Crear en Salamanca se complace en publicar los poemas que Juan Cameron y José Ben-Kotel Paredes han dedicado a Fray Luis de León, extraídos del volumen titulado Decíamos Ayer, antología del XVI Encuentro de Poetas Iberoamericanos realizada por Alfredo Pérez Alencart, poeta, profesor de la Usal y director del Encuentro.
Juan Cameron (Valparaíso, 1947) es uno de los más destacados poetas de su país. Vivió el exilio político en Suecia y ahora reside en su ciudad natal. Es egresado en Derecho por la Universidad de Chile y periodista colegiado en Suecia. Entre sus libros de poesía publicados están: Perro de circo (1979), Cámara oscura (1985), Como un ave migratoria en la jaula de Fénix(1992), If I go back / Si regreso (1993), Visión de los ciclistas y otros textos (1998), Jugar con la palabra (antología, 2000), 50 poemas(2007), Treinta poemas para leer antes del próximo jueves (2007) o Ciudadano discontinuado (2013).
. Ha recibido, entre otros, los premios Gabriela Mistral (1982); Revista de Libros (diario El Mercurio de Santiago, 1996); Consejo Nacional del Libro y la Lectura (1999), Ciudad de Alajuela (Costa Rica, 2004) y Juegos Florales de Vicuña (Chile, 2007). Figura en una treintena de antologías, entre ellas en El huerto magnífico de todos (Edifsa, Salamanca, 2008).
¡
DICEBAMUS HESTERNA DIE…
Para Alfredo Pérez Alencart
Así el computador se enciende se me abrieron las puertas y ventanas
y el oculto pasillo me abrigó nuevamente
después de cinco siglos pisé la biblioteca en el día que vino
El útero do estuve y fui y recorrí reconoció estos pasos
la sombra de mi hamaca que ubiqué en los estantes
ese globo terráqueo que anoté como un redondo libro
importado del nuevo y viejo mundo que la Roma ocultaba
Todo se abrió a mi paso
Y más profundo aún entré a la bóveda a la cámara oscura al
pozo aquel de reflexiones yo el rebelde
a tiempo de arreglar –como decíamos ayer- ay quien lo creyera
mi versión de los Cantares hecha de puño mío y letra con mi Parker 51
en mañoso castellano aragonés que yo traduje bien a este mi oído
y sin mayor premura
llegué al baúl habido bajo las cinco aldabas que dormían
y entonces el Torá que abandonamos -¿recuerdas Luis?
judíos de la judería y no del invento de naciones
gitanos de gitanos pobres sefardíes- por las estanterías
(lo que natura non guarda Salamanca lo devuelve)
se abandonó a mis brazos
llegó como una amada antigua de pronto recobrada
y así gacela frágil me entregó sus secretos
abrióme tanta puerta
por donde los turistas ni acaso los amantes
habrán de entrar en modo alguno.
José Ben-Kotel Paredes (Osorno, Chile, 1951). Reside en Estados Unidos. Profesor de Literatura Española e Hispanoamericana; poeta y narrador. Ha publicado los siguientes libros: en poesía, Autos de Fe (1983), La separación de los amantes (1990), Viaje a Ithaca (1993), Firmamento y olas (2008); en narrativa, Roja tus bocas (1982), Para nunca olvidar (1985; 2010, segunda edición), Los elegidos (1990), El toro y otros cuentos del sur (2001), Sacrilegios (2005). Actualmente está en el programa de doctorado en Literatura Española e Hispanoamericana en la Universidad de Salamanca, España. Su tesis doctoral es sobre la poesía del poeta chileno Jorge Teillier.
ACTO DE FE DE LUIS DE LEÓN
El martirio acepté, aunque injusto era; por el Libro
lo hice, y porque creo en Ti acepté la celda, pero no
la blasfemia y el delirio de los que tuviéronme en el ojo
de la hoguera. Para estar más cerca de ti, mi Cristo,
lo hice: De tu palabra y su sabor, su fervor y magisterio;
ascendí a ella para que me alumbrases de Fe y así, yo,
pudiese deslumbrar a los que no llegaban a tu Luz;
para hacerlos más tuyos, a tus feligreses, desde tu voz.
¿Sabes, mi Señor?: No tenían, aquellas almas, tu alfabeto.
Algo sabían de Ti por medio de los doctos; sólo algo, nada
más: Por eso los acerqué, con amor, al amor de tu palabra,
sin nadie de por medio. Por esa razón traduje tu Verbo
sabio, para acercarlo al todo de tus fieles, ignaros del decir
de la letra que contiene tu enseñanza: Por ello fue, mi Pastor,
el castigo abyecto que me dieron. ¡Yo no era sacrílego!
Sólo te acercaba a esas almas vivas, como llegaba yo a Ti.
Tú, eras vivo en mí porque era hombre docto, por herencia,
en la lengua prohibida: En ‘ellos’, mi pasado reciente
era una condena; esta fabla, ‘maldita’ según su decir,
estaba viva en mi sangre – algo tuvo que ver en mi caída.
Por eso, años de cilicio dimos a mi espalda; por expropiar
tu palabra del poder de los letrados tuve el castigo, ¿por qué
más? Aquellos doctores practicaban la ‘doctrina de la fe’
¡sin piedad! e incendiaron, arteros, los campos de Castilla.
Tú me entiendes, lo sé; por esa ‘causa’ me dieron ‘auto de fe’.
¡Pero no fui cordero! Maestro aprendí a ser desde tu Luz; sí.
Más vivo en Ti estuve: Mi sala, mis alumnos y los que no
me vendieron por unas monedas, me esperaron. Y os digo hoy,
con más fe, como lo dijimos ayer: ¡Todo en mí a su bosque iba!
Y a ‘mi’ Cantar de Cantares; ahora, nos pertenece a todos.
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