me dejes tirado
como un perro en el suelo.
Son tinieblas mi calle,
voy a tientas, soy miedo.
Un cristal a mis pies
deja caer del cielo
que sirva de cayado
para mis ojos ciegos.
Para mis manos hiedra,
ponme un muro que trepo
hasta tus plantas, Padre,
para ganar tu beso.
Para mis nieves todas
envíame un trineo
que galope mi pena
hasta llegar al cielo.
Si es el fin del camino,
si es de lleno el invierno,
¿dónde has puesto el pesebre,
dónde , por si me pierdo?
Estoy sintiendo frío,
no hay paja, no hay aliento,
y no llegan pastores,
ni oro, mirra e incienso.
Ni una poquita de agua
para mis labios secos
de llamar por tu nombre,
Dios mío, de tan lejos.
Ni una sonrisa amiga
después de dos milenios,
ni una mirada triste
se condolece luego.
Verticales miradas
se clavan en mi pecho
afilando la noche,
enlutando desprecio,
como pasando hoja,
galopando misterios.
Navidad es amar
con los brazos abiertos.
Mas ay, yo no la alcanzo,
a mí me queda lejos.
Esta noche hay eclipse
dentro de mi cerebro,
voy a seguir a tientas,
toco fondo, es invierno.
Es Navidad de esquina
y en la esquina me quedo;
a lo mejor, Señor,
aparece un lucero
portador de tu luz
en el carro de fuego,
tirado del corcel
alado desde el cielo.
Pero la Navidad,
ilusión en el tiempo,
se ha quedado pendiente,
suspendida en el vuelo
y no llegan mis manos ,
no la tocan mis dedos,
ni mi sueño la sueña;
sueño que estoy durmiendo
soledades de siglos,
soledad de silencios ,
soledad de quedarme
sin soledad, muriendo
en mi paso, en el paso
que no devuelve el tiempo.
Son cuchillos el frío
que van cortando el eco
para hacer eslabones
de mi voz por el viento,
y el árbol de la vida
florezca hasta tu Reino.
Navidad sin tu voz
que me llame por dentro.
Navidad se hará fuentes
y anegarán mi pecho.
¡Navidad es canción,
alegría, contento!
Mas ay, a mí me llega
de soledad el lecho.
Cual mendigo, camino
sin camino, sediento,
y me paro a tu puerta ,
Señor, por si has abierto.
Si mi cruz es tu abrazo,
alíviame del peso;
envíame tus alas,
quiero volar al cielo.
Quiero mirarme y verme,
quiero verme por dentro
y sembrar con mis manos
-si hay algo en mí de bueno-
surcos de pan y amor .
¡Señor, toca silencio!
Valle Alonso, Alencart, Corral, Mata y Fernández(Fotografía de Pablo Rodríguez)
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