DIEZ POEMAS DEL ESPAÑOL SANTIAGO REDONDO VEGA, FINALISTA DEL PREMIO PILAR FERNÁNDEZ LABRADOR 2018

 

 

 

Santiago Redondo Vega 2019 (Foto de Mercedes Chaves)

 

 

Santiago Redondo Vega (Villalón de Campos, Valladolid, España, 1958) Poeta y escritor. Cursó estudios de Derecho. Vive y trabaja en Valladolid. Ha publicado los poemarios “Mecánica de fluidos” editorial Vitruvio (2018), “Laberinto de inercias” Editorial Azul (2014) y “Naturaleza Viva” 1º Premio del V Certamen Águila de Poesía  Aguilar de Campoó, Palencia (2009).  En narrativa ha obtenido, entre otros, los premios: Café Compas (Valladolid), Cuéntame Portillo (Valladolid), Burgo de Osma (Soria), Virrey Palafox (Soria), Flor de Almendro de La Fregeneda (Salamanca), Filanderes de Sama-Langreo (Asturias). Y en poesía, entre otros, los premios: Unión Artística Vallisoletana, Sarmiento de poesía (Valladolid), Justas Poéticas de Dueñas (Palencia), Blas de Otero de S.S. de Los Reyes (Madrid), Jara Carrillo de Alcantarilla (Murcia), Lasarte-Oria (Guipúzcoa), Pluma de Oro de Alcorcón (Madrid), Accésit de Peñaranda de Bracamonte (Salamanca), Justas Poéticas de Laguna de Duero (Valladolid). Cafetín Croché de El Escorial (Madrid). Finalista 2010 del Premio de Poesía “Hermanos Argensola” y en 2014 finalista del Premio Fundación Loewe. Ha pertenecido durante once años al Grupo Sarmiento de Poesía, hasta su disolución. Es “poeta ahijado” de la Casa de Zorrilla en Valladolid desde 2012.

 

 

Foto de José Amador Martín

 

 

Redondo Vega quedó entre los finalistas de la V edición del prestigioso Premio Internacional de Literatura ‘Pilar Fernández Labrador’ (2018), que se convoca y concede en Salamanca.

 

 

 

De su poemario NATURALEZA VIVA (2009)

 

 

 

 

 

 

SOL

 

Se alza el telón y el sol se despereza

en una sinfonía de latidos,

y un horizonte esquivo de azul cielo

recita sombras tenues de modorra.

 

No me despiertes, no, déjame en sueños

que quiero percibir tus manos blancas,

techumbre de mis ojos deslumbrados.

 

Entre los astros, rey, corona y trono

latido intemporal para la vida.

 

Vive la tierra al sol, luz infinita.

 

 

Foto de José Amador Martín

 

 

 

LUNA

 

Cuando la noche irrumpe en desconsuelo

y se tiznan de estrellas los planetas

abre la luna al fin su ojo de luz

cual Polifemo albino, grande y noble.

 

Y suena la claqueta del amor

y los amantes brotan de las sombras

de figurantes órficos y actores.

 

Y a la luz de emergencia de la noche

la releva de soles la mañana.

 

Cuando en la luna estoy te sueño en plata.

 

 

Foto de José Amador Martín

 

LLUVIA

 

Llama al cristal la lluvia en la ventana,

gimen las nubes celestiales lloros

y por la calle –niños- los paraguas

saltan de negro tul entre los charcos.

 

Las gabardinas viajan más deprisa,

los pájaros se roban los aleros

y los jardines callan tanto gozo.

 

Romántico el amor busca un resquicio

para sumarse en tono melancólico.

 

La lluvia es manantial triste del cielo.

 

 

 

De su poemario LABERTINTO DE INERCIAS (2014)

 

 

 

MIS MANOS

 

¿Te has fijado en mis manos que acarician

tus dudas cada tarde,

y te usurpan la noche? Saben

a ti cuando te buscan

y regresan, sin un rasguño apenas,

a mí cuando me esquivas.

Son dos ojos abiertos al abismo

sensual de un mundo ciego,

donde es feo tocar, se hace violento

trazar la geografía de la piel

de aquello que se ama.

Y va la perversión de lo prohibido

trepándote a escondidas las aristas,

sin otra inmensidad que tu silencio.

¿No has visto a los bebés que a ojos cerrados

se aferran como náufragos

al tibio mar de piel que les acoge?

¿Suena a pecado el hambre de su impulso?

Tú bien sabes que no; son del instinto reos.

Por eso no es pecado querer que sean mis manos

quienes lean, en braille transparente,

el poema de piel de tu infinito.

 

 

Foto de José Amador Martín

 

ISLOTES DE IMPIEDAD

 

Será por ser noviembre y por ser lunes

que se han rendido al tedio las hojas de los árboles

y en toda la ciudad duerme el otoño

al remanso venial de un cajero de banco.

Se cubren los mendigos

con mantas de cartón todos sus males

y  embaucan en aliento

las calles de sus manos indigentes.

Es lunes y es noviembre y hay tristeza en el rictus

de este anónimo cielo

que ha amanecido apenas.

Los pájaros

-sedientos de la luz-

se afilian a los charcos,

el sol pide la vez a un celofán de escarcha,

los coches van llorándose por dentro

y, a pie, los transeúntes

nos alzamos el cuello hasta ignorar

esos naufragios de lunas de cartón

que nos increpan

que hay una sociedad sin alma ni argumentos

llagada por islotes de impiedad

fondeando entre adoquines sus barcos desnortados.

Foto de José Amador Martín

 

 

EL PASO DE LOS DÍAS

 

El paso de los días

se alimenta del ser de quien los nutre,

o los repta, o los vuela, o los presiente,

desde el tic-tac infame

de algún reloj de arena.

 

De nada vale relegarlos al hueco atemporal

que dormita en las sombras,

o a la intemperie y solos, dejarlos macerar 

por si algún día el rastro

que abastece las hambres de su ego

los perdiese la pista.

 

Porque el paso del tiempo es aire equívoco,

sabe ser ruin, paciente, sibilino,

y hace muescas de lluvia en los espejos

donde la piel escampa.

 

Y aun el olvido es fuego en sus arterias

que nos malea el cuerpo y la inocencia;

y hasta el alma es peaje

por el dolor gozoso de estar vivos.

 

La conclusión no es siempre un mal augurio

aunque evidente y súbita.

Lo importante es vivir y, en todo caso,

esperar a que sean los poetas

quienes le pongan letra al compromiso.

 

 

De su poemario MECÁNICA DE FLUIDOS (2018)

 

 

 

 

II

 

EL ABISMO ERES TÚ

yo apenas puedo

emboscarme en tu nombre,

mecerte en mis palabras,

trepar por tu verdad hasta los labios

que acarician tu voz, que te hacen libre,

o te inventan cadenas

allá donde la mar de los poetas

sala tu piel con mi alma y te contagia

de la albura o del luto.

 

Y sin embargo –amor-

la vida es un enigma cuadrado y pedregoso,

un aguafuerte intruso,

un boceto en la niebla por las calles sin niebla,

un estertor de olvidos,

un órdago a la luz,

un ciego déjà vu,

un brocal,

un retorno.

 

Y el final es un cuento

que nunca acaba bien, porque su autor

nos niega –contumaz- el infinito

y se olvida dejarnos debajo del felpudo

la llave del cajón

que esconde el boulevard de las perdices.

 

 

Foto de José Amador Martín

 

III

 

POR SER DE CARNE y de obsesión te escribo

a solas cada noche;

de tinta o de cristal pero desnudo

de labios hacia arriba.

 

El resto es el pecado de la luz,

la gula voluptuosa del carmín,

la trampa del amor que sin besarlo

me eriza

y me insemina.

 

Tus pechos

cabalgan con desdén por ese Cosmos

ficticio y estrellado

que ha empezado a soñarte

del cielo su querencia.

 

El ruego de tus ingles

comulga en ese azul carnoso y visceral que me despoja

de pájaros y adverbios.

 

Pósate en mí,

moja tu boca en tinta de mi ser y emerge

del poema más íntimo y genial

que mi desierto de abrasión te inspire.

 

No temas tanto ardor

solo acaricio

tu nombre, Poesía.

Foto de José Amador Martín

 

IV

 

CAMINO JUNTO AL MUNDO de tu piel,

te llevo

desde siempre en la palma de la voz;

casi es costumbre

sentir que te avaricio la cintura

o que mi mano inventa hasta tu cuello

un caos de luciérnagas.

 

Desde siempre me esperas

y me inspiras,

me atardeces, me inundas.

 

No tengo otro grial que tu paciencia,

que el matraz de tu amor para sentirme

inmensamente pleno

de ese aliento sutil, que me protege

callada, mansamente,

las ruinas y los flancos.

 

Perdóname –mujer-,

mi mundo te ama,

profundamente te ama,

te viene amando así desde el pespunte

de tu arteria a mi pulso,

y sin embargo

después de tanta inercia junto a ti

-casi una vida-

es sólo ahora,

secretamente ahora,

tardíamente ahora,

cuando endulzo tu mar con un poema.

 

 

 

Foto de José Amador Martín

 

 

POEMA INÉDITO

 

 

AHORA

 

Ahora que los días

amanecen al alba, como siempre,

pero la luz nos dicta entre cristales

poemas al azar de un tiempo ingrato.

Ahora,

que la vida nos reta tan de frente,

que ya no nos creemos invencibles,

que nos lastra el deseo de volar

el miedo acomplejado de los sueños.

Ahora,

que nos tapa la boca la distancia,

que el silencio nos grita como nunca,

que las ventanas miran al vacío

y las calles se han vuelto intrascendentes.

Ahora,

que volvemos a ser tan solo homínidos,

razón de aquel primate que bajara

del árbol ancestral de la inocencia

sin saber para qué, ni con qué objeto.

Ahora,

que son las casas trenas sin barrotes

en esta indefensión que despedaza.

Que se nos piensa adscritos a la abulia

maldita del desdén y del consumo.

Ahora,

que han perdido las manos su premura,

y los labios la estela de ese instante

que redime en iconos de wasap

la imposible distancia de un abrazo.

Ahora,

que nos sabemos débiles y anárquicos,

que el futuro nos mira con desgana,

que nos bajó los humos la más ínfima

criatura viral de un mundo extraño.

Ahora,

precisamente ahora,

secretamente ahora,

antes de que esta luna de abril nos atenace

permíteme decirte

que te quiero.

Foto de José Amador Martín

 

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