Crear en Salamanca se complace en publicar algunos textos del poeta Alfredo Pérez Alencart, extraídos del volumen titulado Decíamos Ayer, antología del XVI Encuentro de Poetas Iberoamericanos, que él ha coordinado, como director del Encuentro en homenaje a Fray Luis. Son dos poemas escritos en un espacio de 22 años. Unamuno y Fray Luis “fueron las estrellas que le guiaron hasta Salamanca”, ha dicho Alfredo, quien así escribe, como anticipo:
Soy el rehallado.
Todo es Verbo que me vive,
divinal mirada, probanza
de otra realidad
Alfredo Pérez Alencart (Puerto Maldonado, Perú, 1962). Poeta y ensayista peruano-salmantino. Desde 1987 es profesor de Derecho del Trabajo de la Universidad de Salamanca. Entre 1992 y 1998 fue secretario de la Cátedra de Poética “Fray Luis de León” de la Universidad Pontificia de Salamanca; desde 1998 es coordinador de los Encuentros de Poetas Iberoamericanos, que organiza la Fundación Salamanca Ciudad de Cultura y Saberes. En 2005 fue elegido miembro de la Academia Castellana y Leonesa de la Poesía. Sus poemarios publicados son La voluntad enhechizada (2001), Madre Selva (2002), Ofrendas al tercer hijo de Amparo Bidon (2003), Pájaros bajo la piel del alma (2006), Hombres trabajando (2007), Cristo del Alma (2009), Estación de las tormentas (2009), Savia de las Antípodas (2009), Oídme, mis Hermanos (2009), Aquí hago justicia (2010), Cartografía de las revelaciones (2011), Margens de um mundo ou Mosaico Lusitano (2011), Prontuario de Infinito (2012), La piedra en la Lengua (2013) y Antología Búlgara (2013). El pasado mes de julio, se presentó en la Feria Internacional del Libro de Lima, su antología Monarquía del asombro (2013-2001, Lancom Ediciones, Lima). Hay un ensayo sobre su obra, Pérez Alencart: la poética del asombro (2006) de Enrique Viloria, y un amplio volumen sobre su obra y persona, homenaje de más de 230 escritores y artistas de cuatro continentes, Arca de los Afectos (2012), coordinado por Verónica Amat. Su poesía ha sido traducida a 20 idiomas y ha recibido, por el conjunto de su obra, el Premio internacional de Poesía “Medalla Vicente Gerbasi” (Caracas, 2009) y el Premio “Jorge Guillén” de Poesía (Valladolid, 2012), entre otros.
FRAY LUIS ACONSEJA QUE GUARDE
MI DESTIERRO Y ÁLVARO MUTIS
CONFIRMA EL FINAL DE LAS SORPRESAS
Pasa que pernocto en Salamanca solo para que Fray Luis
se me descuelgue desde el recuerdo carnoso de sus liras,
desde su cuaderno de deberes que va cayendo –siemprevivo–
la noche arrugada en que le planto conversa.
Libro en mano, como si quisiera poseerlo del todo,
grito hacia su destiempo:
“¡Bájese de las cumbres en las alas de un estornino!
¡Véngase a este reino, don Luisito!”
Y…
Ayayay, mi buen Cristo de las justas rebeldías,
aquí mismamente me lo pones igual que cuando era,
me lo acercas desenterrado por mis ganas, lo destacas
como luciérnaga o lazarillo para esta pétrea errancia
que apenitas es dulce conmigo.
Hay veces que uno parece ver claramente a los desaparecidos.
Hay veces que uno cree escuchar una voz aleteante
saliendo del fondo del claustro: “Guardad vuestro destierro,
que ya el suelo no puede dar contento al alma mía”.
Entonces se presenta Álvaro Mutis
después de haber visto a don Quijote en Peñaranda,
y, al contemplarme orando hacia una esquina del infinito,
me extiende su copa con vino tinto del Duero,
mientras habla como lo hacen los de tierra caliente:
“¡Ay, desterrado! Aquí terminan todas tus sorpresas”.
Hay veces que la antigüedad se disfraza de hoy mismo.
Hay veces que el deseo de ver es más forzudo que el alcohol.
Hay veces que Salamanca te rejonea con breves sombras
angelicales.
(1991)
DECIMOS HOY
Decimos que la voz del justo nunca es un amuleto
y que siempre está de viaje hacia su múltiple destino,
pues rema o centellea dentro de un corazón litigando
por rasgar patrañas y bostezos de los confabuladores.
Decimos que todavía nieva sobre la cruz inabarcable
y que siguen floreciendo enfebrecidas tardes muertas
donde acampan los que urden estragos o traiciones.
Decimos que ante el Poeta no hay adiós cielo arriba
y sí hermandad vertiginosa acogiéndolo con palmas
antes, durante y después de ardientes resurrecciones.
Decimos que no existe tregua al momento de Amar,
que el querer se cuece a fuego lento, tomando forma
en el equilibrio de dos que van soldándose en uno.
Decimos que la envidia es el infierno que más quema
y que sus denodados tentáculos atraviesan centurias,
igual que en días remotos, con sus hirientes certezas.
Decimos que se debe ser fuerte y resistir iniquidades
con las manos en alto bajo el son del sosiego, bajo
el blanco alud ultramundano que patrulla cual ángel.
Decimos hoy que hemos tallado nuestros nombres
huéspedes en todas las piedras de la ciudad dorada.
(Para el Poeta que no envejece
ni en cinco siglos a la redonda)
(2013)
septiembre 28, 2013
Enhorabuena, Alfredo. Los poetas no envejecen en gran parte por versos como los tuyos. Será un Encuentro magnífico, no lo dudo. Un abrazo.
marzo 8, 2016
Una poesía fresca y limpia como luz mañanera.