‘DESDE LA OQUEDAD PACEÑA’, POEMAS DE ALFONSO BERLANGA REYES

 

 

1 TtiahuanakuTIAHUANAKU 

 

Anticipamos tres textos del poemario que próximamente publicará Alfonso Berlanga Reyes, nacido en Málaga, aunque cordobés de vivencias, y quien, tras muchos años de residir en Madrid, está asentado en Almería, en cuya ciudad comenzó ejerciendo como  Catedrático de Instituto de Literatura. Realizó sus estudios universitarios entre Granada y Madrid, en cuya Universidad Complutense se licenció con Premio Extraordinario en Filología Románica. Ha desempeñado diversos puestos de dirección en los Ministerios de Asuntos Exteriores -Agregado cultural en la Embajada de España en Suiza y Consejero de Educación en la de Portugal-, Educación -Director de la acción educativa en el exterior y de la inspección educativa- y Trabajo y Asuntos sociales -Director general de discapacidad-. Ponente en multitud de Congresos y Simposios del mundo educativo, dirigió numerosos Cursos de formación para docentes y participó en Encuentros científicos de varias universidades europeas. Entre sus publicaciones destacan una «Historia de la literatura española a través de los textos» en 4 volúmenes y un estudio crítico sobre «Poesía tradicional». Escribe versos desde muy temprana edad y ha publicado en revistas y antologías, pero ha querido que éste, dedicado a La Paz (ciudad y departamento), su vida y sus costumbres, sea su primer libro de poemas.

 

 

2 Alfonso Berlanga Reyes

Alfonso Berlanga Reyes

 

TIAHUANAKU

 

Son aymará, son aymará.

 

La dolorida planicie clamaba silencio

en ecos despiadados de antiguas soledades;

las piedras arrumbadas al borde del camino

su liquen deshacían de siglos olvidados

al paso de los perros callejeros de hampa

marcadores de orín y entresueños acunados;

brotaban en el campo rojas puntas de flechas

de otras tantas batallas de sangre y agonía.

Un clamor de guerreros enmudecía a los dioses.

 

Son aymará, son aymará.

 

Al filo de la loma en la distancia

tres brujos emplumados esnifaban

con sus ojos de alcohol la tenue albada.

Todo dispuesto para el cruel combate,

los niños y mujeres  bajo tierra,

sangrados animales y encurtidos,

la cosecha quemada para nadie,

los guerreros tiznados de avaricia,

de lujuria los jefes endiosados.

 

 

3

 

Son aymará, son aymará.

 

Terraplenes de polvo inundan la planicie,

la luz se paraliza, el silencio se esconde,

los árboles fecundos arrugan su buen fruto,

los perros carniceros aúllan en sus grutas.

Un tajo en la garganta, una piedra en huida,

una maza que parte la cabeza de plumas,

una espada que corta la vida en dos mitades,

unas flechas perdidas al corazón amante,

una lanza que ruge camino de la sangre.

 

Son aymará, son aymará.

 

Las piedras se reparten despojos y timbales,

el viejo pregonero recita la barbarie,

sus cadáveres velan los niños y las madres,

los perros macilentos se disputan la carne.

La vida se deshace por un turbio mensaje,

rugen los vencedores cantando su masacre,

el cielo y la distancia alumbran el ultraje

y una máscara verde disfrazada de calle

sahumeria los silencios que genera la tarde.

 

4

 

 

 

 

Son aymará, son aymará.

 

Tiahuanaku en la noche dormita sus sillares,

las plumas, los inciensos, los lamentos huidos

el viento que satina y ciega los pilares,

el arenal que escucha la luna encarnecida

la piedra dolorida, la piedra en los telares,

la muerte cenicienta preñada de silencios

el cruel horizonte dormido en hontanares

y una pátina verde de turbios nubarrones

reverbera la noche con sus cuatro lunares.

 

Son aymará, son aymará.

 

El tiempo detenido se agiganta,

en su mundo de sombras me sumerge

entre caras de sol ennegrecidas

que sus voces en los ecos ensalzan.

Yo hago mías las piedras milenarias,

reivindico las huellas del pasado,

me sumerjo en sus caras encriptadas

y no hallo más grito de la muerte

que la luz que ahora siembra el camposanto.

 

5

 

 

Son aymará, son aymará

 

Tiahuanaku descansa dormido en la distancia,

sus huidizos lebreles deambulan desolados,

los lares insepultos corean sus enigmas

los hijos y mujeres recuentan las estrellas.

Una paz indolente se mueve en los caminos,

el pasado rezuma de astros relucientes,

de destinos perdidos y fuegos recobrados

que en la noche destila la sangre derramada

y la sombra de un tiempo callado para siempre.

 

Son aymará, son aymará. 

 

 

 

6

 

 

 

EL GRAN PODER

 

Amanece en el Alto y bajan al desfile

Caretas, emplumados, collares, mocasines,

Gozosos tinkus y escudos endiablados,

Exuberante el ron, a litros la cerveza,

Riadas de figurantes en acto devoto

Al Gran Poder se rinden y tornan obediencia

En las calles tumulto, ajetreo, sensación de gran fiesta

Mercadería barata enriquecida en oro y pedrería,

Indios y jailones en hermandad fingida

Todos a una a la entrada magnífica

Que en los Andes espera, silueta del Illimani de testigo.

 

Un ejército de tinkus, morenada, caporales,

Kullawada, sikuris, antawara, tobas,

Llamerada, pujllay, incas y waca wacas

Se dispone a la larga carrera sinuosa de músicas,

El público confía su ilusión a la fiesta,

Los mandamases de la sagrada hoja de coca

Pavonean sus vísceras en el palco encendido,

Tenderetes en tribunas y sillas de bebidas

Acomodan a guiris, caras, indios y curanderos,

La amalgama de gentes, banderas y estandartes

Se derriten a un sol transparente y cautivo.

 

 

7

 

 

 

Se descorre el telón al ritmo de diablada

De máscaras fruncidas de color multiforme

Calaveras, carneros, diablillos, antropoides

Compiten retorcidos por un sitio en su retablo,

Correajes, fruncidos, hilaturas, dorados

Se arrebujan en petos, faldillas y doseles,

Estructuras de fuego y rayos en el cielo

Acompañan atónitas a la danza infernal,

Retorcidos, acordes, sinuosan sus cuerpos

Al compás imposible de una música fuego

Que de gloria recubre su pagano ritual.

 

Los tinkus en cuclillas inician su andadura

Acompasados gritos y pisadas profundas

Redoblan en asfalto soflamas de entreguerras

Y una ciudadanía lejana de silencios

Asiste imperturbable a un himno intemporal.

La música agiganta la impresionante escena,

Las graderías retumban al eco del timbal

La tarde anochecida acompasa sus sueños

Y el paso monocorde del grupo enloquecido

Encumbrado de voces, de trompas y platillos

Finaliza su entrada con un mudo compas.

 

 

8

 

 

 

Caporales altivos sonar de cascabeles

Respiran con su baile un añejo cantar

Son la huella de un tiempo rendido y sepultado

Bastión de cicatrices y cadenas en sombra

De un pueblo sojuzgado que el Gran Poder redime 

Y recobra su orgullo de noble tradición.

Morenada ya asoma en legión de cholitas

Con faldas en el aire expresión de un estigma

Que celoso se esconde en su vaivén dormido

Y es pueblo que agiganta su voz misericorde

De un pasado que oculta sus ansias de verdad.

 

 

9

 

 

 

La entrada se dilata al son del waca waca,

Entre tobas e incas de esculpidos silencios,

El tiempo se detiene al ritmo del pujllay

Y la antawara anuncia un anuncio de sombras

Que recogen sikuris de un trepidante son.

La kullawada marca un reguero de enigmas

Y enloquecidos ecos de antiguos homenajes

Que sepultan el tiempo en salar infinito

Y recogen de nieblas llameradas de paz.

El desfile es crisol de un país que recobra

El silencio que ruge de quechuas y aymarás.

 

 

10

 

 

 

LA SAGÁRNAGA

 

Afilada de calles y de aguayos

única en su mirar desmedido

Sagárnaga despierta enloquecida

y abre al mundo su hogar infinito.

 

Aceras dislocadas que te miran

mercado de tugurios esquivos

indígenas de sombra que te ofrecen

su profundo legado en sigilo.

 

Sagárnaga abre su vientre de aromas

en infantiles voces sin tino

algarabía morisca en sus estantes

y una copla que llena de olvido.

 

 

11

 

 

 

Es la calle un barullo de misterio

un torpe discurso sin sentido

una preñada hebra de silencios

que no quiere revelar sus trinos.

 

Todo el mundo pasea por la calle

aymarás, guiris y drogadictos,

doñitas enguantadas en visones

y prelados de sombra cautivos.

 

Sagárnaga es cruel con sus esquinas,

repintadas posan en sus nichos

prostitutas pegadas a un mal sueño

pesadilla de luz y delirio.

 

 

12

 

 

Mercadería barata en sus balcones

encomiendas de un pasado idílico,

voceros y truhanes afanados

en por mil lo que no vale cinco.

 

Todo es magia por esta calle oscura

reposada de sombras y cristos,

sucumbes a sus voces de misterio

y en sus voces te quedas prendido.

 

 

13 Vista de La paz

Vista de La Paz

14

 

 

 

 

 

 

2 comentarios
  • José De Benito
    septiembre 2, 2016

    No he tenido tiempo más que de ojear por encima algún poema de gusto exquisito. Pero es importante apuntar que el trabajo en su conjunto es una maravilla, las imágenes y los textos perfectamente ligados, un paseo ameno por el montaje. Realmente Alfonso no cesa de sorprenderme con su derroche desbordado de talento. Y le admiro más, y por encima de todo, porque se sabe de el más por lo que calla que por lo que dice. Admiro estos trabajos, y este en especial.
    Un fuerte abrazo Alfonso
    José María De Benito Buzón

  • Alfonso
    septiembre 2, 2016

    Muchas gracias José. Eres un gran amigo y admirado poeta. Un gran abrazo

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