Carlos Contramaestre en su Universidad de Salamanca (2 de noviembre de 1996.
Foto de Alfredo Pérez Alencart)
Crear en Salamanca tiene especial satisfacción en publicar está magnifica muestra de la poesía y arte del venezolano Carlos Contramaestre (Tovar, 1933 – Caracas, 1996), especialmente vinculado a Salamanca pues aquí terminó sus estudios de Medicina. También destacado pintor, en 1962 revolucionó el arte venezolano con su exposición ‘Homenaje a la Necrofilia’. Versátil creador que conjugó poesía y pintura en espacios convergentes, donde el amor, la muerte y la inasible realidad han sido temas recurrentes. En sus libros de poemas iniciales: Cabimas Zamuro (1977) y Por decreto y por sueños de Maximina Salas (1977), en el primero expresa en un lenguaje coloquial y pleno de vitalidad, la rebeldía ante el despojo nacional; en el segundo, la mirada nostálgica desafía las arenas del tiempo y recrea ámbitos vivenciales de la infancia y la adolescencia. A partir de La Torre de Babel (1986), una nueva simbología exploratoria se hace presente en su poesía, que se exacerba en el libro Tanatorio (1993), a través de la fugacidad del tiempo, el inalcanzable infinito, la muerte metafísica y sus engañosas máscaras. Su autor asume el combate contra una enemiga, a quien sólo podrá vencer la poesía. Como dice Gastón Baquero: «rosario interminable de fe en la victoria de la poesía sobre el despedazamiento». Otras obras publicadas: Armando Reverón, el hombre mono (1969); Como piel de ángel (1980); Metal de Soles (1983). Ensayo: La Mudanza del Encanto (1979); Salvador Valero (1980). Miembro fundador de El Techo de la Ballena.
Nota: Buena parte de la entrevista y de los poemas aparecieron por vez primera en la revista Arquitrave nº 49, Cartagena de Indias, Junio de 2010, que dirige el poeta colombiano Harold Alvarado Tenorio.
Todos los dibujos y fotografías son propiedad de Alfredo Pérez Alencart y Jacqueline Alencar
CONTRAMAESTRE: “EL TECHO DE LA BALLENA
NACIÓ EN SALAMANCA”
Por Alfredo Pérez Alencart
Desde su juventud universitaria, Salamanca fue Posada para el alma de Carlos Contramaestre. Mucho debemos a este venezolano de Tovar y de Valera, fallecido el 29 de diciembre de 1996, pocas semanas después de retornar de la capital del Tormes, donde había sido homenajeado por la Cátedra de Poética Fray Luis de León de la Universidad Pontificia, publicándose su antología ‘Costumbre de Piedra’, seleccionada por A. P. Alencart. El prólogo lo firmó el maestro Alfonso Ortega Carmona. En vida, como deben ser los homenajes. Otro reconocimiento ya había sido hecho por la citada Cátedra, con el rectorado de la Universidad de Los Andes, en Mérida, el 3 de julio de 1995. Por ello, entre los papeles del alquimista que decía “A veces digo muerte cuando quiero decir vida”, se encontraron estos versos que hasta hoy permanecían inéditos:
La fuerza centrífuga de la muerte
derrama sus aguas/ sombrías.
Estoy indefenso, desnudo en el
universo tenebroso de los malos tiempos.
Traigo la rana académica de Fray Luis de León,
que expulsa amargas verdades
sobre el zodiaco insondable.
Son las manchas de la muerte
que tiñen el mármol
de las manos renacentistas.
Guardaba en una carpeta las respuestas de Carlos. Está pergeñada a puño y letra por Contramaestre, quien lo prefirió así porque todavía estaba recuperándose de la afasia que en 1994 le había dejado mudo. Hoy la transcribo para conocimiento general.
Contramaestre, Uslar Pietri y Ramón Palomares (Salamanca 1991. Foto de Alfredo Pérez Alencart)
Carlos, nuevamente en la ciudad que mucho te marcó, ¿o acaso exagero?
Salamanca, más que un recuerdo es una presencia que cambió sustancialmente mi vida. En esta ciudad me formé como profesional en una ciencia necesaria como es la medicina, empapándola siempre con una visión humanística global. También esta ciudad me dio mayor sensibilidad y predisposición al arte y a la poesía. Aquí, junto a Caupolicán Ovalles y Alfonso Montilla, creamos el grupo El Techo de la Ballena (que significaba el mar), siguiendo una metáfora primitiva de las Kenningar, construcciones poéticas de los vikingos redescubiertas por Borges. Esta Ballena combativa no quedó varada en la explanada de Salamanca, sino que impulsó la creación de versos al otro lado del Atlántico, asentándose en Venezuela.
Definitivamente, Salamanca está ligada interiormente –en la memoria y en el corazón- a mi juventud, y me nutre del afecto y la pasión por los hechos tangibles en el arte y, especialmente, en la poesía, presente en todo momento en estas piedras luminosas y de hermosura singular. Y Salamanca hoy, por encima de los cambios estructurales en los aspectos humanísticos, científicos y artísticos, creo que mantiene y acrecienta las raíces entre los jóvenes con un vitalismo que la catapulta hacia el siglo XXI. Los símbolos permanecen y la vida democrática le otorga la libertad deseada.
Se te ha convocado, estos primeros días de noviembre, para un homenaje y para presentar tu antología Costumbre de Piedra. Dime tus primeras impresiones, pues no hace ni dos días que la tienes entre manos.
Salamanca significa tanto para mí, que ahora, cuando me convoca para presentar entre sus piedras mi antología poética ‘Costumbre de Piedra’, bellamente editada por la Cátedra de Poética Fray Luis de León de la Universidad Pontificia, cobra aliento mi vida, pues este libro es un salvoconducto para el espíritu y para revalorar y difundir la palabra poética en otros ámbitos geográficos. El Maestro Alfonso Ortega ha escrito un prólogo que casi me deja afásico otra vez, mudo, por su belleza y por adentrarse en ámbitos filosóficos que no se habían tratado. Costumbre de Piedra es un puente para acortar las distancias y acercar espiritualmente a dos países: España y Venezuela.
En ‘Costumbre de Piedra’ la muerte está presente, consciente o inconsciente; es como una obsesión, es el centro de mi ser y creo que no es postura artificial. Pero también debo decir que en esta selección de poemas que has hecho estoy más vivo que muerto, pues no olvido que Eros y Tánatos conviven en una armonía articulada. Hay, además, fragmentos del mundo desolado y de las visiones premonitorias de la noche. En definitiva, este libro constituye un vehículo para, a través de los avatares de mi existencia, dejar atisbar algo mi trascendencia metafísica.
Te veo por las calles con un cuaderno de dibujo, ¿estás preparando ese proyecto de sensaciones salmantinas del que hablamos hace algún tiempo?
Quiero dejar constancia de los lugares que, a finales de la década de los cincuenta, pude contemplar aquí. Los monumentos, las piedras talladas, el barroco plateresco que se metió en mi alma. De allí que en estos días esté buscando poéticamente las imágenes, como sensaciones reales o irreales, que se parecen al color luminoso de los vinos blancos y tintos. Los dibujos tratan de los monstruos, las calaveras con la rana diabólica, las quimeras, las catedrales inmemoriales, la Casa de las Conchas… Bajo estos signos borrosos, surge el color sepia como simulando la piedra de Salamanca; surgen las sanguinas para tocar la demonología y el amor a esta ciudad a la que siempre viví interiormente. Finalmente, con estos dibujos también quiero que tú, querido Alfredo, encuentres en ellos la memoria afectiva que nos une.
Carta de Contramaestre a Alencart
Bien conoces España. Primero, en tu época de estudiante; luego, por tu labor de un lustro como Agregado Cultural de la Embajada de Venezuela. Has vuelto después de cinco años de vida en Caracas, ¿cómo aprecias a la sociedad española actual?
A España, como fuente inagotable, con sus peculiaridades y contradicciones que perviven a través de la historia, la siento como un todo liberado, por encima de los prejuicios, el racismo y los nacionalismos. Incluso pueden cambiar los gobiernos, con diferencias ideológicas, sin mayores traumas, percibiendo uno que el pueblo español está maduro y abierto, a pesar de los conflictos del pasado que tanto golpearon, sobre todo a un filósofo sensible de esta venerable ciudad: Don Miguel de Unamuno, magnífico Rector, quien nos ayudó a pensar en nuestros países.
Estos días hemos estado hablando de la sacralidad de Poesía. ¿Qué puedes anotar al respecto?
La poesía se centra en la vida a través de la iluminación y de la oscuridad; ella es una revelación que con la edad penetra por otra vía, hacia la religión. Y aparecen las palabras-vacíos, el tiempo. La poesía es la última religión, según Eugenio Montejo. El hombre debe buscar hasta el ser total, desde la realidad tangible hasta las iluminaciones de Rimbaud y las metáforas terribles de Ramos Sucre, tanto en el dolor como en sus fantasmas insomnes.
Detalle del Palacio de Monterrey
¿Y el humor? ¿Cuánto de humor hay en tu obra poética y pictórica?
Soy un hombre de humor, pero es parte de las máscaras que mantenemos para vivir. Es la Máscara de la Transparencia que busqué en Solana y en Ensor. El humor negro es el rostro de la melancolía y está en Durero, Rembrandt, Reverón…
Tratemos ahora de la difícil coyuntura de tu patria.
En Venezuela hemos vivido una década de crisis, no solamente desde los aspectos económicos, que sin duda son graves. Lo más terrible es la crisis ética, pues la corrupción toca a todas las clases y lleva a delinquir, sobre todo a la gente más empobrecida.
Tu apuesta ha sido siempre por la Cultura, sin distinciones entre lo popular o lo elitista.
Creo que la Cultura y las herramientas del arte y la escritura poética pueden transformar al ser humano. En otro tiempo, nosotros buscamos otras soluciones políticas para Venezuela rebelándonos con las armas milagrosas de la invención y con la imaginación para transgredir: fue una revolución del amor a través de la palabra y el arte.
Carlos Contramaestre por Alfredo Pérez Alencart(Salamanca, 1991)
Ha llegado el momento de que nos recuerdes la significancia de tu Homenaje a la Necrofilia, esos cuadros hechos con carnes y huesos, y que a los pocos días de abierta la exposición resulto un grande escándalo, no sólo por los gusanos que salían del garaje convertido en sala de exposiciones.
Para mí la pintura es una expresión. Cuando tuve conciencia de lo que quería decir y hasta dónde quería llegar, ya no tuve ninguna duda acerca de la carga detonante que llevaba el Homenaje a la Necrofilia. Y, por supuesto, también de los riesgos que corría, en todos los órdenes, al atentar contra las fórmulas artísticas aceptadas; es decir, de las que habiendo tenido significación en la evolución de la pintura en décadas anteriores, se habían academizado. Sin embargo, esto era el empaque formal. Las baterías en realidad estaban dirigidas a combatir a un sistema que nos resultaba represivo, que no se adecuaba a las expectativas del cambio en nuestro país y en el resto de Latinoamérica.
Como dije, El Techo de la Ballena nació en Salamanca el año 1957, y posteriormente, en la Caracas de 1961 se conformó nuestro Grupo como hecho real, al operar como revulsivo, siguiendo a Alfred Jarry en la búsqueda de la reacción desconcertante. Pero aquí estuvo la semilla de nuestros aparentes actos paródicos; aquí sentimos la enajenación de Goya, pues aquí apreciamos su catarsis de humor negro a través de los Caprichos, especialmente resumida en el título de uno de sus grabados: “El sueño de la razón engendra monstruos”. También nos influenció Ramón Gómez de la Serna, quien en su obra Automoribundia, decía: “La muerte es un valor en crisis”.
La Torre de Babel
Finalmente, ¿hacia qué derroteros estás encaminando tu última creación plástica?
Actualmente estoy trabajando en otros órdenes estéticos. Desde hace tiempo busco los orígenes de Los Andes a través de las imágenes prehispánicas. Reincido en la muerte, a través de las formas plásticas que vienen desde Mesoamérica, de Guatemala, hasta Los Andes de los timotocuicas, del área cultural prehispánica de Mérida y Trujillo, lindantes con Lara y que mantenían un mismo Dios: Toutsu, que es el dios de las tinieblas, lo que yo llamo Los poderes de la noche. No me limito a los dioses invisibles, como Chía y el intermediario Ketoche, que intentó entender al dios cristiano. Plásticamente estoy buscando otras expresiones más libres: desde el erotismo hasta los hechos del azar. Entre ellos quiero buscar la Pintura de los Ciegos.
Salamanca, 6 de noviembre de 1996
Momoes
CATORCE POEMAS INÉDITOS
DE CARLOS CONTRAMAESTRE
I
La segunda muerte me embriaga en
taberna olorosa a invierno.
La distancia descalabra las almas,
enmudece las lenguas del destierro
entre los titubeos de las estaciones fraudulentas.
Retorno a las riberas de la soledad,
Virtuosa tañedora de silencios y ecos de la
muerte.
Moro en esa copa sardónica,
incienso de la tribu espectral.
Destilo dolores y heridas antiguas
en serpentina de cobre dulce.
Carlos Contramestre como entrañandose en la piedra salmantina, y su sobrino José Alfredo (nov. 1996) Foto de A. P. Alencart
II
Ella suele llegar casi siempre
desnuda.
Su olor sube sobre mis columnas trágicas
y yo empiezo a soñar rosas
y algunos animales híbridos.
Esa mujer no me pertenece
en este continente ni
en la otra vida.
Cabimas zamuro
III
Agonizo en tu temblor cotidiano
y la lluvia terminó.
Nadie podía adivinar la
rudeza del cielo, el
pavor de seguir casi vivo,
casi aliento para retornar al cosmos.
Necesito la mudez de la alquimia,
el incesto de los Dioses,
la primavera del invierno, el fuego
de la invocación.
Soy ese exorcismo
dormido sobre el llanto: nos une
el desastre, el extravío.
Carta de Contramaestre a Alencart
IV
Desprenderse del cuerpo
y encontrar la nube marcada
que ocupará el espacio medido
para el amor sin frutos.
Océanos agitados y naufragios decididos.
El jordano transportó la dicha
y no lo sabía.
Recordó a su toledana en silencio.
Luego, el arquitecto del lecho académico
lo regó con licores y flores
churriguerescas.
V
Mi oficio de basurero
me obliga a buscar mis pergaminos,
mis escombros perfumados.
Y tú eres ese mural
que yo inventé;
tú ese sueño bajo tierra
dulce, silencioso
para el abandono arqueólogo
de amores.
VI
Dos manzanas asustan cuerpos
si son de tierra lejana, como
hijos olvidados,
asuntos de tu vihuela en porfía
y ese sentimiento de astro perdido
que no quiere regresar porque
no hay constelación sin amor,
sin aire.
Canta el alma sorda.
Lo desperdicio todo, hasta un ratón.
Vuelo vegetal sin espejo,
frío para siempre, sin sintaxis,
traspapelando noches, días, encuentros,
amores, doncellas, recuerdos:
ése cuerpo reproduce tu cuerpo,
tus piernas, tu hilo nostálgico.
Insatisfacción. Era otra María, era
otro olfato para la belleza,
otra línea para vivir
y yo era el paraíso, era
río con piedras, con
árboles.
Tanatorio
VII
Depende de tu muelle y
tu ojo amoroso.
Vuelvo a las almendras esenciales,
a tu silencio demencial.
Escarbo en tu vulva,
colecciono piedras y licores,
acerco cuerpos, carnes
puberales, inciensos de
ciudad en viaje sin continente.
Wesphalen, Mutis, Rojas y Contramaestre en el Palacio Real(Madrid, 1991).
Foto de Alfredo Pérez Alencart
VIII
El azar del vuelo inventa el lecho
que el jordano transporta
para la novia y es él quien decide
el norte de los besos, el sur
que deslinda el corazón en el tiempo.
El jordano desaparece como
un fantasma para labrar la materia
de los sueños y planta árboles
del porvenir en tus sienes.
El anillo de su toledana
es nuestro amuleto.
Manuscrito
IX
Tugurios abandonados a la lujuria
de la pobreza.
Azar del que sufre en silencio,
oculto de los dioses.
Niebla pecaminosa susurrando
otro cielo prohibido, alguna
voz de mujer profanada.
Temblor de carburo alabando
los ojos ciegos, la nada del
naufragio, el instinto del árbol
ahogado en savias alcohólicas,
abanicando corazones ramificados
en el duelo.
X
Tengo una constelación
y una mujer desnuda
que brilla como una hoja de higuera.
Amo ese principio que me une
a ese gran ombligo de la noche
donde me embriago
de tinieblas.
Momoes
XI
Espacio ornamentado por mis
gorriones dementes,
con cielos provisionales y
paraíso recién decretado.
Arcillas tranquilas en su
crecimiento para unificar el
latido.
Celebro el encuentro.
XII
El tiempo desnivela mi silencio.
Grito en grieta.
Me escuchas más allá de los trópicos.
Tu ola anticipa naufragios.
Ausencia de navío escarlata que regresa al Caribe.
Me indulto y me inmolo en langostas.
Techos baldíos, cocodrilo celeste, palma sagrada.
El azar-sortilegio implica encuentros,
hallazgos fortuitos.
Armando Reverón, el hombre mono
XIII
Ellos me recuerdan
en el futuro: como decir
es una nenia de
éteres y nupcias destruidas.
Yo alucino entre dolores
y acusaciones astrales.
Todo está contra mi duende
que habita en incienso
y algunos alcoholes incestuosos.
Es verdad.
A mi edad se debe preparar
un epitafio y un silbido
solemne de vagabundo.
Es un milagro sentirse
costilla recién acabada
en respiración ozónica.
Por eso muero a veces.
Es una manera de vivir:
un estilo art decó.
Carta de Contramaestre a Alencart
XIV
Ayer me arrancó
la tormenta unos
árboles que cantaban
melodías antiguas del
universo como eco
armonioso de un caos.
La sangre brotó de
la tierra para alimentar
los muertos sedientos de
vida porque la deja
a medias
…cuando el amor comenzaba.
Esa tormenta desatada
por los dioses oscurecía
mis sueños y no podía
seguir viendo desnudeces
de tu cuerpo iluminado
por los relámpagos.
Nota: Esté último texto es, que se tenga constancia, el último poema de C. C. Fue escrito en Salamanca a principios de noviembre de 1996, en la casa del poeta A.P. Alencart. Todos los inéditos ahora publicados fueron transcritos por María Eugenia Sánchez, su viuda. A ella -y a Leonor, Cristina y Natalia-, agradecemos tan generosa ayuda.
UN POEMA PUBLICADO EN ‘COSTUMBRE DE PIEDRA’
ANATOMÍA DEL VUELO
a Alfredo Pérez Alencart, amigo
Anatomía natural del ángel
dormido sobre la tabla del cielo
La equidistancia entre las alas le da el equilibrio
del imperio del aire que se reconquista
hurgando los recovecos del tiempo
para no encontrarlos
y aprender a flotar sin materia
Sé que necesito el ala silenciosa recostada
sobre una estrella
También el batir inquieto del ala-corazón que
vuelca sus dulces clamores y sin término
El ángel duerme en el bosque y su quilla
es una brújula dislocada por el amor
Camina sin nubes
se confunde con los ojos del navegante
que sólo siente su palpitar
en la claridad del aire
La densidad del sueño atrapa mi lengua
que enmudece sobre un cuerpo que se aviva
y me ejercita en sánscritos inmemoriales y desnudos
El centro de mi universo tiene las raíces
en tu cielo que vengo mirando con melancolía
El antiguo deseo de copular con tu astro lunar
besar tu cuello de diamante
y los collares terrestres que cantan en la sombra
Habla de la vida que se inscribe en ese metal
de ángel maldito
y miro las vertientes inciertas del vuelo
El ala quieta que me sosiega
y me aparta de la caída en torbellino de Ícaro
Todo es recomienzo
como si el sol empezara
a producirnos brotes de incendios
plantas astrales vuelos de gorriones que sufren
tactos desconocidos de mi antigua vigilia
que espera en la eternidad de una lámpara.
Alfredo, la presencia del afecto es la piedra y el oro enhechizo
Volver a España siempre será un poema posible. Entrevista a Contramanestre realizada en Salamanca y publicada en El Diario de Caracas (30-12-1991)
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