Paloma de la Paz, de Fernando Botero
Crear en Salamanca tiene el privilegio de publicar en España algunos de los textos leídos a principios de septiembre en dieciocho bibliotecas de trece ciudades colombianas. Esta iniciativa surgió del Ministerio de Cultura y la Biblioteca Nacional de Colombia y la Red Nacional de Bibliotecas Públicas, con el apoyo de la Casa de Poesía Silva. Bajo el epígrafe de “Descanse en paz la guerra”, participaron los poetas Jotamario Arbeláez, Horacio Benavides, Gloria Posada, Miguel Iriarte, Ramón Cote, Robinson Quintero, Eliana Díaz, Rómulo Bustos, Piedad Bonnet, Santiago Mutis, Santiago Espinosa, Pedro Badrán, Giovanni Gómez, Lucía Estrada, David Bonells, Ramón Correa Mejía, Yorlady Ruiz, Hugo Oquendo, Sandra Romero, Alex Noreña o José Luis Díaz Granados, entre otros. También se sumaron algunos poetas de otros países que se encontraban esos días por suelo bogotano. Aquí recogemos textos y epitafios de tres de ellos. Crear en Salamanca agradece especialmente a la poeta Gloria Posada su extrema generosidad a la hora de sumar a otros autores, algo no habitual en medio de las ‘batallitas’ poéticas, sean en Colombia o en todas partes.
Tras el resultado negativo del plebiscito, pedimos unos textos al notable poeta Juan Mares (casi desconocido en su propia patria, pero especialmente reconocido en Salamanca). Con ellos completamos esta entrega que clama por una paz más que necesaria, a pesar de las imperfecciones del acuerdo.
Jotamario Arbeláez
JOTAMARIO ARBELÁEZ
(Cali, 1940)
DESPUÉS DE LA GUERRA
Un día
después de la guerra
si hay guerra
si después de la guerra hay un día
te tomaré en mis brazos
un día después de la guerra
si hay guerra
si después de la guerra hay un día
si después de la guerra tengo brazos
y te haré con amor el amor
un día después de la guerra
si hay guerra
si después de la guerra hay un día
si después de la guerra tengo brazos
si después de la guerra hay amor
y si hay con qué hacer el amor
Lectura de Jotamario Arbeláez
Piedad Bonnett
PIEDAD BONNETT
(Amalfi, Antioquia, 1951)
LAS CICATRICES
No hay cicatriz, por brutal que parezca,
que no encierre belleza.
Una historia puntual se cuenta en ella,
algún dolor. Pero también su fin.
Las cicatrices, pues, son las costuras
de la memoria,
un remate imperfecto que nos sana
dañándonos. La forma
que el tiempo encuentra
de que nunca olvidemos las heridas.
Lectura de Ramón Cote Baraibar
RAMÓN COTE BARAIBAR
(Cúcuta, 1963)
EPITAFIO PARA LA MUERTE
Y la muerte no tendrá dominio.
Dylan Thomas
Ya la muerte no respirará sobre nuestras nucas,
Ya la muerte no estará pegada a nuestros talones,
Ya la muerte no tendrá dominio.
Ya la muerte se arrepentirá de sus actos sobre las tumbas,
Ya la muerte no seguirá aumentando el tamaño de los cementerios,
Ya la muerte no tendrá dominio.
Ya la muerte no seguirá blanqueando los campos con la cal
De los esqueletos,
Ya la muerte no será la contraseña para entrar a este país,
Ya la muerte no tendrá dominio.
Ya la muerte dejará de hacer su ronda en motocicleta por las ciudades,
Ya la muerte no jugará fútbol con los cráneos en los parques,
Ya la muerte no tendrá dominio.
Despidamos entonces a la muerte como se merece,
Y a su cortejo asistirán
Todos los que ha dejado en medio del camino,
Y entre todos le pondremos una corona funeral.
Y le daremos la más cordial de las despedidas.
Porque ya la muerte no tendrá dominio.
(Leído en Biblioteca Julio Pérez Ferrero, en Cúcuta)
Santiago Mutis
SANTIAGO MUTIS DURÁN
(Bogotá, 1951)
EPITAFIO
Aquí yace la guerra.
No la despiertes.
***
PATRIA
llamas a este patíbulo
Mi sangre en tus manos
te llamará
hijo de asesinos
Sólo un epitafio nos ata
***
POR QUÉ la Muerte
tan rapaz
come
tan
lenta
Lectura de Santiago Mutis
***
ARDE
la voz de tus muertos
gente de ceniza
atrapada en tu boca
***
LÁZARO hermano
no vuelvas
cazamos
dentro de nuestra propia manada
***
SÉ más
de lo que la vida
te quita
Todos los poemas, excepto Epitafio (inédito), fueron publicados por Ediciones Taller Arte Dos Gráfico, Bogotá, 2013.
Gloria Posada durante su lectura. Fotografía de Liliana Isabel Velásquez
GLORIA POSADA
(Medellín, 1967)
TIERRA DE LUTO
Cuánto aire consume la palabra guerra
Cuántas voces preguntan de dónde viene
y a dónde va…
Su fuego se extingue
como aliento transfigurado en rocío
en un territorio que exorciza
los nombres del mal
Todas las lágrimas se unen
Los ríos se llevan la muerte
en caudal sin retorno
que fluye hacia el país
de la esperanza
Gloria Posada
SUPERFICIE Y SUBSUELO
I
Cielo de cables eléctricos
Lluvia desemboca en alcantarillas
II
Un nuevo día
y una casa en las montañas
se erige después del derrumbe
III
De aire a asfalto
estratos de mañanas y noches
Claridades y tormentas
IV
De sur a norte
calles
que algunos nunca
recorrerán
V
No conocemos
la ciudad que nombramos
A Medellín
las heridas
no le han abierto
las entrañas
Lucía Estrada
LUCÍA ESTRADA
(Medellín, 1980)
A UNA SOMBRA
Sueño teñido por la locura:
noticias de barcos perdiéndose en la lejanía,
dolor de sal que habla a través de las bocas de las mujeres.
En las manos de alguien
leo su desamparo.
Noticias de la muerte ahora fragmentadas
como antes lo estuvieron sus cuerpos.
Reaparecen, nos miran.
Todas las posibilidades del horror reunidas en el espasmo
de saberlos vivos en algún lugar
respirando un aire de ceniza que los lleva lejos,
más lejos que la muerte.
Alguien grita sus nombres,
pero es a nosotros a quienes llaman.
Lucía Estrada y Gloria Posada
ANIVERSARIO
No es que el tiempo nos devore,
es que las cosas adquieren otro brillo,
una quietud de musgo y sombra
que las aleja definitivamente de nosotros.
Pero el árbol que dibujaste en la infancia
permanece intacto.
En algún lugar, tus ojos rehúsan el polvo,
se apartan del instante calcinado
y esperan a que otro cielo
les devuelva la mirada.
Acaso tú comprendas mejor
este duro vuelco.
La sangre y sus viejas historias
siguieron el curso de lo que tiembla en el aire
y no muere.
Un pájaro rodó en el viento seco
hasta perder el horizonte,
la casa desapareció tras el jardín
y cada rostro se reflejó en sí mismo
perplejo.
Los días avanzan
no se sabe hacia dónde,
pero en algún punto van a detenerse.
Preguntarán por ti, por nosotros,
y estas palabras que te traen a mi encuentro,
pequeños huesos ennegrecidos en la palma de mi mano
serán entonces
una respuesta insuficiente.
Gerardo Rivero (Medellín, 1942)
Sandra Romero (Manizales, 1985)
Miguel Iriarte (Sincé, 1957)
Robinson Quintero (Caramanta, 1959)
Elíana Díaz (Barranquilla, 1987)
Hugo Oquendo (Chigorodó, Urabá, 1982)
Federico Díaz-Granados (Bogotá, 1974)
Andrea Cote (Barrancabermeja, 1981)
David Bonells (Chía, Cundinamarca, 1946)
Giovanny Gómez (Bogotá, 1979)
TRES POETAS DE OTROS PAÍSES
Víctor Rodríguez Núñez
VÍCTOR RODRÍGUEZ NÚÑEZ
(La Habana, Cuba, 1955)
BOGOTANO
Para Gustavo Adolfo Garcés
Yo juego fútbol con mis asesinos
Les disputo el balón
gano tiempo y espacio
arriesgo esta jugada individual
Arracimados
sobre el pasto tenaz
de este parque escogido
los gamines se sacuden el polvo
que dios echó en su alma
y se bañan con sol
El de ruana molida
busca en la bolsa plástica
el aliento de la felicidad
Y el que tiene las costillas al aire
caza como un gorrión
migajitas de pan entre la hierba
Yo juego fútbol con mis asesinos
me pasaron la bola
y pruebo el arco
Hay más niebla en los huesos que en las calles
Mina Gligoric (Belgrado, 1989)
Alí Calderón (Ciudad de México, 1982)
El poeta Juan Mares en el Teatro Liceo de Salamanca (foto de José Amador Martín)
POEMAS DE JUAN MARES
Juan Mares (Guatapé, Antioquia, 1951. Seudónimo de Juan Carmelo Martínez Restrepo), licenciado en Español y Literatura por la Universidad de Antioquia. Desde 1968 vive en Apartadó, donde fue profesor y director de la Casa de la Cultura. Actualmente es profesor de cátedra en la Universidad de Antioquía (Sede Urabá). Entre sus libros publicados están: Poteas y pirontes (1987); Voy a ver pantalla chica (1989); El árbol de la centuria (la ed. 1996, 2a ed. 2004, 3a ed. 2011) y Ritmos del equilibrista (2011). Es coautor de Entre la savia y la sangre, recopilación poética de Apartadó (1996), Kalugrafías del instante (2009), Hojas de caladio (2013) y Policromías literarias (2013). Ha participado en diversos encuentros literarios, como la Feria Internacional del Libro (Bogotá), el III Festival de Poesía Salvador Díaz Mirón (México, 2013) o el XVII Encuentro de Poetas Iberoamericanos (Salamanca, 2014). En Salamanca y Valladolid presentará la 4ª edición de su poemario El árbol de la centuria (2016).
AHIMSA
Todo el que porte un arma
así sea una honda
está dispuesto a matar
así sea a un pájaro.
Todo el que siembre una planta
está dispuesto a vivir y dar
así sea el grano para un pájaro.
Todo el que porte un arma
nos puede quitar la vida
así sea tronchando el tallo de la flor.
Todo el que se hinque en el surco
nos da la vida
así sea en el aroma de una flor.
Nota de Crear en Salamanca: Ahiṃsā (en devanagari अहिंसा) es un término sánscrito que se refiere a un concepto filosófico que aboga por la no violencia y el respeto a la vida. Es lo contrario a himsa (violencia). Habitualmente se interpreta como símbolo de paz y respeto hacia los seres capaces de sentir.
AUN ASÍ
Este arduo oficio
Llenar el día de actos
Escribir el poema
Pensarlo
Y ver la luz motivado
Humedecida la hierba
El aire filtrado en las cornisas
Vuelo oblicuo de un sirimiri
Y este escribir
En plena guerra.
GRITOS
La “O” de la mano con el cero,
Inconfundibles
Gritan la cifra anónima
De todas las vergüenzas.
La “O” resuena y el cero suma
Redobles de campana.
El poeta Juan Mares, por Miguel Elías
PALABRA MAGICA
Este pedazo de mí, parte de un todo
— compartido en la mesa –
agua de todos
fuego de todos
y esa palabra enorme, anidada en el pecho
como aire de todos
en tierra de todos.
Ese pedazo de ti, para todo
sin lo cual la intolerancia ensombrece:
la enormidad de la palabra pulcra
la palabra de la entrega sin límites
la que comparte carencias y júbilos.
Ese pedazo de ti y de mí –que está en todos –
es la palabra que une y suma
–en medio de los desastres –
la gloria de sabernos brizna
para tejer la palabra inmensa.
CONTACTO DE RETORNO
En el rincón
donde mis íntimas impresiones se refugian
observo los caminos y los vientos
de la vereda y el mundo.
Y todos los prejuicios,
cansados,
retornan de la guerra.
Esta respiración agitada
— agachada en el rincón de los cachivaches inútiles —
torna a la más antigua sabiduría:
Cuando te toco
y esa energía me habita.
Salamanca, de Miguel Elías
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