Alfredo Pérez Alencart con el libro (foto de José Amador Martín)
‘Crear en Salamanca’ se complace en publicar la reseña escrita por Carolina Montilla Navarro, licenciada en Estudios Literarios por la Universidad Javeriana de Bogotá, en torno al libro ‘La órbita poética de A. P. Alencart’ (Hebel, Chile y Betania, España, 2017, pp. 248), obra del notable poeta y filósofo colombiano Jaime García Maffla. Este ensayo es un profundo abordaje en torno a la poesía del reconocido autor peruano-salmantino, profesor de la Universidad de Salamanca y coordinador de los Encuentros de Poetas Iberoamericanos que, desde hace veinte años, se celebran en Salamanca.
El poeta y filósofo colombiano Jaime García Maffla
1.
En los actuales análisis y crítica universitarios de la obra literaria, el libro La órbita poética de A. P. Alencart, de Jaime García Maffla, trae al campo profesional un inesperado signo innovador. Alencart comparte dos mundos, el amazónico del Perú, y el de España, con la tradición de los reinos de Castilla y de León, pues al presente y desde varias décadas pertenece a la vida nacional, intelectual y poética, lo mismo que universitaria de la tradicional ciudad de Salamanca.
Jaime García Maffla (1944), es también poeta y académico, por esencia hispanista, con estudios de Filosofía y Letras, aparte de las lenguas clásicas, y de las distintas vertientes del Pensamiento Poético que nació en Inglaterra en el s. XIX, y en España, por la Filosofía de la Vida de Dilthey, derivó en la Razón Poética de María Zambano. Se añadiría el ser García Maffla un teórico de la poesía, con un libro nacido de su propia experiencia creadora: ¿Qué es la poesía?, libro paradigmático porque no hay en sus páginas cita alguna de otros autores. En Colombia le fue otorgado el Premio Nacional de Poesía.
2.
Primero, y en el pórtico, sitúa J. G. M., a Alencart como un poeta de Hoy, por el giro de 180 grados que todo ha dado en el mundo, desde la mente humana hasta las axiologías y las finalidades, con la utilización del individuo por la tecnología, que le pide al poeta una distinta expresión desde otros también distintos y contrarios motivos. Ahora bien, aquello que con la obra de Alencart hace García Maffla es seguir su propio camino de interiorización de un mensaje con su equivalente en los recursos expresivos del autor, igualmente innovadores desde la dirección de sus temática y mensaje, sólo que trazando los senderos para que el lector se construya en y por ellos, o desde la obra completa adquiera una nueva visión de lo poético y de ese “hacer el poema”, que hoy exige cambios ante los recursos que le venían del más inmediato pasado.
Portada de ‘La órbita de A. P. Alencart’
Por esta vía García Maffla deja, en el inicio de su trabajo, “Un inicial y obligado excurso: el método. Será lo que llamaría quien esto escribe unión de lo analógico y de lo antitético, en la conciliación de los opuestos, si ésta no implica una supresión de las oposiciones, también la creencia de que los reflejos acaso guían mejor que las luces, que apuntan a un lugar previsto o a él llevan”. Y deja como línea que subyace a su composición, el uso en Alencart de Las tres voces del poeta, fijadas así por T. S. Eliot: “La primera voz es la del poeta que se habla a sí mismo. La segunda es la del poeta que se dirige a un interlocutor, a un individuo o a un público. La tercera es la del poeta que hace hablar en verso a una figura dramática inventada por él”.
Y García Maffla sigue el cumplimiento que de esta jerarquía hace Alencart en un especial saber configurador del lenguaje, por las tensiones o fuerza del motivo y porque toda emoción del ser humano está situada. Se podría añadir que hoy ninguna emoción humana tiene sitio… Las hojas de la selva y las puertas de los más emblemáticos templos, claustros o plazuelas; frutos de árboles y campanarios, los unos para el vuelo y los otros para el rezo. Todo acto del hombre es situado por Alencart en igual jerarquía… De sus trabajos, dos poemarios atravesados por la figura de M. de Unamuno, uno sobre Cristo y el otro sobre Don Quijote, aparte de títulos como Cartografía de las revelaciones o Prontuario del infinito. Y los menciono porque en su interior el mismo Alencart hace las digresiones explicativas y traza los senderos de escritura, lectura y recreación por el lector, si como más alto motivo están el amor, el sacrificio y la donación.
No incluye los poemas en la cronología en que fueron creados, sino que los aísla y distancia, para que en la ilación de un haberse adentrado en ellos, éstos mismos tracen los lazos de sentimiento, visión, motivo vital y atmósfera poética. Ellos van atrayéndose e explicando sus interpretaciones.
Contraportada de ‘La órbita de A. P. Alencart’
3.
Desde otro horizonte existe efectivamente un habla directa en poesía, dice García Maffla: “Abordar un trabajo en el reino de lo poético, que de la poesía pasa al poema, es ir a lo que antecede y a lo que lo precede, desde lo no haber sido aún creado, pero que existe ya, al esplendor de estandartes y códices, tanto en el espíritu como en la naturaleza; de uno y otro se da el necesario tránsito a la historia humana, entre escenarios, avatares o lances, aleteos de seres con su anécdota y cielo; pero más entre las formas de la cultura y de la mirada que el ser humano hace de y hacia sí mismo, como al mundo en torno. Y está para el poeta la propia sensación de su temporalidad en el Ser”. Una obra que toma los tópicos efímeros para enaltecerlos, y los más graves y altos, los consagrados e intocables para hacerlos familiares.
Leemos por este libro la poesía toda de Alencart como fragmentos que fueran encajando en un ideario a la vez que en una experiencia y en un ideal claramente espiritualizadores, aún religiosos y agonizantes. Pero a su lado está el dramático mundo del trabajo, de la injusticia y del sacrificio, siempre enmarcados por el amor en sus dos formas, la una universal y la otra en la amada real e inmediata a él.
Y hace acto de presencia lo innovador de su léxico, hacia una espontaneidad que tiene como norte los rompimientos con la versificación tradicional, de su sistema de asociaciones de palabras a las cuales el lector puede dar muchos inéditos significados, y por ellas cuestión al lenguaje todo. Hay poemas lacónicos y poemas en los cuales demuestra su capacidad para desarrollar el motivo poético, así como fragmentos de confesión personal acerca del modo de ser, significado de los episodios y de sus escenarios, de cuanto los rodea, nacimiento y destino de sus composiciones.
Poeta, Alencart, innovador desde dos tradiciones y en la convivencia de dos parajes en su sentimiento, el de lo salvaje en pureza, y desde la decantación de la Edad Media, que no lo vuelven ni a lo lejano ni a lo pasado, pues tiene el poder, la facultad de actualizarlos en su decir que mira hacia aquello por lo cual ha sido formado íntimamente, lo cual lo lleva a una futura y actual fuerza de vivir e interpretar la vida.
Otra imagen de Alencart con el libro escrito por Maffla (fotografía de José Amador Martín)
5.
Casi también hay o se cumple lo místico en muy alta decantación, pues tiene cerca a Teresa de Ávila y a San Juan dela Cruz, pero igualmente a Don Quijote y a Miguel de Unamuno, con hispanoamericanos César Vallejo o Emilio Adolfo Westphalen, y los sonidos de su selva amazónica, que para él resuenan en la piedra ancestral de Salamanca y en el interior de todo corazón.
6.
Cada análisis de un poema de Alencart es una introspección de su origen no expreso, así como de su destino abierto a todos los parajes del mundo y del hombre interior y exterior. Sigue la unión de música e imagen al lado de un mensaje directo y claro, profundamente humano siempre, y también necesario en cuanto a lo eterno o a lo atemporal. Pero igualmente a lo tangible y visible.
En el inicio del libro dice García Maffla: “Volvería en este renovado venir mío a la poesía de Alfredo Pérez Alencart. A preguntarme: ¿cuáles, cuántas voces, presencias hay dentro de sus más íntimos registros, del saber de su estar, su habla, fe, oírse y oír?”.
Y añade: “Un haber éste de presencias que lo será de presencias que lo será por acogida de direcciones del espíritu, sentimientos, miradas y certezas, emociones, sufrimientos, en el seno de la más entrañada verdad, todo entre su tenso y pródigo sentir; un último fondo –en silencio habrá- que a la vez reclama y da sentido, savias del alma a las cuales abraza, aún destinos y fueros con la afirmación de sus más vivas fidelidad, fuente de creación, de vida y y entrega”.
De aquí la exégesis que García Maffla ha hecho de Alencart, aunándose con sus palpitaciones, en la visión de estar envueltos ya en una redefinición de lo humano por la Ingeniería genética…Y en uno o muchos y distintos pasajes ejemplifica el centro de gravedad de su creación en verso, si en el libro hay una declaración de principios de espiritualidad como razón de vida:
Muy despacio
trabajas el alma
para que tu creación
se cumpla
suficientemente fiel
o como si fuera
otra cosa,
sombra de tu sombra
y eliges sílabas nuevas,
porque no te falla
la memoria
de una lección antigua.
Esta será tu ofrenda,
la que dentellee
a los corceles
de cualquier olvido.
Vista de Salamanca (Foto de José Amador Martín)
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