Alfredo Pérez Alencart con su ‘Barro del Paraíso (foto de Jacqueline Alencar)
Poeta, narradora y ensayista venezolana (Caracas). Es abogada graduada en la Universidad Católica Andrés Bello (Ucab) y ha participado en talleres en el Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (Celarg). Ha realizado estudios de retórica contemporánea y dicta talleres de ontología del lenguaje y teoría de la argumentación. Es directora ejecutiva del Círculo de Escritores de Venezuela. Su obra aparece reseñada en Antología de poetas venezolanos, de la Universidad de Los Andes (ULA, 2002), Quiénes escriben en Venezuela, del Consejo Nacional de la Cultura (Conac, 2004); El hilo de la voz, de Ana Teresa Torres y Yolanda Pantin (2004); Antología poética, del Círculo de Escritores de Venezuela (2005); La Biblioteca, de Venezuela Analítica; y Antología de versos de poetisas venezolanas (2006). Ha publicado Canto al hombre (1997), llevado al teatro y traducido al francés, Canto al amor divino (1998), Escribe un poema para mí (2001), Prisión abierta (2002); Retorno a la vida (ensayo, 2005); Ensayos publicados en revistas y periódicos (1990-2005), La llama incesante (2007, 2013, 4ª edic.), Huésped del amanecer (2008) y Atavíos (2011), entre otros. Su obra aparece en Antologías nacionales e internacionales. Escribe para diarios y revistas internacionales
Portada de Barro del Paraíso
EL ‘BARRO DEL PARAÍSO’ DE ALFREDO PÉREZ ALENCART
Me sumerjo en la lectura del libro Barro del Paraíso de Alfredo Pérez Alencart, editado por Ars Poética, España 2019, con la misma devoción que sentí cuan llegó a mis manos Cristo del Alma, poemario que me envió Alencart por correo y que me produjo una inmensa alegría. Este libro abre página con una inscripción que dice así: “Solo un poeta-profeta como Jesús pudo hacer girar más rápido la rueda de la historia hasta cambiar el mundo desde su divina sensibilidad (…) Dejo subir a esta Arca para otro diluvio unos versos que embalsama odio cualquiera, pero que también impele a testificar contra las zarpas de la injusticia.” (…).
El poema II de Cristo del Alma hace que me vea en mi ser más íntimo y me uno a esta petición cuando dice: “Adviérteme si mi corazón no amanece en su sitio y no sabe defenderte con toda tu realidad posible”. Hoy siento honda emoción al leer Barro del Paraíso, libro al que solo puedo llamar una ofrenda del alma:
Donde fluye Tu sangre empieza la humanidad / del barro sediento del hombre, su muralla desdoblándose / para que aparezca la chispa donde viéranse / tus manos ubicuas junto al grano de mostaza cuyo grosor / aumenta por la raíz amarrado a tu destino. Fragmento del poema Ofrenda en libación.
En cada verso de este poemario me detengo, pues un volcán de sentires se me agolpan. Alencart escribe que él liba la emanación de la sangre de Cristo “para desentumecer los maderos”. Intuyo que también son los maderos que cargamos los seres humanos en nuestro “desierto interior”, ese vacío que no logramos llenar con cosas materiales, ni con logros, ni con halagos. La copa del poeta no se llena aunque “guarda rastros del agua convertida en vino / del vino convertido en sangre y de la sangre convertida en manantial que riega palabras”.
Alfredo Pérez Alencart por José Amador Martín
La lectura me trae a la memoria aquellos versos de Juan de la Cruz: “¡Oh llama de amor viva! / que tiernamente hieres de mi alma en el más profundo centro; / ¡Oh cauterio suave! / ¡Oh regalada llaga! ¡Oh mano blanda! / ¡Oh toque delicado! / que a vida eterna sabe / y toda deuda paga…” Fragmento del poema Llama de amor viva.
Concluyo la breve reflexión sobre este delicado regalo de la vida en forma de libro, con unos versos del último poema de Barro del Paraíso, que lleva por título “Cambiemos la mirada”:
El calor de la gracia no está para el saqueo, el cuerpo no está dividido del alma ¿El cuerpo sin peces ni vino? Que diluvie el alma su vocación de ternura, su viento fiel. Pobres los ricos ufanos de su mezquindad. Ricos los pobres en su bien trabada humildad, ayudándonos a ser.
Alfredo Pérez Alencart nos acerca a Jesús de Nazaret refiriéndose a Él como Amado, recordándonos que la Palabra del Galileo no queda silenciada cuando la tienes presente en tu existencia. El poeta la lleva en su escritura muy presente al entregar una poesía que brota de su corazón doliente y redimido por el Verbo Eterno. Al mismo tiempo, pletórico de gozo al adentrarse en el misterio de la Fe hacia la infatigable Esperanza.
Abril de 2019 y en Caracas
Cartel del acto de presentación de Barro del ParaísoAlfredo Pérez Alencart con su ‘Barro del Paraíso (foto de Jacqueline Alencar)
Carmen Cristina Wolf
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