Darío Villanueva, en la sede de la RAE
Crear en Salamanca tiene la satisfacción de publicar esta entrevista realizada por Manuel Quiroga Clérigo. (La siguiente entrevista con Darío Villanueva fue realizada hace algunos meses habiéndose ido dilatando su publicación por algunas cuestiones de ajuste, como el de querer incluir en la misma el tema de la lengua inclusiva, lo que no pudo llevarse a efecto por problemas de agenda del entonces Director de la RAE, quien el 4 de septiembre de 2018 manifestó su deseo de no presentarse a su reelección. Finalmente el 20 de diciembre una votación entre los miembros electos de la Docta Casa confió su Dirección al jurista y experto en Derecho Público y en Derecho Administrativo cordobés D. Santiago Muñoz Machado, quien había sido elegido el 13 de diciembre de 2012, tomando posesión como académico el 26 de mayo de 2013 con su discurso sobre “El itinerario de la libertad de palabra”. Creemos que, pese a este relevo en la dirección de la Real Academia de la Lengua, siguen siendo de interés para todas las palabras de D. Darío Villanueva que ofrecemos a continuación).
Nacido en Villalba (Lugo) el 5 de junio de 1950, Catedrático de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada en la Universidad de Santiago de Compostela, de la que fue Rector entre 1994 y 2002, Darío Villanueva fue elegido Director de la Real Academia de la Lengua Española el 11 de diciembre 2014, tras haber sido su Secretario desde el año 2009 como Académico de Número habiendo ocupado el sillón “D” desde 2007.
Su toma de posesión como Director de la Docta Casa tuvo lugar el 8 de junio de 2015 con “El Quijote antes del cinema”, discurso que fue respondido por el editor y poeta Pere Gimferrer.
Su infancia transcurrió en Luarca (Asturias) donde su padre era juez, estudió el bachiller en Lugo y, en 1970, fijó su residencia en A Coruña. Lleva más de 40 años escribiendo en revistas generalmente especializadas en literatura y, además, destaca su labor como crítico literario en el suplemento “El Cultural” del periódico “El Mundo”. Entre sus varias e interesantes publicaciones destacamos “El Jarama de Sánchez Ferlosio: Su estructura y significado. 1973, 2ª edición corregida, 1994, Universidad de Santiago de Compostela e “Imágenes de la ciudad: poesía y cine, de Walt Whitman a Lorca, 2015, Ediciones Cátedra. En 2011 llevó a cabo la edición y prólogo de las “Obras completas de Elena Quiroga”, publicadas en papel biblia por Biblioteca Fundación Castro de Madrid.
Ha sido Profesor Visitante en la Escuela de Español del Middleby College (Vermont),1987, de la Universidad de Boulder en Colorado en 1988 y 1993, formando parte de su claustro como Catedrático Emérito desde 1989, y Profesor de la Universidad de Borgoña (Dijon) en 1989 y 1991. Es Presidente de la Sociedad Española de Literatura General y Comparada, Asociación Internacional de Hispanistas, Miembro de la Asociación Española de Teoría de la Literatura (ASETEL), que presidió de 1996 a 2001, de la Asociación Internacional de Hispanistas, la Sociedad Española de Semiótica y de la Twentieth Century Spanish Association of América. Ha recibido importantes distinciones como la Insignia de Oro del Grupo Compostela de Universidades, la de la Orden Nacional del Mérito de Ecuador en 2001 con Grado de Oficial y la Medalla de Oro Castelao en 2005 y es Miembro de la Fundación Xaime Quesada Blanco.
Nos parecía de interés conversar con Darío Villanueva a fin de conocer de primera mano la labor de una institución de tanta relevancia como la Real Academia Española de la Lengua:
-¿Cómo se elige y cuál es la función del director de la Real Academia Española?
El Director de la RAE lo elige la corporación entre sus miembros de número y su función es, simplemente, presidir la Academia a todos los efectos.
-¿Qué futuro tiene una institución con más de 300 años de antigüedad y con un alto porcentaje de hablantes en todo el mundo?
La longevidad que acreditan esos 304 años de vida, sin interrupción, mediando cambios políticos, sociales e incluso guerras, promete un futuro que obligará, eso sí, a nuevas adaptaciones, por ejemplo, a todo lo que significa la sociedad digital.
-¿Cómo se llevan las señoras y señores que componen la RAE en el sentido de acordar criterios, crear controversias positivas, aducir teorías diferentes en torno al uso del español, la inclusión de nuevas palabras, etc.?
La RAE en su funcionamiento interno hace gala de unas formas corteses y discretas para discrepar. Si algún miembro de la corporación rompiera con esta cultura académica se encontraría solo en el intento.
-¿Qué criterios siguen los académicos para ocupar los sillones que quedan vacantes?
Somos conscientes de que el número de personas dignas de esa distinción es muy superior al de las plazas disponibles. Por una parte, se ha de tener en cuenta el currículo de los candidatos, que como reza el reglamento de la RAE deben acreditar «una sobresaliente calidad en el uso de la lengua española» y méritos destacados «por su creación literaria o por sus conocimientos científicos». Pero también cuentan, y mucho, las necesidades de la Academia en cada momento, para que el perfil de cada uno de sus miembros contribuya al cumplimiento de los objetivos que la corporación se plantea.
-¿Obedece a algún motivo, o son simples cuestiones del momento político-social del país, para la existencia o falta de académicos de índole religiosa (como es la existencia de obispos), militar, empresarial, política…?
En este momento hay plazas cubiertas por académicos que cubren un amplio espectro de especialidades, además de la militar y la empresarial que se mencionan. No contamos actualmente, sin embargo, con académicos procedentes de la política o de la Iglesia, pero no por ninguna razón de fondo, sino de coyuntura.
Biblioteca de la RAE
-Lo mismo cabría preguntar por las tendencias políticas de académicas o académicos: ¿existe alguna prevención concreta en contra, o a favor, a la hora de elegir nuevos académicos?
La respuesta a esta pregunta es muy fácil: las tendencias políticas no tienen ninguna influencia en la elección de los académicos. La RAE, en este sentido, está por completo al margen de este tipo de consideraciones.
-¿Se ha dado algún caso, por motivos políticos o de otro tipo, de suspender o anular la condición de académico a alguien a través de la historia?
Sin duda. El régimen franquista decretó que la RAE privara de su sillón a los académicos republicanos en el exilio. No se hizo caso de tal imposición, de modo que se mantuvieron dichos sillones sin cubrir hasta el regreso en democracia o el fallecimiento de sus titulares. Caso excepcional fue el de Salvador de Madariaga. Fue elegido académico en 1936 y tomó posesión de su plaza en 1976, cuarenta años más tarde, una vez iniciado el proceso de transición hacia la democracia. Falleció en 1978.
-¿A qué obedece la existencia de determinados sillones, y no otros, en lo referente a su número, denominados con letras mayúsculas o minúsculas?, ¿puede ampliarse, y en qué caso, ese número?
Obedece a las sucesivas ampliaciones del número de académicos en función de las necesidades de la propia Academia. Los fundadores fueron ocho. Enseguida se incrementó el número para poder elaborar el primer diccionario, cuyo tomo inicial de los seis de que consta la obra apareció en 1726, trece años después de la fundación. A cada sillón se le dio una letra inicialmente mayúscula del alfabeto, y luego se siguió con las minúsculas, que no están todas. Los primeros estatutos de la corporación, que datan de 1715, fijaron en veinticuatro las plazas de la corporación, designadas con letras mayúsculas del alfabeto. Las minúsculas vinieron después, con la ampliación de las «sillas» en años posteriores. Las plazas académicas son vitalicias y solo ocho letras del alfabeto no tienen —ni han tenido en el pasado— representación en los sillones de la RAE: v, w, x, y, z, Ñ, W, Y. El número se podría ampliar si los estatutos se cambiaran.
-¿Pueden convivir razonablemente, pongo por caso, una catedrática de física con un corresponsal de guerra, un novelista con un obispo (como fue el caso de Tarancón), un poeta con un novelista o un catedrático de literatura…?
Claro, como conviven en la vida misma.
DICCIONARIO DE LA RAE REAL ACADEMIA ESPANOLA OPINION
-¿Existe un número suficiente de académicas o académicos dedicados exclusivamente a la lexicografía, al estudio de nuevos modismos, a los cambios gramaticales, etc.?
Así es. Todos los académicos trabajan en diversas comisiones que examinan las propuestas de enmiendas y de adiciones de vocabulario antes de decir sobre su aprobación e inclusión en el Diccionario. Las comisiones tienen la misión de elaborar las propuestas que posteriormente examinará el Pleno. Los académicos están divididos en las siguientes comisiones: «Comisión Delegada del Pleno y para el Diccionario», «Comisión de Ciencias Sociales, «Comisión de Vocabulario Científico y Técnico», «Comisión de Ciencias Humanas», «Comisión de Cultura» y «Comisión de Neologismos».
-¿Con qué aparato administrativo y de filólogos, gramáticos, etc, cuenta la RAE para apoyar a las académicas y académicos?
La RAE cuenta con una plantilla de ochenta y cinco colaboradores. Son filólogos, lingüistas, bibliotecarios, periodistas, ingenieros informáticos, conservadores y personal de administración.
-¿Cómo ha sido posible que desde 1713 las mujeres que han ocupado sillones en la Docta Casa hayan sido tan escasas? Incluso en el último siglo parece que ha habido una actuación de los varones limitando, o ignorando, la entrada de féminas. En los últimos tiempos tal vez lo hubieran merecido, con independencia de sus preferencias políticas, Emilia Pardo Bazán, Concha Espina, Clara Campoamor, María de Maeztu, Ana María Matute, Carmen Martín Gaite, Mercedes Salisachs, Esther Tusquets. De las autoras vivas todavía hay tiempo…
Esta observación es absolutamente cierta. Sin embargo, las cosas empezaron bastante bien. En el siglo xviii se incorporó a la RAE doña Isidra Guzmán de la Cerda. Pero esta presencia lógica de la mujer no tuvo continuidad. En el siglo xix, cuando Gertrudis Gómez de Avellaneda solicitó entrar, con méritos sobrados para ello, se le contestó con un argumento risible: que en los Estatutos de la RAE no se contemplaba la presencia de académicas. ¡Tampoco se prohibía! Lo malo es que, cuando, años después, una de las figuras más importantes de la literatura y la intelectualidad española, Emilia Pardo Bazán, se postuló como académica, recibió la misma respuesta. Una disculpa de mal pagador. Fue en 1979 cuando entró la primera académica: Carmen Conde. Por cierto, la primera mujer en ingresar en la Academia francesa fue Marguerite Yourcenar un año más tarde, en 1980. En la RAE el último ingreso ha sido el de María Paz Battaner. En la actualidad, son ocho las académicas, de las que seis han sido elegidas entre 2010 y 2015: Soledad Puértolas, Inés Fernández Ordóñez, Carme Riera, Aurora Egido, Clara Janés y la propia Paz Battaner.
Don Felipe, con el director de la Real Academia Española, Darío Villanueva
-¿Existe una buena sintonía entre la RAE y el Instituto Cervantes o instituciones afines como el Instituto de España, la Academia de Roma, y las sedes en los diversos países de dichas instituciones?
La RAE pertenece al Instituto de España junto a otras ocho reales academias. En este momento, el director de la RAE es vicepresidente del Instituto de España. En cuanto al Instituto Cervantes, la armonía es total, así como la complementariedad. Ellos se dedican sobre todo al español donde no se habla español y nosotros nos ocupamos del español donde se habla español.
-¿Qué relación tiene la Real Academia con los conocidos como académicos correspondientes de todo el mundo?
Recurrimos a ellos como colaboradores en todo lo que la RAE precise, y los correspondientes están informados de todo lo que la RAE hace y pueden participar en nuestros plenos como los miembros de número.
-¿Y en el sentido, digamos, endogámico, cómo es la relación real con las distintas academias de la lengua española?
La relación es excelente. Con la creación de la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE) en 1951, comienza a desarrollarse una política lingüística que implica la colaboración de las veintitrés academias de España, América, Filipinas y África, con el fin de fijar la norma común sobre léxico, gramática y ortografía para todos los hispanohablantes.
-¿Y con las academias o instituciones de las lenguas distintas al castellano como pueden ser no solo el euskera, gallego y catalán y aranés, sino también con la llingua asturiana, el habla guanche, el castúo, las variantes como el gallego del Bierzo, las de las Islas Baleares y Valencia, el habla andaluza que defiende Vaz de Soto o utilizan los Álvarez Quintero y Muñoz Seca, y las expresiones fronterizas con el idioma portugués, tanto de Galicia como de León, Extremadura, Andalucía?
Fundamentalmente nos relacionamos con las academias de lenguas cooficiales en el Estado Español. En junio pasado, por ejemplo, firmamos un nuevo convenio con el Institut d’Estudis Catalans, que es la academia de esta lengua.
Sede de la RAE
-¿Existen contactos, digamos, constructivos con las academias que tienen base o raíz latina como la italiana, brasileña, rumana, portuguesa/brasileña?
Sí. Yo mismo soy correspondiente de la Accademia della Crusca, la más antigua de las europeas pues data del siglo xvii. Con los rumanos intercambiamos sobre todo publicaciones. Y muy especialmente estamos en contacto con la brasileña, que ya es una academia centenaria. La que la dirigía cuando el centenario, la escritora de origen gallego Nélida Piñón, es correspondiente nuestra. Y en fechas próximas nos visita en nuestra sede el nuevo director, Marco Lucchesi.
-En ese mismo sentido, ¿cómo se asumen las particularidades lingüísticas de las distintas autonomías, incluso las que comporten el castellano en connivencia con su lengua propia?
Se asumen plenamente de acuerdo con la Constitución española de 1978 y su desarrollo en los distintos Estatutos de Autonomía y Leyes de normalización lingüística.
-¿Qué relaciones existen entre la RAE, la Casa Real, el Congreso de los Diputados, el Senado, Gobierno, las diputaciones, autonomías, ayuntamientos, la Bolsa de Comercio, el sistema bancario, las grandes empresas?
Con todas esas entidades tenemos relación constante y fructífera. Sería prolijo explicitarlas todas. Pero una mención especial merece la relación con la Casa Real, que viene de la propia fundación de la Academia en 1713. Nació como una iniciativa de lo que hoy llamamos «sociedad civil». No fue, pues, una iniciativa de la Corona ni del gobierno (entonces, el Consejo de Castilla), sino de ocho ilustrados reunidos en la casa del marqués de Villena. Pero cuando se comunicó al rey Felipe V, este la puso bajo su protección en 1714. El rey ostenta según la Constitución el patronazgo de todas las reales academias, de las que la primera fue la RAE. Felipe VI preside la Fundación pro RAE que se constituyó hace veinticinco años gracias al definitivo apoyo otorgado por don Juan Carlos I. El rey y la reina Letizia presiden con frecuencia actos de la RAE y desde 2016 participan en un pleno académico.
Foto 8
Salón de Plenos
-¿Cómo ve la sociedad en general la función de la RAE?
Quizá no sea yo la voz más indicada para responder a esta pregunta, pues soy juez y parte. Como director, tanto en España como en los países hispanohablantes, percibo que la Academia tiene entidad de institución reconocida como tal, en lo que toca a un asunto que concierne a todos: la lengua que hablamos. Por supuesto, esa misma axialidad de la RAE suscita a veces críticas sobre sus decisiones.
-¿No sería posible que la Real Academia pudiera tener capacidad coercitiva cuando se dan casos flagrantes de mala utilización o mal uso intencionado del idioma por personas, grupos, instituciones, etc.?
Cuando en 1713 se creó, se discutió mucho el lema. Triunfó el que pervive hasta hoy: «Limpia, fija y da esplendor». Pero con él compitió otro que tiene que ver con esta pregunta. Era, ni más y menos, «Aprueba y reprueba». Por suerte no triunfó. Faltaba más de un siglo para la creación de la Guardia Civil… Discúlpeseme esta ironía: una academia solo tiene la fuerza del estudio y la argumentación, nunca de la coerción que con toda legitimidad exigen las leyes civiles y penales.
-¿Existe una buena relación entre la RAE y sectores como el cine, el teatro, el deporte, la política, la diplomacia o la prensa, por ejemplo, con independencia de que existan, o no, académicas o académicos de alguno de estos sectores?
Sí. Tenemos convenio con la Academia española de la Publicidad. Contamos con la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas para el premio Borau-RAE al mejor guion escrito en español. Las relaciones con la prensa son especialmente intensas. Y el director de la RAE, que preside a la vez la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE), viaja siempre con el apoyo de nuestras embajadas y el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación. La AECID es colaboradora fundamental de la RAE y la ASALE, así como también la Fundación Carolina.
-¿Cómo se comportan los jóvenes, los universitarios, los adolescentes, los deportistas, etc., ante la actuación de la RAE: la conocen, acuden a sus actos, estiman sus decisiones, acatan su normativa, aprecian su labor social?
No puedo contestar con criterio: no conozco a todos los jóvenes.
-¿Existe preocupación en la Real Academia por temas que afectan a los novelistas, lingüistas, profesores en general, comentaristas que tienen a la lengua como protagonista, en el sentido de apoyarles, proteger sus derechos, darles una visibilidad social?
Sin duda. Un ejemplo: apoyamos totalmente las gestiones de CEDRO, que preside la académica Carme Riera, para regularizar las pensiones de los escritores, intelectuales y académicos que perciben a la vez ingresos por derechos de autor.
-¿Cómo se ve desde la RAE la labor de profesores, educadores, padres en el inicio del aprendizaje de los niños y jóvenes del español, tanto en España como en los países que hablan nuestra lengua?
Es fundamental. Siempre que puedo, como ahora, insisto que la fuerza de las academias a favor del idioma es menor que la de la educación y los medios de comunicación.
-Sigue existiendo una confusión entre la denominación de español y castellano, al menos en determinados países de la América hispana, ¿cuál sería la más adecuada y por qué?
La Real Academia Española considera que son sinónimos los términos castellano y español para designar la lengua común de España y de muchas naciones de América, y que también se habla como propia en otras partes del mundo. Según se explica en el Diccionario panhispánico de dudas, el término español puede ser más recomendable por carecer de ambigüedad, ya que se refiere de modo unívoco a la lengua. Asimismo, es la denominación que se utiliza internacionalmente (Spanish, espagnol, Spanisch, spagnolo, etc.). El término castellano inicialmente se refería al dialecto románico nacido en el Reino de Castilla durante la Edad Media. La Constitución de 1789 resolvió el asunto con una fórmula muy sutil: «El castellano es la lengua española oficial del Estado», para no discriminar las otras lenguas cooficiales en sus respectivos territorios autónomos, como el catalán, el gallego o el vasco.
-¿Puede influir la RAE en las nuevas tendencias, modificaciones lingüísticas, habla popular, etcétera?
Los dueños de la lengua son sus usuarios, sus hablantes. La RAE y la ASALE hemos contribuido históricamente a su estudio y a la elaboración de los grandes códigos de la lengua, que han permitido hasta ahora mantener su unidad esencial en todo el ámbito hispanohablante: diccionarios, gramáticas y ortografías. Esta misión de las academias, compartida por las veintitrés corporaciones que forman la Asociación de Academias de la Lengua (ASALE), se ha plasmado en la llamada «política lingüística panhispánica», que ha dado grandes frutos y con la que seguimos comprometidos.
-¿Siguen habitualmente las prescripciones de la Real Academia los periodistas, profesores de todo tipo, conferenciantes, novelistas, poetas?
Los periodistas, profesores, conferenciantes, novelistas y poetas, que usted menciona, conceden importancia al buen uso de la lengua y a la correcta aplicación de las normas ortográficas.
-En ese sentido, ¿es útil la Fundación del Español Urgente como medio para detectar nuevas palabras que sean susceptibles de incluirse en el Diccionario o la adaptación de extranjerismos diversos en el habla corriente, como es el caso reciente de la inclusión de aporofobia?
Con la Fundación del Español Urgente BBVA (Fundéu), que, como director de la Academia, tengo el honor de presidir, colaboramos permanentemente en el asesoramiento a los medios de comunicación. También realizamos esta labor, pero dirigida a un público más amplio, no solo a periodistas, a través de nuestro Departamento de «Español al día», que responde a diario a cientos de dudas y consultas lingüísticas planteadas a través de las redes sociales (Twitter) y nuestra página web.
El Departamento de «Español al día» asesora a los usuarios en la adaptación de extranjerismos al español y resuelve diariamente sus dudas lingüísticas, muy frecuentemente sobre palabras nuevas en el español. Asimismo, la RAE ha creado una comisión de trabajo que estudia los neologismos.
-¿Puede, o debe, influir la Real Academia en las nuevas tendencias del uso del idioma como las que están teniendo lugar en los medios tecnológicos, tabletas, ordenadores, lectores Kindle?
A pesar de los temores que despiertan las nuevas tecnologías, nuestro mensaje es de tranquilidad. Hemos de asumir que nunca se ha había escrito tanto como ahora, bien y mal, y esto se debe en gran medida a la aparición de unos medios como las tabletas y los teléfonos inteligentes, que se han convertido en soportes para la escritura. Es cierto que en ellos se escribe con abreviaturas y se utilizan códigos propios, pero siempre que seamos capaces de distinguir el contexto en el que escribimos no existirá peligro alguno. Hay que pensar que cuando en el siglo xix irrumpió el telégrafo, los telegramas se escribían también con muchas licencias inaceptables en una escritura formal.
– ¿Y en las innovaciones lingüísticas del habla popular de las periferias, de determinadas profesiones, del hampa, los migrantes, los deportes de masas…?
El Diccionario de la lengua española (DLE) tiene 93.000 lemas y 200.000 acepciones. La lengua española tiene muchas más palabras, pero el diccionario no dispone de más espacio mientras no sea elaborado sobre una base absolutamente digital, como estamos ahora haciendo. La lengua fluye a su ritmo; hay palabras globo, que suben muy rápido, y luego se deshinchan. El Diccionario siempre irá por detrás, e incorpora los lemas en virtud de un doble criterio: frecuencia de uso y dispersión geográfica. Una jerga propia de un grupo local no tendrá cabida en el DLE, pero eso no desacredita esa vigencia entre sus usuarios.
-¿Qué actos privilegia la RAE como institución capaz de promocionar determinadas acciones culturales o literarias, además de la simple cesión de sus salas o salones para presentación de libros, conferencias u otros actos de interés?
Los actos de ingreso de los nuevos académicos y otras iniciativas, como por ejemplo la «Convención académica del judeoespañol» que vamos a realizar entre el 19 y 20 de febrero. También hemos hecho una jornada sobre el uso del español en los mensajes publicitarios, en colaboración con la Academia española de la Publicidad.
La RAE, desde el museo del Prado
-¿Hasta dónde tienen valor las propuestas que la Real Academia envía a la Academia sueca, a los premios nacionales de Literatura, al Premio Cervantes, al Princesa de Asturias o a las instituciones que soliciten la colaboración de la Docta Casa o de alguno o algunos de sus miembros?
Unas veces acertamos, otras no. Por ejemplo, el último Premio Cervantes, el escritor nicaragüense Sergio Ramírez, era una propuesta de la RAE. Y todos los años, en octubre, la Real Academia Sueca nos reitera el privilegio de que a título personal cada uno de los académicos de la RAE pueda hacer propuesta de un candidato al Nobel de Literatura.
-Por el contrario, ¿puede darse el caso, como ocurrió con Benito Pérez Galdós o tal vez en alguna ocasión en la época franquista, de negar su apoyo o retirarlo estando en trámite la concesión de algún premio u honor concreto de escritores o intelectuales concretos?
No me consta tal cosa.
-Terminamos: ¿podemos hablar de números, de acepciones actuales del Diccionario de la RAE, de este como producto comercial, de las consultas en la Red, de los sectores en que más simpatía despierta….?
En 2017 el DLE en la red ha tenido 750 millones de consultas. En marzo de ese año alcanzamos el techo de 82 millones. Tenemos ocho millones de visitantes únicos. Proceden las consultas de todos los países. Primero España, luego México, Colombia y Argentina. En Estados Unidos se consulta cada vez más. Los meses de vacaciones educativas detectamos un leve descenso de las consultas.
Listado de inmortales
Manuel Quiroga Clérigo y Darío Villanueva
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