Carlos Bonilla en la Sala de la Palabra
Crear en Salamanca se complace publicar la presentación que, del libro ‘Como beso de un ángel’ hizo en la Sala de la Palabra Juan Carlos Martín Cobano (Carmona, 1967), es filólogo, editor, librero, traductor y misionero (no necesariamente en ese orden) de origen andaluz y formación catalano-aragonesa. Ha impartido talleres y dictado conferencias en distintos países con la Asociación Latinoamericana de Escritores Cristianos (ALEC), es asiduo del encuentro Los Poetas y Dios (Toral de los Guzmanes, León), del Encuentro Cristiano de Literatura (Salamanca) y del Encuentro de Poetas Iberoamericanos (Salamanca). Fundó una librería y una pequeña editorial, Setelee, pero se gana la vida como freelance para distintas editoriales estadounidenses. Hasta enero de 2018 fue secretario general de Alianza de Escritores y Comunicadores Evangélicos (ADECE) y en la actualidad es secretario general de TIBERÍADES, Red Iberoamericana de Poetas y Críticos Literarios Cristianos. Poemas y textos suyos se encuentran publicados en las antologías ‘Los frutos del árbol’ (2015), ‘Explicación de la derrota’ (2017), ‘Por ocho centurias’ (2018), ‘Eunice, cien veces cien’ (2019) y ‘Llama de Amor Viva’ (2019).
Esta presentación estuvo enmarcada dentro del XXII Encuentro de Poetas Iberoamericanos y se celebró el pasado 14 de octubre.
FOTOGRAFÍA DE JACQUELINE ALENCAR
COMO EL BESO DE UN ÁNGEL
Foto
Alfredo Pérez Alencart, Carlos Bonilla y Juan Carlos Martín Cobano, antes de la presentación
Carlos Bonilla Avendaño (Heredia, Costa Rica, 1954). Estudió Teología y Derecho, y trabajó con comunidades campesinas y con migrantes nicaragüenses, en un acompañamiento legal, organizativo y pastoral. Posteriormente fue diplomático, representando a su país en Nicaragua, hasta su reciente jubilación. Sus poemarios publicados son: “Alguien grita mi nombre y yo me escondo” (1996), “Puerta de los ciegos” (2000), “Tren sin retorno” (2001) y “Campanas bajo el mar” (2019). Poemas suyos están incluidos en varias antologías latinoamericanas. “Como el beso de un ángel” fue finalista del Premio Rey David de Poesía Iberoamericana.
Diríase que un aire espiritual quiere envolver en estos últimos tiempos el mundo literario en el que nos movemos, al menos algunos. La semana pasada, la feria de la industria editorial en Madrid, LIBER, dedicó unas sesiones especiales al libro religioso y, entre sus tuits oficiales, destacó el privilegio de disponer de la Biblia en tantos idiomas y formatos, y además en ediciones personalizadas, como se veía en el stand de Sociedad Bíblica, editora del Premio Rey David de Poesía Bíblica Iberoamericana; uno de los ejes principales de este Encuentro es San Juan de la Cruz, más actual que nunca; el otro es Eunice Odio, cuyo particular Cantar de los Cantares, aunque lo titule de otra manera, la sitúa en la huella actualizada de Salomón y el de Yepes; mañana a estas horas se hará entrega del I Premio Rey de David de Poesía Bíblica Iberoamericana, un certamen que ha dejado impresionadísimo a los miembros del jurado por la cantidad y calidad de poemarios presentados, y por la gozosa novedad que supone el descubrimiento de su ganadora. Y seguro que podría extenderse esta lista de síntomas de que algo tiene la poesía que nos impide conformarnos al pensamiento único. Si algo está claro es que ustedes los poetas llevan en su naturaleza el ir contracorriente. No estamos hablando de poesía religiosa ni de poetas místicos, sino de caminos imprescindibles para el ser humano que se están borrando desde arriba, desde abajo y por los costados, pero que ustedes rescatan sencillamente porque viven bajo otro régimen: en la más absoluta y auténtica realidad, que nadie se equivoque, pero en la continua y perseverante rebeldía contra murallas y limitaciones impuestas.
Público asistente
¿Quieren conocer la historia de la redención de la humanidad en una versión resumida, mesoamericanizada, popular, humana y evocada en cantos? Si es así, seguramente pertenecen ustedes a la categoría de los que tienen sed del beso de un ángel.
Lo primero que llama la atención de este libro es precisamente ese título. El autor no define la expresión, pero la sitúa en contextos que nos ayudan a atisbar sus significados. En el primer poema, dice que el Creador
insufló en la Vida sed de futuro
sed insaciable,
búsqueda incesante del Poema-Luz del Universo,
sed infinita por encontrar la Fuente de las fuentes
en el beso de un ángel.
Por tanto, tiene que ver con la sed, con la búsqueda inevitable en todo aquel que se sincera con su naturaleza. Dicha “sed insaciable” no es tal porque esté ausente de la creación ese leve contacto espiritual. De hecho, en Canto de alabanza al Creador, descubrimos que “con el beso de un ángel estableció por siempre / los aromas del ilán ilán entre los árboles”. Interviene, por tanto, en la creación, pero también lo hace en el punto culminante de la historia humana y la sagrada, casi cerrando el poemario: “y al eco del shofar, ardiente como un beso, / un serafín anuncia: ¡ya empiezan las Bodas del Cordero!”. Sin embargo, lo más cercano a una definición, mediante el uso de la expresión completa “como el beso de un ángel”, lo encontramos en ese mismo poema, “Canto del Ungido”, donde abunda en uno de los temas principales del libro: la identificación del Ungido, el Mesías, con el Verbo, el Logos, la Palabra
Luz, la Poesía, que añade a su naturaleza la cualidad de piedra, siguiendo el leitmotiv profético de la piedra angular que despreciaron los edificadores de la religión y que se convierte en la piedra no hecha con mano que desmenuzará todos sus imperios y servirá de fundamento a la Nueva Humanidad. El Dios encarnado se convierte, pues, en
piedrapalabrapoesíaluzardiente
que quema, consume y aniquila,
piedra redentora que salva e incinera.
Como el beso de un Ángel.
Martín Cobano comentado el poemario
El que menos usaríamos para hablar del beso, una piedra, es el elemento más valido para el propósito del poeta. Porque ese mismo contacto levísimo pero lleno de significado puede manifestarse de maneras más contundentes. Recordemos si no al profeta Elías, refugiado en la cueva de la que no quería salir debido a su sentimiento de autocompasión y por el enojo o decepción con Dios por su supuesto abandono. El poeta dice en “Canto de alabanza al Creador”:
afino el oído para escuchar Su voz: delicada brisa que besó a Elías,
oceánico rugido que aterró a Ezequiel,
alas angélicas del sueño de Jacob,
tintineo gozoso en los panderos de Myriam
espada justiciera en las manos de Ester,
danza gozosa en el alma de David,
zarza eterna y ardiente que en el Sinaí
dejó descalza el alma de Moisés.
La voz de Dios tiene maneras impresionantes de expresarse, pero entre ellas está la suavidad de un beso, el que tocó a Elías en forma de “delicada brisa” en lugar de hacerlo como viento recio, terremoto que sacude las peñas o fuego que arrasa con todo.
Alencart, Bonilla, el alcalde de Salamanca Carlos García Carbayo, Salvado, Colinas y Barahona, en la recepción ofrecida en el Ayuntamiento
Esta historia cósmica y sagrada ultracondensada comienza, como es obvio, por la Creación, pero ya en ella se menciona la encarnación, asunto clave en toda la interpretación cristiana de la Historia. En “Canto de la Creación I”, leemos que “la Palabra se encarnó en tiempo y espacio”. Esta Palabra, si recordamos la introducción del Evangelio de Juan, es Dios y es Dios encarnado, hecho hombre, el que puso su tienda entre nosotros. Dios se revela en su encarnación. Se muestra en la revelación natural, pero esa revelación no es suficiente, nos deja el misterio, el destello que se convierte en nuestra ceguera hasta recibir la Otra Revelación. En el primer poema se nos dice que esta Palabra es “noviamante del Misterio. / Nos hiere la mirada / y a oscuras nos conduce a la fuente de la Vida” y que hizo surgir “de todo destello un brote de ceguera”. Por eso leemos en “Canto de Alabanza al Creador”:
un destello que me deja en mudez,
me abandona en sordera,
condena la pupila
a una oscuridad que no es
la de quien mira Tu Rostro.
No basta con la revelación a través de la naturaleza, por mucho que la actualicemos y la traslademos del contexto bíblico al nuestro, como tan magistralmente hace nuestro autor a los primeros momentos de la existencia del mundo:
En el Principio era el Edén,
arrullado por pájaros y ríos,
quetzales que inundaban la montaña
entre acuarelas de crotos y palmitos.
[…]
lagartija Yahvé,
leopardo Yahvé,
garza blanca…
[…]
nació el Verbo,
cenzontle hecho palabra,
palmera convertida en herencia del calipso.
A ritmo del maíz y de la orquídea
bajo la sombra lunar, fuimos paridos.
Ñaupari, Cortés Cabán, Benedetti, Sánchez Terrones y Bonilla, en el Colegio Fonseca
La mencionada ceguera nos impide profundizar en el conocimiento del Verbo, que además tiene muchos nombres porque no hay nombre que lo encierre. Nos tenemos que conformar con sus descripciones:
Dime tu Nombre,
el que resuena en las alturas, El- Elyon;
¿o tendré que salir a escudriñar los rincones del mundo, El- Olam?
Pronúncialo, El- Shaddai”.
Queremos que nos revele su Nombre en sus actos característicos, en la belleza y la presencia, en la promesa cierta, en el beso del silbo apacible antes mencionado:
Devuélveme Tu Nombre
en la brisa que roza la faz de Elías,
en la nube”.
Lo malo es que esas descripciones no siempre parecen evidentes en nuestro día a día, como le ocurre a Job, que, en su “Canto del clamor del justo”, es pionero de los protagonistas del “Canto de la caravana”. La humanidad que sufre opresión, injusticia, acorralamiento, y camina en caravana entre proyectiles rumbo al muro de Tijuana o al de la Nueva Jerusalén, puede recibir los consejos piadosos pero desatinados de los amigos de Job, que te recuerdan tu culpa, algo habrás hecho, como causa de todo sufrimiento. Pero pueden, no obstante, encontrarse con la respuesta auténtica de Dios en la mano abierta de los justos. En medio del sufrimiento de la caravana, dice:
Luego miré justos
que abrían sus manos,
ompartían el pan,
el vino solidario,
el corazón hecho íntima y dolorosa Poesía.
Carlos Bonilla en los soportales de la Plaza Mayor de Salamanca
El contrapunto a esta caravana lo encontramos en “Canto de la Nueva Humanidad”. En él vemos que la esperanza tiene que ser colectiva. No hay esperanza sin justicia, y esta viene del Verbo que es Dios encarnado, Poesía y Piedra angular: “piedrapalabrapoesíaluzardiente / que quema, consume y aniquila, / piedra redentora que salva e incinera. / Como el beso de un Ángel”. Además, tiene que derribar a Babilonia, pues en ese escenario será posible el amor del Cantar de los Cantares, reproducido aquí en los poemas finales, en las bodas del Cordero:
Resuena en cada pecho el Cantar de los Cantares;
vibra su melodía
al latido del propio corazón”.
Se cierra esta Historia con el mar, presente en el primer capítulo de Génesis (En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas, Gn 1:1-2) y en el último de Apocalipsis: “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más” (Ap 21:21). El mar, símbolo de lo caótico, del peligro que nos supera, de nuestra pequeñez e indefensión, dejará de existir en la Nueva Jerusalén, hogar de la Nueva Humanidad.
La piedra, inmensa como piedra de molino,
ígnea como un Saraf,
penetró las entrañas oceánicas.
Así fue en el milagro del primer oleaje,
así en el instante final,
cuando el mar
-deslumbrante de blancura-
regrese para siempre
a las fuentes de la luz.
Cuando al fin saciamos la original “sed infinita por encontrar la Fuente de las fuentes / en el beso de un ángel”.
TRES POEMAS DE ‘COMO BESO DE UN ÁNGEL’
VIII. CANTO DEL UNGIDO
He ahí a mi Ungido,
dice Jehová de los Ejércitos.
Con leche y miel lo alimenté,
con dátiles y hummus fortalecí sus brazos
y puse armonía en su cuerpo;
astucia de serpiente y mansedumbre de paloma
forjaron las cisternas de su ánimo,
bebió sabiduría en los pechos de su madre,
en el seno materno recibió conocimiento de mi Ley;
fue llamado a proteger mi Viña,
a pastorear los rebaños del Altísimo,
y una estrella fue la guía de su Nombre.
He aquí que mi Ungido será guerrero por mi Mano,
en su debilidad he de mostrar mi fortaleza
y la fuerza de mi brazo causará espanto entre las naciones.
¿Dónde está el Leviatán, terror de los Océanos?
¿El Behemot de cola fuerte como tronco de cedro?
Así también desaparecerán los impíos,
los opresores de mi pueblo,
los ladrones que asolan los viñedos,
los depredadores que hostigan mis rebaños,
los que adoran al becerro y a la plata,
los que levantan muros y separan naciones,
los que invaden hacienda tras hacienda y país tras país
para adueñarse de la tierra y sus confines.
Pero el Día vendrá, dice Yahvé Sebaoth,
en que el Valle del Terebinto,
el Elek Ha- Elá,
se verá refulgente bajo el sol,
la ardiente luz reflejada en corazas y lanzas
herirá los ojos de los poderosos
como espada de doble filo,
la Palabra/Luz que existía desde el principio,
la que ciega la mirada arrogante,
la que oscurece la astucia de los soberbios;
la Luz/Palabra que libera:
Luz Palabra Poesía;
Luzpalabrapoesía,
transformada en piedra
pulida, redonda, honda/mente certera,
piedra de tropiezo,
piedra angular,
piedra de ara,
piedra memorial,
piedra inquebrantable,
piedra destructora de ídolos con pies de barro,
piedra portadora de agua,
piedra Arca que guarda la esencia del Mesías,
piedra viva,
piedra que se incrusta en la frente del Gigante,
piedrapalabrapoesíaluzardiente
que quema, consume y aniquila,
piedra redentora que salva e incinera.
Como el beso de un Ángel.
Carlos Bonilla leyendo sus poemas
- CANTO DE LA ENAMORADA
¿Cómo cantar cantos de amor
en tierra extraña?
Como saeta atraída por la presa
así los ojos te buscan noche y día;
el alma corre en pos de Ti
y todas mis neuronas se aprestan a este encuentro.
Tras de ti se impulsa el corazón, Amado,
te busca en los jardines y en las cisternas,
repite tu Nombre en la floresta
y lo convoca ante las olas del mar;
Una vez me hirió el fulgor de Tu mirada,
desde entonces me levanto sin sosiego,
me acuesto con el corazón en ascuas,
el aire que respiro se llena de cítaras y de laúdes;
como el Rey David,
mi desnudez danza ante la Tienda
y con un solo destello de tus ojos
se alegra el vino de mi cuerpo
como ante el sol los viñedos de En-gadí.
Fúndeme en tus labios,
incinera mis besos con tu boca,
consúmeme en amor
y levanta en mis solares tu bandera,
Cansada estoy de no tener marido,
abandonada siete veces,
despreciada,
salí a buscar
sin saber cómo ni dónde,
corrí por el desierto a orillas del Jordán,
volví al valle y las rosas del Sarón me saludaron;
el sol besó mi morenez desnuda,
mas de otro besar estaba ansiosa,
por aguas de otro pozo clamaban mis entrañas,
mis oídos, por arrullos de ternura,
mi pecho, por la luz del sol más dulce,
mi alma, por el pan que con amor se cuece,
mi corazón, por vino en las viñas del Amado.
Como cabritilla corro por los montes,
a mi balido responde la oscurana:
el Amado juega a las escondidas,
“lo busqué y no lo hallé,
lo llamé y no me respondió”
Si lo ven,
díganle que de amor estoy ardiendo.
Carlos Bonilla y algunos de los participantes en el XXII Encuentro de Poetas Iberoamericanos. Teatro Liceo
III. CANTO DE ALABANZA AL CREADOR
He aquí la Palabra,
alabanza y blasfemia:
“Alaba, alma mía, al Altísimo,
al Dios de Jacob llenen de loores”,
porque El creó la iguana y las lombrices,
colocó un GPS a los chocoyos,
un radar infalible a los pingüinos,
un acimut exacto a las tortugas;
cubrió con mantos de azafrán
las flores del Corteza Amarillo
y tiñó de púrpura las buganvilias,
con primor tejió la piel del leopardo,
avivó el fulgor en los ojos del gato
y acompasó las notas matutinas del cenzontle;
con el beso de un ángel estableció por siempre
los aromas del Ilán Ilán entre los árboles,
la lluvia de violetas del jacarandá
y los racimos solares de las cañafístulas;
con vuelo de colibríes
construyó espacios siderales de silencio,
y al silencio del Hombre brindó casa
en las hondas barriadas de la sangre.
Por ello, elevo cantos de gratitud a Jehová,
por el Dios de Jacob pulso la citara y el arpa
y afino el oído para escuchar Su voz:
delicada brisa que besó a Elías,
oceánico rugido que aterró a Ezequiel,
alas angélicas del sueño de Jacob,
tintineo gozoso en los panderos de Myriam
espada justiciera en las manos de Ester,
danza gozosa en el alma de David,
zarza eterna y ardiente que en el Sinaí
dejó descalza el alma de Moisés.
Desde el anochecer hasta el alba
y de nuevo del alba hasta el ocaso,
me inclino donde intuyo la Presencia;
despierto de mañana para escuchar
Su voz en el silencio.
Las piedras responden,
las criaturas contestan,
el firmamento danza colmado de mensajes
mas su decir es un balbuceo, una sombra, un susurro,
un destello que me deja en mudez,
me abandona en sordera,
condena la pupila
a una oscuridad que no es
la de quien mira Tu Rostro.
Rodríguez, Borja, Bonilla, Cortés Cabán, Regalo, Alencart, Mata, Peña y Ñaupari
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