La poeta Yolanda Rivera Castillo
«Crear en Salamanca» tiene la satisfacción de publicar diez poemas de Yolanda Rivera Castillo. La autora es natural del pueblo de Añasco, Puerto Rico. Su padre, Sotero Rivera Avilés, poeta de la generación del sesenta, la motivó a escribir poesía a temprana edad. Su retoño, Raquel Salas Rivera es, igualmente, poeta de gran influencia en los Estados Unidos y Latinoamérica. Al presente, Rivera Castillo se desempeña como profesora de la Universidad de Puerto Rico. Combina su labor académica, como lingüista estudiosa de lenguas criollas, con su pasión por la poesía. Su poesía aspira a aclamar tanto lo mundano como lo sublime. Mientras fue estudiante en el Recinto Universitario de Mayagüez, perteneció al Taller Cultural Caramba. Este grupo se regía por la convicción de la naturaleza primordialmente oral de la poesía. Aún esta idea domina su trabajo. Ha publicado en antologías y revistas de poesía en español (Pulso de poesía, Homoerótica, Cachaperismos, Grito de mujer, Contratiempo, Premio Eros 2015) y en su lengua prestada (Tongue’s Palette, Erotique Caribbean y The Wanderer). Ha ganado el segundo premio en el Certamen Poesía en Abril, de la revista Contratiempo y seleccionada para inclusión entre los veinte poetas del III Certamen de Poesía Erótica Canarias 2015. Su poemario Baladas de tentación y destierro recibió mención de honor en el IV Certamen de Poesía La palabra de mi voz. El Instituto de Cultura Puertorriqueña le otorgó Mención de Honor por su poemario «Foreign Words».
Salamanca. Foto de José Amador Martín
Yolanda Rivera Castillo ha resultado una de las 15 finalistas de la VI edición del prestigioso Premio Internacional de Poesía Pilar Fernández Labrador en 2019, con su libro ‘Ritos de Catástrofes y Cenizas’. A dicho premio se presentaron 905 trabajos procedentes de catorce países. Los poemas aquí incluidos, algunos publicados previamente y otros inéditos, no forman parte de dicho libro.
Foto de José Amador Martín
ÉRASE UNA VEZ
El deseo es un animal maltratado
que deambula por cualquier negocio esta noche.
Se monta sobre los cuerpos cansados,
sobre las faldas negras que cantan su color sin sonrisas.
Es una araña que teje tus historias
más vividas que tu realidad predicha con cada noche de
/acróbatas entretenidas entre tus piernas.
Es mi propio cóndor exhausto
que se rindió al no conocerte por tantas noches.
Se ha escapado y siente que llega y no ha llegado.
Nunca confié en tus huellas.
Parecían rastros de gato montés y de hiena.
(2008 – Poemas a Medio Pollito, Irojo Editores, Argentina)
Foto de José Amador Martín
EL DÍA DE LA COSECHA
A mi hermana
Si estuvieras sobre la casa
como hacíamos
esos días de atemperadas luces
y sueños bajos,
sé que no fumarías
y tendrías más sonrisas en las manos.
En su lupanar del tercer piso,
vive un veneno corrupto
que ha roto la magia
del otoño
y que desenfunda
su voz,
mientras te agarras desesperadamente
del pensar tus días
en sus brazos.
Si tuviéramos dos o cuatro años,
caminaríamos con sombrillas amarillas
bajo lloviznas lentas de enero
que acompañaban al sol.
Nuestro padre se quejaría de sus hombros
y la herida
que te dio la incertidumbre
en la ternura.
Si trajeras hojas oscuras de cruz de malta,
haríamos un brebaje curativo
y todos los desaciertos
correrían asustados como espectros
y nosotras venceríamos al verano.
(2014 – Antología Grito de Mujer, Festival Internacional de Poesía, p. 201. República Dominicana: Fundación Mujeres Poetas Internacional)
Foto de José Amador Martín
PRELUDIO A UN BESO
Por la orilla de la puerta
se acerca y
sonríe con la boca cerrada,
mira directamente a mi desolación
para medir con algo de certeza mis heridas.
No es el filo de la piedra, sino
tu cintura
suave en la puerta verde
de una cuatro-por-cuatro.
No es el hedor tornasolado
de los pájaros vulnerables
en tu alero,
es la rueda
que te lleva a casa,
es el olor preferido de su cuerpo,
el rolex que tus ojos recogen
su primer día que
es mi último.
Ambos-a-dos,
qué quiere usted,
qué quiere el ángel amado,
el ala armada de metales cortos y precisos,
qué se le ofrece a la mancha de sangre
que arrastro lejos
y me delata por los adoquines del pueblo,
qué se le ocurre a tu cabeza numérica,
a tus curvas contra el metal pulido,
contra la otra cintura estrecha,
qué sueña tu pesadilla veloz
que hoy cruza mi puerta cuando apenas me asomo.
Es todo un juego de niños,
es que mami venga a salvarme de las noches,
que cubra mi rostro de tu mirada,
que avance a cercenar las alas milagrosas,
ángel vengador,
punta de lanza,
soldado raso en el desierto
frente a una mujer desarmada.
Todos los caminos llevan a una gran peregrinación,
nos dejan dormidos como si fuera cierto,
como el ojo de la sabiduría en amazon,
como el tercer ojo del cuartel de policía,
como aprender que amar es la pesadilla,
que verte salir a recibirla
ambos-a-dos,
alas de paloma,
puertas cerradas de súbito,
es un party de reggaetón
cualquier día.
(2015 – publicado por la revista Contratiempo, Chicago, Illinois)
Foto de José Amador Martín
CANCIÓN A LA COSTURERA
Abro la puerta y
tu mano firme me deshilvana.
Me tejes y desenredas,
me sirves una pasión certera
en bandeja de plata y cilantro.
Suelo sentarme a tu lado,
contar los lunares que juegan en tu piel como canicas,
veo tu mano asida al hilo pequeño,
al pudor vacío deshilachado,
compuesto de modas imposibles,
de tus quesos fuertes y tus jugos bermejos.
Me vistes y me desvistes como
tu extraña muñeca,
dispuesta a llevar tus encajes,
tus telas de algodón,
cualquier chiffon picante junto a tu cama.
Tú, que nunca has usado un hilo,
bordado en piedra
o zurcido un ruedo,
te dejo un alfiler
con que derrames
toda esa sangre que vive perdida
sin tu mano.
(2015 – Publicado en selección de veinte poetas del III Certamen de Poesía Erótica Canarias 2015, Premio Eros 2015)
Foto de José Amador Martín
DEIDAD DE LAS CATÁSTROFES
Las mañanas,las noches y el coffee break,
estás ahí entre los papeles,
cerca de la fotocopiadora, en el altar a Yemayá de mi amigo.
Te veo por las rendijas de mi techo herido,
en los ojos de mi perra, en los zaguanes de San Juan.
Estás en el sueño, en el insomnio y las historias que vivo y las que invento.
(2017 – Historia de la soledad, selección poética traducida por Raquel Salas Rivera, The Wanderer, septiembre)
Foto de José Amador Martín
TENTACIÓN DEL FÓSFORO I
Solo quiero pisar esa malvada hoja
de esta rifa sin sueño
en busca del cometa absoluto
que me engañe de noche
y me muerda de día.
Quiero solo las ráfagas encendidas
del jabón de mi madre
que refriega la esquina anaranjada
de ese negro ojo que me habita.
(2017 – Historia de la soledad, selección poética traducida por Raquel Salas Rivera, The Wanderer, septiembre)
Foto de José Amador Martín
EN TRÁNSITO
Murmullos de ciudad pequeña,
indistinguibles del viento,
zancadas en arena.
Pequeños ecos de lluvia
y aguadores
que deambulan transparentes
en las calles
sagradas y vacías de mi pueblo.
Todos hemos migrado a otras aguas
dejando un rastro errante de memorias.
Sigo sin sentir aquí
con los murmullos
sangrantes de asma y de metal
y de esta aurora.
Vengo con la locura del viajante.
Hay ahora adiós para no volver,
desgarramiento
como el volátil ángel que se lleva
cada hora acostada
y el minuto.
Quisiera enamorar al sonido de la iglesia,
al cine de timbre sordo
y a algunas de las puertas de mi pueblo
que nadie abrió para mí
para que crucen conmigo
la calle hasta mi acera.
Pongo suave la luz
y espero el sueño.
(2011 – Antología de poetas puertorriqueños, Homoerótica)
Foto de José Amador Martín
SEGUNDO DÍA DE TRABAJO
Los martes
son los días de lluvia
y bajan amanerados ruiseñores
que nunca han reposado estos espacios.
A veces son días de cobro
y la gente dormita filas interminables
para los niños.
Casi todos los martes
suena el teléfono
y me haces recordar tu castigo,
uno que se inició con puertas
y brazos cerrados.
Esos martes hace calor
como casi todas las horas en que debo la luz,
como las noches
en que mis ojos deambulan
sobre tu cuerpo imaginario.
Es el día en que estoy cansada
porque no sé por dónde camino
y mi libreta pequeña de calendario
está rayada
y aparecen números para llamar que no quiero
y hay nombres de personas que no conozco.
Pero me conformo con imaginarme lo contrario.
Todos los días son martes desde entonces.
(2017 – Historia de la soledad, selección poética traducida por Raquel Salas Rivera, The Wanderer, septiembre)
Foto de José Amador Martín
ESCALERA
Si pudiera abrazar
esa escalera alta bajo tu puerta,
llamaría a un tren desbocado
que me recogiera
durante las horas de tedio.
Es un balaustre
de líneas zigzagueantes
y veo tu rostro terso
junto a mi oreja.
Este tren no se detiene nunca,
estos pasajeros no escuchan mis manos
y pierdo la partida
y la llegada.
Y te observo
con el sonido de la máquina
y esa música
que habla más fuerte que el azar.
Foto de José Amador Martín
ARDE MI PIEL EN LA OSCURIDAD
Si quisiera decirte cómo me siento,
te daría el termómetro y el alcohol.
Te pensaría en la cama como un caracol de nieve
todo derretido y en correntías.
Te pensaría, te pensaría
como la lupa firme sobre la hormiga brava,
como la limpieza de las playas negras por los buques de carga,
como la hornilla más encendida del desayuno.
Pero hoy no puedes decirme nada,
tu labio está de siesta permanentemente y
pensarte es una labor de computadora,
un inicio en las artesanías del teléfono,
una distancia estatal de esta gran fábula.
Foto de José Amador Martín
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