XV ENCUENTRO DE POESÍA IBEROAMERICANA
Retrato de Basilio Belliard. Realizado por el pintor Miguel Elías
Basilio Belliard (Moca, 1966). Es poeta, ensayista y crítico literario. Estudió filosofía y letras en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, de la cual hoy es profesor en las Facultades de Artes y de Letras, y de Humanidades. Es autor de las obras: Diario del autófago (poesía, 1997), Vuelos de la memoria (poesía y ensayo, 1999), La espiral sonora: Antología del poema en prosa en Santo Domingo, 1900-2000 (2003), Poética de la palabra. Ensayos de teoría literaria (2005), Sueño escrito (Premio Nacional de Poesía, 2002), Balada del ermitaño y otros poemas (2007), Los pliegues del bosque (2008), Piel del aire (2011), Oficio de arena (minificciones, 2011) y Soberanía de la pasión (ensayo, 2012). Ha editado los libros: La narrativa de Avelino Stanley (2006) y El búho y la luna. Entrevistas a José Mármol (2005). Actualmente es Director de Gestión Literaria del Ministerio de Cultura y Director de la revista País Cultural. Ha colaborado para varias revistas y periódicos de circulación nacional e internacional. Poemas suyos han sido traducidos al francés, portugués e italiano.
POEMAS
NOCHE BLANCA
A Miguel de Unamuno,
in memoriam
Duele sentir cuando se piensa,
aquí, en la noche de la noche;
ahora, en la soledad que despierta
del cuerpo.
Instante mudo del aire:
insomne, despierta de la nada.
Noche blanca
que pasa del todo,
en el aquí-ahora,
en lo eterno-instantáneo,
y sobre el fin de la carne.
MANJAR DE LOS INSTINTOS
Nada detiene las alas
ni su reposo de danza silenciosa.
Sólo el manjar de los instintos
sacia vientres de polvos mortales.
Nadie ni su nombre
silencia unos labios desterrados,
desnudos en unos ojos
con fondo de Franz Lizst
y cielo de Mozart.
Sólo,
ahora y en la hora
de nuestra carne
-consumada en arena y polvo.
PEREGRINO
En el fondo de la fuente
se ahoga
de sed el manantial.
El peregrino
apaga su sed
no en el agua
sino en el hastío.
La corriente muda
encauza su fragancia
de aire ígneo
sobre la arena.
Agua abajo
el sediento sueña
otros arroyos perfumados
por la sed.
Sombras sobre ondas
brotan los espejos de agua
sus cristales secos.
El peregrino sediento
seca sus labios
en la sombra del agua
que se extingue en el arroyo.
Deja un comentario
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.