Crear en Salamanca tiene satisfacción en publicar los poemas del madrileño Manuel Quiroga Clérigo y del portugués Carlos D’Abreu. Las fotografías son de José Amador Martín.
EL TORMES
Iba Gerardo Diego presuroso, cercano,
por las limpias orillas del Tormes en una madrugada.
Era septiembre entonces, mil novecientos setenta y cinco,
año de desconsuelo y nubes, año de nubes y esperanza.
Había una ciudad intensa con su invierno habitable.
Poetas y silencios caminaban pacíficos, apresando
inconscientes y alegres el vuelo palomas, vencejos.
Las poderosas aves, los reducidos pájaros, acudían
ansiosos al caudaloso río ,llegaban a sentirse mecidos
por las tranquilas aguas. Los paseantes líricos
escuchaban atentos a quien andando habla, responde.
Gerardo Diego recordaba otro río gigante,
al maestro Machado y las nubes de Soria…
(“Río Duero, río Duero/nadie a acompañarte baja,/
nadie se detiene a oír/tu eterna estrofa de agua”).
La pequeña legión deja un rastro de versos,
una imagen de rosas, acebo y otoño regalado
en la suave ribera de una intensa mañana.
Ángel García López, Ramón Pedrós, Murciano,
López Gorgé, Ignacio Sanz y otros aparecidos
se iban asemejando a juncos caminantes
con su olor a sonetos, hierbabuena y otoño.
Eran los gentilhombres en las frescas orillas
de las aguas plateadas, de los dulces horarios,
que iban saludando a un entorno de arbustos,
a una majestad de vida apresurada
saludable y vital, musical y aromática.
pese a nubes inciertas en los cielos de España.
“Álamo” convocaba a la mesa y el verso,
a las líricas noches y a los momentos blancos.
Por la noche era invierno en el aula nostálgica
de la Universidad en que Fray Luis de León
regresara a ser libre con su discurso claro
(“Decíamos ayer…”). Convivían los siglos
con jóvenes audaces que daban resplandor
a las tardes oscuras dibujando hermandades.
Se inventaban gloriosas enseñanzas
con bucólicos verbos e inspirados suspiros.
fiesta de la palabra, homenaje a Gerardo,
concierto para el mundo de la música íntima.
Le muestran sus afectos Juan Pérez Creus,
Guillermo Díaz-Plaja, Luis Rosales, Ledesma,
Luis Jiménez Martos, un sinfín de poetas.
Son tantas voces cálidas asistiendo impacientes
al recital, a una misa laica de ventanas y prados…
En procesión solemne cruzamos la penumbra
oriental de la Plaza Mayor de una Salamanca
con ese olor a musgo, a rocío y balcones.
Se unen Tundidor, portavoz de Castilla,
Jaime Siles. En casa de Ledesma, el poeta-abogado,
Don Luis Rosales canta, acompaña Ruiz Peña.
El Tormes amanece con suave afán de invierno
(Diciembre de 1976)
LARGA ES LA NOCHE
(Poema de Carlos D’Abreu leído en el Liceo de Salamanca,
durante el XX Encuentro de Poetas Iberoamericanos)
Larga es la noche
y del otro lado tú
Entre nosotros los montes
donde suena el eco de la tristeza
de la distancia-hollín
y la soledad-escarcha
Lejos está ahora la raya-aurora
y más cercana la nocturna frontera
que tus ojos-hitos vigilan
contra (el) bando que soy yo
rodeando la sierra de mil
sombras-licántropas
Pero sólo tú sabes por qué arriesgo
sólo tú sabes por qué insisto
en esperar la madrugada
a la sombra de la frontera
en noches de plenilúnio
Carlos D’Abreu en el Liceo
El fotógrafo y poeta José Amador Martín, junto al Tormes pasando por Tejares
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