Pinturas del berciano José Carralero
“El poeta hace denuncia de los oscuros poderes de la opresión, de la destrucción y de la injusticia”
Hace una década que conozco a Xesús Rábade Paredes y hace también una década que supe que era poeta-poeta, no un mero escritor de palabras sobre el papel. Quiero decir que nada más hablar un rato con él; nada más leer la poesía había en sus versos; nada más catar sus silencios… supe que estaba ante un poeta al que se debe respetar y apreciar el fruto de sus decantaciones. Fue en Santiago de Compostela, en un Encuentro Internacional organizado por el PEN Club. Luego vino a Salamanca, en dos oportunidades: la segunda sólo como consorte de esa grande poeta que es Helena Villar Janeiro.
Xesús Rábade, con su último poemario
Algo creo saber de la poesía gallega actual, pues conozco a destacados poetas de esa tierra. Xesús Rábade (Seixas, Cospeito, 1949) es una de sus figuras más destacadas pero también la que ha sabido mantener un discreto alejamiento de la fanfarria. Varias veces premiado, con numerosos libros publicados como poeta, narrador, antólogo o traductor, recordemos ahora sus libros de poesía publicados de forma individual: Xuntos cara ó mañán (1969), Matria de sombra (1985); Poldros de música (1993), Os dedos dos loureiros (2000), Os anos da memoria (2006), Lugar do canto (Selección poética bilingüe, 1969- 2007, 2008) y Sobre ruínas (2013). Con su Helena tiene otros catorce.
De tanto en tanto nos escribimos o intercambiamos noticias sobre nuestros trabajos. Hace algunos meses recibí, desde la editorial Alvarellos, su último libro de poemas: ‘Sobre ruínas’, escrito en gallego. Le leí con especial gozo y, por ello, quise hacerle esta entrevista, para que se le conozca por la vieja Castilla y por la grande América que habla en castellano.Se trata de un libro que ya ha sido reconocido, entre otros, con el «Premio Ánxel Casal 2014» de la Asociación Gallega de Editores.
Pregunta: En España la poesía social o cívica pasó por un largo periodo de ostracismo. Se desdeñaba a quienes escribían textos demasiado apegados a la realidad, reivindicativos… Lo sé, porque en 2007 publiqué “Hombres trabajando” y se creyó que estaba desfasado, que era cuestión de otros tiempos. Pero luego vino la crisis: ahora sabemos lo que ha pasado, lo que está pasando e intuimos lo que vendrá ¿Es tu libro “Sobre ruínas” donde tu lírica aborda lo que atañe más abiertamente a la sociedad española? ¿En este libro eres más rebelde, más libre?
Respuesta: Podría decir que en Ruinas prevalece una poética de la privación, pulsión o carencia, nunca ausente en mi obra, que, naturalmente, explora otros registros. Aquí el poeta, insatisfecho, interroga y se interroga. Se asoma al territorio de la devastación para condolerse, solidarizarse, protestar y execrar. El poeta, si es lúcido, vive y escribe contracorriente, contra todo poder que impide ser, puesto que las “corrientes apestadas” –escribe Rosalía- llevan a la desgracia, a la ruina.
P: Arremetes contra las jerarquías eclesiásticas y pides que huyamos de toda “cínica dictadura de la moral de lo correcto”, de todo “obispo pancartista”. Amplíanos tu parecer.
R: Las alianzas de altares y de tronos originaron los peores males y obstáculos para la evolución de la dignidad humana. Sobra decir que entre nosotros continúan triunfantes y prolongan en casos las sombras siniestras de la no bien clausurada Dictadura. Los efectos a mi ver más perniciosos son la pasividad civil, la letal desmemoria, la paralización de los mecanismos de defensa y ofensa y el adormecimiento, en fin, o sopor de las conciencias.
P: Lo anterior se condice con tu postura de ácrata. ¿Qué nadie te busque entre la grey de los sumisos?
R: Hay bastante de imprecación y sátira en el libro, donde, sin renunciar al valor estético del poema, el poeta acierta –así lo considero- a identificarse moralmente –y ser intérprete- con los desheredados de la historia y hace denuncia de los oscuros poderes de la opresión, de la destrucción y de la injusticia.
P: ¿Qué pocas palabras o sueños te quedan después de tantas ruinas?
R: El oficio del poeta consiste también en saber buscar luces en las sombras y en transmitir la lumbre. Decía G. Mahler que la tradición no comporta venerar las cenizas sino sobre todo conservar el rescoldo. Es decir, lo que nos salva la existencia, el futuro y los sueños.
P: Ahora que las cárceles están llenas de ladrones de chatarra mientras campan libres los “chorizos de las finanzas”, “los banqueros, los finísimos capos”, parece que tú nada tienes que celebrar. ¿O sí?
R: El motivo no podía estar ausente. Un estado que estima prioritario invertir los dineros limitados en lustrar propiedades eclesiásticas (católicas) y en sanear a los ladrones financieros con el sudor de todos es un estado indeseable o gravemente enfermo.
P: En tu libro también hay memoria, y mucha, de esos tiempos dictatoriales: “Fuimos hijos del hambre, del terror y de la infamia”. Háblanos de ello, del cansancio de tu tierra.
R: Hay en Ruinas una dolorida modulación de la elegía, tanto en el recuerdo y lamento de los poetas evocados como en el planto por el drama del país oprimido. La ruina no es solo deterioro personal, decrepitud y muerte. Es aquí sobre todo explotación y esclavitud de quien sucumbe al poder de los amos. Tal el caso de Galicia –y no solo-, arrodillada secularmente ante iglesias y gobiernos que le sorben el alma y la sangre, que le prometen cielo y le roban el pan, porque en definitiva la desprecian.
P: Declaras que vienes de los de abajo. ¿Lo de abajo ahora parecen estar en el subsuelo porque los expoliadores les han quitado hasta la más mínima esperanza de progreso?
R: Un importante papel del creador es situarse, organizar con verdad y convicción el caos, la realidad encubierta y fragmentaria. Y por supuesto, si estás con los de abajo o muy abajo, tener en cuenta la posición de clase. Mi poética de la privación, en efecto, responde a un signo militante (no partidario), social o comunitario.
P: La emigración siempre ha estado en el horizonte gallego. Yo mismo tengo ancestros gallegos, los Troncoso de Mondariz. En tiempos de relativa bonanza como que se había pretendido poner un velo en torno a dicho pasado. ¿Otra vez a recomenzar, a salir fuera? ¿Otra vez tendremos que decir, como tú anotas: “Peregrinos del mundo,/ todos transitaron los caminos con los pies descalzos”?
R: Los que emigran, por desgracia, ya no son sobre todo los gallegos en ese duro tributo secular. Hoy, asaltadas las arcas del país por sinvergüenzas, emigran los de siempre (más formados), no por “movilidad exterior”, según la ofensa y sarcasmo del gobierno, sino para escapar del hambre y la miseria.
CUATRO POEMAS EN CASTELLANO, TRADUCIDOS POR EL PROPIO AUTOR Y PUBLICADOS POR VEZ PRIMERA EN CREAR EN SALAMANCA
PAN COMPARTIDO
Si reina la mentira,
proclamar la verdad desnuda basta.
Piensa que hacen muy pocos la desgracia de tantos.
Acto primero: desalojar el pánico,
arma de destrucción del poderoso
que paraliza y mata.
Acto segundo: jura solidaria
para ocupar la patria,
cercando, mano a mano, cual cadena,
a los mendaces, cánceres jerárquicos
(secta de prebendados,
secta de purpurados y togados,
parlamentarios mudos, desgobiernos,
sanguijuelas bancarias…),
solo entregados al personal peculio
y ante la cruz germánica postrados.
Acto tercero: cogestionar la vida,
que es breve y que no hay otra,
y compartir el pan
con hijos y mendigos,
desheredados, tristes y sin tierra,
sedientos, desde siempre, de justicia.
Ruego a modo de coda:
sustraer las ovejas al lobo de la boca.
DEVASTACIÓN
Acaso ya no es. ¿Existió un día
el país que hoy invoco?
Sin embargo lo canto.
Se dice que nos marca la saudade,
lo atávico, la tierra…
Sentenciaron que el pez, la vaca, el árbol
son la divisa. Símbolos pacíficos
de la nación domada.
Sucede que exhibimos en exceso
la infinita paciencia.
Que en la mirada misma delatamos,
como peces y vacas,
la tristeza genética.
En tierra devastada,
la encefalopatía espongiforme bóvida
es cumplido presagio de acabamiento y muerte.
Según la ley, naturalmente suya,
y contra toda ética,
los poderes omnímodos sin freno
hace tiempo usurparon el pan nuestro
por tierra, mar y cielo,
triunfando al fin sobre nosotros mismos.
Y mientras nos negaban, mataron el futuro,
pues llevan en la entraña
la insaciable codicia de bestia apocalíptica.
Hace tiempo el dominador ajeno
arrasó campos, valles y dehesas
polucionando el país de diez mil ríos.
Democráticamente perpetraron desahucios
con animo lucrandi
y dejaron el aire –sin casa- irrespirable.
PARIAS
Si acaso fueses hija del país de los éxodos;
si guardases memoria
del secular exilio de una tierra negada;
si tus progenitores ganaron el sustento
que les negó la patria
en lugares adversos y remotos;
si acaso sucumbieron
en bodegas de barcos rumbo a América
o limpiaron la mierda capital que evacúa
el vastísimo emporio del váter europeo…
Si es que aún no olvidaste que tu pueblo,
hijo de espoliaciones y desprecios,
ostenta el signo de los perdedores,
no agredas a los pobres que llaman a tu puerta,
expulsados del mundo,
pidiendo pan a cambio de trabajo,
aunque hablen otra lengua y tiendan a morenos.
PATRIA DEL VIENTO
Me hablaban de la patria…
Yo cavilaba en un país rendido
de gente acobardada contra el muro.
Hace tiempo, la tropa furibunda
vino arrasando el agro, el pan, la casa
y dejó infecto el aire.
Hoy ves sumisos que indignamente llevan
la cerviz señalada
por el yugo infamante.
Es la desolación, la mala planta
de una tierra de ilotas.
Los ilusos me hablaban de la patria.
Xesús Rábade Paredes (foto de Santos Díez)
junio 13, 2014
Una marabilla encontrar aquí esta estupenda entrevista de un gran autor y un gran libro. Gracias, Alfredo.
junio 13, 2014
Magnífica entrevista, apreciado Alfredo. Rábade es un poeta de calidad y se merece que lo presentes de esta manera. Saludos desde Chile.
junio 14, 2014
Acertada entrevista. Gracias, Alfredo, por hacernos conocer a un interesante poeta gallego.