El poeta costarricense Alexander Anchía
Crear en Salamanca se complace en publicar la reseña que la chilena Rita Valencia Saldivia (poeta, escritora y Mag. en Literatura) ha escrito en torno al nuevo poemario de Alexander Anchía (San José, 1974). Docente y escritor. Comenzó publicando en revistas literarias de su país como la Revista de lenguas Modernas y el Repertorio Americano. Ha cultivado los géneros de cuento, poesía y ensayo, principalmente, y ha publicado en antologías literarias diversas y publicaciones en línea de diez países. Muestras de sus versos han sido traducidos al rumano, inglés y mandarín. En 2013 publica su primer libro de relatos, Puentes Inconexos. En el 2014 su primer poemario Relatos Elementales y el Hombre Mundano. Ha recibido menciones en Italia, Estados Unidos, Argentina y España. Cuenta con publicaciones académicas. Es embajador de la Palabra por el Museo de la Palabra de Toledo, Secretario Nacional de Poetas del Mundo y Miembro del Círculo Universal de la Paz. En el marco del XXI Encuentro de Poetas Iberoamericanos, dedicado a celebrar los ocho siglos de la Usal, presentará su poemario místico El Misterio en Ti Despertó.
EL MISTERIO EN TI DESPERTÓ
“El misterio en ti despertó,” es la frase que da fuerza al poemario de Alexander Anchía y es exactamente lo que sus versos transmiten, una especie de despertar que ha sido iluminado por el fulgor de la fe. Nos permite observar que antes de este amanecer, ha transitado un camino de reflexión y de apartamiento para evadir las urgencias banales que tanto nos aquejan. En los versos dedicados a Tagore señala: “Dios se agrada cuando el hombre adhiere sus huesos al polvo, para que el cielo crezca en él” encontramos que su ser ha transitado por el camino de la humildad, para llegar allí es necesario el trance donde los seres que buscan un mejor nivel espiritual, deben necesariamente abandonar el orgullo, adhiriendo sus huesos al polvo para ver después, el cielo creciendo dentro de sí. Luego aquel imán de amor que lo expande en la matriz, no es otra cosa sino que su alma está reconociendo un encuentro que trasciende la inmediatez de lo concreto. Además, la visión de lo trascendental engloba diversas perspectivas de lo divino, no nos remite a una sola forma o expresión, sino que nos deja vislumbrar que la búsqueda, la necesidad y la expresión de Dios es algo que no tiene límites culturales o formas estereotipadas.
Detiene su mirada en el oficio del místico, volviendo otra vez los ojos a la tierra, haciendo una especie de llamado o señalamiento hacia el evangelio primigenio. Aquel de la renuncia, del abandono y de la entrega en el sacrificio. Con mano suave, pero serena nos muestra las palabras del maestro cuando señala: “si habéis de buscarme, quizás me encontréis, tímido, entre vuestras decisiones”, aquí podemos hallar un fiel correlato con el mensaje de los evangelios. Otra vez el susurrante llamado al retorno, otra vez al encuentro fidedigno con aquello que está más allá del horizonte inmediato de lo terrenal.
Icthus, de Miguel Elías
El extrañamiento de sus palabras cuando es testigo de que para “abandonar la nada es necesario la fuga”, así como la luz, cuando se filtra por las hendijas, así el alma puede abandonar el abismo de soledad o de vació que la rodea.
La palabra retratada y sumergida en una intertextualidad bíblica, hace calzar el amor humano con el inefable amor divino cuando es “amamantada por dos adolescentes”. Y así, avanza el recorrido misterioso de la fe, dando vida a los vocablos que se engalanan con la esperanza.
Nos deja por fin el inefable evangelio de la palabra vertida en un encuentro entre lo humano y lo divino invitándonos entrar en la atmósfera de lo numinoso de la mano de la poesía cuando señala: “al escribir un verso hay una parte de Dios” ¿será porque el poeta es capaz concebir una expresión única en el decir de la palabra y en eso se asemeja al creador?..
El lector será quien sume sus propias preguntas y abra nuevos imaginarios a su intelecto y a su espíritu, luego de haber descorrido, a través de la lectura, el velo de este misterio.
Podríamos decir entonces que el reino de los cielos es semejante a un verso que se inscribía en el tiempo y en las edades mientras el alma del hombre dormía, hasta que un buen día “el misterio, en aquella alma despertó”.
Perfil de Salamanca y Catedral, de José Amador Martín
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