La poeta Carmen Rosa Orozco (Foto de Sofía Lobo)
Crear en Salamanca se complace en publicar unos poemas de Carmen Rosa Orozco (San Juan de Colón, Venezuela, 1978): Poeta. Pedagogo en Educación Integral. Administradora de Empresas. Comerciante. Ha publicado en poesía los libros: Hileras de Sol, Delebles y Entreluz. Ha sido publicada en: Pasajeras antología del Cautiverio de la Editorial Lector Cómplice, Astorga Redacción (España), el Papel Literario de El Nacional, Revista Nacional de Cultura, Antología Poética Sujeto Almado, Revista Actual, Antología Los Dragones de Papel, Revista Hipsipila (Universidad de Caldas, Colombia). También ha sido representada en los portales electrónicos: El coloquio de los perros, Revista Hiedra Oxeda, Revista Elipsis, Revista Kametsa, Revista El Humo, Revista Poémame, Revista Casa Bukowski, Revista Campos de Plumas, Palabra Virtual, mi pequeña Venecia, Letralia, El meollo, entre otros. Obtuvo los siguientes reconocimientos literarios: Premio Único del Concurso de Poesía de la Dirección de Cultura y Bellas Artes del Estado Táchira, Premio de Poesía del IUFRONT, I Bienal de Literatura Juan Beroes.
CAMILA FLANQUEA SU IDIOMA
Intentando abrir puertas con una espada,
enhebrando agujas por la punta,
plantando árboles de sombra boca abajo.
Marianne Moore.
Los traficantes de armas
disecaron mi rostro
lo cortaron del tórax con un bisturí transparente
que se desaparecía en sus manos.
Cosieron la sangre titilante
con sal, hilos de azafrán y rosas,
resistentes a la humedad y las miradas de las gentes,
lo guardaron en una botellita celeste,
lo maceraron por cuarenta y un mil días.
En perfecta simetría colocaron mis ojos y mis labios
perpendiculares al sol
y de espaldas a la luna.
Me lo entregaron para colocarlo en la cómoda
y recordara los días felices
que me otorgaron las hadas y cigüeñas.
En las tardes de calor saco mi antiguo rostro y lo maquillo.
Camila fue confundida con una extinta especie animal.
Otra imagen de Carmen Rosa Orozco (foto de Sofía Lobo)
LAS 79 LUNAS DE JÚPITER MARCHITARON
LA CONCIENCIA DE ALICIA EN EL RETROVISOR
Alicia me cuenta que habló con la profesora Mónica Grady
de su aseveración sobre la existencia
de alguna forma de vida en Europa,
una de las 79 lunas conocidas de Júpiter
y como mis pulpos sobreviven en las heladas aguas bajo las capas de esa luna;
ser vegetariana ha causado estragos en mi flora intestinal
y en las barajitas coleccionables de microorganismos
que desestiman la luz solar en Marte,
todo ello apuntado en el cuaderno de notas de la científica
de manera estricta por mi caligrafía Palmer
ya que duda de los datos virtuales almacenados en la Nube
y en la memoria de elefantes transgenéricos;
mi ayuno voluntario me ha hecho partícula divisible
de la luz que viaja a 600 millones de kilómetros de la Tierra
siendo materia fecunda y celeste
para el alimento de seres inexistentes e interplanetarios.
Sospeché de mis otras vidas:
una adelantada en los siglos
como física cuántica
diseccionando lo indigerible y atroz,
de otra que enrevesó mis dedos
como dibujante de perfiles y pieles vibrantes
en una época desenfundada por revólveres de grafito,
o de una cantante retro que escribe letras agonizantes de melancolía
perteneciente al género pop barroco
y que destila los segundos en las historias del Instagram,
o siendo un delfín rosado que gerencia
un hotel en Marbella
saltando así de la oficina
hacia un mar esplendoroso y sin métodos eficaces.
Pude ver en el Cronovisor oculto en el Vaticano
los planos circulares de un televisor del tiempo
construido por un monje benedictino, un Nóbel de Física y un ex nazi llevado a la Nasa,
eran las voces de Marcello Pellegrino Ernetti, Enrico Fermi y Wernher von Braun,
sus reuniones secretas fueron expuestas en la década de 1960
pero de nada sirvieron las precauciones,
con asombro y junto a Pío XII
pudimos escuchar
el acalorado discurso de Cicerón ante el senado romano en el año 63 a. C.
y ver pasajes de la angustiosa Crucifixión de Cristo,
a solas me conmoví por las lágrimas derramadas por Messi
al salir del Barcelona Fútbol Club,
así como,
lamenté la suerte de la desdichada isla de Camila Guiribitey
una influencer que no podrá guardar en sus carteras Gucci
la Patria y Vida que faltó,
corría el año 2021 para esos acontecimientos.
Ellos consideraron inconclusa mi debilidad ante los eventos
como esa noche de 2019
cuando escuchaba a Lana Del Rey en Youtube,
recuerdo que llevaba una bata color salmón con encajes
solo se veían mis manos en el ordenador escribiendo:
I’ve been tearing around in my fucking nightgown
24/7 Sylvia Plath
Writing in blood on the walls
‘Cause the ink in my pen don’t work in my notepad
Don’t ask if I’m happy, you know that I’m not
But at best, I can say I’m not sad
‘Cause hope is a dangerous thing for a woman like me to have
Hope is a dangerous thing for a woman like me to have.
Tener otras miradas fue suficiente
en el reloj del tiempo de un país arrasado,
como gota de agua insalvable de un universo de luz
salvaje
cayendo en un pozo de deseos fragmentados,
sin discernir los días que pasan
sobre el trayecto invisible de los años,
agotando la escritura
y siendo la criatura más feliz que hayas conocido.
Alicia se balancea en las líneas hexagonales del no tiempo.
ELLA CAMINABA POR LA AVENIDA OSCURA…
Ella caminaba por la avenida oscura
cuando halos de luz la atravesaron
y quedó elevándose del pavimento,
la luz se fue solidificando en ladrillos
que momificaron a la extraña mujer,
se formaron escalinatas y torres paralelas entre sí.
Ya de mañana se hicieron colas de autos
y personas que querían transitar por allí,
la mujer había quedado hecha luz y mausoleo,
ocupó las siete cuadras que formaban la avenida;
se sabía que hablaba con Dios,
curaba enfermos con sus miradas,
detenía la lluvia,
invertía los giros del sol,
cambiaba las montañas de lugar,
y escondía las aves en las grietas de la luna.
Mencionó los nombres de los curiosos
sin abrir los labios,
flotaba hecha luz
entre dormida y despierta,
quedó seccionada esa parte de la ciudad
como un extremo caso de pérdida de las partes a un todo,
la mujer luz quedó endurecida allí,
algunos tocaron los ladrillos luminosos
sin volver a sentir hambre o sed,
otros no envejecieron más,
los más escépticos fueron curados de sus dolencias.
Ella escribía en un idioma no conocido,
prestaba sus manos a seres ubicuos,
profecías le fueron reveladas
en códigos plantados en raíces de árboles
con bordes azules y violetas,
su cabello iba enrollando el cuerpo
cobrando un color dorado y transparente,
los ojos palpitaban como cristal a punto de romper;
vino de Sulem la mujer extraña
que aprendió a hablar con Dios
en la época de los Profetas,
cómo adquirió tantos dones varios
si nunca salió de su casa,
las lianas tramaron caminos
que estrangularon la casa dejándola sin sol,
ella por postigos de madera
pudo descifrar los inventos de los hombres,
los ángeles caminaban en vértice a su casa
y la portentosa puerta de Ofrandes,
quiso ella que la abrieran
pero un gesto meticuloso de Dios no lo permitió,
oír raras voces la volvieron serena,
quiso ella entender los dictámenes
pero no lo logró.
Durmió en ese limbo de luz y tiempo
en el mausoleo de vidrio
que ocupó la avenida de la pequeña ciudad,
pasaron los siglos y la mujer siguió suspendida,
fue sitio de peregrinaciones, estudios y acechanzas,
pero la cápsula nunca se abrió.
Las gracias concedidas eran un misterio
no obraban por la fe,
eran dadas por un sistema aleatorio
de identidades alucinantes
que sabían ver la bondad del corazón.
En los días posteriores
a la petrificación infinita del mausoleo
las manos de la mujer hablaban como altavoces
que no supieron identificar el rigor de las especies.
Intuyó secretos con paciencia.
Le fue concedido el talento más apreciado por sus rivales,
ella no objetó los elementos conformantes de la disputa,
alertó a los hablantes de otras galaxias
escondidos en la constelación planetaria de su espalda.
Tanta dureza no ocultó su sabiduría.
Ella no comprendió el camino
que la condujo a Orsafinón,
los vórtices rompieron las esquinas
y se oían coros de voces angelicales;
el peso de su civilización lo determinaron las nimiedades:
una cartera tuvo más relevancia que un mendigo,
una tos espantaba más que una atrocidad.
La mujer luz se mantuvo interminable
en sus diálogos con Dios.
Amorosa, pacífica y solitaria,
de apariencia andrógina y hermosa,
fue como la adjetivaron los mirantes del mausoleo,
ellos arrastraban sus manos por los ladrillos de vidrio
esperando piedad o curación,
realizando pliegos de peticiones u oraciones;
después venía Dios
con la Sulamita de honda mirada
y hacían llover los halos de luz del mausoleo
que abrían al entendimiento,
sentían apaciguada la ira, luego.
El clamor despertó su misericordia.
Amanda desde su patio observa la cápsula de la Sulamita
traída a escondidas por Dios en una noche de desvelo.
DÍA 21 UN TORBELLINO TURQUESA EN LAS PAREDES
Las cortinas raídas y mugrientas en las ventanas de enfrente a la casa de la abuela Sofía se mecen al compás de los apagones eléctricos. El conejo blanco de Alicia ha penetrado en mi alcoba, se hunde en los agujeros negros venidos de tazas de café sin disolver, de dimensiones sumergidas en el picaporte, huye y regresa a través de las paredes blancas, un torbellino turquesa lo lanza a mi cama, se introduce en el colchón, podría ser mítica su figura como la de Carroll, no puedo dormir, las pastillas para dormir se las ha bebido el gato amarillo que se come mis uñas; las palabras cayo y callo no obran en un contexto determinado, sino en mi imposibilidad idiomática, flotan en el ordenador, se adentran en una borrasca blanca, me desarreglan y agreden mi cuidada ortografía o significados interconexos entre callos que fracturan pies y cayos de asfalto parecidos a islotes de cuero humano pegados a la historia infeliz de los que se van caminando, ondulan esas dos palabras y no las interrogo, veo la pantalla y el cerebro embotado por los trasnochos, la incapacidad para dormir detienen esas dos palabras. Debo picar el repollo tan fino que no me sorprenda, rallar la zanahoria, que su color anaranjado pinte mis cejas amontonadas, la cebolla muy pequeña y sin olor, el cilantro en proporciones ligeras; la salchicha sobresale, las papas fritas abundan, el queso blanco y espeso; todo saturado de salsas traídas a remolque de viento por las trochas, devoro tres perros calientes o hot dogs como dirían los gringos en el ampuloso Norte. Olvido donde he dejado las llaves, los lentes de sol, mis argollas aretes preferidas. Los niños se reían muy bajo de mi diario conjuro en invertir el orden lógico del encabezado escolar: cambiar enero por junio, el año 2013 por 2073, el nombre de las ciudades; la delgada maestra rompía con inusitada constancia los hilos del tiempo, era fácil transgredirlo en la pizarra acrílica, la borradora podía esfumar su marcado entusiasmo en evadirse y solapar el paso de las horas en los ojales de su blusa rosada y los pasadizos secretos de sus distracciones, su perturbación continuada en pensar que no existía. Salí de la papelería Los Maracuchos, no encontré el hermoso y aerodinámico carro azul marino, veía a lo largo la calle 5, dudaba si salí en el auto y se humedecieron mis ojos al pensar que lo habían hurtado, pero vi las filigranas de sol balancearse en el cuerpo invadido de flechas de San Sebastián, recordé en aquel momento la curaduría que hice sobre la exposición de este Santo para el Museo Diocesano del Táchira y reconozco que amo desde niña la vida de los Santos, aunque a veces mi cordura se estremece como un vaso desechable que rueda por la acera, el Santo asaetado me mostró un cartel que decía Perfumería Central, lo había estacionado en la calle cuatro. Dios está hecho para gente minúscula y abatida como yo, para seres estrambóticos e innecesarios, para personas con una autoestima atomizada por estrellas y que se creen un sol, un pequeño sol, como yo; Dios está hecho para gente que lo necesita, con fe intermitente y ahí me apunté, pensar que esa entidad tan singular me amaba, iluminaba mis días, no me importaba que los progres, la generación x, milénica o centúrica, poderosos e intelectuales no creyeran en él, era una no loca que lo amaba. Ella superó con la fuerza de su voluntad la silenciada locura que arrastraba como herencia familiar. Me detengo en el semáforo y la luz verde indica que siga conduciendo, pero de nuevo, las dendritas mentales se escurren y paralizan el orden lineal de las acciones sencillas, me quedaba suspendida mirando la luz, la claridad, los niños pidiendo limosna, el tragador de combustible que incendiaba mis pestañas y besaba los pesos que caían de mis manos, los lanzaba al aire como ofrendas, como la disoluta continuidad de nuestras maltrechas vidas, tocaban cornetas para que continuara, aceleré y rotulé mis pulsaciones en la muñeca izquierda con saliva y rezos. Poco le llegó a importar si hay escasos lectores o si los libros son retirados, ella siempre tenía el oculto temor que las cosas iban a desaparecer por completo, reordenándose en un espacio de no cosas donde flotaban en su ya no existir, como una memoria supra mental salpicada de polvo cósmico, allí, ella podría ser disipada, su espíritu aniquilado en la no consciencia, donde sus recuerdos involucionaran cerrándose como un anillo negro que anulara su apariencia terrenal, desaparecida, micro orgánica, ciberespacial, subatómica, fragmentada, partida, sin presencia divisible en quarks y neutrinos de antimateria, sin masa corporal ni sustancia anímica invisible; la única hebra que no se rompía era el amor por su hija, eso la salvó de ser desintegrada como materia universal de un cosmos degradado y pastoso; flotó de forma ingrávida y eterna por ella, un amor que no la dejó desvanecerse en los agujeros negros del no vivir, la amada Camila fue ruido perfecto y radiante.
Navegas en un cementerio oxidado de hombres
las distancias milimétricas entre los sexos
fueron medidas con un compás acordonado en su cuello.
Un medio círculo marcó todos tus besos.
Algo que me decías al oído
con la rabia de un gitano mal encarado
me hizo disentir de tus decisiones.
Stephen Hawking y Roger Penrose,
abarcan una habitación cóncava
donde los espejos asincrónicos crean la línea definitoria
entre el espacio y el tiempo,
concentrando la luz después del Big Bang,
es 1969,
aún no he nacido,
leo los diálogos en la galaxia de Andrómeda,
me hago diestra en el ejercicio espiritual
de leer en forma vertical en segundos
acaparando páginas de libros
e informaciones minuciosas que no interesan.
Es 1974,
todavía
no he (no nacido):
La intensidad de la gravedad de los agujeros negros es tan grande,
que nada puede escapar de ellos, ni siquiera la luz.
Fui desde entonces una estrella caída sobre mi peso
juntada a otras estrellas derribadas,
borrando las líneas de los siglos
junto a las estrellas derribadas por mi peso
convirtiendo en amasijo negro las dudas,
formamos parte de lo negro y perturbador,
los agujeros negros no son completamente negros.
Leo de forma vertical y no existo,
evado la luz a fuerza de costumbre,
olvidé el aroma de su costoso perfume,
leo poesía actual pero no puedo concluir,
cuento el tintineo de la luz
que cae en el porcelanato blanco de la sala
aglutinándose en una masa finita de sucesos con mi estupor,
dudo del rigor de los datos acumulados en el silencio,
hablo poco,
amo el viento y el sol que acarician mi rostro.
Cualquier cosa que atraviese el horizonte de sucesos
de un agujero negro se destruye para siempre.
Destruida antes del nacimiento,
las costillas rotas como mezcla viscosa de huesos,
buscando el resplandor en el espejo,
venas rotas y arterias colgando,
miradas perforadas de ecos,
adorando el lujo y la precariedad a la vez.
No podemos reconstruir un objeto que ha caído en un agujero negro.
Su mirada bloqueó mi destello,
brillé,
siempre brillé.
Nada podrá dirigir mi luz emitida a cuentagotas,
cae,
cae,
vuelve a caer,
convertida en un pozo de luz,
un hondo pozo de luz donde me pierdo en la oscuridad.
Te amo de forma incondicional y con desmesura.
Cada partícula que abandona un agujero negro
también debe estar entrelazada con cada una de las partículas
que han escapado anteriormente.
Vine para encontrarte,
te amo antes de mí,
antes de ser nombrada
o recreada en un lienzo prerrafaelista
como la Ofelia de John Everett Millais en 1852,
al contrario de ella,
caí de un árbol
pero no hallé la muerte,
morí ahogada en un pozo de luz.
Dices sentir atracción por el drama y la tragedia
de manera malsana y autodestructiva,
como el fin de María Callas
muerta en su apartment at 36 Avenue Georges Mandel, Paris,
es 1977,
abandonada por Onassis
que regresó después de no ser correspondido por Jackie.
Madama Butterfly en Nagasaki,
es 1890,
Pinkerton no te ama,
un cuchillo drena los agujeros del tiempo.
Es 2020,
año asediado por la peste china,
me has dejado con estudiada crueldad
esa que no tiene escenarios,
elaboro una colección de bisutería que será exhibida
en vitrinas blancas con vidrios refractantes
que reposan en el balcón,
Ciudad de las Palmeras.
Si tu ne m’aime pas, je t’aime
Si je t’aime, prend garde à toi!
Habanera (Ópera Carmen),
es 1875,
Bizet muere muy joven
y ella ha sido asesinada por celos.
Sofía Lobo y Carmen Rosa Orozco
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