Louis Bourne en Salamanca (foto de Jacqueline Alencar)
Crear en Salamanca se complace en publicar estos poemas de Louis Bourne (Richmond, Virginia, 1942), poeta, traductor y profesor Emérito de Español en Georgia College & State University (EE.UU.). Sus libros de poesía son Médula de la llama (1981), Lienzos de lo humano (1986), Ráfagas de un signo (1997) y Los recodos del río. Poesía reunida 1981-2011 (Betania, Madrid, 2013). Entre los poetas que ha traducido al inglés están Vicente Aleixandre, Rafael Alberti, Clara Janés, María Victoria Atencia, Rafael Bordao, Pío Serrano o Felipe Lázaro, entre otros. Su tesis doctoral, Fuerza invisible: lo divino en la poesía de Rubén Darío, fue publicada por la Universidad de Málaga en 1999. El poeta Leopoldo de Luis dijo, sobre su primer poemario: “Logra usted convertir en materia poética un mundo contemplado, unos paisajes que le brindan, desde su belleza, motivos de acendramiento lírico. El alma del poeta transfigura la materia que llega a la imagen poética como ardida y hecha luz”.
Thought of Seeing
Louis Bourne participó en el XXI Encuentro de Poetas Iberoamericanos, celebrado el año pasado. Los poemas en inglés aquí difundidos se seleccionaron del libro Thought of Seeing (Revival Press, Limerick, Ireland, 2019). La contraportada tiene textos del poeta irlandés John Liddy y del profesor norteamericano Simon Lewis, editor de la revista Illuminations, del College of Charleston (USA). Las traducciones al castellano son del propio poeta.
Foto de José Amador Martín
WEEDS
Anchored to socks,
they cede, travel,
hook fine sandy
stars to legs
passing. Share wind’s
track, choking
thyme and thistle,
one reeking musty
woman, one raising
a silky wound.
They lunch on air.
Streamlined to lace
a lung’s live shape,
they dance to times
kept by one stray breath.
Nights are when anxious
fingers stroke stems
struck with fear,
racing all day,
exploding in splintered
shrieks.
Birds cry,
fly away. Weathered fields
left, last,
grow wild, freed
in numbers. Herds
drift over gold
crests, dropping seed,
loveless birth to comb
Castile, harsh stubble
for a hardened people
weaned on lean meat
from dry dugs.
Where browns sing,
where the dead ooze up
to air and sway,
where cheeks become
awns, and a memory
trickles into sight,
green spiders
drink dark wine
from rocky flanks.
Weeds poise,
bow to a twist
of searing light.
Clutch like climbers
to a patch of peace.
Moving fast, by guile
they root, breed,
and stay.
Foto de José Amador Martín
MALEZA
Ancladas a calcetines,
ceden, y así recorren,
enganchan estrellas finas
a las piernas que pasan.
Compartan la vía
del viento, ahogando
el tomillo y el cardo,
uno oliendo de mujer
mohosa, otro alzando
una sedosa herida.
Almuerzan aire.
Simplificadas para prestar
encaje a la forma viva
de un pulmón, bailen
a los tempos guardados
por un soplo errabundo.
Existen noches
cuando dedos ansiosos trazan tallos
golpeados con miedo,
corriendo el día entero,
estallando en chillidos
fragmentados.
Las aves claman,
huyen volando. Los gastados
campos abandonados
perduran, crecen silvestres,
libres en números. Los rebaños
a la deriva van sobre áureas
cumbres, dejando semillas,
un nacimiento sin amor
para peinar Castilla, ásperos
rastrojos para un pueblo
endurecido, destetado de
carne magra de pezones secos.
Donde marrones tonos cantan,
donde los muertos rezuman
hasta el aire y se menean,
donde mejillas se hacen
aristas, y una memoria
gotea hasta la vista,
verdes arañas
beben vino oscuro
de los flancos rocosos.
Las malezas penden,
se inclinan hasta una torsión
de luz abrasadora.
Agarran como escaladores
a una porción de paz.
Moviéndose veloz, por astucia
arraigan, procreándose,
y permanecen.
Foto de José Amador Martín
SOUTH FROM MADRID
Green blinds against the afternoon.
The urban hive in every cooling cell
sleeps behind the slats of summer.
Beside baled hay,
packaged product of the land,
before the vines’ demented order,
a drowsy rhythm, sleepless
rock, wakes to sambas—
“Quítate tú para ponerme yo”—
“Give up your place, make it mine.”
So proud people pulse to the rat’s ethic
in the woolen womb of speeding bus.
Half-closed, the eye,
drugged with hurling horizons,
burns with gold stubble,
in sunflowers shielding
embarrassed faces, tattered bonnets
in waves of oven air.
Stony and still towered,
Castile leaves Middle Ages in the fields.
The empty shells that were defense
are shadows’ luxury
washing back to a sea of marl.
Where the countess gazed demure
in the frost of lace, and hate’s oil brewed,
the heat wells up in rocks,
days return their mutable means,
assemblies of rain slip down.
In a metal behemoth,
on a ribbon of asphalt,
maybe one sees the burning bush.
Beneath heaven’s ballast,
in fanning symmetries
sultrier than any flame,
August’s yellowed heart
emerges in clustered constellations,
an ambergris disembowelled from powdered twilight.
Maybe the suns in passing
left a trail brighter than history,
more conclusive than cuirasses.
Along waiting roads, under condolences
of speckled shade, the hot
snows fall and drift.
There is gilt and dust
of vegetal urge, of a birth
resting in the bosom of chance,
minuscule murmur: mimosa.
Foto de José Amador Martín
AL SUR DE MADRID
Verdes las persianas contra la tarde.
En la colmena urbana cada célula refrescante
duerme tras las tablillas del verano.
Al lado del heno en sus pacas,
producto empaquetado de la tierra,
antes del orden demencial de vides,
un ritmo somnoliento,
rock insomne, despierta a sambas
–“Quítate tú para ponerme yo”–
“Dame tu sitio, y hazlo mío”.
Así un pueblo orgulloso palpita a la ética de la rata
en el vientre lanoso del bus acelerando.
Medio cerrado, el ojo,
drogado de horizontes arrojándose,
se quema con rastrojos áureos,
en girasoles blindando
rostros avergonzados, los gorros andrajosos
en las ondas de un aire de horno.
Pedregoso y aún torreado,
Castilla deja Edad Media en los campos.
Los armazones que eran la defensa
son el lujo de sombras
que se drenan a un mar de marga.
Donde miraba la condesa recatada
en la escarcha de encaje, y el óleo fabricaba odio,
brota el calor entre las rocas,
los días devuelven medios mutables,
asambleas de lluvia se deslizan.
En un gigante de metal,
sobre una cinta de asfalto,
quizá uno vea la zarza ardiente.
Bajo el lastre del cielo,
en simetrías que abanican
más sensuales que cualquier llama,
el corazón de agosto amarillento
nace en constelaciones agrupadas,
ámbar gris destripado del crepúsculo polvoroso.
Tal vez los soles al pasar
dejaron una pista más brillante que la historia,
más conclusiva que corazas.
Por las carreteras esperando, bajo condolencias
de sombra moteada, las cálidas
nieves caen y se dejan llevar.
Hay oro y polvo
de una ansia vegetal, de un nacimiento
que descansa en el seno del azar,
minúsculo murmullo: mimosa.
Cecilia Álvarez y Louis Bourne en Salamanca (Foto de Jacqueline Alencar)
Cartel de la presentación en Limerick
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