Me asfixio en el cristal roto,
en la queja
en el llanto
en el muro desconchado;
en el aire rasgado
buscando musarañas,
en acentos perdidos,
en las yemas de mis dedos,
en hilos de nieblas,
en pompas de jabón,
en el jazmín agostado,
en la sonrisa perdida
tras la ventana bajada.
¡Dejadme partir!
En el áloe a incienso,
a esparraguera,
a manzana dorada por el sol del verano.
A malvarrosa que juega
en el prohibido jardín,
en la buganvilla rosada,
en la gardenia,
en el pino marino,
en la flor de un día,
en la tapia encalada.
¡Dejadme partir!
A encontrarme en la sombra,
en gesto agarrotado,
en amaneceres helados,
en la letra menuda,
en el folio blanco
sin saber que escribir
¡Dejadme partir
En el cuencos de mis manos
llevo semilla,
traeré nuevos frutos
renacidos del profundo letargo.
Reinventare fragancias,
aromas contagiosos,
Ataré cabos sueltos
caprichosos caminos
en el regreso a ti
Isaura Díaz Figueiredo
Puerto de la Duquesa a un 10 de septiembre de 2013
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