Clarines de silencio
A José Mª Bugella de Toro
Toro, como si de amor fueras asesino.
¡Toro!
Mira que te quieren muerto, toro,
como si de amor fueras asesino.
¡Toro!
Te le digo, toro,
no saltes al ruedo
que a ti y a mí, como bravío,
con banderilla puya y estoque
nos quieren muerto.
¡Toro!
Contigo me quedo de compañero,
templando nuestra sangre
sabiendo que nadie nos ha muerto.
¡Toro!
Te quieren clavar un rejón,
nos quieren ensangrentados,
desean que de todo lo que tenemos
de nada tengamos, toro,
que nada, ni sombra, seamos
aquí donde todos son toreros.
¡Toro!
Estrellemos juntos nuestra cornamenta
teniendo por testigo luna y perro,
no nos dejemos el orgullo en burladero,
en albero ni engaño de tela de sangre,
que tu amor, toro, lo quieren muerto.
¡Bravo!
¡Olé toro!
¡Guaje toro!
Marchemos con caballos
por orilla de río,
y dejémoslos mudos
en sus clarines de silencio,
que escuchen paseíllo sombrío,
sin rabia, sin trapío,
sin furia, sin castigo,
con mucho miedo.
¡Guaje toro!
Vente conmigo,
te voy a enseñar prado y mundo,
estrellas y rocío,
donde el hombre no nos desafíe
aunque sienta alarma, cuando ojos de mujer
le griten mudos,
¡Olé torero!
¡Olé torero!
¡Toro!
Mira que te quieren muerto, toro,
como si de amor fueras asesino.
Los niños soldados
Tiene sentido todo.
Mirar los árboles desnudos,
mojarse de lluvia en un paseo solitario.
Besar los labios de una mujer,
sentir su rocío en la boca entreabierta.
Tiene sentido todo.
Llorar…, reír…,
soñar…, amar…,
componer un solo poema,
olvidar lo pasado,
imaginar un futuro…
Aceptar que tendremos que morir,
esperar…, y aprender tantas cosas…
Incluso, en sueños disparatados, a volar.
Tiene sentido todo.
Todo hasta que nos roban la libertad;
después, de nada sirve soñar,
ni siquiera volar, ni esperar,
añorando la libertad perdida,
aun cuando el poema nos haga llorar…
Tiene sentido todo.
Hasta la vida más miserable,
hasta la angustia incontenible,
hasta, incluso, la vileza cruel,
hasta la traición débil,
hasta el hecho de pararse el corazón.
Tiene sentido todo.
Todo, menos la guerra,
el asesinato, la violencia,
el fanatismo y el tormento,
la tortura de los niños.
Tiene sentido todo.
Todo, menos la guerra.
Tiene sentido todo,
todo menos los niños soldados,
menos los niños hambrientos,
menos los niños violados.
LA NIÑA GITANA
Para Marisa Vegas.
Esta noche con la corte plena de estrellas
voy a rondar la pena honda
de la niña gitana, morena,
que mi amor pretende.
En los albores de la medianoche,
desde la colina de la Alhambra encantada,
en tu busca iré, niña gitana,
a las cuevas del vecino Sacromonte.
De tus ojos el devoto destello
limpia los colgados platos de oro viejo
mientras el corazón alborotado
repiquetea en prolongado susurro.
¡Ay, niña gitana,
por qué tu amor es dilatado y austero
y por qué razón me quieres, gitana,
si yo solo sé, tú bien lo sabes, hacerte canto!
Descubre, niña gitana, cuál es tu embrujo
cuál el hechizo de tus labios blancos
que en mi alma prendido has dejado
y me siento no solo pero algo perdido.
Suenan las palmas y lloran las guitarras
mientras lánguidas estrellas
asomadas a la noche derretida
reciben como fuegos sus ecos.
Esos ojos rasgados, negros, zahoríes
en el silencio de tus iniciadas palabras
me hacen heridas en el alma
que solo alivian los jazmines voladores.
Castañuelas en tus manos
desiertas de anillos de compromisos,
guitarras, palmas de fuego, taconeos,
algazara roncas de vino, en tu talle desnudo.
Niña gitana, te grito estremecido
¿Qué haces en mi desolado corazón
enredándolo en la danza de tu zambra
raptándolo en estas viejas cuevas antiguas?
Ven conmigo, a mi lado, niña gitana,
navegaremos por aguas de los darros y los geniles
bordeando el Paseo de los Tristes
mientras subimos la cuesta
que llega sin remedio a nuestra fortaleza.
Llégate a mí, niña gitana, no tengas miedo
que en tu silencioso lecho
leeré un cuento, solo un cuento,
esos que hablan de magias y encanto.
Tu presencia única, niña gitana,
enaltece la Puerta de la Justicia
vestida con sedas de oriente
mientras los embajadores rinden pleitesía.
Niña gitana, teñida de luz de luna,
en tus mejillas mi mano de ternura
se derrite en nieve
sin temor para siempre de quererte.
Te hospedaré en el magno palacio
de las treinta y dos columnas dóricas
envueltas en magnolios y azahares
para pasear luego, cuando caiga la noche,
en los aromas de los arrayanes.
Lucernito
En memoria de José Mª Bugella de Toro
Mi tío y padrino de bautismo.
Director del diario Patria de Granada.
Director de la revista El Ruedo.
Él me enseñó el respeto al toro
Negro zaino, facado,
Lucernito, llorón,
de Sanlúcar la Mayor,
tierra de olivo y sol.
Cariavacado, hondo y ensillado,
‘cortejano’ de blanca luz,
vas por campo andaluz
cornalón y bien armado.
Caballo y mayoral,
escuchan, Lucernito, tu bramar
al sentirte en tierra mancornado,
junto a la ribera del Guadiamar.
Suena el clarín y sales avisado
al coso albero de sombra y sol,
Lucernito, tu porte levantado.
Al capote pronto,
crecido en el caballo,
y en tu lucha sin mugido
sales del quite enorgullecido.
Cuatreño valiente,
que aceptas reto y engaño
de torero insolente,
como lucha sin daño.
Tu sangre, roja y espesa,
riega el vientre galgueño
en busca de una promesa.
Ahora llega olor a tomillo
en este anillo sin olivo,
y a las entrañas viene revoltillo.
Acometes por derecho, con nobleza,
pero edad te hace ir con sentido,
y ante la muleta conservas alteza,
Lucernito, de campo andaluz venido.
Pasodoble acompaña tu bravío,
pastueño como soledad del campo,
tu negro zaino se hace umbrío
en lluvia de sangre sin escampo
De toriles nace un mugido.
La plaza…, en silencio estremecida.
Tu hermano de tarde está dolido.
Un solo pañuelo ya solicita
fervoroso y reconocido la clemencia,
del señor presidente, que no acepta.
En burladero, burlado.
Te van a matar,
Lucernito, apenado,
tu sigues sin bramar.
Torero y estoque, de verdad,
triunfal dice que lo dejen solo,
que solo tu estas con gravedad
esperando el final del protocolo.
Con muchos pies, con codicia,
sabe el mayoral que no usará
el torero el volapié de astucia.
Mueres en los medios. Sin querencia
de tablas, ni salida de toriles,
como si muerte fuera advertencia.
Lucernito negro zaino
facado y llorón
de Sanlúcar la Mayor.
julio 27, 2013
Rafael, son geniales tus poemas. Estoy de acuerdo contigo
«Todo hasta que nos roban la libertad;
después, de nada sirve soñar,
ni siquiera volar, ni esperar,
añorando la libertad perdida,
aun cuando el poema nos haga llorar…
Tiene sentido todo.»
Tienes un arte difícil de emular. Un abrazo cariñoso.
agosto 9, 2013
Gracias Lumy, siempre eres benevolente conmigo. Un beso
agosto 24, 2013
Todos tus poemas son magníficos
Sobre el de LUCERNITO te respondo con estas bulerias que a mí especialmente me encantan.
Saludos
Cuando al vuelo tu capote
pinta verónica al trote
del toro en el redondel.
Parece la Maestranza
una academia de danza
o un cortijo cordobés
Y cuando la aguja del toro
pinta el traje grana y oro
como ensartando un clavel
en tus brazos soñadores
alfileres de colores
un ole quieren coser.
Como mimbre canastero
se mece tu cuerpo entero
mientras que pasa el buré.
El vuelo de tu muleta
es el verso de un poeta
que quiere al cielo embeber.
Que bronce de la escultura
del toro por la cintura
y tu muñeca un cincel
Y en tus brazos soñadores
alfileres de colores
ole con ole y olé.