Felipe Lázaro en Salamanca, durante el homenaje internacional a Gastón Baquero (1993, fotografía de Jacqueline Alencar)
Crear en Salamanca se complace en publicar este relato escrito por Felipe Lázaro (Güines, 1948). Tras exiliarse su familia con la llegada de la Revolución cubana, residió en Puerto Rico hasta 1967, año en que se trasladó a España, donde reside desde entonces. Es editor y se licenció en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid. Fue fundador de las revistas Testimonio (1968), La Burbuja (1984) y Encuentro de la cultura cubana (1996). También fue redactor jefe del periódico La Prensa del Caribe (1997). Felipe Lázaro dio a conocer su primera obra poética en 1974, con la publicación de Despedida del asombro. Posteriormente publicó Las aguas (1979), Ditirambos amorosos (1981), Los muertos están cada día más indóciles (1986 y 1987) y Un sueño muy ebrio sobre la arena (2003). Sus últimas publicaciones son: Conversaciones con Gastón Baquero (2014); Tiempo de exilio. Antología poética, 1974-2016 (2016) e Invisibles triángulos de muerte. Con Cuba en la memoria (2017).
Precisamente, de este libro es el relato que ahora publicamos, una entrevista imaginaria suya, creación literaria en homenaje a Olga Marrero, una ex presa política cubana
ENTREVISTA A UNA HEROÍNA
Para Olga Marrero, in memoriam*
“Quien controla el presente… controla el pasado”.
George Orwell
―Sí, yo luché contra Batista, como algunos cubanos. En realidad, pocos, porque hasta los comunistas se metieron debajo de la cama y solo se incorporaron a la lucha armada cuando ya casi se sabía que Batista iba a caer. Y al final, ni cayó ni lo tumbaron, se fue de Cuba y, por esa huida, triunfó la Revolución. Eso sí, quienes luchamos contra la tiranía batistiana lo hicimos para restaurar la democracia y la Constitución del 40. Aquí en Güines algunos éramos simpatizantes del 26, otros jóvenes estudiantes lo eran del Directorio Revolucionario, pues estudiaban en la capital, en la Universidad. Pero, como te digo, los pocos que luchamos lo hicimos pensando en la libertad; no para lo que vino después…
―¿Te refieres después del 1º de enero de 1959, después del triunfo de la Revolución?
―Exacto, aunque esos primeros meses fueron fantásticos, con mucha ilusión y apoyo popular. A veces, pienso en el primer gabinete del Gobierno Revolucionario del 59 y te das cuenta de que fue uno de los más preparados y brillantes que ha tenido Cuba; solo hay que recordar algunos nombres: el juez Manuel Urrutia como Presidente de la República, el profesor universitario Roberto Agramonte, los economistas Felipe Pazos y Rufo López Fresquet, los abogados Miró Cardona y Humberto Sorí Marín (que después fue fusilado en el 61), la activista social Elena Mederos o la ortodoxa Pastorita Núñez y los ingenieros Manolo Ray y Enrique Oltuski, etc. ¡Todos socialdemócratas! ¡Y todos estos excelentes profesionales pertenecían a la más progresista burguesía cubana! Burguesía que luego fue eliminada y perseguida como los judíos en la Alemania nazi. O sea, este aniquilamiento de una clase social, enterita, sucedió en la Cuba de los años sesenta y aunque algunas leyes como la primera Reforma Agraria fueron justas, pronto comenzó la debacle. Primero impresionaba la facilidad como fusilaban (aunque la verdad es que comenzaron a matar en México, antes del Granma, y no digamos en la Sierra, donde fusilaron o ajusticiaron a varios posibles chivatos, la mayoría guajiros pobres de la zona). Pero después del 1 de enero, en los primeros días, comenzaron fusilando a militares batistianos, aunque, fíjate, a ningún funcionario o político del régimen anterior, solo a militares; más bien a soldaditos. Pero qué pasó, que a los meses, comenzaron a fusilar a revolucionarios que habían luchado contra Batista y, ya a partir de 1961, a jóvenes católicos, a muchachos cristianos. Eso, sí, no fusilaron a ningún general batistiano ni a ningún ministro del anterior régimen, la mayoría de los fusilados, en 1959, fueron soldaditos, casquitos (como se les llamaba) y algunos cabos o sargentos. De altos oficiales del Ejército recuerdo solo al coronel Rojas de Santa Clara y al comandante Sosa Blanco (cuyo juicio se celebró en el Palacio de Deportes de La Habana y fue retransmitido por radio y televisión a todo el país) o a los comandantes Bonifacio Haza y Juan Chipi, Jefes de la Policía Nacional de Santiago de Cuba y Pinar del Río, respectivamente. Los demás fusilados fueron soldadesca: en su mayoría mulatos, negros y algún chino cubano.
―¿Cómo comenzó la radicalización de la Revolución o su giro hacia el socialismo y la instauración de un régimen comunista en la Cuba de los años sesenta?
―Comenzaron eliminando el habeas corpus en los primeros meses del 59 y luego eliminaron la prensa libre, las emisoras de radio privadas, así como los canales de televisión y comenzó la estatización global. Todo fue pasando al Estado: periódicos y revistas, radio y televisión. Se admitió un solo sindicato gubernamental (obrero y estudiantil) y se comenzó a trabajar en un Partido único en el famoso gobierno secreto (dentro del propio Gobierno) que luego se convertiría en las ORI (1) y en el inicio de la burda copia del modelo soviético en Cuba. Es curioso, que cuando Kruschev comenzaba el deshielo y la liberalización económica en la URSS, en Cuba se implantaba el modelo soviético más férreamente estalinista. O sea, cuando en la URSS estaban desmontando el estalinismo, el castrismo comenzó a copiar el modelo estalinista soviético. ¡Fueron más leninistas que Lenin! ¡Más estalinistas que Stalin! Incluso, hicieron una NEP al revés con la Ofensiva Revolucionaria en 1968 cuando eliminaron todo el comercio privado en Cuba. ¡Y menos mal que no lograron abolir el dinero ni la propiedad privada del todo, aunque lo intentaron, porque ahora estaríamos desnudos y comiendo hierba! Ya, desde 1961, hubo una especie de sovietización de nuestra Isla, cuyo momento más álgido fue en 1962 con la crisis de los cohetes, con la presencia de más de 50.000 soldados rusos y de armas atómicas en Cuba. ¡Estuvimos al borde del abismo nuclear!
Fidel castro
―¿Por eso comienzas a conspirar y te integras en la oposición anticastrista?
―En aquella época había un hervidero de organizaciones anticastristas, yo me integro a mediados de los 60 en el Movimiento Demócrata Cristiano (MDC), fundado por un nutrido grupo de profesionales liberales católicos en La Habana de principios de 1959. Como enfermera me encargo de suministrar medicinas y alimentos a las incipientes guerrillas que pulularon por Güines como la del Pipero y hacía trabajo de clandestinaje: llevar mensajes, confeccionar y repartir octavillas, esconder o trasladar a algún militante, etcétera. En general, la oposición anticastrista siempre fue pluralista y sumaba a casi todo el abanico político cubano –como puede comprobarse con la historia del presidio político y con la configuración plural del exilio–. Éramos militantes de todas las ideologías: desde socialdemócratas a demócrata cristianos, de liberales a conservadores y de trotskistas a anarquistas. Miles de activistas cristianos: católicos o protestantes (evangelistas, Testigos de Jehová –los más perseguidos– presbiterianos, etc.) hasta oficiales del Ejército Rebelde, líderes sindicales y muchísimos estudiantes universitarios y de secundaria. Incluso, a partir del 68 fueron muchos los jóvenes y veteranos marxistas que pasaron a la oposición con la Microfracción (comunistas del viejo Partido Socialista Popular) y luego, a finales de los 70, se desarrolla una nueva estrategia de lucha pacífica con la defensa de los Derechos Humanos en Cuba.
―¿Esa lucha armada contra el castrismo se desarrolla, en todo el territorio cubano, con una mayor participación que la insurrección contra Batista?
―Sí, exacto. Parece mentira, pero hubo más participación popular y muchas más organizaciones revolucionarias, muchos más militantes en la resistencia y en el clandestinaje urbano anticastrista y muchísimas más guerrillas contra Castro –y de hecho más guerrilleros– que contra el Batistato. En realidad, se imitó la lucha armada contra Batista y salvo el ataque a cuarteles, en las ciudades y en las montañas se operaba igual que en la insurrección antibatistiana. Lo cual fue un error tremendo porque con un régimen totalitario no hay posibilidades de oposición efectiva y menos la bélica. Por ejemplo: desde 1959 a 1966 murieron miles de guerrilleros anticastristas, en su mayoría campesinos, en la zona del Escambray, pero también en cuanta loma hay en Cuba. Fíjate, aquí en Güines se alzó Filiberto Coto Gómez, alias “El Pipero”, que fusilaron en 1962. ¡Ya no cabía un solo alzado más! Hubo una saturación de guerrillas, a quien el gobierno –para denigrarles– llamaba “bandidos”, copiándolo de la URSS. No obstante, si se hubiese hecho más hincapié en reforzar el clandestinaje urbano, este hubiese sido muchísimo más eficaz que tantos alzados que al final fueron cazados como topos.
―De todas maneras, ¿en ese inicio de los años 60 hubo un gran apoyo popular a la Revolución?
―Correcto, pero eso sucedió más por lo hechos o sucesos que por las ideas. No fue por un ambiente de izquierda o de actitud socialista por parte de la población, sino porque las medidas –las primeras leyes revolucionarias– fueron radicalizando el proceso. Primero, la Reforma Agraria benefició a muchos guajiros a quienes se les otorgó título de propiedad de las tierras concedidas por el Estado, aunque con la posterior Reforma Agraria de 1963 se les expropió y confiscó esas tierras. Luego, con la Reforma Urbana, se rebajaron los alquileres al 50% (aunque esta medida afectó y perjudicó no solo a los grandes propietarios sino a los medianos y pequeños o a quienes tenían una segunda casa para vivir de ese alquiler), el coste de los recibos de la luz y el agua pasaron a ser ínfimos, se universalizó la gratuidad de la educación y de la salud, aunque esto se hizo al tiempo que se eliminaba toda la enseñanza y la Medicina privada. Con estas medidas, una gran parte de la población se vio favorecida y para más INRI el Estado cubano comenzó –como regla general– a repartir las casas (o bienes, como: automóviles, etcétera) de los que se iban para el destierro. En concreto, quien recibía una casa –de manos del Estado– no quería ni por casualidad que el gobierno cayese porque temía perder su actual casa que podría ser reclamada por su anterior y legítimo dueño. Esto es lo que ha pasado –y pesado más– en Cuba, que el castrismo ha repartido cientos de miles de casas que no ha construido ni eran suyas, en vez de realizar una labor de construcción pública con lo que se ha desembocado en la gran problemática habitacional que hoy aqueja a la sociedad cubana.
Fíjate, según las estadísticas gubernamentales, se habla de un déficit de 800.000 viviendas, pero seguro que llega al millón de casas que se necesitan. Desde hace años, salvo al inicio de la Revolución con la ortodoxa Pastorita Núñez, apenas se han construido viviendas, más bien se optó por el camino más fácil –y rentable, desde el punto de vista político– de repartir las casas de los que se van al exilio. En ese sentido, Cuba entera es un pueblo okupa, aunque ya con Raúl en el poder se le ha entregado el título de propiedad a algunos que vivían en esas propiedades ocupadas, pero, ¿qué ha pasado? Que, como gran paradoja, muchos de esos nuevos propietarios han comenzado a vender su casa para irse al exilio. Y esto es tremendamente demoledor y una señal del gran descontento popular que existe en la actualidad. ¿Cómo, si –después de casi seis décadas de prédica “socialista” o “comunista”– el Estado te regala la propiedad de una casa, lo primero que hace un ciudadano de a pie (y supuestamente “revolucionario”) es venderla para irse del país? ¡Este es un claro ejemplo de que algo huele a podrido en Dinamarca! Pero, te insisto, sin esas medidas –incluida esta última de poder vender las casas que te otorga el Estado cubano– que siempre favorecieron a una parte del pueblo, el régimen del 59 no hubiese durado ni horas. Con esgrimir solo las ideas comunistas no hubiesen triunfado.
Batista
―¿Cuándo se eliminó la economía de mercado en Cuba?
―Fue un proceso que comenzó poco a poco. Desde 1959 se exiliaron muchos cubanos pero a partir de mediados del 60 fue que comenzó una gran estampida. Se iban profesionales liberales y comerciantes, propietarios y muchos estudiantes, y dejaban los negocios, las casas, las fincas, las fábricas… Es decir, antes de que el Estado cubano tomase alguna medida de expropiación, parte de la burguesía se fue y fue abandonando todos sus bienes al nuevo Estado. Después, desde octubre de 1960 a 1968, lo que pasó fue que el Estado cubano expropió los negocios o las empresas (grandes, medianas o pequeñas) a sus legítimos dueños que en gran mayoría eran ciudadanos cubanos, aunque muchísimos comerciantes eran españoles, judíos, libaneses y norteamericanos, los menos. Comenzaron por expropiar a los grandes negocios (en octubre del año 60), luego fueron interviniendo las empresas de los que se iban para el exilio, hasta 1968 que con la lamentable Ofensiva Revolucionaria confiscaron todas las empresas medianas y pequeñas, que ya solo eran propiedad de ciudadanos cubanos. Fue una locura y un despropósito. Muchos de esos negocios se cerraron y se destruyeron, no hubo más comercio privado en Cuba. Todo era estatal, todo muy orwelliano y hasta kafkiano. Mira, Güines fue declarada “Ciudad piloto del socialismo en Cuba” y se comenzaron a “ensayar” una serie de medidas que fueron un puro disparate. Por ejemplo, se cerraron todas las barberías de hombres y las peluquerías de mujeres que salpicaban todo el pueblo y las unificaron en dos consolidados en unas grandes naves a la entrada del pueblo. Antes, si un hombre o una mujer deseaba pelarse iban a su barbería o peluquería más cercana a su casa, pero desde que se crearon esos consolidados estatales había que caminar medio pueblo para llegar a su destino. O sea, que de aquella “ciudad piloto del socialismo” no quedó nada, no construyeron nada: ni socialismo ni nada que se le parezca; ni siquiera ha quedado la ciudad, más bien sus ruinas y… piloto, como dice un chiste por ahí, se exilió hace años…
Pero, te recalco, ¡aquí destruyeron totalmente la libre empresa! ¡Acabaron con el comercio privado! No quedó ni un solo negocio, ni un solo timbiriche funcionando. Destruyeron años de trabajo y la gran mayoría de los perjudicados fueron ciudadanos cubanos, aunque hubo mucho comerciante español; sobre todo, gallegos y asturianos, vascos y catalanes. En el sector del tabaco, la mayoría de los propietarios de vegas (los vegueros) eran canarios o hijos de canarios, nacidos ya en la Isla. También fueron expropiados otros inmigrantes (como los judíos) que perdieron todas sus propiedades, todos sus bienes y la mayoría se exilió, otros se quedaron en Cuba. Todos estos desatinos fueron mermando ese apoyo popular inicial y si además sumas la nefasta labor de las ORI en 1961(aunque esa etapa le fue útil a Fidel Castro para consolidarse en el poder), el establecimiento del racionamiento (1962) que aún perdura, y la sovietización de la sociedad cubana durante la crisis de octubre, el descontento contra el régimen fue a más. Todo este panorama se agrava por el fracaso de la economía centralizada, la supremacía del partido único (PCC), la persecución de los homosexuales o jóvenes cristianos, la falta de las libertades y la violación sistemática de los Derechos Humanos. O sea que el régimen ha ido perdiendo ese apoyo popular masivo que quizá tuvo en los primeros dos años y más bien se ha incrementando un descontento como se pudo ver en los años 80 con la tragedia de la Embajada del Perú y el éxodo por el puerto del Mariel, los sucesos del maleconazo, el Período Especial en los años 90 y el torrente de exiliados que nunca ha cesado.
―¿Cuándo te detienen?
―Yo caigo a finales de 1961, mucho después de la invasión de Bahía de Cochinos. Mira, ese día, el 17 de abril, en Güines detuvieron a varios cientos de güineros y los encerraron en el Teatro Ayala, en el Casino Español… Figúrate, no había cárcel para tanta gente. Todos eran sospechosos para el régimen porque eran católicos o protestantes, medianos o pequeños propietarios, abogados o profesores. Es decir, cualquiera que el gobierno pensase que se podía sumar o ayudar a los brigadistas. Sin embargo, yo pasé desapercibida pues había sido militante revolucionaria contra Batista y desde el 59 desarrollaba una intensa labor rural como enfermera con el INRA (2). Pero, déjame decirte, además del fracaso militar de la invasión lo que este hecho logró fue que ayudó al régimen a desmantelar a toda la resistencia urbana, a todo el clandestinaje. No solo porque detuvieron a cientos de miles de cubanos en toda la Isla, sino porque desmembraron a todas las organizaciones anticastristas, aunque, por otra parte, la verdad es que muchas estaban penetradas por la Seguridad del Estado. En realidad, luego nos enteramos –en prisión– que muchas de estas organizaciones fueron creadas por el mismo Estado represor. O sea, lo que logró la invasión de Bahía de Cochinos fue perjudicar la lucha que se libraba en el interior de Cuba, porque aumentó de forma exponencial la cantidad de presos políticos o de exiliados y prácticamente, desde ese momento, se hizo muy difícil cualquier actividad conspirativa contra el gobierno.
―¿Cuántos años de presidio político cumpliste?
―Me condenaron a doce años de prisión, que cumplí íntegramente en la prisión de mujeres de Guanajay, en la entonces provincia de Pinar del Río. Allí coincidí con otras luchadoras revolucionarias contra Batista que ahora cumplían 10 y hasta 20 años por oponerse al rumbo comunista de la Revolución. ¡Hubo mucho heroísmo en esas rejas! Mujeres íntegras, de un valor ejemplar. Espero que algún día se escriba los sufrimientos de estas mujeres, sus testimonios. Aunque recuerda, yo salí de prisión en 1971 y viví –como presa política– solo una década (la de los sesenta), pero desde que yo salí han sido condenadas otras muchas compañeras y han cumplido largas condenas de presidio político. ¡El presidio político de mujeres es uno de los crímenes más horrendos del castrismo! No obstante, el presidio político fue para mí como una universidad. Había tanta diversidad de profesiones y de talento, que aprendíamos unas de otras. Logramos dar charlas en grupos pequeños, en cada celda. Clases de Derecho, de Medicina, de Inglés, de Historia, de Geografía, de todo. Entre las presas había: abogadas, maestras, médicas, ingenieras… Sobre todo, mujeres muy valientes…
―Con la perspectiva de estos años, ¿crees que merecieron la pena esa lucha y los años de presidio?
―Por supuesto que sí, siempre pienso que hubiese hecho lo mismo. Además, quién te dice que no hubiésemos podido ganar y que la Revolución hubiese retomado su original rumbo democrático y nos habríamos evitados tantos años de destrucción y de sufrimiento. Mira a tu alrededor: ¡han destruido un país! ¡Se han cargado una sociedad, buena o mala, pero que ya no existe! Hoy la familia cubana está totalmente dividida, casi todas las familias tienen un miembro exiliado o un ex preso político. La gente se ha vuelto muy fresca, se han perdido muchos valores, hay demasiada chusmería y grosería en las calles. Cuando pienso en todo esto, pienso que hice bien en luchar contra el régimen del 59, que los años de presidio valieron la pena, pues el resultado de la Revolución no es otro que un estrepitoso fracaso, un callejón sin salida. Ninguno de los supuestos logros a todas luces mejorables (educación, salud, etc.) justifican tanto atropello, tanta sangre. Y, ¿todo para qué? ¿Se logró construir el socialismo? No. Lo que se ha logrado es un capitalismo de Estado faraónico que tiende a un capitalismo familiar de la nomenclatura, de la nueva clase castrista. Al final, lo paradójico es que el castrismo va a pasar a la historia como el camino más largo de retorno al capitalismo.
Por eso, aunque toda revolución comete crímenes, toda revolución tiene sus víctimas, la revolución cubana ha sido una de las más radicales de la historia, junto a la francesa, la soviética o la china. ¡Aquí sí hubo una revolución de verdad, fue un cambio radical! Aquí la burguesía cubana fue no solo expropiada, sino eliminada. ¡Fueron los judíos de los años 60! Aunque tampoco hay logros que valgan, porque no existen. No hay un beneficio que se pueda argumentar o mostrar frente al triplete criminal del castrismo: paredón, presidio político y exilio. Si a esto sumas la división de la familia cubana, las pérdidas de propiedades de todo tipo y tamaño de cualquier ciudadano cubano y el fracaso de un modelo que ya había fracasado en otros países, se comprenderá fácilmente que el saldo es totalmente negativo.
―En realidad, ¿es tan negativo el saldo de la Revolución cubana?
―El régimen del 59, lo que se llama como Revolución cubana, no ha sido más que un disparatado aborto, un gran fraude, con un afán destructivo de la sociedad prerrevolucionaria y que no logró crear nada nuevo –ni siquiera el manoseado Hombre Nuevo– salvo un capitalismo de Estado con partido y pensamiento único que se encamina hacia un capitalismo familiar de la nomenclatura y, por ello, el resultado de ese proceso histórico es un estrepitoso fracaso en lo social, en lo económico y en lo político. En este sentido, la historia hace tiempo que condenó este proceso (o experimento) y jamás lo absolverá porque lo único que hoy queda es una casta militar represora (y con grandes privilegios, la nueva clase) atrincherados en un trasnochado socialismo estatal. No obstante, lo único que no tiene remedio es la muerte y lo que más lamento es la muerte de tantos jóvenes, casi niños. Aquí fusilaron a muchachos, a muchos adolescentes como Luis Guevara, Presidente de la Federación de Estudiantes de Segunda Enseñanza de Las Villas, que tenía 17 años. La sentencia de muerte la firmó el mismito Che Guevara. ¿Por qué lo mataron y no lo condenaron a unos años de presidio? Hoy estaría vivo. Así mismo a cientos de jóvenes católicos que murieron en el paredón al grito de: ¡Viva Cristo Rey! Recuerdo a los estudiantes Virgilio Campanería y Alberto Tapia Ruano, de la Universidad de La Habana, fusilados en la Fortaleza de La Cabaña en 1961 o al jovencísimo Juanín Pereira asesinado en una playa de Pinar del Río. ¡Estas muertes son las que más me atormentan!
―¿Qué me puedes decir de los supuestos logros de la Revolución, como la educación o la salud?
―Mira, se ha dimensionado y tergiversado tanto este tema de los logros que bien merece un repaso histórico aunque sea muy breve: en la Cuba colonial (siglo XIX) hubo una gran carencia de interés gubernamental por la educación y la salubridad del país, aunque la Universidad de La Habana se fundó en 1728, además de Seminarios y Escuelas de Pintura, pero todos esos centros educacionales y los hospitales estaban en la capital cubana o en las principales ciudades del país. El campo estaba totalmente abandonado por la metrópoli española, independientemente de que existían centros de educación de todos los niveles y eminentes médicos ejercían su profesión. Esa fue la realidad de la Cuba española. Por eso, no fue hasta la guerra hispanoamericana y la intervención de Estados Unidos en Cuba (1898-1902) que las autoridades militares norteamericanas imprimieron un cambio radical tanto en la educación como en la salud de la Isla. Crearon las primeras escuelas rurales y la atención médica llegó al campo cubano, erradicando la fiebre amarilla. Fueron cuatro años de mejoras continuas en la educación y en la salubridad pública y esto es poco estudiado, y mucho menos reconocido, pero es una gran verdad. La presencia civil y militar de un gobierno interventor norteamericano en Cuba ayudó a mejorar las condiciones de instrucción escolar, de higiene pública y de atención médica a todos los cubanos en general y, sobre todo, uno de los grandes beneficiarios fue el campesinado con la creación de escuelas y dispensarios médicos rurales por todo el territorio cubano. Después, ya con la República, desde 1902, todos los gobiernos cubanos pusieron un gran interés en estos dos temas básicos: la educación y la salubridad pública. Gracias a esos esfuerzos, en 1958 Cuba era el quinto país de América Latina con mejores niveles educacionales y de salud, por detrás de Argentina, Uruguay, Chile y Venezuela. El resto de Latinoamérica estaba por debajo de los niveles educacionales y médicos que ostentaban los cubanos, como también nos señalan otros indicadores socioeconómicos de las Naciones Unidas y de otros organismos internacionales. Pero, en caso de que estos logros de la Revolución fuesen verdad, la realidad actual nos demuestra que ambos supuestos logros son mejorables, ¡y con mucho!
Mira, hay dos cosas que han hechos bien los castristas: una, tomar y mantenerse en el poder por las armas y otra, esa especie de adanismo, como si toda la historia de Cuba hubiese comenzado en 1959. Es decir, todo comenzó con ellos, como si no hubiese existido nada bueno con anterioridad a su triunfo. Respecto a la educación, en la Cuba del 58 había un 23% de analfabetismo, mientras que en Bolivia existía un 80% o en la España franquista un 40%. Había más de 7.000 centros educativos, en toda la Isla, de los cuales 4.000 eran públicos y 3.000 privados. Referente a la salud, en 1959 había 6.000 médicos (de los cuales se exilió casi la mitad), había excelentes hospitales o clínicas, públicas y privadas. Los médicos tenían sus consultas privadas, como los dentistas, los veterinarios. ¡Y créeme, yo sé de esto, porque soy enfermera! Es decir, sin ese pasado de profesionales de la educación y de la medicina, sin esos planteles educacionales y de la salud, hubiese sido imposible hacer nada nuevo. No obstante, hay que reconocer que durante años se invirtió muchísimo, quizás exageradamente, tanto en la educación como en la salud, en la Cuba de los años 60 a los 90. Incluso, te diría, que se llegó a tener una inversión en ambos sectores por encima de nuestras posibilidades como país, porque todos esos proyectos (muchos hoy abandonados como las escuelas del campo, actualmente cerradas y en ruinas) se hicieron con subsidios soviéticos y después de la caída del Muro de Berlín y la desaparición de la URSS, al régimen le ha sido imposible mantener ese nivel. Por eso, el deterioro desde el Período Especial (años 90) a nuestros días es más que evidente.
Hoy en día, la educación en Cuba es un desastre, a todos los niveles. En la primaria faltan maestros porque han caído las vocaciones, por los sueldos de miseria que paga el Estado y porque los maestros ganan más de repasadores o maestros privados, que ahora están en auge y hasta hace poco estaban prohibidos. En la salud, otro tanto, ¿cuántos hospitales se han construido en estas décadas? Hoy la mayoría de los centros de salud de la Isla están no solo obsoletos, sino muchas veces en ruina, les falta todo tipo de equipos modernos, sobre todo de informática: ordenadores, etc. Tanto las escuelas como los hospitales se han quedado viejos, están que se caen, ruinosos. Si a esto sumas que desde 1961 no hay colegios, escuelas o centros educacionales privados en Cuba o que desde 1963 no se puede ejercer la medicina privada (como tampoco pueden ejercer sus profesiones los abogados, ingenieros, arquitectos, maestros, etc., y solo les queda trabajar para el Estado), te puedes dar cuenta de que más que logros lo que ha pasado es que destruyeron el sector privado totalmente y el actual sector público carece de un nivel mínimo. Eso sí, puedo decirte que, desde 1961 a 1990, fueron miles los estudiantes cubanos que estudiaron becados en la URSS y en los países del campo socialista (incluso en otros países que no eran comunistas), pero también, desde 1959 a nuestros días, son cientos de miles los estudiantes cubanos exiliados que han estudiado y se han graduado en casi todas las universidades más importantes del mundo, desde Estados Unidos, Canadá, Francia, Inglaterra, Alemania, España, Bélgica, Suecia, Italia, México, Chile, Argentina, Venezuela, Panamá, Puerto Rico, etc. O sea que tanto estos becarios (oficialistas) como los estudiantes exiliados han representado una tremenda riqueza para Cuba. Pero, fíjate, estos cientos de miles de estudiantes desterrados no pudieron estudiar en Cuba y tuvieron que hacerlo en el extranjero, lo cual deja en muy mal lugar al castrismo. Con datos como este, no hay posibles logros que valgan.
Mira, ¡lo único que le ha faltado decir a este régimen es que con ellos llegó la mejor música cubana, como si Ernesto Lecuona y Celia Cruz o Bebo Valdés y Olga Guillot no hubiesen existido! Aquí se cansaron de ningunear a los deportistas anteriores al 59, pero jamás podrán borrar de la historia del deporte cubano a boxeadores como Kid Chocolate o Kid Gavilán, a peloteros como Orestes Miñoso y Luis Tiant (y otros cientos que se fueron a jugar en las Grandes Ligas en los años 60). No pueden borrar la trayectoria mundial de un ajedrecista como Capablanca, una gloria de la Cuba prerrevolucionaria…
―Hay varias leyendas urbanas o tópicos sobre la realidad cubana prerrevolucionaria que se repiten constantemente, como que “Cuba era el burdel de los americanos”. ¿Qué opinas?
―¡Un disparate total! Quienes repiten esa estupidez no conocieron ni han estudiado a la sociedad cubana antes de la Revolución. Es como un cliché repetido, una mentira mil veces dicha que ya parece una verdad, pero nada más alejado de la realidad. Esto es como si yo dijera que todos los norteamericanos son cowboys o todos los españoles son toreros o que todos los argentinos visten como gauchos. ¡Una gran mentira! Lo realmente histórico es que Cuba desde la época de la Ley seca en EEUU (por esas fechas surge el “cubalibre”, el trago de ron con Coca-Cola que tomó ese nombre porque en Cuba se podía beber libremente y en Estados Unidos estaba prohibido) siempre fue un remanso de libertades para el puritanismo norteamericano y, sobre todo, la Isla representó mucho negocio para los contrabandistas de alcohol que violaban la ley en su país. O sea, que el americano venía a Cuba a beber y a divertirse. Quizá toda esa memez se diga por la abundancia de casinos habaneros, la mayoría de propietarios cubanos, aunque algunos eran propiedad de gangsters americanos. Pero un cabaret como Tropicana era cubano al cien por cien, lo mismo que el famoso bar Floridita. Lo que sí existía era un ambiente musical, de teatro, artístico muy bien valorado a nivel mundial. Fíjate, en La Habana de los años 50 actuaban Libertad Lamarque o Pedro Vargas, Lucho Gatica o Alfredo Graus y los mejores cantantes del momento que actuaban en teatros, programas de televisión o radio y en cientos de cabaret o night clubs. Y ganaban miles de dólares.
Por otra parte, cuando se menciona la palabra burdel se hace hincapié en la problemática de la prostitución que existía en Cuba, como en cualquier otro país, aunque quizás más en La Habana, como puerto. De todas maneras, debes saber que la prostitución entra en Cuba con los colonizadores y su auge se debe a que el puerto de La Habana era paso obligado para toda la flota española que seguía hacia el resto de la América hispana. Es decir, con los indocubanos no existía la prostitución, porque existía el amor libre. ¡No había matrimonio! Así que fueron los europeos, los españoles, los que introdujeron la prostitución en Cuba en el 1500 algo, cuando los Estados Unidos ni siquiera existían como nación. De todas maneras, sí se puede afirmar que si Cuba hubiese sido de verdad “el burdel de los americanos”, la Revolución cubana no se hubiese dado. Esto me recuerda otro tópico mil veces repetido como la famosa invasión de los marines a Cuba que jamás llegó ni llegará. En realidad, es Cuba la que ha invadido a los EEUU, al menos demográficamente hablando, con más de tres millones de exiliados desde 1959.
―¿Y sobre ese mito de que la CIA planificó (y falló) seiscientos atentados contra Fidel?
―Otro disparate, si la CIA hubiese –de verdad– planificado seiscientos atentados contra Fidel y los hubiese fallado todos, como se dice, lo primero que tendría que hacer la propia CIA es cerrar y desaparecer como agencia de inteligencia. Esta es otra leyenda orquestada por los órganos de la inteligencia castrista. ¡Pura propaganda! Como sabes, recientemente se publicó un libro oficialista, escrito por el (ahora) general Fabián Escalante (hijo de uno de los viejos jerarcas del Partido comunista prerrevolucionario, el Partido Socialista Popular, PSP) donde se menciona esa cifra (los 600). De ese texto viene ese dato. Pero, fíjate, este general de los servicios secretos castristas no solo suma todos los posibles atentados, incluyendo ideas o planes que no se llevaron a cabo, sino que se los achaca todos a la CIA. Es decir, ¿alguien puede creer que en Cuba no hubo intentos autóctonos de asesinar a Fidel (y a otros altos dirigentes del castrismo) sin que tuvieran que ver nada la CIA ni los americanos? En Cuba, durante el Machadato (años treinta) los cubanos, solitos, planificaron varios atentados contra el dictador Machado. Contra Batista también, basta recordar el asalto al Palacio Presidencial (el 13 de marzo de 1957) para ajusticiar al tirano en su madriguera. Y a nadie se le ha ocurrido decir que estos atentados fueron intentos de la CIA o de alguna otra agencia de inteligencia. Mira, la verdad es que contra Fidel –y contra otros jefes castristas– hubo no ya 600 atentados, sino muchísimos más planes de asesinatos, pero la gran mayoría fueron organizados y realizados solo por ciudadanos cubanos, que nada tenían que ver con la CIA. Lo que ha pasado es que para los órganos represores del castrismo, todos los planes de asesinar a Fidel fueron de la CIA y no le dan crédito al cubano de a pie que organizó esos atentados. O sea, que esa campaña de los represores castristas lo que intenta es desacreditar e infravalorar la heroica lucha de los cubanos contra el castrismo desde el mismo año 59. Y, sí, hubo muchos intentos de tiranicidio, de ajusticiar a Fidel, pero fueron hechos por ciudadanos cubanos y muchos de estos valientes fueron revolucionarios que habían luchado, algunos contra Machado y los más contra Batista. Y te digo más: aunque el pueblo cubano ha derrochado mucho valor, ha derramado mucha sangre contra el castrismo, muchos de esos atentados fallaron por la indiscreción propia del cubano (más que por esa otra leyenda de la eficacia de los órganos represores castristas) y porque quienes intentaban asesinar a Fidel siempre pretendían también ir a su entierro. Al final, conocemos la historia: Machado, Batista y Fidel murieron en sus respectivas camas, a pesar de que muchos valientes cubanos se jugaron la vida (o la perdieron) al intentar ajusticiar al tirano de turno. En este sentido, el tiranicidio siempre ha sido –y es– una vía legítima para todos los ciudadanos y los pueblos oprimidos.
―¿También acusaron siempre a los contrarrevolucionarios de ser agentes de la CIA?
―Sí, esa fue una cantaleta o estratagema que les dio mucho resultado cara al exterior. ¡Pura propaganda! Desde inicios de los años 60, cada vez que detenían a un opositor lo acusaban de ser agente de la CIA. Ya sabes, para desacreditar la lucha y la resistencia interna. ¡A todos los alzados en armas (de 1959 al 66) este régimen los acusó de ser de la CIA! ¡Y fueron miles los que se alzaron! Pero, además, se perpetraron verdaderos crímenes contra esos heroicos guerrilleros. Por ejemplo, en la Sierra del Escambray, tras aprobar una Ley de guerra, fusilaban a los alzados capturados en menos de 24 horas: un interrogatorio, una simulación de juicio sumarísimo y al paredón. ¿Para qué o por qué? Para poder hacerle la autopsia lo más rápido posible y así averiguar lo que ese campesino alzado había comido días antes, con lo que averiguaban toda su posible trayectoria en la montaña y quiénes les habían facilitado comida. Esa ley y su procedimiento fue otra copia del modelo soviético en Cuba. O sea, que a todo el que era opositor, militaba en la contrarrevolución o incluso a los exiliados políticos los acusaban de ser de la CIA. De ser eso verdad, la agencia norteamericana gastó un dineral con la problemática cubana desde el 59… Mira, recuerdo que en el presidio político conocí a la viuda de un guajiro que se alzó en las montañas y luego lo fusilaron, pues a ella la acusaron de colaborar con los norteamericanos y la condenaron a ocho años. Como era una campesina, no sabía ni qué era la CIA, fue en el presidio donde le explicamos lo que era esa agencia americana.
―¿Cómo ves el futuro de una Cuba poscastrista?
―En este país puede pasar cualquier cosa, pero mientras no se resuelva el gran problema latente de las expropiaciones y confiscaciones estatales que sufrieron ciudadanos cubanos no habrá una solución real. Lo que pasó es que en la década del 60 no se perjudicaron a 14 familias ni a 140 o a 14.000, sino que fueron muchísimos (cientos de miles) los ciudadanos cubanos que perdieron sus propiedades y bienes, y cualquier solución pasa porque el Estado cubano los indemnice a ellos o a sus herederos (hijos, nietos y bisnietos). Aquí no solo se intervinieron las grandes propiedades desde finales de 1960 sino las medianas y pequeñas cuando llegó la locura estatal con la Ofensiva Revolucionaria del 68. Además, la gente se marchaba al exilio y dejaba la casa, abandonaba los negocios, las máquinas, las motos, las fincas y, luego, el régimen castrista repartía esos bienes entre sus adeptos o los estatalizaba. Fíjate, esas casas, el Estado siempre se las ha quedado en propiedad y las ha otorgado en usufructo a los adeptos del régimen con un bajo alquiler. ¡Figúrate, en cualquier país, si el Estado te da una vivienda con un alquiler bajísimo, tú apoyas a ese gobierno a rabiar! Y en Cuba se han entregado –y están ocupadas– millones de viviendas cuyo legítimo dueño (o herederos) están en el extranjero o aún residen en la Isla.
Igualmente ha pasado con los negocios privados, que una vez estatalizados, muchos los cerraron y los destruyeron. ¡Una pena! Tantos años de trabajo, de experiencia comercial acumulada para terminar de un sopetón con la empresa libre, con la libertad de comercio. Hoy apenas hay negocios en las calles, la mayoría de los locales los convirtieron en viviendas. Lo mismo con la tenencia de la tierra: el ochenta por ciento de las tierras cultivables son ahora estatales y solo el veinte por ciento están en manos privadas, pero este veinte por ciento de campesinos produce el ochenta por ciento de los alimentos. Entonces, lo lógico sería otorgarles más tierra (en propiedad, no como ahora que le dan el usufructo y por muy pocos años) a los pequeños campesinos para aumentar la producción agrícola y acabar con el racionamiento y el desabastecimiento nacional. ¡Ah, no! Aquí eso no se tiene en cuenta. El Estado cubano debe pasar casi todas las tierras estatales a manos privadas o mixtas (cooperativas) y debe entregarlas EN PROPIEDAD (como en la primera Reforma Agraria del 59) y no mediante tramposos contratos a nuevos usufructuarios. ¿Por qué si fue una de las banderas más populares de la Revolución del 59, hoy en Cuba la tierra no es de quien la trabaja? Yo pienso que al derecho a la propiedad de la tierra de los campesinos cubanos hay que sumar el derecho de los propietarios de viviendas que perdieron sus propiedades desde 1959. O sea, en la problemática habitacional cubana actual hay que respetar el derecho de la propiedad de los propietarios expropiados (y de sus herederos) y de la misma forma preservar el derecho de los actuales usufructuarios: aquellos que pagan alquiler al Estado cubano o viven en una vivienda estatal otorgada sin pago alguno.
Fidel y Camilo
―¿Qué medidas debería tomar un nuevo gobierno poscastrista?
―La primera medida urgente es restablecer el habeas corpus, suspendido desde 1959… y una segunda, sería promulgar una Ley que decrete que todo ciudadano cubano es propietario de la vivienda donde reside actualmente y al mismo tiempo que se proceda a indemnizar a sus auténticos propietarios o herederos, residan dentro o fuera de Cuba. Así, con esa Ley, se crearía una República de propietarios (como quería Martí) y se subsanaría una problemática latente a nivel nacional, además de que esos ciudadanos podrían optar por créditos bancarios al poseer una propiedad y la economía nacional se revitalizaría siempre y cuando se permita el comercio libre y la libre empresa. Además, vislumbro una Cuba democrática, y pluralista, donde estén vigentes todos los derechos y todas las libertades; donde los ciudadanos cubanos sean realmente dueños de sus destinos, donde los gobernantes estén al servicio de los ciudadanos y no al revés como pasa ahora.
En fin, que se termine –para siempre– con esa tríada infernal que ha desangrado esta Isla, en este medio siglo, como son la pena de muerte, el presidio político y el exilio. Para resumirte, en estas seis décadas, la misma nomenclatura castrista –la casta gobernante de militantes y dirigentes del partido único– se han apropiado no solo de los medios de producción y acabaron con todo vestigio del capitalismo en Cuba (llámese también libre empresa o comercios privados) lo cual ha representado cientos de miles de propiedades privadas en toda la Isla, sino que han creado un sentimiento de que todo lo que no sea gestionado por el Estado, por los usurpadores y ladrones del régimen castrista actual, es “anticubano”.
―¿Qué crees que debería pasarle a esa cúpula gobernante, que durante casi medio siglo ha asesinado, encarcelado, desterrado y robado las propiedades de todo un pueblo; arruinando a un país?
―Figúrate, son tantos años, tantos atropellos, tantos abusos y tantos crímenes impunes… Recuerdo que el comandante Huber Matos, antes de fallecer, comentó que a los dos Castros “había que colgarlos de una farola del Malecón” por todo su criminal mandato. Pero, qué va, yo soy cristiana y a mucha honra, y no le deseo mal a nadie. Además, ya los dos hermanos han sufrido el peor castigo y es ver –en vida– que su proyecto no funciona, que todo ha sido un gran fracaso, que el país está en ruina y aunque los descendientes o herederos de la nueva clase privilegiada insistan en seguir el modelo de siempre, en construir SU socialismo (estatal y estalinista)… van –por ese camino– hacia el más rotundo de los fracasos. Hasta Fidel dijo que este modelo no servía ni para Cuba, que no funcionaba… Entonces, lo que hay que hacer es buscar otra cosa, otro camino, pero no señor, se empecinan en seguir el mismo trayecto. Ya escuché –por una heredera del más alto oficialismo– que hay que “reinventar el socialismo” y que no volveremos hacia el capitalismo. Pero si nunca dejamos de estar en el capitalismo: en Cuba se pasó del capitalismo privado al estatal, de muchos patrones a un solo patrón, de muchos propietarios de medios de producción a un solo propietario, el Estado cubano. Recuerda el refrán guajiro: “Cuando un tonto coge un camino y este se acaba, el tonto sigue caminando por lo que él considera que es el camino que ya no existe”.
Ahora bien, esto no quita que los hechos de sangre, los abusos, los atropellos sean juzgados por unos futuros tribunales independientes pues los crímenes contra la humanidad jamás prescriben. En Cuba, todavía hay mucho represor, mucho chivato o delator suelto y durante estas décadas se cometieron muchas injusticias, mucho robo de propiedades, muchas muertes que hay que esclarecer y por eso habrá que juzgar los crímenes del castrismo, los crímenes del régimen del 59. Piensa en las UMAP que fueron Unidades Militares de Ayuda a la Producción creadas en 1964 como idea de la más alta oficialidad castrista hasta el mismísimo 68 pero que en realidad fueron campos de concentración, nuestro Gulag cubano, donde no solo encerraron a miles de jóvenes homosexuales, sino a muchachos católicos, evangelistas… Mira, allí en Camagüey encerraron a todos los Testigos de Jehová, pero también a muchísimos muchachos de la burguesía expropiada que les llamaban “bitongos”, porque ni trabajaban ni estudiaban, y temían que se activaran como luchadores contrarrevolucionarios. Pero, fíjate, no trabajaban porque muchos de estos jóvenes trabajaban con sus padres, en sus respectivos comercios de todo tipo, y cuando el Estado les robó esas propiedades sus hijos fueron despedidos y no estudiaban porque los expulsaron de las escuelas y de las universidades porque pertenecían a la burguesía defenestrada. Recuerda aquella terrible frase de Fidel: “La Universidad es para los revolucionarios”.
Ni que decirte de fracasos tan evidentes como “la zafra de los 10 millones”, el cordón cafetero de La Habana, esa obsesión de Fidel por las vacas, que lo único que logró fue arruinar la pujante ganadería cubana de antes de la revolución: una vaca por habitante, siete millones de cabezas de ganado, y hoy apenas llega a dos millones y no hay carne por ninguna parte. Incluso se le ocurrió la peregrina idea de que cada familia cubana tuviese una mini vaca y también prometió que el yogur saldría por las tuberías de los fregaderos y que en Cuba la producción de conejos llegaría a ser de tal volumen que los conejos saltarían al mar por toda la Isla… ¡Supongo que huyéndole a Fidel!
O sea, todos esos planes disparatados que obviamente fracasaron proceden del aborto mayor: el intento de crear una sociedad socialista desde 1961, con la exageración y desastre total de la Ofensiva Revolucionaria del 68 y la eliminación del capitalismo en Cuba. Se eliminó la libre empresa y la libertad de comercio, pero, con el INRI, que solo se ha logrado un capitalismo estatal. ¡Y este es uno de los mayores fallos del castrismo! ¿Por qué? Porque jugó con las esperanzas de una parte del pueblo cubano, que creyó y apoyó la construcción de ese cacareado “socialismo”, que se sacrificó y luchó –durante años– y para qué, para que ya no haya socialismo, ni Partido, casi ni Estado… Lo que hay es una dictadura militar, con los represores de turno, que se aglutinan en una nueva clase social con más privilegios que la burguesía que eliminaron en los años 60.
Es decir, ellos mismos, los más altos dirigentes de esta Revolución, los creadores del presente cubano, le han fallado hasta a sus seguidores, a los militantes comunistas y a los llamados combatientes, porque han desembocado en un callejón sin salida. Prometieron el Paraíso, lo mal intentaron y lo que han dejado es una especie de Infierno del que hay que salir a prisa y corriendo, cambiando el régimen, rebelándose contra las injusticias de tantas décadas. Por todo esto, espero que algún día los tribunales de justicia de Cuba investiguen, juzguen y condenen todos los crímenes, atropellos y abusos del castrismo. ¡Los culpables, los represores, los abusadores, los chivatos, los asesinos deben ser condenados!
Calle de Güines
―¿Por qué no te has exiliado?
―Porque amo demasiado mi país y porque nadie me echa de mi patria. Parte de mi familia sí se exilió y muchos parientes y casi todos mis amigos. ¡De Güines se fue hasta el gato! Esto me recuerda la respuesta que le dio la gran poeta cubana Dulce María Loynaz a una periodista que le preguntaba lo mismo, Dulce María le respondió: “Yo soy hija de un general mambí, que se vayan ‘ellos’”. “Ellos” son los gobernantes, que sobran cuando un pueblo emigra; como nos enseñó Martí. En 1959, al triunfo de la Revolución, Güines tenía 40.000 habitantes, más o menos, de los cuales mucho más de la mitad, yo diría que la gran mayoría, ha optado por el destierro desde el 59. O sea, que se fueron miles de güineros, familias enteras. Por esa espantada del pueblo, desde los años 60, Güines se ha repoblado con campesinos de los alrededores y, sobre todo, con cubanos de otras provincias, como los orientales. Fíjate, yo voy caminando por las calles de Güines y voy recordando: ahí vivía fulano, allí mengano, en esa esquina residía la familia tal, esa casa era de… Todavía se pueden leer las tarjas de médicos, abogados, dentistas y otros profesionales que se fueron y sus casas o despachos están ocupados por otros. Piensa que cuando un cubano salía al exilio, el Estado se quedaba con su casa y con todas sus pertenencias: muebles, nevera, televisor, radio, biblioteca, etc. Se quedaba con los coches, con las bicicletas o motocicletas, con las tierras, con sus negocios o propiedades. Lo dejaban y perdían todo, y aún así se fueron varios millones de cubanos. Y lo más dramático es que muchos de estos exiliados jamás volvieron a ver a sus abuelos, a sus padres, a sus tíos, a sus hermanos, a sus primos…
Pero, fíjate si se ha exiliado gente de este pueblo que, desde hace años, se han creado organizaciones güineras en el destierro, como: El Municipio de Güines en el exilio, con sede en Miami, y el Círculo Güinero de Los Ángeles. También hay colonias de güineros por toda la diáspora, donde han creado revistas, como: Ecos del Mayabeque (Miami), La Villa (Los Ángeles) y Cuba-Güines (New Jersey). Además de los grandes núcleos de güineros que se establecieron en Miami, Nueva York, Puerto Rico, California, Nueva Orleáns, España, New Jersey, Florida, etcétera. Pero no solo hay que pensar en los que hoy residen en el exilio, sino en los miles de güineros que salieron desde 1959 y que en este medio siglo han ido falleciendo en el destierro, en cualquier parte del mundo. ¡Son miles! ¡Familias enteras! ¡Todo un pueblo!
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Notas
(1) ORI: Organizaciones Revolucionarias Integradas, conformadas por el Movimiento 26 de Julio, Directorio Revolucionario 13 de marzo y el Partido Popular Socialista (comunista).
(2) INRA: Instituto Nacional de Reforma Agraria.
Apagón en Güines
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*Olga Marrero fue una enfermera muy querida en Güines, en las décadas de 1950 y 1960. Recorría todo el pueblo con su automóvil atendiendo a sus clientes. En la década de los 60 fue detenida por sus actividades anticastristas y procesada en un juicio público en el Casino Español de Güines (en la causa del guerrillero güinero Filiberto Coto Gómez, alias “El Pipero” que fue fusilado en 1962). Olga cumplió 12 años de presidio político en la cárcel para mujeres de Guanajay, que en esos años pertenecía a la provincia de Pinar del Río. En prisión, gracias a su reconocida profesionalidad, atendió y salvó la vida a muchas de sus compañeras. Murió ya viejita en Güines, recordada por todos. Esta entrevista jamás existió, aunque es un claro homenaje a su persona y trayectoria cívica: una cubana ejemplar.
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