“Crear en Salamanca” celebra con orgullo la primavera con la publicación de trabajos de 37 Poetas. Una celebración muy importante por cuanto representa una aportación generosa, sin duda, un acontecimiento para las letras de Castilla y León. Este grupo de poetas representa a todos, aunque se pueda notar la falta de muchos que por razones obvias no están aquí. Para todos y para el conjunto de poetas italianos, reunidos por Estefanía Di Leo en una publicación en esta Revista, https://www.crearensalamanca.com/poesia-italiana-en-el-dia-mundial-de-la-poesia-seleccionada-por-stefania-di-leo/ en el Día Mundial de la Poesía un abrazo y gracias por participar de esta Celebración
José Amador Martín (Director y editor de “Crear en Salamanca”
AUTORES COLABORADORES EN ESTA PUBLICACIÓN:
Charo Alonso-Asunción Escribano-Annie Altamirano-Antonio Colinas
Isabel Bernardo-Chema García-Juan Carlos López Pinto-María Calle Bajo
Araceli Sagüillo-Celia Camarero-Elena Díaz-Emilio Quintanilla Buey
Verónica Amat-Leonor Martín Merchán-Marián de Vicente
María Ángeles Pérez López-Xenaro Ovín-Isaura Díaz Figueiredo
Aida Acosta-Ester Bueno Palacios-Mónica Velasco-Ana S. Díaz de
Collantes-Manuel Marcos Robles-Mar Martín-Benito González
Celia Corral Cañas-Soledad Sánchez Mulas-Alfredo Pérez Alencart
José Alfredo Pérez Alencar-Aránzazu Agudo-Tomás Acosta-Iván M García
Esmeralda Sánchez Martín-Carmen Prada-José Antonio Valle Alonso
J.M. Ferreira-Julio de Manueles-José Amador Martín
FOTOGRAFÍA:
José Amador Martín
CELEBRACIÓN DE LA POESÍA, EN PRIMAVERA
CHARO ALONSO
Promesa para el brote
Entre las ráfagas de viento de marzo y el agua fría de un invierno que se aferra a las ramas, nace la promesa para el brote. Es el anuncio de la hoja, la incipiente flor de los tempranos ciruelos silvestres de la cuneta, la certidumbre de que florece a la intemperie la esperanza cierta de la primavera. Y la promesa del brote nos hace creer en que nace el calor en el cuenco de una mano ya desnuda, el sol en la esquina de lo vivido en el frío de las despedidas y la falta que nos duele. Es la certeza anual de que todo regresa, el calor, la seguridad, la calle abierta. Es la fe renovada en aquello que despierta, es la pasión constante de un brote que promete fruto y primavera.
ASUNCIÓN ESCRIBANO
POR AMOR
Investigo el nombre de los pájaros.
Cartografío la flecha
de sus vuelos,
su frecuencia, el batir de sus alas
en el ritmo del aire.
Sus planeos.
Su presencia constante en las cosechas.
El tono de sus trinos. Su cadencia.
Sus murmullos.
Su rumbo ilimitado.
La levedad pausada de sus cuerpos.
Los tonos arcoíris de sus plumas.
Sus lugares de anidada y los de abrigo.
Los pequeños pájaros diurnos
y en la noche,
y aquellos otros que conocen bien su tiempo.
Los que no siembran ni recogen en graneros.
Los ciento que vuelan
y no el cercano.
El ruiseñor que no vive en la jaula.
Los del nido de antaño
hoy ya vacío.
Los que cantan en árboles con flores.
Los que son símbolo del alma.
El que se deja retratar con
las palabras.
Los que no discuten ya más por el cebo.
Y aquellos que no entran en el huerto.
La paloma que se vuelve
vulnerada.
Busco bautizar certero a cada pájaro.
Pero no por expresar conocimiento
sino por alcanzar recóndito
el amor.
ANNIE ALTAMIRANO
Oblivion
¿A dónde iré cuando me haya ido
definitivamente,
cuando haya abandonado mi lugar,
mi espacio vivo,
mis certezas,
el centro luminoso de la gota de agua?
Tendré que perdonarme,
destejer nidos de ausencia
(ninguna vida alcanza
para presentir el milagro de los recuerdos),
los ojos volcados hacia penumbras,
la mano sobre jazmines mustios
que una vez crecieron al pie de los cerros.
Del páramo hacia adentro
asumo la miseria del póstumo miedo
como una letanía
en el encuentro de los huesos,
como un abismo
detrás de la memoria.
Cierro los párpados del sueño
para buscar la piel que huye
luz adentro.
Cuando en la inevitable inmensidad del olvido
mi memoria se pierda
en su tiempo también limitado,
cuando mi sombra sea polvo
y el polvo sea nada,
caminaré por la noche
que termina en esta línea
y pasarán gaviotas blancas
hacia un horizonte sin nombre.
ANTONIO COLINAS
(De Sepulcro en Tarquina)
Oh, Noche, cuánto tiempo sin verte tan copiosa
En astros y en luciérnagas, tan ebria de perfumes.
Después de muchos años te conozco en tus fuegos
Azules, en tus bosques de castaños y pinos.
Te conozco en la furia de los perros que ladran
Y en las húmedas fresas que brotan de lo oscuro.
Te sospecho repleta de cascadas y parras.
Cuánto tiempo he callado, cuánto tiempo he perdido,
Cuánto tiempo he soñado mirando con los ojos
Arrasados de lágrimas, como ahora, tu hermosura.
Noche mía, no cruces en vano este planeta.
Deteneos esferas y que arrecie la música.
Noche, Noche dulcísima, pues que aún he de volver
Al mundo de los hombres, deja caer un astro,
Clava un arpón ardiente entre mis ojos tristes
O déjame reinar en ti como una luna.
ISABEL BERNARDO
AÚN VIVE EL TIEMPO
Poema perteneciente a De amor, mundo y manzanas
Las espaldas en tabla
sobre nuestras propias sombras,
bajo el suspiro
en ascuas
de la pradera primaveral.
Dejamos que los perros nos pasen la lengua
por el rostro; que una pequeña nube disuelva
su vaguedad
en un azul perfumado de oxígeno
y de lavandas.
No están dentro de nosotros los ojos, sino
extraviados
en las altitudes de unos pocos trazos
blancos
y desflecados
que no sabemos adónde van.
Los amantes nunca se preguntan en qué noche
expirarán los sueños del río.
No existe más inquietud que la de permanecer
en la cima
muda, inalcanzable,
de la tarde febril.
Cuando anochezca, tal vez, tú y yo nos desmayemos
en la luz
anémica
de la finitud.
Pero ahora corre el agua, y en el reloj
concupiscente y desnudo,
aún
vive el tiempo.
CHEMA GARCÍA
Y en la tarde levanto mi soberbio destino,
rama de soledad, mortal orilla, memoria
de un país envidiable que deja en su tiniebla
el ciego movimiento de sus ángeles.
Manuel Álvarez Ortega
El oro púrpura de la tarde
publicado en Papeles del Martes nº 71, págs. 16 y 17 junio 2024.
Salamanca. Diputación de Salamanca.
Yo ya no puedo aguantar otra muerte
ni la luz en penumbra
de tus brazos cruzando el Erebo.
Hoy tras la tormenta
mi rodilla roza la hierba,
el jaramago yedra con el tuétano
y su flor de tez amarilla
se eleva hacia tu sonrisa
qué siempre iluminará al cielo.
Los manzanos florecen
con un blanco tan puro
que el nácar se queda solo iridiscente
en las alas de una libélula
que apenas levanta el vuelo;
cuando vibran los escaramujos
y el aire se desgarra
por el canto del escribano de los trigos.
Desde lo más alto de las ramas,
sus doce gramos escriben
el poema más hermoso,
silbando sobre la pradera abierta
y las orquídeas salvajes
responden con su morado más esbelto.
Miro a la llanura y te veo,
entre el oro púrpura de la tarde,
tapando tus brazos de la brisa,
con una transparencia de hilo
que te sube por la espalda.
Busco cómplice tu mirada
haces el gesto del silencio,
con un leve beso a tu dedo índice.
Te desvaneces,
tus ropas caen al suelo,
no alcanzo a verte.
Ya sé, por la silueta mágica del horizonte
que no estás en el Averno.
Los Campos Elíseos te acogen
entre flores y alas blancas.
Mientras haya primavera
llegarás con tu gasa de lino
a pasear con mostacillas y jilgueros.
A la espera de un paseante
que se acerque a tu mirada
y cuando piense que la alcance
emprenderás el vuelo.
Ese que hacen las náyades
sobre el agua de las fuentes.
JUAN CARLOS LÓPEZ PINTO
AMANTE PRIMAVERA
Si el amor es dominio, domíname
entre tus brazos, haz que sea rama de almendro en ellos,
un remoto pedazo de primavera, sombra liviana.
Si llueve, déjame ver los colores del cielo.
Si el amor es muerte, mátame.
Fuera de tu vivir no hay nada.
MARÍA CALLE BAJO
{MNEMÓSINE}
Soy la poeta, la poeta que ha muerto.
Pues el lector no ha desnudado mi cuerpo…
La muerte se pronuncia por la vida.
Ingravidez en las secuencias donde sosegamos;
Sonríen las vocales de mi nombre
temen la mención del recuerdo.
Tengo los ojos llenos de memoria.
Hay un Atlas tendido en los brazos de la Humanidad.
El tatuaje de su piel pixelado,
a, s, d, f, g
ñ, l, k, j, h
Espacio, inter:
Cartografía de un bosque difunto.
Soy la poeta, la poeta estremecida:
¡RESUCITO!
Los contemporáneos han venido a este encuentro.
Sacuden mis polillas de la boca.
Aborígenes estos dedos despuntados,
decadáctiles sin falanges.
Arrugados forman la dermis antojosa…
Y ellos vertebran conchas con nudillos,
versan, glosan, narran…
Es el lector, el lector que ha muerto.
Vio a Hipatia de Alejandría.
La besó.
Posee el lector un astrolabio,
la virginidad ha parido.
Se fumiga la conceptualización de las causas.
Tiene el pálpito como candil.
Hay un lector que resucita.
Oye y grita…
¡La Guerra, siempre la Guerra!
Pero la GUERRA clama la PAZ.
Y la PAZ… Inenarrable llora.
Del cielo caen los cielos sobre la tierra.
Hizo el sol un rayo de caracola.
Se diluye el silencio.
El periódico digital se ha desintegrado.
LUMINISCENCIA en pañal de cartón.
Un niño llora (comenta)
Un pulmón ha salido a ver su llanto.
Es el mismo llanto del espejo.
Al otro lado llora. Y cae el llanto de su reflejo.
Y el rayo de caracola recoge las gotas hasta el mar.
El salitre es llanto humano.
Cervantes dilata mi pupila.
He bebido de sus ojos al bañarme.
Mi voz inunda el lagrimal…
Desde el teclado se enuncian las secuencias:
q, w, e, r, t
p, o, i, u, y
Platón ahora expulsa a las Musas:
Piensan.
Sienten.
Han cegado al lector.
Han caído los pliegos.
Soy la POETA… La POETA NODRIZA…
Yo declamo la hiel desde un sueño fingido:
La piel es el Parnaso de los Dioses.
Hay lumbre de Vestal en su sollozo.
La eternidad sangra:
TARTAMUDEA LA TRAGEDIA.
Tenemos la dolencia de los otros.
Pero sonreímos.
Ahora se apaga la tinta.
Y la poeta…
La POETA es ya PLUMA.
z, x, c, v, b
-, ., , , m, n
{JARCHA DE LA INMANENCIA]
ARACELI SAGÚILLO
PRIMAVERA 2025
…Y Me siento mortal y apenas vivo
si entre llantos la canción se me complica.
Los ojos encadenados al desaire cruzan la oscuridad,
el silencio tiembla, y siguen los destellos creciendo
hasta el lugar donde todo se aleja.
Sin casi respirar olvidaste parte de tu vida,
entre caminos sagrados cruzaste la niebla
los árboles, persiguiendo voces que nunca vuelven.
El jardín del poeta con la página abierta del poema.
los cansados ruiseñores respirando siempre libertad,
la lluvia rozando el último rosal del mundo,
los lirios abrazados a largas madrugadas,
el desorden, al cruzar el puente desigual
de las conciencias.
La nueva primavera velará la noche, lejos
el inmenso descampado de la ciudad,
y la quimera del rosal manteniéndose vivo.
La hora punta rozando los pétalos caídos…
Y en el nuevo día, volverán nuevas costumbres,
nuevos latidos juntos.
Entre las burbujas de los días
hay un lugar, donde el dolor se calma.
CELIA CAMARERO
Preludio para el final del invierno
Declina ya la tarde. El invierno
alarga su canción de luz robada
como la lenta coda de un Adagio.
Bajo los nidos de febrero, agónica,
mi sed de primavera se hace fuerte.
Pero cómo saber si en estos brazos
hay una rama nueva para el mirlo,
o un haz de leña para el guardabosques.
Marzo es el mes de los discernimientos,
un compás suspendido,
el inconcreto ayuno
para medir los tiempos de las resurrecciones.
ELENA DÍAZ
Retorno al origen
donde ardían los símbolos
que esperan
volver a ser luz en mis estancias.
Ha enmudecido el mundo
y los aromas conocidos
solo perviven en la pátina
de los días de entonces.
Ahora no sé hacia dónde mi alma,
para arder como lo hacía
en aquel lugar primero.
Tráeme tiempo nuevo,
nueva luz en la mirada
y que el don sagrado de la belleza,
rompa este silencio que me habita
y vuelva a sentir que en las manos,
la dicha,
es un instante escurridizo
que no debo dejar escapar.
EMILIO QUINTANILLA BUEY
MATERIA SENSIBLE
¿Qué pretende de ti, si ya estás muerta,
esa mórbida luz que te acaricia?
¿Acaso recordarte —a buenas horas—
que tenías derecho a ser distinta
y que el cartón bruñido por el tiempo
es más bello que el cuero y que la fibra?
Te desangrabas. No sirvió de nada
mi transfusión herida contra herida.
—Es el final ¿verdad? —me preguntaste.
Mi respuesta fue solo una caricia.
No tenía yo el ánimo esa noche
para decir mentiras.
Me equivoqué contigo, compañera.
Tan complicado yo, tú tan sencilla,
siempre creí que como el libro a Borges
me sobrevivirías,
que yo sería polvo enamorado
antes que tú ceniza.
Aquí me tienes, junto a tu recuerdo.
He querido subir a la buhardilla
cuando el sol a través del lucernario
proyecta sobre ti su luz oblicua
y parece incendiar las diminutas
partículas de polvo que levitan
en torno a tu cadáver incorrupto
que es a la vez tu nicho y tu hornacina.
Te palpo estremecido y me recuerdas
las tapas de una Biblia,
o el leve roce de la cera virgen,
o el jade que compré en Alejandría
en aquel viaje donde te perdiste
en el vientre voraz de una consigna.
Discreta fedataria
de mis encuentros y mis despedidas,
paciente y resignada portadora
de mis intimidades en tus tripas,
conocedora, solo por mi tacto,
de cómo andaban mis melancolías,
eras la estrella de Rubén Darío:
sentimental, sensible, sensitiva.
Ya no viajamos juntos. Hace tiempo
que decliné tu honesta compañía
y te cambié por una Trolley nueva
funcional, curvilínea,
ruedas, asa retráctil, cremallera,
más liviana… distinta.
Vieja maleta de cartón y olvido:
¿Me perdonas? ¿Me quieres todavía?
VERÓNICA AMAT
EL JARDÍN DEL SOLSTICIO
Desde el cáliz del alba
contemplo el universo
donde el color se asombra.
Donde cada matiz
hechiza los sentidos
donde llegan las ninfas
con pinceles de escarcha
dando luz a distintos colores.
Es brillo adolescente
que el cielo necesita
modulando perfiles
en exquisito tacto.
Y un clamor de puntillas
sembrado de matices
va plegando el instante
en su fondo de azules.
Bajo palio de seda
se mezcla el arco-iris,
que a la mirada arrulla
en su propio latido.
Cuando el sol se desgrana
de bellas sensaciones
los pájaros observan
luminosos sentidos.
Y vuelan sombreando
hermosos horizontes.
Después….los pétalos abiertos
de esplendorosa luna
asombra a lo creado.
Y la mirada aplica
su barniz silencioso
y el solsticio arrebata
cada sentido cierto.
LEONOR MARTÍN MERCHÁN
El vestido blanco
que marcó el contorno
de su piel nevada, se tornó
en colores del tapiz que ensalza divertida primavera.
Se fundieron verdes
hasta el verde oliva
y los árboles bailaron
con sus alzados pompones
alfombrados por mantos multicolores.
La orquesta desplegada de incipientes ruiseñores
invitaban a la escena de un
fluir de sensaciones…
Risa y canto, sueño y vida.
Donde halla penas, ponga yo alegría,
que la vida es bella para apreciar el día
vistiendo de primaveras el regalo que nacía.
MARIAN DE VICENTE
Para Luis Frayle
Retama, enciendes,
con tus llamas, el valle;
acrisolas los verdes
y abres la mirada.
La primavera crece, y nos deleitas
aunque al fondo la bruma
nos anuncie el invierno.
Al mirarte retorna
el gozo que cobramos en la luz,
el canto de la alondra,
el oro de los días
que vivimos en paz.
MARÍA ÁNGELES PÉREZ LÓPEZ
[EL CUERPO DE LA FLECHA]
El cuerpo de la flecha es solo de aire.
La punta sobrepasa su pesar,
es bronce que tallaron los egipcios
y sílex acerado en cada muesca,
el pedernal, la herida en que la roca
golpea su estructura acristalada
contra el latido azul de los vencejos,
la fibra que en el vidrio se dispone
sobre la superficie de la muerte.
Sin embargo, su cuerpo es ligerísimo.
Asta en que la madera ya ha olvidado
el peso procesal de las raíces
con su llamada oscura y maternal.
La rama sujetaba todo el árbol
y ataba sobre sí todas las aves.
También es de madera cada pata
con que el pájaro vuelve hasta su nido
y deja de ser vuelo o ala hendida.
Pero cuando las hachas descolocan
la rama y la hacen cuerpo de la flecha,
recuerda que nació para la altura.
Respiración ingrávida, alfabeto
que es tan solo pulmón poroso y mudo,
la línea que se borra al escribirse.
Centella que en el tiempo de lo súbito
recuerda que nació para la altura.
La palabra es la arquera y su carcaj.
La forma fugitiva de esa ausencia.
En ella beben luz ramas y pájaros.
XENARO OVÍN
Aquella mariposa
Había decido volar sola el tiempo de su corta vida, escapar con su vestido de colores agitando el aire en un atardecer de primavera. Acaricidas de tus antenas, las flores silvestres se inclinaban a tú paso como en un juego de luces y sombras reflejadas en un diedro que, sobre el sendero, reflejaba la sombra nerviosa y ágil de ese volar tan leve como el aliento. La abubilla picotea entre la hierba algún gusano con el que alimentar a sus polluelos, en tanto que tú, en un volar de acá para allá, abres las alas como en un beso ajena a todo.
Escapada del mariposario, has preferido el campo abierto donde tu boca chupadora disfruta libando los pólenes de las flores.
Un día decidí seguirte y me encontré con ella, la poesía.
Vuela, sonrisa de mariposa
Entre las flores eras flor
revoloteando traviesa
hoy jugabas sin la prisa
pues toda tu vida es color.
Quiere el poeta un favor
que dolor no te causara,
pues de tus alas cual lira
nacen versos luminosos
y, en papel se hacen sueños
que no quiero dejar fuera.
Anarquía en libertad
yo no sé lo que tu piensas
pues al acercarme vuelas
para borrar la vanidad.
No se vive en caridad;
si hablamos de cultura
no debe haber frontera.
De prosar, me voy cansado.
De preguntas agotado.
Tú eres poesía, compañera.
ISAURA DÍAZ FIGUEIREDO
PRIMAVERA
Aquel primer amor fue una eterna primavera:
colmado de exquisitas sensaciones,
La brisa acariciaba nuestros cuerpos
con la pasión de dos adolescentes
luminosos amaneceres,
tardes de ensoñación;
formaban las flores en la pradera mosaico de colores
El trino alborotado de las aves,
el alegre libar de los insectos
y todo renacía,
Los sentimientos corrían a raudales
sin pensar que el otoño llegaría.
Y nunca terminarías primavera .
Y los años pasaron y con ellos se fueron primaveras
Hoy vengo a buscar ansiosa, tu alegría,
ayer de la vida placentera;
de tus risueños días,
ráfaga esplendente,
besos conservados en naftalina.
Contigo ausente,
color de nubes.
crepúsculos de sombras
Pétalos de amapolas
dormidos entre las hojas del libro
naces de nuevo primavera.
AIDA ACOSTA
Primavera y nieve,
lenta y tímida tras los cristales,
huele a lejanía esta tarde que se acerca
con un silencio frío de sol ausente.
Los balcones no están llenos
siempre vacíos
con su soledad y la visita de los pájaros.
No son los árboles y su locura de nieve desmedida
esta tarde,
tal vez su altura se pronuncie
con el viento
mientras alguien le regala a los geranios
un paraguas de plástico
y la batalla continúa con las nubes
hasta que el sol llega desesperado
cayéndose por las paredes.
Un niño dijo: “Si nieva, la guerra ya no arde”.
Pero da igual que nieve o sea primavera
continúa la guerra
los niños llorando
la madre pariendo
el padre en trinchera
y qué más da
y qué más da si el atardecer llega
si no llora la tarde
si una música triste suena
si no hay insomnio
y hay gente que cree
que para tener paz
hay que hacer guerra.
Se va esta tarde que huele a lejanía
y atardecer de pólvora
porque los árboles no pronuncian
su altura con el viento
tarde de primavera blanca deshecha.
ESTER BUENOS PALACIOS
LLUVIA
Las violas amarillas aman tu nombre, lluvia,
Asoman su piel de terciopelo sin miedo a que se manche,
lanzan un invernal mensaje de alegría.
La plaza de mi infancia ama tu nombre, lluvia,
adora tu cortina de frío contenido,
se lava y se despeinan los árboles dormidos.
La cara de mi hijo ama tu nombre, lluvia,
resbalas sus pestañas, su frente y sus mejillas,
le llevas a su tierra más allá de los polders.
Las cosas que no cuento aman tu nombre, lluvia,
diluyen aceitosas manchas de inarmonía,
suavizan y castigan los pocos puntos huecos.
MÓNICA VELASCO
URDIMBRE
¡Qué redondez la de la vida! Déjala
hacerse en el hilado de una abeja
tras otra, en la campana de la lavanda
de este huerto improviso. No reparan las
flores ni insecto alguno en mi estancia.
Aquí solo soy. Escucho morder
la breve madera por la avispa,
el aire que entre las ramas desgrana.
No hay luz que rompa contra
la piedra y no hiera en su propia luz.
La cascada olorosa, esta urdimbre
en tensión que es la tierra,
en su dicha me bastan.
Mis ojos han dejado de ser dos tigres,
al acecho, en la belleza,
escrutadores. Traspasados
de este incendio detrás de la pupila
son un aceite solo, que vibra,
noche aceitosa del mar y de lo oscuro,
en esta música inaudible y certera
ANA S. D. DE COLLANTES
Aclara
el cándido rocío
del invierno
el colibrí azur
de la mañana..
Atrás (¿atrás?)
se oculta el ocre ramaje
en la espesura
donde aún cercellea
celeste
un último lucero.
Tenue
un pulso nuevo
libera al fin
el candor de la esperanza.
MANUEL MARCOS ROBLES
Veo sol
y luna llena;
aspiro aromas de azahar
y hay pájaros en las almenas.
todo para avisar
que ya es primavera
MAR MARTÍN
Levanto tu índice y
delimitas el vuelo de los pájaros
ahora que anochece.
Una función perfecta que,
proyectada hacia lo alto,
dará siempre infinito.
No hay nada de ficción,
apenas un diálogo mudo,
ni comprensión siquiera del dolor.
Hay, sin embargo, un destino
de abandono impotente
a seguir siendo ya no
de lo desconocido,
sino de un cuerpo deslumbrante
llamado poema,
que todo lo entrega
al aguardiente del humilde
todas las mañanitas
que abrazan y riegan el trigo.
BENITO GONZÁLEZ
Indefinidos versos
En la debilidad
de mi alma inconclusa
hay un asalto
de indefinidos versos
que piden salir,
a ser rocío leve
sobre las líneas de tus cabellos.
A veces salvajes,
en otras muy tiernos,
contienen lunas en sortilegio,
sorbos de vino dulce
de un sentir verdadero.
Yo los escribo,
y sé, que salen a tu encuentro,
a buscar tus ojos claros
acomodándose en tu cuerpo,
como una nube de amor
que flota en la mente del viento.
¿Qué les impulsa
a volar a ti,
si los escogí de mi desierto?
Solo sé que se engalanan
para ser un poema bello,
con aires de amapola
en el arroyo inquieto de tus dedos,
solitarios vagabundos en las colinas
de tu pecho.
¿Qué versos vienen a mí
si tanto te echo de menos?
CELIA CORRAL CAÑAS
Tenía un unicornio en la mirada,
aletas en los dedos de los pies,
sobre su paladar aves sin jaula,
la sombra de Totoro entre la lluvia,
un curioso océano cambiante
debajo de la piel y en los tobillos
libélulas violetas y amarillas.
Y cuando las escamas de las piedras
de este terreno de caminos rectos
cosieron mil heridas en sus párpados,
huyó a algún lugar desconocido
más allá de la luna de la luna.
(De La voz del animal bajo tu piel, BajAmar Ediciones, 2017)
SOLEDAD SÁNCHEZ MULAS
El albatros sobre las tablas húmedas
Pretenderse ave majestuosa
es el primer descuido,
pues desde tierra,
el punto que dibuja el vuelo
no permite apreciar
la verdadera envergadura
del decir,
de la palabra.
Ya en tierra,
las alas evidencian
las carencias o la majestuosidad
y los ojos que observan
configuran al ave
que se arrastra
o que,
increíblemente,
es capaz de un digno vuelo raso.
El canto testimonia el don sagrado,
afila su firmeza
con cada línea de aire
e identifica al pájaro
sin considerar la procedencia
o el destino
del plumaje.
El poeta puede verse albatros,
pero el jilguero
cabe en el corazón
y lo alimenta.
ALFREDO PÉREZ ALENCART
SOSIEGO
Recuéstate
sobre un campo de trigo
enverdecido
y celebra
bajo tus párpados
que no pugnas
por lujos o prebendas;
celebra que tu sudor
no es destilación
de angustias.
Recuéstate
canturreando melodías
que sosiegan
como los arrullos
del agua.
JOSÉ ALFREDO PÉREZ ALENCAR
DIOSES Y PERROS
Para mi querido tío Salomon Perez Alencart
en ruta para el 501 (Lima, 2025).
En la Ciudad de los Reyes, tras la luna,
las visiones surcan boatos
y espíritus arropados por la incertidumbre canina.
Tan asumidas estridencias urbanas, sin candor,
convierten La Victoria diaria en amordazadas muestras,
forjan suaves diatribas que aplauden la tortuosa pirámide
tras la luna del imponente roce
entre inacabadas lomas y claudicantes rascacielos.
Haciendo cabal la veneración del tuerto ágora,
custodia los rieles de mesas anónimas
donde se gesta la venial lealtad
que refleja en la Ciudad de los Reyes
diversas glorias coronando en los imaginarios
su grisácea definición:
inevitable devenir para Dioses y Perros
que declinan presentaciones.
ARÁNZAZU AGUDO ÁLVAREZ
Te presentas
Me desarmas con tu luz, me invitas
como inspiración de un poema.
Sosteniendo la espera de este invierno propio.
Me traes palabras que son familia
y comienzas de nuevo a escribir la carta.
Sin noticias viejas que te importen, vuelves.
Te presentas
Desordenando el gris, empuntando el frío
vistiendo de domingo el roble.
Mientras, en la calle llora la parra
inequívoca señal de que bulle la vida.
Y en el aire, suenan gorjeos,
melodías infantiles de alas pequeñas.
TOMÁS ACOSTA PIRIZ
De Paseos
PRIMAVERA II
Dejo que la visión se vista de la hora.
Que cruce nieve y se aposente en serranías.
Que vaya auspiciando noches de hielo.
Que con su luz cubra el sol los horizontes.
Que valles y cauces mendigos de flores
sacudan ocres y verdes otoñales
cuando pasa el baile de hojas secas
a buscar reposo tras el vals de invierno.
He de cruzar riveras y espesuras,
sombras, brumas, velos, trecho para llegar.
Ver como repuntan diminutos brotes
hasta formar arcoíris de primavera.
IVÁN MANJON GARCÍA
FILOSOFÍA DEL AMOR
Así como explicaba el filósofo Empédocles, todo está formado por 4 elementos:
Yo, el aire.
Ese que mueve tu pelo.
Que quiere acariciar cada rincón, cada callejuela escondida de tu cuerpo.
Tus sentidos y tus sentimientos.
Ese que busca cobijo, pero que viaja libre en ti.
Tu mundo.
Mi mundo.
Tú, el agua.
Ese manantial del viajero.
Yo, aquel senderista.
Te busco sediento para saciar mis ganas.
Mi sed.
Para llevarte en mí y conmigo.
Para que formes parte de mí.
La tierra, nuestra cama.
Esa en la que nos dejamos la vida.
Y el fuego, entre los dos.
Esa llama que nunca se apaga.
Ese infierno en el que nos quemamos,
para al final acabar en cenizas.
Y al final, todos, acaban perviviendo en perfecta armonía.
ESMERALDA SÁNCHEZ MARTÍN
PRIMAVERA
Vuelve al patio la nueva primavera,
fardos de luz, ardientes mariposas
arañando sin piedad al viejo marzo.
Sin apenas darte cuenta te pesa
abril, pesan las aguas, abres los ojos
y te ciega el espacio vegetal
que nos cobija dulce y silencioso.
Se esfuman los conciertos de la muerte.
Tras un abismo de niebla renaces
otra vez. En la intensa sacudida
abrazas la nueva claridad
te das un tiempo para la cautela.
Brotan de los ojos fogonazos
como orquídeas blancas, como lámparas
que encienden los caminos, las bengalas.
Fabricas palabras, luces, duendes.
Pintas arcos en gótica postura.
Te ofreces a los idus, al albor
que encandila tus ganas de ser vida.
Se acerca el primus tempus. Un latido
arderá en el corazón, en sus orillas
mientras duerme el río junto a los lirios,
a la sombra del limonero en flor.
CARMEN PRADA
Primavera
Amanece. El llanto de la hierba
deshace mis pisadas.
Rompe la incipiente luz en la luz de mi cara,
y en mi oído resuena el parpadeo de las alas
que quiebra la mariposa.
Brillan las sedas doradas
al son del viento que en viento me atrapa,
puro, dulce, eterno,
y baila mi cabellera, baila,
devolviendo el devaneo de la caricia grata.
El suspiro de la libélula puntea en el aire
el ingrávido pentagrama.
Y me entrego al aire, y en el aire
me mezclo con la esencia de la aurora,
de la noche, de la tarde.
Soy águila, gaviota, cuervo, mariposa,
murciélago, paloma, insignificante broza,
polvo, aroma, tormenta del desierto,
suspiro, espora.
Corre el agua, celosa, hacia mí, y laza
con transparentes espumas mis pies,
me arrastra,
y de novia me viste de plata azulada
En mi sangre se funde la sal, el dulzor,
planea la manta,
poseidonias me dan su verdor,
inmensas cascadas, diminutas larvas,
riberas que recogen la muerte del agua,
mar, ríos, charcas.
En las rocas, el choque de olas
levanta la bruma,
y con ella levanta mis ansias.
Primavera. Despertar del alma.
JOSÉ ANTONIO VALLE ALONSO
AÚN TENGO PRIMAVERAS EN MI ALMA
Lirios de valle en flor junto al arroyo.
¡Quien pudiera otra vez con la inocencia
poder entrar en Dios, Dios y su dogma!
agua floral para mi sed de tiempo,
para mi sed de amor que a Dios invoca.
Turbias aguas del mundo donde bebe
en jarros de dolor la vil ponzoña.
He venido hasta el valle de los lirios,
tal vez mi Dios, tú, aún me reconozcas.
Aún tengo primaveras en mi alma
guardadas para ti, aún hay aroma
de pan candeal, caliente aún en mis manos
mi ofrenda es la verdad, bebe en mi copa.
jardinero de sueños, es mi vida,
soñar para vivir mis horas cóncavas
y el pecho amanecido de laureles.
Nombro a la soledad como tutora,
y desde la ladera de mi noche
vigía del amor, mi amor corona.
Hay versos para Dios, sencillamente.
Hay versos `para mí, vida caótica.
Y versos para ti, hambre del cielo,
palabras desde mí, que en mí se cobran.
Jardinero de sueños desde el llanto
rimando versos en mi pena loca
llegando hasta la flor de la amargura,
flor ya nevada hasta tornarla roja.
J.M. FERREIRA
VACUNA PARA ESTE INSTANTE
Otro día de pandemia
En el umbral de los lugares
ocultas manos en la herida
preguntan por el tacto,
por los últimos dedos que partieron
hacia los recintos de la piel más olvidada.
Un instante golpea en el silencio,
en las estructuras de las horas misteriosas
que en el regazo del viento y de la calle,
nos reunirán de pronto
en la caricia y el afecto
más allá de las ventanas
JULIO DE MANUELES
BAILE DE CARNAVAL EN EL ALFONSO X
(RECUERDOS)
Dos ojos y otros dos me miran con cariño
al mismo tiempo y sucesivamente; ojos amantes
que entre música y baile voy sintiendo a mi lado.
Y mis ojos remueven mi pasado y lo repasan,
entresacando cosas, nubes y sucesos sin fin.
paso a paso se acercan todos juntos, los míos y los otros
Vienen a saludarme, me rodean, me empapan,
hablan conmigo y se adueñan de mi
allende de mis últimas neuronas.
(Lego al salón brindando una sonrisa ritual
que he repartido a trozos para estar en hora
e incluso para estar mañana y también ayer,
con mucho de tal vez y tal vez
y un poco más de abrigo y confianza,
le he ido regalando en cada mirada, para todos).
Yo pudiera volver si se apagaran
los soles desgastados, consumido, paciente,
olvido tras olvido. Si fueran nada más
las despedidas un juego de palabras
como esperar el siguiente autobús
en una cola interminable.
Pero decir adiós es levantar la última plegaria,
letanía de besos negativos, de abrazos negativos,
paseos negativos, noes a borbotones,
un rio caudaloso de escapadas.
Yo volvería si hoy pudiera poner
punto y aparte y un poco de distancia
para esperar detrás de cada muro
una mano extendida y abierta,
rebosante de paz y de esperanza,
aventando mis penas y preguntas.
Volvería, volvería para decir sencillamente
que me habían vencido, sin hacer balance
de irónicas caretas, de burlas y despechos.
Volvería a rondar balcones y salidas.
No podrán remediarse las caricias,
Las miradas heladas, los noes y los derrumbes,
juntar días y días sin luz y sin sentido.
Pero el martes volví y el sábado siguiente,
y el viernes volveré y hasta el domingo,
aunque me agote de tanta taquicardia,
porque sólo se dar vueltas y vueltas.
JOSÉ AMADOR MARTÍN
FINAL DE LUZ
Cuando mis lágrimas te alcancen
la función de mis ojos
ya no será llorar,
sino ver.
León Felipe
Luz,
acontecer de tu presencia,
sentimiento
profundo
que subyace al despertar,
expresión de la mirada
cuando la vida
es dulce
o es amarga.
Lo que tus ojos ven
no lo ven con el llanto
las lágrimas enturbian
el cristalino espléndido
del alma
al crecer la mañana.
Todo lo que el ojo retiene
son reflejos de luz,
vida de sueños
y de melancolía,
dimensión mágica,
de un misterio
que se abraza a la tierra
con la aurora.
Y tú me dices que vienes?
Ven…
Te veré llegar
con el significado último
de lo que anuncia el día
Porque estás hecha de luz
y en ti se crea y en ti termina.
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