El poeta Dennis Ávila Vargas
Crear en Salamanca tiene el privilegio de publicar estos poemas de Dennis Ávila Vargas (Honduras, 1981). Una selección de sus primeros libros se reúne en la antología Geometría elemental (Casa de Poesía, Costa Rica, 2014). En el año 2016, Ediciones Perro Azul (Costa Rica) publicó La infancia es una película de culto, reeditado en Editorial La Chifurnia (El Salvador), en Ediciones Trábalis (Puerto Rico) y en Amargord (España). En el año 2017, Amargord publicó Ropa Americana, reeditado en Puertabierta Editores (México, 2018) y traducido al árabe por el poeta Fakhry Ratrout (Al’aan Ediciones, Jordania, 2019). En el año 2019, Amargord publicó Historia de la sed. Su antología poética, Escuela de pájaros, forma parte de la Colección Iberoamericana Primavera Poética, publicada por Lima Lee (Perú, 2020). Su libro, Los excesos milenarios, obtuvo el Premio Internacional de Poesía «Pilar Fernández Labrador» (2020), con sede en Salamanca, España. Desde el año 2017 posee, también, la nacionalidad costarricense, país en donde reside.
Mundo Aquí (Pintura de portada realizada por Miguel Elías)
Estos poemas serán leídos durante el XXIII Encuentro de Poetas Iberoamericanos, organizado por la Fundación Salamanca Ciudad de Cultura y que se celebrará en Salamanca del 14 al 20 de octubre de 2020, dedicado a José María Gabriel y Galán. Habrá actos presenciales y virtuales. La lectura del poeta hondureño-costarricense será en una sesión online y saldrán publicados en la segunda antología del encuentro, titulada “Mundo Aquí”, también coordinada por el poeta peruano-salmantino Alfredo Pérez Alencart, director de estos encuentros desde su primera edición.
SISTEMA SOLAR
El sol es una coordenada maestra.
Vibra en su meditación
como un baúl de fuego en el frío cósmico.
Presente en cada exceso milenario,
duele su ausencia y su quemadura.
Pureza y esplendor: en forma de polen
o lluvia solar, sostiene la vida.
Ciencia y espiritualidad coinciden:
su voz trasciende en la materia.
Estrella central, magma de Gran Misterio,
todos los caminos vienen del sol.
Portada de Los Excesos milenarios
RESPETO
Una mujer pinta un colibrí.
Su corazón es un lienzo inacabado;
el futuro, una galería de ausencias.
Salvo el estuche de colores
que palpita en sus brazos,
ella ilumina la nada.
En el taller que media entre su pecho
y la conducta en su respiración,
nace un arrecife de plumas.
En las miradas que contemplan sus trazos
y el olvido que renuncia a desaparecer,
el aire imagina que pasa.
Sus manos son pinceles:
flechas en el arco de la voluntad.
Hay cosas más importantes,
pero una mujer pinta un colibrí.
PACTO MARINO
El mar no está solo, lo acompaña su espíritu de balsa.
Credencial oceánica, de cerca es un caballo;
a la distancia una perfección horizontal.
Le gusta que le digamos mar,
también entiende si lo llamamos memoria.
Poco o nada le interesan sus barcos oxidados
y menos el hielo que se vuelve mar.
No tiene ojos, pero sus olas insisten
sin perder de vista la arena y los peñascos.
Marea baja, marea alta,
el universo rige su vaivén sagrado.
A veces calma, otras, tragedia;
asume su acuerdo lunar.
El mar no está solo: custodia el infinito.
Portada Excessos Milenares, edición en portugués
CÍRCULO
Elevo la mirada. Se asoman las presencias,
entre ellas la soledad.
Piden que permanezca cerca de mi maestro:
un árbol sabio como un bastón de silencio.
Los espíritus observan.
La selva devora a la selva.
Late el tambor de la montaña.
La yerba sostiene el sereno,
el miedo levita en su audiencia.
Bordea el aire su transparencia sólida.
La claridad desciende a lo efímero.
Mi sombra pierde color.
Hay respeto en las raíces que tropiezo;
no pretendo vulnerar estas espinas.
Mi cuerpo debe estar expuesto para ver
la estrella que prometió la canción.
Aparece la lentitud: nueve pasos
son un día en este círculo sagrado.
ESCUELA
Abuelo es el árbol al que me sembraron
para encontrarme en la montaña.
El primer día no supe hablar con él;
la noche fue larga como un cincel
que no estaba en mis manos.
El segundo día dormí al pie de su respiración
y la noche se acostó a mi lado.
Al tercer día siguió el martilleo de la sed.
Me levanté y abracé su corteza.
Con la mirada le pedí que lloviera.
El bosque nuboso habló al cuarto día:
“La noche es de los grillos y la mañana es de los pájaros”.
Volví un año después.
Reconocí en sus raíces el golpe de un relámpago.
La otra mitad, al caer, atravesó mi montaña.
Pilar Fernández Labrador y Alfredo Pérez Alencart, con los libros premiados de Ávila y Gatica
ALTERACIÓN CLIMÁTICA
Hay un epicentro en el felino que creó los desiertos.
Cámara lenta el alud,
cuarto de máquinas un volcán.
La cordillera escolta su horizonte,
y en el pliegue del atardecer
el día expulsa las estrellas.
Un meteorito altera la botánica.
El impacto mueve los estanques.
Los nenúfares ordenan el agua.
Todo muestra sus dientes;
en cada helecho hay un serrucho verde,
inocente y dual.
En la comarca del hielo
osos polares se buscan, asesinos,
para engañar al hambre.
Súbito es el nombre de lo opuesto:
los cristales envejecen para verse jóvenes,
el equilibrio persigue la herida
y no a la cicatriz.
Las deidades olvidan lamerse
como jaguares
en su instante sabático.
El planeta resiente cada paso.
Hay un felino en el epicentro de sus días.
ARTE MILENARIO
La poesía es un cincel que esculpe un almanaque.
Una mano llagada
por el movimiento que vibra en los martillos.
¿Cuánto queda por hacer
sobre esta roca amarga y tiesa?
¿Cuánto debemos esperar
para tallar con fuerza nuestras ruinas?
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