El poeta coreano Yong-Tae Min
Crear en Salamanca tiene el privilegio de publicar estos cinco poemas enviados por el destacado poeta, traductor e hispanista Yong-Tae Min (Corea del Sur, 1943), Doctor en Literatura Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid y catedrático Emérito de literaturas españolas e iberoamericanas en el Departamento de Filología Hispánica de la Universidad Corea, en Seúl. Ha sido presidente de la Asociación Coreana de Hispanistas, vicepresidente del PEN Club coreano y tesorero de la Asociación de Hispanistas Asiáticos. Actualmente es presidente del Club de Amantes del Español, director del Instituto de Investigación de España y América Latina en la Universidad Corea y vicepresidente general de la Asociación Asiática de Hispanistas.
En español ha publicado los siguientes libros de poemas: A cuerpo limpio (Madrid, 1971), Tierra azul (Madrid, 1974), Isla (Barcelona, 1977), Obra poética de Yong-Tae Min (Burgos, España, 1985), Río de Viento, antología pasajera de Yong-Tae Min (Guadalajara, México, 1995), La lluvia tiene 11 años (2008), Azares y Azahares (2008) y Versos de río de viento (Madrid, 2014). Yong-Tae Min ha publicado, además, ensayos sobre Federico García Lorca y la tradición del haiku en la poesía hispanoamericana, y ha traducido al coreano a César Vallejo, Vicente Aleixandre, Pablo Neruda, Octavio Pa o A. P. Alencart, entre otros. En 2015 publicó su traducción del Quijote, con notas y comentarios.
Yong-Tae Min es Académico correspondiente de la Real Academia Española y en 2016 recibió “Le Gran Prix Mihai Eminescu” en el Festival Mundial de Poesía de Craiova (Rumanía).
Foto de José Amador Martín
GRITO EN EL CREPÚSCULO
Tiene que haber Dios
allí en la batalla,
donde matan a los hombres,
los hombres por los hombres:
Aquellos ojos despavoridos
con que apuntan a los enemigos,
aquellas manos paralizadas
con que agarran los fusiles…
Para rectificar
aquellos cañones del tirador
temblantes,
Dios tiene que existir.
La justicia americana
nunca remuerde
a la justicia soviética.
La mentira ortodoxa
nunca remuerde
a la mentira heterodoxa.
El día y la noche
se engañan, se pelean, se matan
y se perdonan,
y nos quedamos siempre hacia el infinito crepúsculo.
Mirad el cielo del crepúsculo
donde cultivamos nuestra vaga esperanza.
Mirad cómo sangra quebrantada
nuestra ansiada paz.
De este doloroso paisaje
ni un paso retrocedemos.
Mover, chocar, chispear…
La perforadora taladra la roca.
Caer, romper, irisar…
La catarata sigue.
Desde las cabezas
se nos despellejan todas las ornamentaciones.
Sale ensangrentada
la nueva vida nuestra
desgarrando la carne llena de sangre.
Es hora de marcharnos
cargando con nuestra destrucción
Es hora de criar
intensamente verde
el llanto que estalla.
Tiene que haber Dios
aquí en este combate,
donde nos apostamos la vida
porque todos tenemos que vivir.
Tiene que existir
Dios
aquí en nuestra vida,
para tocar las campanas
por los muertos
por los vivos:
para que los muertos no vuelvan a resucitar,
para que los vivos no quieran morir
y para avisar a aquellos que aún no han nacido
de que les esperan, siempre limpias, sus cunas.
Foto de José Amador Martín
PUEBLO
Vuelvo al pueblo.
Vuelvo al polvo de los ensueños
adonde las enredaderas siguen escarbando los muros,
invitando a jugar con los dedos muertos.
En la plaza gira el tiovivo de nostalgia sin niños.
Mi casa ya no es mi casa:
Cómo puede haber una casa sin madre
ni padre que tarda en llegar.
Mis parientes se han vuelto vecinos del cementerio
y no saben hablar más que por la boca de las hierbas,
y éstas dicen que la primavera ha llegado.
El niño perdido no entiende nada,
se desploma llorando en el campo.
Un anciano lo está mirando piadosamente.
Foto de José Amador Martín
OBRAS INCOMPLETAS
a Antonio Hurtado y José Luis Yzaguirre
Antonio Hurtado, con sus 90 años,
José Luis Yzaguirre y yo, con nuestros casi 80 años
celebramos nuestra amistad oceánica de medio siglo
cargados del peso pesado de la edad en un bar de Madrid
tomando cañas con unos platos de gambas a la plancha
Tratamos de completar nuestras letras y cifras e historias inacabadas
José Luis inistió en que yo editara mis obras completas al año que viene
cosa que yo no lo haría nunca,
porque nuestra vida y amistad no se completaría nunca
Todo lo contrario, con los años se complementarían y sazonarían más,
con nuevos amores y nuevas lágrimas.
Ya era muy tarde, hora de volver a casa o al cielo,
Antonio insistió en que tomáramos una copa más en un sitio fenomenal.
Y yo les invité a otras copas todavía más hermosas para acabar.
A decir la verdad, no sabemos si volvimos o no volvimos,
sólo que nos despertamos una mañana más clara en otro planeta azul.
(Inédito)
Foto de José Amador Martín
MADRID, MIN
Digo Madrid, Min
porque ha habido una época
muy cerca de la muerte de Cervantes,
muy ambiciosa, ansiosa, envidiosa y gloriosa,
porque Franco se hizo muy generoso
con el tiempo y el espacio.
España, tierra del mar y del bar.
Manos y abrazos, entrañas de la patria,
nunca consonantes, mas siempre
vocálicas como de Alicante, cuando te conocí
Luci, alma mía, que decías en el bar de María Molina
que me amabas y que te amaba yo.
Y nos quedamos en uno de los lugares
donde no quiero acordarme, haciendo cosas.
Dijiste otra vez en qué número quedas
En mi vida de mujeriego, de mujeriego
nunca, en mi vida eres la única
de la extraña que es España, que es el bar y del mar.
Y pienso traducir al coreano ¨Don Juan Tenorio¨,
como tengo traducido al Quijote y Novelas ejemplares.
Lo ridículo es cómo quiero
a tantas personas en un bar con tantas personas,
porque, sabéis, soy polígamo,
quiero decir, ya es un poco tarde.
DIAMANTE
A Luci
Amarte es una montaña
que se levanta cada mañana
con unas manos de azahares
Amarte es presente perpetuo,
infinito, infinitivo
porque estás ahí allá siempre,
no conoces el cambio ni la conjugación.
Cada mañana palpo la carne
de tu amor o de la rosa pasada,
palpo la mano del mar de amar,
verbo del presente etéreo.
Amarte es una montaña
o un diamante amante en su seno
o un anillo que no te he regalado
o una gota de lágrima
hecha diamante
Digo que me quedo igual,
que me apuntaste con la lengua digital
del ordenador que no ordena nada.
Me voy, dije cien veces, sin lágrimas.
Quedamos en paz, salvo
la acequia que se lleva del residuo.
(Inédito)
Foto de José Amador Martín
Foto de José Amador Martín
Darío Villanueva, Yong-Tae Min y Hyosang Lim
Deja un comentario
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.