Araceli Sagüillo en la calle Mayor de Toral de los Guzmane (foto de Jacqueline Alencar)
Crear en Salamanca se complace en publicar, por vez primera, estos poenas de la palentina Araceli Sagüillo, quien hasta 2018 fue la coordinadora del reconocido ámbito cultural “Los viernes del Sarmiento”, que se celebraba semanalmente en Valladolid y que sumó más de 2000 actos literarios. Desde entonces es asidua invitada a los Encuentros de Poetas Iberoamericanos que se celebran anualmente en Salamanca, en cuyas antologías se recogen sus poemas. Tiene publicados una decena de poemarios, como La charca de los lirios (1994), Mujer (1996), Tiempo de silencio (1999), Las voces (2003), el poema dramático En la alameda (2004), El ático vacío (2009), Treciembre existe (2011), Las Moiras (2016), Nosotros (2018) o Inefable tierra (2020), entre otros. Su poesía ha sido traducida al italiano, croata, búlgaro, árabe y portugués. Los poemas que ahora se presentan son inéditos.
Foto de José Amador Martín
DEL PRESENTE QUIERO HABLAR
Porque somos leyenda sin futuro,
caos emocionante del cotidiano abismo
conduciendo dolencias, disipando
tristemente el delirio.
Porque no hay nada ni nadie
que justifique tanto paso atrás,
tanta página en blanco,
tantas palabras hundidas
en la complicidad de la realidad.
Los abrazos han perdido la memoria
solo un impulso imperioso hace recordar
aquellos momentos donde los recuerdos
dejan la memoria desbordada.
Porque este sábado donde tanto pasa
y tanto queda pendiente, aprendemos
a guardar silencio, y seguimos avanzando
esperanzados y cansados a la espera
de alguna verdad. Porque es mucha
la necesidad que se respira.
Foto de José Amador Martín
EMPIEZO A CREER
En los días que vuelven, tantos momentos, y tantos problemas.
Descanso de los días que aprendí, y me duermo con la luz tenue
rompiendo los pensamientos que duelen.
Es enero y el sol ha salido con rabia, castigándonos
entre las primeras nubes.
Una neblina morada y un viento huracanado
deja el entorno envuelto en un presagio
Pero ¿qué nos espera?
Si aquí vivimos los débiles, los heridos,
los desamparados, los del llanto en los ojos.
Aquí, sigue la ira, la envidia,
los locos enzarzados en disputas nefastas.
Aquí, entre la salvaje desolación hay ojos que miran.
Pienso y siento un deseo urgente de huir, o de morirme.
Tanta es la desilusión, tanto el desencanto, y tanta la fiebre,
que se llega a entrar en lo trágico.
Obedeciendo algún mensaje hermoso, vivo
el capítulo final desafiando al miedo.
Cerca del charco de los lirios escucho el lenguaje
de los jilgueros, dejándome abrazar por la brisa
de todos los paisajes juntos.
Foto de José Amador Martín
PENSANDO EN TI
Llegaste sin apenas voz.
Criatura adivinada, realidad apenas descubierta,
impregnada en tu corto destino.
Y llegaste a todos mis problemas
descansando en cada una de las atardecidas,
y nos escondimos debajo de un cielo en calma,
rompiendo todas mis frases.
Hermoseaste mi vida acariciando
la nostalgia de mis manos, abrazándonos
en cada madrugada, en cada instante
hiciste de mi vida la aventura verbal
de la conciencia en el mundo.
Aprendiste a llorar como los pájaros,
entre suspiros y las horas que no dan para más.
Aquél comienzo fue acrisolando todo mi entorno,
sin sobresaltos, aparcando los ojos
en un destino desconocido y aprobado en el empeño.
El esfuerzo inicial fue indiscutible, muy notable.
Fue la historia inacabada de un puente roto.
Y la historia así no sirve.
Solo las palabras transmiten la emoción,
la vida, la hondura en el empujón del sentimiento.
El impulso fue la triste verdad
de lo que os digo.
Foto de José Amador Martín
VIVIMOS
Adrede, cubriéndonos de aire el alma,
jaleándonos al alba
inventando otra realidad, otro mundo
menos enfermo,
vacío de tormentas serpenteando caminos
con los pies descalzos,
restaurando las fuerzas sobre alfombras de sueños.
En un crujir de nubes empapaste el cuerpo
con perfume de un océano profundo.
Y te desnudas en penumbra y te cubres de escarcha
más allá de los álamos,
mientras, se mueren a solas las rosas en otoño.
Sin destino que cambie de sitio al mundo,
las voces del silencio buscan la respiración a gritos,
callados, vencidos en sus costumbres,
oprimiendo las horas, explotan cánticos
desde un destino sin nombre ni salida.
Foto de José Amador Martín
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