“ESPOSA DE MI ATARDECER”: LA POESÍA LÍRICO-AMOROSA DE A. P. ALENCART. ENSAYO DE GEORGE REYES

 

 

1 Antología y manos de A. P. Alencart (fotografía de José Amador Martín)

 Antología y manos de A. P. Alencart (fotografía de José Amador Martín)

Crear en Salamanca publica con satisfacción este ensayo inédito que, en torno a la antología ‘Una sola Carne’, ha escrito el poeta, ensayista y editor George Reyes (Los Ríos, Ecuador, 1960), residente en Ciudad de México. Reyes posee un bachillerato, una licenciatura y dos maestrías en Teología. Su poesía ha recibido reconocimientos y ha sido incluida en antologías internacionales impresas y virtuales Ha publicado los poemarios ‘El azul de la tarde & Dama3Lunas’ (Santiago de Chile, Chile: Apóstrophes Ediciones, 2015) y ‘Ese otro exilio, esa otra patria’ (Hebel Ediciones, Santiago de Chile, 2016). Es editor de  la antología poética Nuestra Voz (Buenos Aires, Argentina: Editorial Tersites, 2015), miembro del Movimiento Poetas del Mundo y consta en la Enciclopedia de la Literatura en México, FLM-Conaculta.

 

 

2 El poeta Alfredo Pérez Alencart (Foto de Ricardo Sánchez)

  El poeta Alfredo Pérez Alencart (Foto de Ricardo Sánchez)

 

            “ESPOSA DE MI ATARDECER”: LA POESÍA LÍRICO-AMOROSA

DE ALFREDO PÉREZ ALENCART

Una sola carne (Antología amorosa 1996-2016)

Selección y notas de Carmen Bulzan

 Ediciones Diputación de Salamanca 2017

 

       No tengo el gusto de conocer personalmente a Alfredo Pérez Alencart. Pero me inspira la confianza de un amigo fiel de muchos años y de un poeta creyente honrado y, como pocos, con voz poética propia, cuyo aporte a la poesía hispanoamericana es indiscutible. Me siento privilegiado de compartir estas líneas sobre su reciente antología poética Una sola carne; esta es una antología que, al aproximarse hermenéuticamente a ella como lo que es ―una sólida obra de arte lírico― se hace realidad lo que el célebre hermeneuta alemán H. G. Gadamer piensa de la experiencia estética como experiencia verdadera que transforma a quien la experimenta.

 

       Efectivamente, Una sola carne produce en el lector una deliciosa experiencia estética transformadora semejante a la de la obra bíblica sapiencial  Cantar de los cantares, poemas de amor con elementos dialogales líricos, que ha planteado desafíos para la exégesis bíblica, pero que la cristiana protestante en general ve en ella una intencionalidad autoral literal, es decir, una expresión del amor erótico humano entre dos de sus tres personajes protagónicos, el Amado y la Amada, en la que los sentidos corporales y la loa de las distintas partes del cuerpo juega un papel importante (1). Con todo, ambas obras son capaces de ir más allá del sentido literal y llegar respectivamente al tipológico ―desafiado por la exégesis literalista― y el metafórico y simbólico artístico que es la esencia de toda obra de arte; pero con ellas hemos de evitar algo demasiado común hoy: matar al autor/redactor, asignándole a su obra una vorágine de sentidos inventados que tienden ser una proyección de los propios ídolos. Consciente de este desafío, procuraré un acercamiento breve y selectivo de nuestra antología, excusándome de lo que se nos escapa de su inmensa poesía y profundidad.  

 

3 Alfredo Pérez Alencart y Jacqueline Alencar (foto de José Amador martín)

Alfredo Pérez Alencart y Jacqueline Alencar (foto de José Amador Martín)

 

         La estructura de la obra es de cuatro partes relacionadas una con la otra. La primera, “Amoris causa”, es una oda en la que el sujeto lírico canta retrospectivamente a la que habría de ser su esposa del atardecer y con quien establece un diálogo: ¡Humedece la soledad que me resta / y hazte adorablemente ágil / para agasajarte a destajo!  Ella responde: “Mi Amado es benevolente,/mi Amado me arrebata, / mi Amado viene para que yo siga,/mi Amado me remoja en los calores de la tarde/…, y él vuelve a cantarle: Por Ti luce entero el Árbol,/ estremeciendo la Flor / que custodia, el fruto constante del Amor en comunión. / Estando con Ella, no quiero ningún destierro, /… Amas ultrahumanamente, sin límites, como la música/del universo / …Te perpetúas en la antelación de la alegría / y asciendes, porque tu Unidad sabe la fórmula / de diáspora y deslumbramientos. / … ¡Oh Dios, qué desnudo afán el de este Amor / avanzando eterno, dándose así, tan pródigo! / ¿Qué savias vas donando? ¿Qué otras luciérnagas te rondan?

 

      La segunda parte, “Justamente así”, es un canto testimonial desde un contexto ya marital: Cumplo con gozo/esta ley del Amor que de nuevo / me bautiza. / Porque el hombre resiste/y se hace fuerte / en el Amor/…

Estaba escrito

que cayera prisionero

de ti.

A medianoche,

cuando te ciñen mis manos,

una luciérnaga

anota en lo oscuro

el nombre del Amor.

 

    En esta etapa, el éxtasis del misterio del amor lo eleva, sintiéndose vivir en el cielo:

 

AQUÍ ES EL CIELO

 

En este campo de amapolas

voy orando por nuestras vidas.

Entreabre tus brazos,

amada esposa (días

y noches, noches

y días).

 

 

4 Jacqueline Alencar, por el poeta Enrique Gracia Trinidad)

Jacqueline Alencar, por el poeta Enrique Gracia Trinidad)

Y ahora no amanece solo: “Enfrente de mí el perfil bellísimo, la joven que llegó del país vecino para cambiarme la existencia, para quitarme el sueño y dejar huellas de su tacto. Un día tocaron a la puerta. Era ella, vaticinando amor con su cuerpo inmaculado. ¿Dónde estabas, centro de lealtad donde me cobijo? Mi sangre pedía plebiscitos. Paciencia sugerían sus grandes ojos. Ya no amanezco solo”.

 

La tercera parte, “Mujer de la mañana”, está compuesta de textos densos y de excelsitud poética, con los que el poeta renueva su juego seductor y su oda a esa mujer a quien nombra como la estación donde todo florece amable, cuyo amor le inventa pulsaciones que le son hasta ahora desconocidas. Este “amor que le llega de atrás” lo impulsa a ofrecerle versos a prueba de amarguras, versos de fresca resonancia becqueriana y cervantina respectivamente, con lo cual confirma que la poesía es también confesión: Pero poesía es tu virtud, tu memoria, tu paciencia…/ Pero poesía es tu cuerpo, la muestra mayúscula / donde el mundo tiembla si mis dedos rozan piel canela:../. En su poema “peticiones a Dulcinea” el poeta le canta mediante un conjunto de frases fundadas en el ritmo que provoca expectación:

                            Juntemos nuestros labios bajo el aire de Castilla.

                            Dejemos que Sancho crea que me engaño,

                            que veo visiones donde sólo existe una aldeana.

                            La sombra del tiempo invierte el balbuceo de la historia

                            y concede trofeos a quien abre amplias brechas

                            en la frontera de las certezas cotidianas.

 

     “Esquirlas”, es la cuarta y última parte de la obra. Y esta consiste en un conjunto de aforismos que forman parte del inmenso mundo estético de la obra, aunque con cierto sesgo lineal y conceptual abierto. Es con ellos que la obra alcanza el culmen y con los que el poeta continúa su derroche poético amoroso porque “A fuerza de sentir, lo amado no atardece”; es también con ellos .que entra en el campo hermenéutico al expresar su filosofía sobre el amor erótico humano como don divino; este amor no nace de la arbitrariedad egoísta humana ni de su caos o excesos perversos ni de una perspectiva dualista platónica que separa lo material (cuerpo) de lo espiritual (alma) con el resultado de una concepción de lo material y sus actividades como temporales, pecaminosas y malas; este amor nace de la voluntad divina integracionista manifiesta en la revelación bíblica; es esta voluntad la que al poeta también le garantiza el amor de su “esposa de mi atardecer”.

 

5 Alfredo Pérez Alencart, por Enrique Gracia Trinidad

Alfredo Pérez Alencart, por Enrique Gracia Trinidad

 

         Debido a lo anterior es que el poeta plantea su desavenencia: “Descreo de quienes presentan la sexualidad como símbolo de desvergüenza. También de los otros, rayanos en el exceso y en los lindes del desplacer. Lo sexual para el ser humano no debe ser una candente excentricidad, sino una inseparable y cotidiana muestra de estar vivo. Encarnarse con la amada: “He ahí un legado que no confunde ni al espíritu”. “¡Estémonos sin rubores estos instantes livianísimos!”

 

       Cada una de esas cuatro partes está encabezada por epígrafes bíblicos y propios. Y todas ellas enmarcadas por dos poemas que sirven respectivamente de introito y conclusión. Es como si el poeta quisiera semióticamente recalcar e indicar la razón del vuelco de todo su yo lírico en la obra en general, al cual el lector lo ve un tanto dramatizado y embriago no de prosaísmo frustrado que mira las contingencias y cotidianidades del mundo moderno desde un molde socioeconómico ideológico, si bien la poesía es capaz de revelar al mundo y crear otro; el lector ve a ese yo lírico embriagado de poesía y amor, pero lejos del individualismo, el narcisismo, lo vulgar  y la cursilería.

 

      Y la razón lírica es su “esposa de mi atardecer”, nombrada bellamente mediante los elementos que constituyen la esencia misma de la poesía y, según algunos, del lenguaje como son la metáfora y el símbolo; esencia capaz no solo de develar el inconsciente, sino también de extender el significado de los versos a diferentes niveles, aunque no infinitos; con gran belleza lírica dice el poeta: “¡Besémonos largo, esposa de mi atardecer!../ ¡ah, linda mitad mía, / esposa de mi atardecer, fresca flor viva!../ ¡Todo nos ampara, esposa de mi atardecer!”.

 

6 Una sola carne (Cartel presentación Feria del Libro de Salamanca)

Una sola carne (Cartel presentación Feria del Libro de Salamanca)

 

       Su poesía se profundiza en cada parte, aunque frecuentemente tiende a alivianarse su ritmo o musicalidad interna; avanza mediante un lenguaje poético metafórico y simbólico e imbuido de fe cristiana. Es un lenguaje que combina equilibradamente la imaginación poética y el sentido del verso gracias a lo cual el poeta no queda escondido en un hermetismo desolado; el poeta se expone, manifestando su ser en el lenguaje, la casa del ser, como afirmara la filosofía lingüística occidental.(2) ¿Ese es su fin, o es su estilo? Quizá ambas cosas.

 

       La poesía lírico-amorosa de Pérez Alencart, en suma, es una poesía con reminiscencias bíblicas que procura evocar los poemas, las loas y el diálogo de la obra bíblica ya mencionada. El lirismo se matiza con el amor sensual con el que alcanza un excelso pulso lírico poético global, consiguiendo así el fin propio de toda verdadera poesía: producir una experiencia poética transformadora en el lector que, mediante la lectura atenta, la recibe y revive de veras; pero también elevar el poema a un nivel de analogía, convirtiéndolo, como decía Octavio Paz, en un caracol donde resuena la música del mundo y la voz del pueblo. Es que, siendo el poeta él, interiorizándose con honradez, su poesía y su esencia ―“esposa de mi atardecer”―  se vuelven universales.

7 La antóloga Carmen Bulzan, traductora de Una sola carne al rumano

La antóloga Carmen Bulzan, traductora de Una sola carne al rumano

 

 

NOTAS

 

 

(1) Es claro que lo que diferencia la obra bíblica de la de nuestro poeta es que aquella posee un estatus ontológico y despliega un poder transformador singular en el lector.

(2) La literatura sicoanalítica afirmará que el ser radica en el hombre y su inconsciente yaciendo oculto en la siquis.

Ciudad de México, junio de 2017

 

8 El poeta George Reyes

El poeta George Reyes

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